GENERAL RODRIGUEZ, BUENOS AIRES: NOCTAMBULOS SERES (09 MAR 1972)


A 55 kilometros de la Capital Federal, en la Parada Barrio Raffo, del Partido de General Rodriguez, frente a la ruta nacional n° 7, y paralelo a las vias del Ferrocarril D. F. Sarmiento que corren de este a oeste, se hallaba la parrilla “Namuncura”, sociedad de Teodoro Lamenza y Juan Damonte. Alli, en la madrugada del jueves 9 de marzo de 1972, se presento un camionero oriundo de Carmen de Areco, Buenos Aires, de nombre Luis Ezequiel Bracamante (o Bracamonte), denunciando un extraño encuentro con un ovni y tres ocupantes, ocurrido momentos antes en las inmediaciones.

Amparandose en la agencia de noticias SIC (Servicio Informativo Continental), en una cronica de Mauricio Zelman Grinberg, varios medios periodisticos del interior del pais reprodujeron la sensacional noticia[1].

El articulo dice lo siguiente: “La casualidad quiso que este cronista, de vacaciones en Lujan, acompañase a Alberto Fuentes, editor del semanario ‘Aqui Lujan’, ya su colaborador, señor Mussi, en una visita al restaurante Namuncura, sito en el paraje conocido como (El) Granadero, no muy lejos de General Rodriguez. En ese momento estaban finalizando la remodelacion del local, y se hallaban presentes el encargado, Teodoro Lamenza, y un electricista de apellido Lutscher, mas un par de parroquianos ocasionales.

“Eran las primeras horas de la madrugada del jueves pasado. El Namuncura esta situado sobre la ruta nacional 7, y esa noche Lamenza no esperaba gran movimiento debido a los cambios que se estaban efectuando en el local, pero de pronto ingreso al mismo, despues de estacionar un pesado camion, un individuo alto y delgado que llamo la atencion de los presentes por los claros signos de ansiedad que evidenciaba su comportamiento, por otra parte completamente normal. Era, como supimos mas tarde, el nombre Bracamante, quien solicito, aproximandose al mostrador, un vaso de te y un sedante.

“Lamenza le explico que, por causa del cambio de instalaciones y de los arreglos que efectuaba Lutscher, no podia prepararle la infusion, y le ofrecio en cambio una bebida espirituosa. Nerviosamente -continua el articulo de M. Zelman Grinberg-, el camionero la rechazo, alegando que no acostumbraba beber. Como se le preguntara por la causa de su ansiedad, replico que ya le iba a pasar y se encerro en un obstinado silencio, del que logro arrancarselo solo despues de reiteradas tentativas, y no sin resistencia: ‘no… no… van a creer que estoy loco o borracho’.

“Finalmente, en forma algo deshilvanada, como para liberarse de un profundo sentimiento de angustia ante un suceso absolutamente inconcebible, relato que venia por la ruta 7, procedente de Olavarria, con una carga de cemento y piedra para la Capital Federal cuando, pocos kilometros antes del Namuncura, vio aparecer sobre el campo una especie de neblina rutilante que, en un primer momento, le parecio un mero efecto del cansancio de la vista. Por lo tanto, decidio detener el vehiculo en la banquina y descendio para descansar. La neblina fue reemplazada por una luz intensisima que por poco lo ciega, y cuando abrio los ojos distinguio, a unos cien metros, en un potrero, lo que en un principio tomo por un avion, pero que resulto ser un gran aparato oblongo, de color opaco, con rebordeen la parte superior y anchas salientes en la interior.

“‘Vi salir a tres… Eran como hombres, pero de hombros muy anchos y formas angulosas y caminaban con dificultad, como si estuvieran apunados. Los rostros eran como de chinos o mongoles, mas aguzados en los rasgos. De eso solo me di cuenta cuando nos acercamos… me quede helado, porque no puede haber en el mundo personas de ese aspecto, de hombres tan desmesurados. No podia ni pensar’.

“¿No seria una alucinacion? (pregunto el autor de esta cronica, quien dice haber escuchado el relato del curioso episodio de labios de Bracamante).

“’No, no… yo estaba bien despierto. Eran de carne y hueso. Uno de ellos me toco y yo, sin saber por que, tambien lo hice. Me tomo del codo, como un saludo. Me hablaron, los tres a la vez. Me asuste. Hablaban un idioma extraño, pero alcance a entender que no debia temerles, que a su aparato no te ocurria nada, y algo sobre las luces lejanas y la ruta. Nada mas. Despues, uno de ellos saco del pecho una placa con dos signos brillantes, que me mostro’.

