EL CASO VILLEGAS PECCINETTI EXTRAÑAS MARCAS DEJADAS EN UN AUTOMOVIL LUEGO DE UN ENCUENTRO CERCANO.

Mendoza – Mendoza (31 de agosto de 1968)Fuente: «2001» Nº 2 (18 de octubre de 1968)
Autores: Alejandro Vignati y Marcelo Ray
Material enviado por: Ruben I. Mansilla
Mar de Ajo – Argentina
makiran@infovia.com.ar
Transcripcion: Carlos Alberto Iurchuk
carlosiurchuk@gmail.com

Volabamos bajo, y en el cielo de Mendoza aparecieron las primeras luces. Luego, el avion tomo hacia el norte, dio algunas vueltas y descendio. Alli, entre algunas de las 500.000 personas que forman el nucleo urbano mendocino, estaban las que ibamos a buscar.

En la madrugada del 30 de agosto de 1968, un hombre bajo, de sesenta y dos años, rostro anguloso, pelo blanco, sale de su casa en la calle Juan Bautista Alberdi 108, del mendocino barrio San Jose, en Guaymallen. Se habia levantado a las cuatro y treinta de la mañana de ese dia, desayunando frugalmente y mirando el cielo con cierta ansiedad. Esa tarea le insumio exactamente desde las cuatro y cuarenta y cinco hasta la cinco y treinta. Luego, salio a la calle; camino 20 cuadras. Llego hasta radio L.V. 10 a las cinco cincuenta y cinco, y a las seis su voz salio al aire:

– Buen tiempo y temperatura agradable. Nuestro satelite se encuentra en la constelacion de ESCORPION, y la estrellas ANTARES corresponde a lo que se llama corazon de la constelacion.

Por la noche, el mismo personaje habria de predecir: «Esta noche tiempo bueno y temperatura agradable en nuestra region de Cuyo. Para mañana, ascenso de la temperatura, algunas nubes y estados ventosos calidos. La temperatura en estos momentos, 12 grados, la humedad alcanza el 62 por ciento; cielo despejado en Mendoza. Muchas gracias y buenas noches.».

Luego, Bernardo Rasquin tomo el sobretodo. Se fue a su casa. Concluyo su dia. Este hombrecito, meteorologo de expediciones de alta montaña – una especie de «institucion» mendocina – ceno, repaso algunos libros y fue a dormir. A esa hora, otras dos personas atravesaban la ciudad y se dirigian a su trabajo. Eran dos empleados del Casino, no muy amigos, casados y jovenes. Juan Carlos Peccinetti (26) y Fernando Jose Villegas (29), no tenian ni remota idea de lo que les iba a suceder.

En sintesis, esa fue la noche. Pero hay que retroceder, buscar, indagar antes de esa noche. ¿Quien o quienes se movian en esta madeja de personajes? ¿A quienes les estaba asignado un lugar predilecto en esta «supuesta» aventura de la imaginacion?

Por eso hay que retroceder. Volver al viernes 30. Amanecio limpio; los Andes recortados. Fue un dia mas. Los 500.000 habitantes del nucleo urbano comenzaron sus tareas. Abrieron los negocios, salieron los canillitas, se inundaron las plazas. Aire, luz, sol alto. Los 166.905 kilometros cuadrados de la provincia se llenaron de vida. Y sus 895.000 habitantes nada sabian de algo que – tal vez – los iba a transformar radicalmente. Todos fueron a sus ocupaciones habituales: medicos, jueces, militares, civiles, abogados, criminologos, policias, norteamericano de la base de Plumerillo, mozos de bar, taxistas. La ciudad estallo: se lleno de voces y de gritos. Micaela y Juana – habitantes de un «ranchito» en la calle Boulogne Sur Mer al 2400 – despidieron al esposo de una de ellas (otra es la madre del marido) y limpiaron el piso de tierra de la vivienda. El juez Jorge Marzari Cespedes penso en los juicios del dia y urgo curiosamente en su memoria buscando pruebas, refutaciones y testigos. Roberto Hartkof, teniente coronel a cargo de la Jefatura de Policia, acudio a sus ocupaciones habituales. Ambrosio Garcia Lao, jefe de Prensa del Canal 7 y corresponsal de una revista de Capital Federal, subio hasta el tercer piso de la emisora de television y pidio un cafe. Hojeo los diarios y anoto los hechos importantes. Todo estaba como hace dias, semanas atras. Seguramente el doctor Ferrari – jefe de la Seccion Sanidad de la Policia de Mendoza y medico interno por concurso, grado 3, en el Hospital Lagomaggiori – penso en la guardia semanal que le tocaba esa noche. Tal vez fue eso lo que pensaron el comisario Miguel Montoza – 25 años de actividad – de la seccional sexta, y el inspector Palomo Albornoz, de la 33. Para ellos el dia era normal. El mecanico Toujas estaba arreglando un automovil, relativamente nuevo, cuando entraron en su taller dos personas que, al volante de un coche nuevo, arrastraban mediante una «lanza» a otro: un viejo modelo Whippet 1929, con carroceria Chevrolet 1934. Al volante iba Fernando Villegas. Tenia dos cables de la bujia cambiados y no arrancaba. Peccinetti – y su señora – acompañaban a Villegas. Era un arreglo como tantos. No hubo nada anormal. El Liceo Militar General Espejo cambio su guardia y asigno los turnos de la noche.

