QUILMES, BUENOS AIRES: RAPTADA POR UN PLATO (02 JUL 1968)


Protagonista de “un fabuloso episodio en el que realidad y ficcion se entremezclan por igual”, una vecina de Quilmes (localidad situada a 20 km de la ciudad de Buenos Aires), aseguro haber viajado en un plato volador. El hecho habria ocurrido el martes 2 de julio de 1968, Y su relato fue conocido en las ediciones matutina y vespertina del popular diario Cronica, de Buenos Aires, del 4 de julio. En la primera se refiere al caracter serio y excelente concepto que goza en el vecindario, incluyendo unas breves declaraciones de su medico de cabecera. Al dia siguiente, sera el diario El Sol, de Quilmes, el que transcribira -en medio de la repercusion publica- el extenso testimonio de la viajera espacial, Alejandra Martinez de Pascucci:

“El martes a la noche, habia salido a ver a una amiga, la señora Hildegard Saudner. A eso de las ocho y media de la noche ya volvia a la casa[1]. Como siempre, venia cami­nando cuando al llegar a la esquina de Alvear y Saavedra, me puse fuera de si, como a­traida por una fuerza magnetica. No podia resistirme a nada. Sabia que no era yo, y que algo me estaba pasando, como si me influenciaran. No podia gritar ni hablar. Esta­ba dura, inmovilizada, pero no perdi el conocimiento. De pronto vi una luz que me enceguecio, y despues no puedo explicar como, me encontre a bordo de un aparato, que sin duda era un plato volador, por las ventanillas. Adentro todo era blanco, de una limpieza total, con ventanillas, que despedian toda clase de colores


Esquina de su casa, alli Alejandra Martinez fue enceguecida por una potente luz.

“Un silencio total. Lo que si senti, fue cuando comenzamos a e­levarnos del suelo. Yo me encon­traba como fuera de mi, no respondia. Solo me acuerdo que pense en mis hijos y dije ‘¿Y mis hijos?’. No puedo precisar si pense, o di­je algo, pero estaba dura…

“Adentro del plato se adver­tia un calor tremendo; creo que si continuaba alli me asaba. Esta pulsera de oro que tengo me quemaba, se habia puesto rara, diria quemante”.

Cuando se le pregunto sobre el diametro del aparato, dijo: “y deberia ser de unos tres metros y medio. Aunque no puedo precisar nada con exactitud. Imaginese mi estado, mi desesperacion, porque yo no se que podria haber pasado conmigo. Lo que si siempre trate de ponerme calma, y serena, por­ que ya perdida por perdida… no tenia otro remedio”.

Pero quiza donde el relato se torna cada vez mas fantastico es con respecto a los tripulantes de la extraña nave: “Cuando el a­parato tomo altura, vi a dos personas que indudablemente no eran de nuestra Tierra. Tenian un aspecto luminoso. No puedo describir con perfeccion porque todo el ambiente dentro de la nave era destellante, casi enceguecia. Uno de los desconocidos media mas de dos metros, mucho mas, y el otro tambien era alto, pero no tanto como el primero. Por la forma de comportarse se advertia la superioridad del mayor sobre el otro. Hasta tuve la sensacion que uno podria ser el varon y el otro la mujer. Eso lo intuyen solo las mujeres como yo. Ellos hablaban o algo asi, se hacian señas, movian la cabeza, pe­ro no pude advertirles la cara. Francamente no pude. No sabia decir si eran rubios o morochos, pero me parecian que no eran de aqui. El unico movimiento que hacian era pi­sar (caminaban como con un defecto) una especie de boton que se encontraba en el medio del plato, en el suelo. Con eso movian el aparato. No me dijeron nada ni vi nada mas. Siempre con el miedo que tenia trataba de no perder el dominio sobre mi misma. Despues como habia sido absorbida por el aparato, fui arrojada. Esto no se explicar muy bien, lo que si me acuerdo es que me arrojaron sobre la tierra. Cai en el cementerio de Ezpeleta (NdR: distante a unos 4 km). Y alli tambien sufri un terrible miedo, mirando tantas cruces. Ahora quiero contar, como es de mala la gente, cuando uno necesita auxilio. A los vecinos del cementerio acudi diciendo que queria volver a la casa. Pero nadie me llevo el apunte. Me trataron como si estuviera loca. Despues consegui un taxi que me trajo a casa, pero no me cobro. Me olvidaba decirles que los tripulantes despedian desde las manos y pies, luces como si tuvieran focos”.