“Del resto, Bracamante, que dudo bastante en proporcionamos su nombre, manifesto no recordar nada en el momento, pero pudo reproducir en un papel, algo tosca y nerviosamente, los extraños signos. Ahora, otras personas declaran haber visto insolitas luces, y escuchado curiosos zumbidos esa misma noche”.

Asi concluye el articulo del periodista Mauricio Zelman Grinberg.

LA ENCUESTA

En la entrevista efectuada a Raul Jose Mussi, ese mismo año, el colaborador del semanario Aqui Lujan, manifesto que se hallaba bebiendo un aperitivo con Alberto Fuentes en la parrilla Namuncura, de General Rodriguez. “Esta parrilla no estaba aun inaugurada, porque recien se estaban haciendo las instalaciones electricas, preparando las mesas, la cocina y demas necesidades, cuando llego a nuestro lado un camionero con un tremendo susto, creyendo que lo ibamos a tomar por loco.

“A requerimiento de nuestro administrador (Fuentes), el hombre atino a decir: ‘Ustedes no me van a creer, yo no estoy loco, soy una persona que no toma, que no bebe, soy consciente de mi trabajo (de camionero). Pero me ha ocurrido algo; no se lo puedo decir…’.

“Despues, tratando de calmarlo y sonsacar aquello que le habia sucedido, nos dijo que habia visto algo asi como un plato volador, una cosa extraña bajar en las cercanias del tugar cuando venia viajando en su camion. Fue todo lo que nos explico hasta ese momento. Luego de escuchar su relato no hicimos mucho eco. Como cualquiera, no hubiese dado credito a lo que el decia y entonces me retire, un poco alejado de donde estabamos, y no pude precisar lo que hablaba.

“El camionero no especifico el lugar exacto donde descendio el objeto, pero esta dentro de la zona de General M. Rodriguez. Pudo haber sido a 2 o 3 Km. de la parrilla. Solo dijo que lo vio desde la ruta en un campo[2].

“Conozco a los camioneros. En cierto momento daba de sospechar el modo de expresarse. Parecia ebrio o cualquier cosa, pero no era asi, ya que desde el primer momento nos dijo que no bebia e incluso, para calmar su nerviosidad, lo invitamos con un aperitivo, algo fuerte, que no acepto, pero despues lo persuadimos acompañado de un cafe”.

Cabe aqui un breve comentario. La exposicion de Mussi no se destaca, precisamente, por la denominada ‘curiosidad periodistica’. Pone de relieve una desaprensiva actitud hacia aquel testimonio que, muy pronto, iria a ser noticia en los diarios. Incluso, llega a apartarse de la tertulia -segun dice- debido a las “sospechas” que le despertaba.

En 1986 encuestamos a otro de los parroquianos, al electricista Andres Lutscher, quien se hallaba trabajando entonces para el diario Nuestra Accion, de General Rodriguez.

Ante nuestra requisitoria se mostro inquieto y evasivo. Manifesto “no recordar nada, en absoluto”. Ni los rasgos, ni las palabras del camionero, ni siquiera quienes se encontraba con el esa madrugada (le reiteramos la pregunta). Pero se acordo de inmediato del episodio, y fue cuando no quiso extenderse por mas tiempo.

Solo insistia en dar su opinion: “Lo tome como mentira”. En un instante de memoria, agrego que le resto importancia al hecho, al igual que Teodoro Lamenza, el dueño de la parrilla. Reconocio que, cuando aparecio el hombre, el se hallaba “tomando unos vinos, unas copas de mas” y que al principio no tomaron en cuenta lo que decia, pero luego se pusieron a pensar si habia sucedido o no, aunque termino creyendo que era mentira. Por otra parte, asegura que el circunstancial visitante era camionero, pese a que no lo conocia ni alcanzo a ver el vehiculo en que viajaba. Finalmente expreso que todos los que alli se hallaban eran amigos.

Localizamos tambien a Teodoro Lamenza, uno de los socios de la parrilla Namuncura, presente aquella noche. Y mantuvimos una conversacion en la que aparece nuevamente cierta renuencia al dialogo, esta vez, encubierto por una pseudo-disposicion a colaborar con nuestra tarea.

“Aquella noche -dice Lamenza., vino el camionero y nos conto lo que le habia ocurrido. Yo tenia alla una parrilla, en cuya vivienda vivia la familia de Juan Rodriguez (su esposa Isabel y su hija). Recuerdo que con unos amigos nos habiamos quedado hasta la madrugada; porque no estabamos nunca, no habia trabajo. Y estabamos esperando por si alguna de esas cosas… De pronto, entro un hombre de mediana edad; estaba desesperado, como pensativo. Bebio algo en el mostrador y se calmo. Tambien pidio una aspirina. Luego tomo asiento y se quedo hasta las 2 o 3 de la mañana. Inclusive ceno en nuestra mesa y todo. Es gente de ruta, que aparece esporadica mente, aunque a ese hombre no volvi a verlo”.