La imagen comenzaba a ser clara. Cuando pensabamos que habia que encontrar un punto clave para desentrañar esta madeja compleja y oscura, llegaron hasta nosotros los ultimos datos. Estabamos en posesion de la direccion de los protagonistas. A 24 horas de nuestra llegada a Mendoza supimos que nuestra tarea no iba a ser facil. Salimos del bar El Mendocino y atravesamos la calle para hojear la ultima edicion de «Los Andes». Algunas personas entraban y salian de los lugares publicos. Las noticias eran simples y comunes. El restaurante Nicolita calmo los apetitos.

Comenzaba el segundo acto. Pero ¿por donde comenzar? Pensamos que habian pasado ochocientas dieciseis horas desde que la modorra mendocina se desperto y salto como un fogonazo. Pero estabamos seguro de algo. De existir, realmente, algo extraño, lo ibamos a saber. Esa, lector, era la mision por la cual 2001 nos envio alli.

El camino del Diablo

Arde el sol, golpea y sube un calor fuerte por los muros. Mendoza y su mediodia caen a pique sobre la gente. Murmullos y ruidos ajenos. El taxi corre rumbo al Norte; sube por San Martin; dobla hacia el Oeste. Vemos las montañas. Seguimos rumbo al Norte. Mendoza pasa velozmente; percibimos los cipreses y los arboles de un verde luminoso. Cuando avanzamos por Boulogne Sur Mer – avenida limite al Oeste – divisamos el Liceo Militar General Espejo y, mas arriba, amarillos, rectos, encuadrados, los monobloques del Barrio Cano (ex casas colectivas). Buscamos uno en especial. Y un numero y una calle que ahora no revelamos. Estabamos en eso cuando una mujer pequeña, simpatica, con un bebe en los brazos, nos abre la puerta, saludamos y preguntamos por su esposo. Habiamos convenido una cita. Su marido, Fernando Jose Villegas, mientras hacia un ademan a Juan Carlos Peccinetti, se adelanto a saludar. Ellos estaban alli. Los protagonistas principales del «supuesto» aterrizaje de un OVNI en Mendoza, y su posterior contacto con los tripulantes, apenas sonrieron. Eramos periodistas y eso nos molesto mucho. Pero habia que seguir.

«Ese dia – confiesa Villegas refiriendose al viernes 30 de agosto – me senti aliviado de la gripe del jueves. Por otra parte, tuve un problema. Cambio de cables en las bujias del auto. Es el coche mas viejo, el que mas se presta a bromas. Si. Era una de tantas. Era la broma clasica de los compañeros: volcarme basura o colocar los tachos en el techo del auto. La noche del jueves, cuando fui a arrancar, escuche explosiones. Decidido a regresar por otros medios, vi en ese momento a Peccinetti y un amigo que se iban. Les pedi que me empujaran. Fue inutil. Ahi, al revisarlo, note la broma. Apenas si conocia a Peccinetti como amigo, pero me ayudo. Asi que tomamos un taxi y me trajo hasta casa. Tomamos un te (yo estaba solo), luego volvio y nos fuimos. Recuerdo que ese dia, o sea la madrugada del viernes, el dejo su gaban olvidado. Recogimos a su señora y buscamos una lanza para remolcar el auto».

