ZAPALA (CATAN LIL), NEUQUEN: UNA CARTA PATETICA (14 MAY 1962)


El 13 de mayo de 1962 tuvo una gran significacion para la historia de las observaciones de platos voladores en la Argentina. Ese dia, segun cronicas de la epoca, “una verdadera flota interplanetaria inicio su recorrido de varios dias por nuestro pais”. Las denuncias llovieron aquella jornada desde varias provincias por centenares. La mayor parte procedia de Mendoza, La Pampa, Cordoba y Buenos Aires, aunque tambien se recibieron informes de La Rioja, Catamarca, San Juan, Santa Fe y Neuquen. Los avistamientos se produjeron en tamaña geografia en un lapso de apenas una hora, aproximadamente, entre las 4 y las 5 horas de la mañana (l).

Al dia siguiente, en la madrugada del lunes 14, un viajante ocasional protagoniza un dramatico encuentro con una nave que aterriza en la soledad del paisaje neuquino. En su interior, varias sombras se movian como operando palancas. Ocurrio en el trayecto que une Zapala con Junin de los Andes. La experiencia es narrada por Aurelio Adriano Lilli, un joven oriundo de Cordoba, en una carta dirigida a su madre, donde revela la honda emocion de los momentos vividos. La misma fue publicada con expresa autorizacion de su padre por el diario Cordoba, de la ciudad homonima, en su edicion del 12 de ju­nio de 1962. El contenido de la carta, fechada el 24 de mayo, es ampliamente coincidente con la informacion que, en detalle, nos ofrecio el testigo.

Por lo tanto, creemos innecesario incluir ambas versiones, pero estimamos pertinente reproducir a continuacion los parrafos iniciales de aquella carta, por su emotividad:

“Madre mia: ¿Que pasara? ¿Que pasa en este mundo? Estoy aterrado, tiemblo de miedo, nunca, nunca me imagine tremenda cosa. Creo que me moriria de temor. No me creeras, pero eres mi madre y te lo cuento a ti sola porque los demas me tomarian por loco. Nadie, nadie lo sabe. No me atrevo a contarlo. ¡LO VI!, ¡LO HE VISTO, madre! Y lo vi con mis propios ojos. Casi me paralizo de miedo, me temblaba todo el cuerpo. Senti un escalo­frio. ¡UN PLATO VOLADOR!, te lo juro por mi vida, por lo que te quiero; creeme, madre, porque otro no me creeria. ¡VI UN PLATO VOLADOR!, tan cerca que quisiera estar soñando, pero lo tengo tan presente que no se me va de la cabeza. ¡Lo vi!, ¡Lo vi! ¡Es cierto!

“Yo no creia en eso, pero justo a mi me toco. ¡Es verdad! ¡Tiene mecanismos, es ciertisimo y no son de la Tierra! Lo vi a setenta metros de distancia. Yo estaba en el campo, solo, como a 160 kilometros de Zapala; iba con mi moto, se paro la misma de pronto y se hizo presente ese aparato. ¡Madre, casi me muero!”.

La lectura de esta carta (aunque mas no sean unas lineas) admite algunas reflexiones. En ella, el testigo se vuelca mas a exponer las sensaciones que le produjo la insolita aparicion, antes que a relatar el hecho en si. Esta dirigida a su madre, con una carga de emocion primigenia que solo ella puede evocarle, y comprender. Tiene la conviccion de que su madre es la unica persona capaz de creerle y contenerlo. Podriase afirmar, ademas, que la car­ta opera aqui corro un sintoma-señal, en donde el sujeto expresa en forma intempestiva sus emociones y las causas que desencadenarian esa conducta.

Aurelio Lilli manifiesta abiertamente una tension afectiva y un estado especial de animo. Una excitacion que trae por consiguiente la aceleracion de todos los procesos psiquicos (asociacion de ideas, sucesion de representaciones, etc.). El lenguaje escrito es un flujo continuo de palabras, de frases rapidas, que revelan de manera evidente la organizacion de su pensamiento.

LA INVESTIGACION

A pesar del singular relato, no conocimos encuesta alguna. Nuestra investigacion pudo efectuarse muchos años despues, exactamente en febrero de 1989. La misma estuvo prece­dida por varias comunicaciones epistolares y telefonicas, anticipandole al testigo el proposito de iniciar una investigacion que ampliara los datos que teniamos consignados e intentar esclarecer -dentro de lo posible- la naturaleza de lo observado.