Al preguntarsele respecto a los cambios y reapertura del negocio, Teodoro Lamenza no es muy explicito y da la impresion de querer cerrar la entrevista diciendo: “Tengo que ir a buscar los datos y darselos en unos dias. En una semana puedo juntar todo, hacerle un resumen a maquina, las fotocopias de todo”. Le manifestamos nuestra sorpresa por tan empeñosa disposicion, por otra parte excediendo la solicitud.

“No me cuesta nada -respondio T. Lamenza-, lo vamos a hacer y decir lo que sabemos. En ese sentido quedese tranquilo. Otra cosa que vamos a hacer es ir a ver al diario. Fuentes es quien hizo un diario con nosotros y se llamaba Juventud… Yo soy una persona que si toma un compromiso… es seguro que le vaya cumplir. Sea para lo que sea. Cuenten conmigo. En una semana van a tener todo lo que les digo. Esperen que van a tener una satisfaccion de lo que sepamos y muy pronto, ¡eh! Si Dios quiere y la Virgen. Quedense tranquilos”.

Alli termino la entrevista, con su vehemente deseo para “quedarnos tranquilos”. Como era de sospechar, no tuvimos ninguna noticia de Teodoro Lamenza. Sin embargo, dejamos transcurrir unos dos meses antes de escribirle al domicilio que nos indico, a modo de recordatorio. La respuesta no se hizo esperar: la carta enviada regreso con un sello y un breve texto del correo: “Se mudo. No dan razones”.

En enero de 1990 la indagacion continuaba. Entrevistamos a Alberto Fuentes, administrador del semanario Aqui Lujan.

A pesar de los años, recordo enseguida el episodio “por comentarios que le hicieron”, aunque por momentos algunos aspectos pasaban al olvido. Por ejemplo, al preguntarsele si estaba presente aquella noche en la parrilla Namuncura, lo nego reiteradas veces. Tampoco supo decimos quienes se encontraban en esa oportunidad.

Ante su constante negativa de lo que sabiamos por obvio, procedimos a ‘recordarle’ que su nombre, junto al de su colaborador R. Mussi, aparecia en una nota referida al caso publicada en varios periodicos. Su comentario fue que no recordaba incluso quien era Mussi, pero en cambio nos hablo de los sandwich de Lamenza. En un dialogo imposible que parecia eludir una y otra vez el eje central de nuestra conversacion, le preguntamos en forma terminante: “En definitiva, ¿usted estaba o no en el restaurante Namuncura?”. A lo que pudo responder: “Estabamos ahi comiendo, ¿vio?, pero no estuvimos en la presencia del hecho… Ahora algo asi recuerdo

“Yo le voy preguntar a Lamenza; el episodio no lo recuerdo mucho, le digo”. ‘Y digame, ¿donde esta Lamenza?’: “Ahora no se donde esta, esta en San Juan (NdR: ¡a mas de 1.100 Km. de Gral. Rodriguez!), en una fabrica… A quienes va a tener que buscar son a Lamenza y a Zelman Grinberg. el estaba presente ahi, era un muchacho que trabajaba en el diario…”.

Fuentes agrega que tampoco conocia a Bracamante. “Son camioneros que pasan por ahi; es una parrilla de ruta, ya no existe mas”. Nada original añade a lo que se conoce, exceptuando su impresion sobre el caso: “Algo de cierto hubo, porque ese dia, a la mañana, muchos dijeron haber visto un plato volador desde el tren. Pero eso yo no lo vi”. En la epoca del episodio, algunos ufologos que tuvieron ocasion de dialogar con Mauricio Zelman Grinberg, recuerdan que sus comentarios se han ceñido a lo publicado por el. No obstante, en fecha mas reciente intentamos vanamente localizarlo, siguiendo los consejos de A. Fuentes. Es que el periodista habia fallecido hace mucho tiempo atras[3].

CONSIDERACIONES SOBRE EL CASO

En cuanto a la identidad del camionero lo unico que se logro en las entrevistas con los parroquianos, es el supuesto nombre y lugar de donde seria oriundo, ratificando que nadie conocia ni volvio a ver al ignoto hombre de la ruta.

Sin embargo, al año de ocurrido el caso, Emilio F. Caldevilla realizo algunas interesantes indagaciones (1). Como el camionero habria dicho que era de Carmen de Areco, intento ubicarlo en esa localidad bonaerense. En la Union de Camioneros no lo conocian, tampoco en la policia, ni en el correo (habiendo consultado los padrones).

Asi las cosas, debia considerarse con fundamento la posible inexistencia de Luis Ezequiel Bracamante (o Bracamonte), al menos con ese nombre[4].