En ese momento Villegas se detiene. Parece recordar. No es muy alto, usa anteojos negros, tiene una nariz recta, perfilada, los rasgos angulosos, la piel cetrina; todo contrasta con el metro noventa de Peccinetti, el fisico atletico de este ultimo, su parquedad al hablar, la poca importancia que da al suceso. Pero Villegas no. Decide hablar, explicar, con calma, fria y logicamente. Apenas si logramos algunas confirmaciones por parte de Peccinetti, que asiente con la cabeza o niega. Frente a un Villegas supuestamente timido, emotivo, temeroso, pusilanime, facilmente sugestionable, anotamos un hombre lucido, logico, coherente en su relato, parsimonioso, dueño de una situacion economica humilde, padre aparentemente afectuoso. Por su parte, en lugar del Peccinetti locuaz, energico, dicharachero, dominador, nos encontramos frente a un muchacho serio, correcto, parco, aparentemente indiferente, hastiado y cansado del problema; que repite con cierto desgano el suceso y trata de terminar rapidamente el asunto.

Esa era la tecnica de la entrevista. El departamento de Villegas, en ese momento, era testigo de un dialogo entre hombres que buscaban la verdad y hombres cuestionados por las autoridades. Por eso tuvimos que ser duros. Preguntar, extraer.

– Remolcamos el auto – arriesga Peccinetti.

– Si. Entre al taller – dice Villegas (Se quedan callados. Luego, el hilo se retoma).

El dulce color de las estrellas

Aqui, realmente, comenzaba la trama. Tomamos especial cuidado en hablar despacio, indagar lentamente. Y repetir algunas preguntas. El relato fue de uno. O de ambos. Porque dijeron lo mismo. No hubo contradiccion. Al menos, eso es lo que recogimos aqui.

– Era mediodia – acota Villegas, remontandose al viernes 30 – Despues de salir del taller, el auto funcionaba perfectamente. No le note nada raro. Fui a la estacion de Jorge Calle y Peru y cargue la bateria. Regrese a mi casa. Volvi. Dormi. A la noche, me fui a trabajar. Peccinetti me encuentra a las diez y media de la noche y me comenta el olvido de su abrigo.

– Si. Estaba sin auto – contesta el aludido – El bendix no me agarraba; ya me paso en otra oportunidad.

– Me retire temprano esa noche del viernes – afirma Villegas.

– Me quede hasta despues de las tres – asegura Peccinetti.

– Cruce al Bacara – dice el dueño del auto – y estuve con cuatro amigos. Me invitaron a un cafe. Se hizo tarde y salio Peccinetti. Estaba sin auto, y cada vez que encuentro a un compañero, lo traigo. Si bien el vive en el extremo Sur y yo al Norte, me pidio ir a buscar el abrigo y luego llevarlo hasta su casa. Accedi.

Aqui, una duda. ¿Por que Peccinetti, siendo una noche no excesivamente fria, insistio en ir a buscar el abrigo? ¿No podia esperar hasta el otro dia?

– En ese momento quise, al menos, que me devolviera, por asi decirlo, el favor del dia anterior: empujar el auto y llevarlo hasta el taller. Insisto en que estaba muy cansado y no conocia el camino a su casa. Nunca habia estado en ella. No eramos amigos (Peccinetti calla).

– Subi por la izquierda (donde aparecieron los grabados), dado que es el unico lugar que tiene la llave. Pase a la derecha y me instale al volante – continua Villegas – Ese dia sali por Peru – reconozco que nunca tomo ese trayecto – Subiendo por Jorge Calle salgo derecho a casa. Pero no. Esa noche – no se por que – doble, luego de tomar la calle, hacia el Sur por Olazcoaga. Llegue hasta Parana hacia el Oeste – Peccinetti no hablaba – y torci hacia el Norte por Paso de los Andes. Segui hasta Moldes, llegue hasta Huarpes, doble por esa calle hacia el Norte (alli tenia nuevamente la posibilidad de llegar hasta Boulogne Sur Mer y salir a casa, pero no lo hizo) y nos topamos con Laprida y, al llegar a Neuquen, doble nuevamente hacia el Norte. Hice unos 50 metros. En ese momento, el auto se paro.

Estabamos en el instante justo. Y esperamos con ansiedad el resto del relato. Frente a los reales protagonistas del suceso, ellos hablaban libremente, sin trabas, tranquilos. ¿Que habia pasado esa noche alli?

El momento de la verdad

Muchas fueron las deducciones, los pro y los contra de la policia. Nosotros visitamos el lugar: un terreno baldio frente al Liceo Militar, arido, con tierra seca, que se levanta polvo cuando sopla viento muy fuerte, tiene una dimension, aproximada, de 16 X 26 metros, lindando con una acequia pequeña en el limite con la calle Neuquen, y otra amplia, que lo separa de la calle Jorge Newbery.