Aurelio Adriano Lilli se mostro colaborador y acepto, incluso, someterse a una peri­cia psicodiagnostica.

El testigo nacio en Cordoba, el 5 de enero de 1938 (es decir, por entonces tenia 24 años, y no 21, como se indicara). No concluyo los estudios secundarios y trabajaba en algo de electronica y se desempeñaba como radio-operador en la Comisaria de Zapala, con el grado de Agente de Policia.

EL TESTIMONIO: Aurelio A. Lilli comienza su exposicion sosteniendo haber sido testi­go ocular de un hecho practicamente increible y por ello, es que transcurridos unos dias del avistamiento, decide escribirle una carta a su madre, sin haber hecho comentarios previos, convencido de que nadie le iria a creer, a excepcion de ella, pues “sen­tia la necesidad interior de comunicarselo a alguien”. Con posterioridad, sin mediar consulta alguna, su padre entrego la carta a un diario de la ciudad de Cordoba, lo cual le produjo cierto enfado, pues considero que ya era demasiado con esa experiencia.

“Por esos dias -nos dice Lilli- las observaciones de estos objetos eran corrientes en casi todo el pais. Los habiamos visto varias veces. El dia anterior (domin­go 13 de mayo), habia visto una formacion de 5, 3 y 2 objetos desde el primer piso del lugar donde trabajaba. Lo vio mucha gente. En esos dias se vieron muchos en la zona y otras partes del pais. Inclusive se habian pedido informes a la Jefatura de Policia.

En aquella oportunidad, Aurelio Lilli decidio emprender un viaje con su motocicleta Gilera, desde Zapala hasta Junin de los Andes, distante unos 200 kilometros, pues tenia la intencion de ver a un amigo chileno, que partiria al pais trasandino. El osado viaje transcurrio con algunos ligeros contratiempos, pues “la motocicleta tenia fallas desde hacia rato, y venia fallando, al punto de pensar en desistir en continuar porque son lugares muy inhospitos, especialmente en esa epoca”. Empezo a fallar mas seguido, a ratear, hasta que finalmente se detuvo en el camino. Habia recorrido unos 160 kilometros, faltaban unos 40 para Junin de los Andes, pero eran aproximadamente las 3:00 horas de la mañana, hacia muy baja temperatura y el camino de tierra era muy dificil de transitar. Provisto de una linterna y algunas herramientas intento repararla para seguir viaje. Se hallaba en esa tarea cuando se dio vuelta y mirando al cielo estrellado, bien alto, vio una esfera luminosa -una estrella fugaz, penso- que resplandecia como descendiendo hacia el y que luego se perdio o se apago. Continuo con su tarea, pero al rato, vuelve a darse vuelta, “con una sensacion medio rara, tenia miedo, por instinto…, es que uno solo en el camino, entra a pensar muchas cosas”, nos aclara. En esos momentos, ve nuevamente la esfera, pero mas grande, y seguia descendiendo, hasta que vuelve a desaparecer. Aurelio Lilli mostro ahora mayor preocupacion: “Comence a pensar cualquier cosa por el miedo logico que uno tiene de estar ahi, en un lugar muy desolado”, insiste. Nuevamente desaparecio por un rato y el joven prosiguio abocado a su moto, cuando advierte una claridad a sus espaldas y ya, presa de miedo y de asombro-, se da vuelta y ve un objeto que se hacia cada vez mas grande y que descendia en forma vertiginosa. Calcula que tendria unos 25 metros de diametro. “Entre el estupor y el miedo terrible que tenia -confiesa Lilli-, veo que sale una lengua de fuego de abajo, como una llamarada rojo-anaranjada, y oscila en el aire, como tambaleandose, siempre a unos 4 o 5 metros de altura (virtualmente suspendido) y se va posando lentamente”

El objeto despedia luz muy blanca, como fluorescente, que se encendia y apagaba en forma intermitente. “Incluso yo percibia -agrega A. Lilli- como un relais (relay): ‘tec-tec-tec-tec…’, y alrededor todas se encendian y apagaban, pero muy rapido, era un parpadeo”.