Luego constato que si alguien viajara de Olavarria a Buenos Aires, no lo haria por la ruta nacional n° 7, o sea, pasando por General Rodriguez. Salvo que hubiere pasado antes por Carmen de Areco, por ejemplo. En efecto, es posible advertir que iria por la ruta nacional n° 3, ya que Olavarria se encuentra al sudoeste de Lujan-Gral. Rodriguez, mientras que la ruta 7 proviene del noroeste.

Por otra parte, la ruta nacional no 7, a la una de la mañana es un lugar regularmente transitado y, aunque ninguno pudo precisar donde se produjo el aterrizaje, no estaria a mas de 60 Km. de la Capital Federal. Ademas, el casi-desapercibido restaurante Namuncura estaba habitualmente cerrado y si el camionero no lo hubiese conocido, seria muy improbable que haya notado su presencia.

La circunstancia en que el desconocido camionero llegara pidiendo un te y una aspirina para reponerse, en el preciso instante en que se hallaban varios periodistas, casualmente reunidos en la madrugada de un dia jueves, al modesto restaurante de la ruta 7, ofrece algunas aristas.

Si seguimos el relato del periodista M. Zelman Grinberg, parece poco creible que “a causa del cambio de instalaciones y de los arreglos que efectuaba (el electricista) Lutscher” en el local, Teodoro Lamenza no podia prepararle una simple infusion de te[5]. Claro esta que, segun recuerdan los parroquianos, se habria sentado a cenar en la misma mesa y tomar un aperitivo con cafe junto a los periodistas y demas amigos. No alcanzamos a comprender, entre tanto, que la agudeza de los hombres de prensa no haya ido tan lejos como para cerciorarse del lugar del descenso del extraño aparato, ocurrido momentos antes a escasos 2 o 3 Km. de la parrilla, y conocer algo mas de la identidad del presunto testigo. La opcion fue quedarse a departir unas copas y escuchar su relato.

Como consecuencia significativa .mas alla de la supuesta presencia del camionero en “Namuncura”, el autor del articulo periodistico obtuvo su redito con la venta de su nota y, por otra parte, la flamante parrilla o restaurante habria de lograr atraer a muchos curiosos y potenciales clientes, con la reiterada advertencia que el negocio estaba en plena remodelacion, proximo a su reapertura. Ademas de indicar su ubicacion exacta, tres veces menciona el nombre de la parrilla, y otras tres que estaba en proceso de remodelacion. Una propaganda seguramente muy bien recibida. La probable inexistencia de Luis Ezequiel Bracamante y las incongruencias señaladas, abren conjeturas dificiles de verificar. No obstante, disponemos de una informacion insuficiente para avalar el caso y si, en cambio, para suponer un origen “terrestre” que no ha podido -de ninguna forma- trascender las fronteras de la letra impresa en un periodico y del mutismo, indiferencia u olvido de quienes han sido testigos de un incierto testigo.­

REFERENCIAS

(1) Comunicacion personal del 17 de marzo de 1978.

(2) von Daniken, Erich. Recuerdo del Futuro. Plaza & Janes, Esplugas de Llobregat, 1974, Pags. 54/56.

Dr. Roberto Banchs

Buenos Aires ARGENTINA
[1] A modo de ejemplo, citemos a los diarios La Union, de Catamarca (del 22 de marzo), y El Tribuno, de Salta (del 30 de marzo). El contenido es el mismo, indicando que ocurrio en “la madrugada del jueves anterior”, pero como la informacion aparecio en semanas distintas, produjo una confusion al precisar la fecha del evento.

[2] Al sur, del lado de las vias ferreas, existe una cuneta y un cerrado alambrado de puas para evitar el paso de animales y personas, suponiendo que debiera tratarse entonces del sector norte, donde hay amplios campos, muchos de ellos sin vallas.

[3] En una comunicacion personal del 22 de enero de 1990, Jose Gobello -quien fuera jefe de redaccion de la agencia SIC, me informa de su muerte y lo recuerda como un hombre de talento y de espiritu bohemio.

A su vez, nos indica que aquella agencia que actuaba como “Servicio Informativo Continental” (SIC), no guarda relacion alguna con una homonima actual bajo el nombre de “Servicio Integral de Comunicaciones” (SIC).

[4] Asi tambien, resulto llamativo la peculiar ortografia con la cual el periodista M. Zeman Grinberg, inscribe el segundo nombre del testigo: Exequiel (con x), cuando lo usual y correcto es Ezequiel (con z), como el profeta biblico. La “Neoarqueologla” atribuye a Ezequiel haber tenido un encuentro con los tripulantes de una nave extraterrestre (2).

[5] Aunque, desde luego, el alto y delgado camionero dijera que “no acostumbraba a beber”, rechazando “una bebida espirituosa”.