Regreso macabro. Entrada del cementerio de Ezpeleta

Habla entonces -para El Sol- el hijo mayor, Carlos Atilio Pascucci, de 17 años, un joven rubio, bastante aplomado segun el diario. “Cuando llego mi mama, me ocurrio al­go muy extraño. Yo estaba con algunos amigos en la casa, y todos escuchamos el ruido de un zumbido, pero no de un taxi. Pero no se que paso y no sali. Algo muy extraño. Yo tambien creo que el taxista no era tal. ¿Como no va a querer cobrar un viaje de Ezpeleta hasta aqui? Tambien usted sabe que apenas mama bajo del auto, se quemo el foco del alumbrado publico, y antes otros dos mas en la esquina donde, segun dice, el ovni la rapto. Ademas en la esquina esta un agujero de unos veinte centimetros de diametro, y unos 30 de profundidad. El pasto tambien quedo chamuscado. Eso no habia antes. Ahora con la lluvia no se puede ver bien…”.

A pesar del generoso espacio que destina el periodico de Quilmes al relato aluci­nante de la presunta viajera, señalando que lo hace con mucha conviccion y sin aparente contradiccion, aunque se la nota muy sensibilizada, la redaccion del diario se muestra cauto en sus impresiones, dejando que “el lector opine como quiera”, y finaliza con un comentario de la testigo, a modo de copete de una de sus fotografias: “¡Claro que viaje en un plato volador! ¡Esa es la pura verdad! ¿Para que mentir? (l).

LA INVESTIGACION

La inclusion de una sintesis del caso en un boletin del CEFAI (2) impulso la rein­vestigacion del mismo por parte de algunos ufologos, que no dudaron en descalificar la probidad de Alejandra Martinez de Pascucci[2] (3).

En octubre de 1986 fuimos a Quilmes con el fin de realizar una comprobacion personal en el lugar de los hechos. Para entonces, la testigo se habia mudado de su casa en la calle Alvear al 200, una zona densamente poblada con viviendas de una y dos plantas.

En cambio, aun residian muchos vecinos que mantenian indeleble el recuerdo del episo­dio y las peripecias de su eventual protagonista. Su vecina lindera, Delia Weber, nos dice sin tapujos apenas iniciada la charla: “¡Noo! Fue todo mentira. Interesense, pero de alguien que este mas…, vayan a donde vieron de verdad. Para mi estaba borracha y crearon un… Miren, ahi vive una señora, preguntenle tambien a ese señor alla -señalando a un hombre mayor, a la vista-. Ella bebe mucho, ¿que perso­na tomada no ve cosas?”. El vecino se acerca al notar que lo marcaban. “¿Que se sabe del plato volador de Alejandra, se acuerda?”, le interroga la mujer: “Que es un boleto (cuento) mas grande que una casa; que no habia nada -responde-. Parece dificil que el plato volador se haya posado, alla, en la esquina. Y las marcas que habia eran, si, de fuego, pero no de un ovni. ¡Pero que! Es un pedacito de tierra, aca nomas, en la esquina (NdR: Efectivamente, se trata de un pequeño lote urbano ubicado en la esquina de Alvear y Saavedra). Y despues, el muchacho que hizo venir todo eso -del periodismo- era muy jaranero. Ella decia cualquier cosa, ¡bah!, hablaba y hablaba. Fue una cosa como cualquiera, pero cuando supe quien era la que hablaba, ni le lleve el apunte. En el vecindario, ninguno. Nadie. Tampoco nadie vio algo esa noche, absolutamente nada; nada hasta el otro dia en que empezaron a venir de los diarios, television.

“Mi nombre es Raul Jamargo y le digo: no creo. Mas conociendola a ella, y yo la conoci. Le daba por cualquier cosa, tomaba mucho. A ella no le creo nada, y menos lo que conto. Y despues conoci al muchacho que hizo venir todo, no me acuerdo su nombre… pasaron muchos años, el le tomo el pelo, le hizo promocion para el otro chico que queria entrar en television. El mas chico, cantaba, bah, hacia la mimica. Era el menor, Carlitos, el otro era Miguel. Queria entrar en television. La mujer era buena, pero tenia la desgracia; por eso lo del plato nadie se lo creyo”.


Amplio descampado, lindero al cementerio, donde Alejadra Martinez fue dejada por el plato volador.

Interviene nuevamente la vecina Delia Weber: “Dicen que los chicos habian quemado con fuego (el baldio). Fue toda una tramoya (enredo, embuste) que armaron. Porque jus­tamente el chico queria entrar en television Para cantar. Y entonces hicieron todo un globo. Ademas, un muchacho que le gustaba embromar llamo a Cronica. Pasa que la mujer tomaba mucho. Ahora mismo, van y a lo mejor la encuentran borracha y mascando tabaco, y les va a decir cualquier cosa. Aca la estimaban. El marido es un buen hombre, los chi­cos tambien”.