En esos momentos tambien escucho “un silbido, o zumbido muy fuerte, estridente, ‘fsfsheishefs’, una cosa como si algo girara. El silbido era realmente fuerte cuando bajaba, como hace una turbina de un avion, una cosa asi”, afirma Lilli.

Recien entonces cuando el artefacto llego a posarse en el suelo, ceso el ruido y se apagaron las llamaradas.

“Estaba conciente, pero con mucho miedo -nos dice el azorado testigo-; recuerdo que temblaba, en esa inmensidad, de noche, y lo inhospito de la zona…”.

El aparato se hallaba a unos 100 metros de distancia, dandole la impresion de ser redondo y chato. Parecia tener forma lenticular, “como dos platos invertidos superpuestos”. El testigo pudo notar una suerte de cupula redonda, arriba. “Se veia como una cupula donde tambien se encendian unas luces de varios colores anaranjado, verde, co­mo las balizas de la policia. En la cupula, adentro, era como si se reflejaran. esta podia ser de plastico, flexiplast, como en los aviones de aca. Me parecio una cosa asi porque la luminosidad que salia de ahi, daba a pensar que era transparente”.

A pesar del miedo que lo embargaba, Aurelio Lilli decide acercarse. “Yo tenia la idea que alguien se estaria bajando, o las personas, alguien estaria tripulando este aparato, el cual no debe ser de la Tierra, porque ningun avion puede evolucionar como lo hacia”, sostiene.

“A mi me parecia que algo se movia adentro, de la parte central de este aparato, y queria ver si se bajaba. Dentro de la cupula se veia algo como si se moviera. Ahi se veian algunos movimientos, como si movieran palancas. Eran movimientos, sombras, no se cuantas. Tampoco Podria decir si tenian forma humana, pero algo se movia adentro”, ex­presa el testigo reviviendo la expectacion de aquellos momentos.

Alli se observaban luces diversas, pero tenues, “como si reflejaban, parpadeaban, todo, y muy ligero; hay que tener en cuenta -vuelve a insistir- que estaba en un estado de shock, temblando, agitado”. Sin embargo, el testigo debio cruzar un alambrado situado a la izquierda del camino (al este) y, pudiendo llegar hasta unos 60-70 metros del extraño artefacto, resuelve encender una linterna Para iluminar la porcion de abajo del mismo, que se hallaba en penumbras. Al hacerla, tambien lo hicieron con mas intensidad unas luces como ventanillas, que comenzaron a parpadear con mayor frecuencia, seguidas de otras ubicadas en la parte superior, “como si fueran destellos de un patrullero”.

Al mismo tiempo, comenzo el silbido a hacerse nuevamente cada vez mas intenso, y a salir el fuego por abajo. “Todo comenzo con ritmo -relata Aurelio Lilli-, empezo la llamarada y el silbido: ‘schiu-schiu-schiu-schiu’. Se notaba, segun me parece, como si se pusiera en movimiento algo. Me parecia que giraba. Y dije: ‘¡aqui se trata, lisa y llanamente, de un plato volador!’. No es otra cosa. No es de aca, de la Tierra”.

El sonido se torno cada vez mas intenso, hasta que el objeto empezo a elevarse, un poco lentamente y otra vez, a los 4-5 metros de altura, ese bamboleo. El silbido se hizo aun mas fuerte, un movimiento ondulatorio, y se elevo en forma perpendicular. En instantes, segun el relato del testigo, se perdio hasta hacerse un punto en el. cielo.

Cuando se marcho, recien entonces el testigo pudo llegar hasta el lugar donde estuvo posado el artefacto. El suelo estaba “blanquecino, chamuscado, como cuando cae una he­lada”, describe. Alli encontro, hundido unos centimetros, tres marcas rectangulares, a algunos metros entre si. Cada “pata” tenia 30 o 45 cm de longitud por 15 cm de ancho.

Aurelio Lilli se quedo luego en el camino, pensando lo que le habia acontecido durante ese largo rato, unos 15 minutos, dificil de precisar. “Quiza, si me quedaba quieto, ­alli, a lo mejor veia otra cosa, pero no fue asi”, se lamenta. Momentos mas tarde, ve unas luces, pero esta vez en direccion al camino, hacia adelante, que venian acercandose. Penso que se podria tratar de lo mismo, se inquieta, pero despues comprueba que son las luces de un camion aproximandose. “El conductor me ayudo a levantar la moto, y me trajo hasta Zapala -comenta el testigo-; yo no queria hablar, me habia quedado sho­ckeado, y recuerdo que me convido coñac, una bebida fuerte que llevan siempre ellos. Y me dijo: ¿vio el satelite? (…). A lo lejos, habia visto algo”.

EL TESTIGO: Una de las preguntas que a veces surgen respecto a indagar la personali­dad de un testigo despues de tantos años de ocurrido el caso, esta referida al valor que adquiere para la investigacion tales pericias. Por eso, es conveniente señalar que si bien hay aspectos del sujeto que se modifican en el transcurso del tiempo, su es­tructura -y-aun algunos rasgos- suelen permanecer inalterables durante toda la vida. Y el psicodiagnostico, a traves de sus instrumentos tecnicos, resulta uno de los medios mas idoneos para indagar la psique del individuo, de un testigo que nos ofrece una fantastica narracion

En su estudio actual, se le administro una bateria de tecnicas proyectivas (H.T.P., Bender, y Desiderativo), junto a una entrevista diagnostica. De las mismas, puede inferirse que Aurelio A. Lilli presenta una personalidad de caracteristicas maniaco-depresivas, dotado de un funcionamiento intelectual rigido. Es hipervigilante, y posee una acentuada sensibilidad defensiva. Sus mecanismos predominantes son la formacion reactiva y el aislamiento. Se observan tensiones internas y dificultades para controlar y dirigir sus emociones e impulsos instintivos. Mal control de las ansiedades. Su conducta afectiva es, a nivel endogeno o constitucional, distimica (con episodios alternos), y de reacciones hiperemotivas (o sea, respuestas afectivas exageradas) ante los estimu­los externos. Aparecen signos de posible organicidad (disfuncional) y cierto deterioro del sentido de realidad, por causas esencialmente afectivas.

ANALISIS Y CONCLUSIONES

Un examen del conjunto de las evidencias reunidas, permiten afirmar que el testigo -en momentos de su observacion, y aun con anterioridad- se hallaba bajo un peculiar estado psiquico. Aurelio Lilli se encuentra sensibilizado por la “flotilla de platos voladores” que avisto en Zapala el dia anterior (presunta lluvia meteoritica) y con un pronunciado optimismo, rayano a la euforia. Sin embargo, cuando se detiene con su moto y ve una luz lejana, lo invade una sensacion de temor, de soledad y sospecha. Se in­quieta: “Comence a pensar cualquier cosa por el miedo…”, comenta. Pero cuando esa luz va en aumento y amaga descender, el mismo testigo se describe a si “entre el estu­por y el miedo terrible”. Y en momentos en que el aparato aterriza, Lilli esta profundamente conmovido, excitado, temblaba.

Aunque dice haber estado conciente de cuanto ocurria, se halla exaltado, hiperlucido. Entonces decide acercarse. Sus funciones psiquicas se encuentran aumentadas. No asi su reflexion critica y el ordenamiento de la percepcion y las ideas. En esas circunstancias pasa a observar los detalles del aparato, y a unas sombras que se movian adentro. Afirma que se trata de un plato volador, uno de esos objetos vistos corrientemente du­rante aquellos dias en todo el pais, quiza, como preludio de una invasion interplanetaria. Pero el los ha visto descender. “Me pellizque una pierna con una pinza para cerciorarme de que estaba en mis cabales”, dice, poniendo de relieve su emocion intensa.

En relacion a las caracteristicas del artefacto, creemos plausible que se haya tratado de un helicoptero. Examinando la vasta literatura aeronautica (2), nos inclinamos a pensar que podria ser el Sikorsky S-55, un transporte utilitario que equipo a la Fuerza Aerea Argentina desde 1960 a 1968. Con una autonomia de 3 h 30 min y un alcance de 420 km, este helicoptero de procedencia norteamericana fue utilizado como medio de enlace y destinado a tareas de abastecimiento, incluyendo salvamento y auxilio, debido a su habilidad para maniobrar y aterrizar en situaciones inaccesibles.

A proposito, debemos mencionar que el lugar del avistamiento se produce en area de Frontera, donde se localizan importantes unidades militares (Las Lajas, Zapala, San Martin de los Andes), siendo frecuente el diario sobrevuelo de estos artefactos.