Otra vecina, Olga Koljivrat, pasa a nuestro lado y es participada al dialogo. “Mi­re -dice-, todo eso fue, todo en vano. No era nada cierto. Ella tomaba y se inventaba cosas. Ella queria meter a un hijo… Ella queria estar en la trenza, entrar en television para poder hacer entrar al chico. ¡Y finalmente entro! Estuvo haciendo imitacion un tiempo, en Sabados Circulares de N. Mancera. Nadie vio nada. Son todos cuentos de ella. Ahora tiene los hijos grandes, solteros, viviendo en la casa, y las mellicitas que (tuvo despues) ya son señoritas. Ella siempre inventaba, inventaba cosas… Con eso del ovni vinieron muchos periodistas. Al ultimo, le dije: ‘Mire señora, son todos cuentos’. Como a los dos años, su hijo le comento a un muchacho amigo, que es tambien de mi sobrina: ¡No! Si son grupos (Arg. lunf.: embuste, mentira), si fuimos yo con mi mama, y quemamos, para entrar en la trenza de la television”.

Era facil advertir de que manera la imagen de la testigo propendia a la increduli­dad general. Como ha sido señalado, por supuesto que la constatacion de estos rumores no constituye una prueba irreducible de que haya urdido un fraude, pues, con frecuencia la vecindad suele juzgar sin razon o con excesivo rigor a quienes alborotan su condominio. Al menos, la soltura de palabras y la firmeza de los argumentos respecto de la pobre mujer, francamente nos sorprendio. A fin de cuentas, solo veniamos a investigar un caso

Con la indicacion de los vecinos, rapidamente localizamos el nuevo domicilio de doña Alejandra, a trescientos metros del anterior. Sin transponer el umbral, nos atiende con actitud recelosa, de sospecha o temor. Al conocer el motivo de nuestra visita, se nego a hablar y continuo repitiendo su negativa durante treinta segundos, mientras permaneciamos expectantes frente a ella: “Nooo, no, no, no”. Por ingenua que parezca la pregunta, ¿que nos queria decir la testigo? Finalmente, precipito una respuesta menos ambigua: “No, no. Eso del plato volador fue todo mentira mia, eso”. Su reparo inicial se convirtio en negar la verdad de su historia.

Luego de su respuesta y, quizas, ante nuestra mirada de asombro, reafirmo: “Si, eso si”. Atenta a lo que ocurria en el interior de su casa, agrega: “Ahora yo ando bien, gracias a Dios. Hace treinta y cuatro años que vivo en el barrio; en esos momentos yo tendria como 40 años, 39 o 40” (NdR: Segun Cronica tenia 47, y para El Sol, 42). Y justificando su presura por ir al dentista, rehuyendo del tema que nos convocaba, no seria necesario insistir o ahondar sobre lo que estaba dicho.


No, no. Eso del plato volador fue todo mentira mia, dice doña Alejandra.

Aun asi, podria sospecharse que Alejandra Martinez de Pascucci recurrio a una artimaña para desembarazarse de una incomoda situacion, pero el cumulo de evidencias testimoniales y comprobaciones se han descargado para mellar la porcion de realidad que el caso pudiere tener.

REFERENCIAS

(1) El Sol, Quilmes, 5 julio 1968, ps. 1, 8/9.

(2) Banchs, Roberto. “Segundo Anexo del libro Los ovnis y sus ocupantes”, en Boletin CEFAI, n° 10, Buenos Aires, 1980, ps. 1/2.

(3) Chionetti, Alejandro y A. Agostinelli, “El ‘rapto’ de Quilmes: La componente etilica”, en UFO Press, VI: 19, Buenos Aires, enero-marzo 1984, ps. 27/30.

● Otras referencias sobre el episodio, citadas en Banchs case references, de Richard W. Heiden:

– Cronica, Buenos Aires, edic. mat. y vesp., 4 julio 1968. Una edicion (no especifica cual) es citada en: Flying Saucer Review, London, 14:5, sep.-oct. 1968, p. 28; reimpresa en:

– Charles Bowen, ed., Encounter Cases from F1ying Saucer Review, A Signet Book, Dec. Number 5, september-october 1969, Maidstone, p. 54.

– UFO Chronicle, Vigo Village, Kent, England, 1:1, dec. 1968, p. 17 (muy breve, no ref., fecha 3 julio).

– Saucer Scoop, 4:1, April 1969, p. 6, citando UFO Chronicle.

– Boletim SBEDV, Rio de Janeiro, n° 42-44.

– Hector P. Anganuzzi, Historia de los platos voladores en la Argentina, Plus Ultra, Bs. As., 1976, ps.157/158.
[1] Curiosamente, a esa hora concluia la serie Hechizada, por canal 11, una de las cuatro emisoras de TV local.

[2] La exitosa encuesta llevada a cabo en septiembre de 1981 por A. Chionetti y A. Agostinelli, morbidamente titulada, presentaba -empero- algunas insuficiencias a la postre importantes, ya que no habian podido grabar las declaraciones de la testigo y olvidaron pedir el nombre a los vecinos consultados.