Hay detalles propios de helicopteros que aparecen en el relato del testigo, a saber:

a) El movimiento: El objeto habria circundado el lugar antes de bajar. Cuando descendio, lo hizo hasta una altura de 4 o 5 metros, bamboleo, y fue a posarse lentamente. Al marcharse, emplea el mismo procedimiento, elevandose verticalmente. Consiste en ma­niobras caracteristicas de los helicopteros, dando vueltas sobre el terreno adonde aterrizar para inspeccionarlo, y ya sobre el, estabilizan el aparato para un suave aterrizaje vertical.

b) El sonido: El estridente silbido, “como si algo girara” o “parecia que girara”, que el testigo reproduce con su onomatopeya, resulta asombrosamente identico al rotor de los helicopteros, cesando cuando aterriza y “poniendose en movimiento” al elevarse.

c) Las luces: Segun la descripcion, consisten en “una llamarada o lengua de fuego” de color rojo-anaranjado, que sale de la parte de abajo; una luz verde; y otra muy blanca, que destellaba en forma intermitente. Al respecto, todas las aeronaves suelen tener, ademas de faros de aterrizaje, luces de reconocimiento (anticolision), instala­das por lo general en la parte inferior del fuselaje, de color rojo de gran intensidad, produciendo destellos. Y luces de posicion o de navegacion, cuyos colores son verde, rojo, y blanco, funcionando por lo general produciendo destellos.

Aurelio Lilli tambien señala haber notado “una cupula, que podia ser de plastico” y “algo que se movia adentro (…) y como si fueran palancas”. El Sikorsky S-55 tiene su cabina en la parte superior de la seccion central, desde donde se controla por medio de una instalacion convencional de barra de comando.

De acuerdo a la estimacion del testigo, el plato volador tenia unos 25 metros. La longitud total del helicoptero, con los rotores girando es de 18,94 metros.

El detalle que se muestra incongruente es que el eje horizontal del plato se halla en la mitad de su masa, mientras que la mayor anchura del helicoptero es la que corresponde a las palas de sustentacion, por encima del aparato. Sera pertinente indicar que la alteracion del orden de una imagen, llamada transposicion, se observa en sujetos sometidos a una perturbacion emocional o desordenes de variada clase.

El testigo menciona tres marcas rectangulares encontradas en el lugar del aterrizaje, de 30-45 cm x 15 cm cada una, dispuestas a unos metros en forma triangular. El tren de aterrizaje del helicoptero es del tipo simil triciclo, con dos ruedas principales (cuyas medidas coinciden exactamente) y un conjunto de dos ruedas de nariz, mas pequeñas y proximas, dotadas con amortiguacion hidraulica

En relacion al fallo de la motocicleta, el mismo testigo nos aclara: “Tenia problemas de carburacion y encendido. No era muy nueva. Primero lo asocie con el aparato que habia visto, porque se decia que paran los vehiculos, pero no. ¡Nada de eso! Hacia rato que venia fallando por el camino. Despues la estuvimos arreglando, y un tiempo mas continuo fallando, con cierta intermitencia”.

En conclusion: resulta probable que Aurelio A. Lilli, propenso a generar una ilusion catatimica, haya visto el aterrizaje de un helicoptero y a su tripulacion.­

REFERENCIAS

(1) Jorge O. Pineda, en: El Mundo, 8ª nota, Buenos Aires, 3 agosto 1962; y: 2001-Periodismo de Anticipacion, Buenos Aires, A. 3, N° 33, ps. 47/49.

Roberto Banchs, en: Boletin CIDOANI, Buenos Aires, A. IV, N° 11, noviembre 1970, ps. 6/10.

(2) Revista de Aeronautica, Buenos Aires, N° 160, marzo 1954, ps. 243/245; Revista Nacional Aeronautica y Espacial, Buenos Aires, N° 266, julio 1964, ps. 8/9; fascs. El mundo de la aviacion, V. VII, p.1597; y Aviones de guerra, Vol. 5/10; et. al.

Nota de agradecimiento: Al personal de la Seccion Hemeroteca de la Biblioteca Nacional, la Biblioteca Na­cional de Aeronautica, y del Museo Nacional de Aeronautica, y muy especialmente al Sr. Aurelio A. Lilli, por su honrado testimonio, quien nos permitio conocer algo mas sobre el controvertido tema de los ovnis.