Eso es todo. En esa hora – 3.42 del sabado 31 de agosto cuando a Villegas se le paro el auto – pasan pocos automoviles. Hacia la izquierda, cruzando Boulogne Sur Mer, a varias cuadras, se levanta el Hospital Lagomaggiori. Arnaldo Ferrari hacia guardia alli.

Seguimos preguntando. Al llegar a este momento, sin darlo a conocer, comenzamos un cuestionario cuidadosamente preparado. Ellos no lo sabian. Pero no podian escapar a la verdad.

– ¡Se paro el auto! – dijo Villegas esa madrugada – Alli ya se habia despertado Peccinetti. A el no le llamo la atencion. Era un auto viejo, tenia problemas siempre. Carburacion mala – acota Villegas.

– Me baje por el lado derecho y fui hacia el motor. Por su parte, Peccinetti descendio por el lado izquierdo. Al dar vuelta frente al auto y llegar a la altura del guardabarros izquierdo, mire hacia el oeste. Dije: «¡Flaco mira!» Alli, suspendido a un metro y setenta sobre el suelo, mas o menos, con forma semejante a dos platos pegados por sus bordes, despidiendo una luz oblicua (haz compacto) en un angulo de mas o menos cuarenta y cinco grados, estaba un objeto. Tendria (esto lo recuerdo ahora, al analizar los hechos) unos cinco a seis metros de ancho, de un color gris oscuro. En un comienzo no vi nada. La distancia seria de unos 30 metros o mas hasta nosotros. Tenia una pequeña oscilacion (Peccinetti no la advirtio) y alli estaba ellos.

Peccinetti se revuelve en la silla. No fuma. Parece como distraido. O cansado de repetir lo que mil veces dijo a todo el mundo. Estabamos obteniendo detalles que no se conocen. Era el relato fiel, sin tapujos o deformacion. Era, para ellos, su gran verdad.

Otros seres: ¿Otros mundos?

– Si, eran cinco – dice Villegas.

– Lo primero que vi fue la luz del aparato – afirma Peccinetti – luego los seres. No se si eran cinco. Supe que eran cinco cuando se adelantaron tres y quedaron dos. En ese momento senti una gran impresion. Tuve un poco de temor. Luego perdi las ganas de correr, me senti como cuando me dieron, en cierta oportunidad, una pastilla para operarme. No. No estaba cansado en ese momento. Era como un relajamiento, un no sentir nada. Solo estar alli.

– No tenia miedo, estaba paralizado. Miraba fijamente el objeto (en eso coinciden ambos tambien). No podia moverme. Es mas. No era que no podia. Simplemente (y acuerda Peccinetti) no teniamos ganas de hacer nada. Ni correr, ni huir, ni hablar. Solo la vista fija alli.

– ¿Como reconocieron que eran extraterrestres?

Ellos contestan: No hemos afirmado en ningun momento que lo sean.

– No sentiamos ni calor, ni frio, ni nada – exclama Villegas – Estabamos como ajeno a lo que pasaba. Ellos caminaban lentamente, como personas comunes. Del tercero de ellos partio un destello.

– Tenian las orejas recortadas por la luz del fondo. Eran como las nuestras. No movian los labios (eso al menos me parecio). Poseian rasgos de una persona normal.

– Nunca los pude mirar a la cara. Se me acerca uno de ellos a mi derecha, y sin poder girar los ojos, alcance a ver, cuando salieron de mi vision directa, lo que el rabillo puede vislumbrar (Lo mismo Peccinetti).

La conclusion es obvia. Estaban como en un estado de hipnosis, y vieron directamente a estos seres dentro del radio de vision directa a ellos. Cuando salieron de esa direccion, solo el ojo alcanzo a ver por el costado.

– Eran pequeños, de alrededor de un metro y cincuenta de estatura. Senti, a medida que ellos avanzaban, dos palabras en castellano – afirma Villegas.

– Era como si fuese mi mismo pensamiento, pero en forma mas nitida. Si. Eran dos palabras: NO TEMER. NO TEMER. Las tenia aqui, en mi cabeza – asiente Peccinetti.

– Tenia la mente en blanco – dice Villegas.

– Despues de escuchar las palabras no tenia necesidad de responderle – dice Peccinetti.

– No tenia ganas de hablar – sigue su amigo.

– Escucho solamente NO TEMER. Luego: TRES VUELTAS AL SOL PARA ESTUDIAR COSTUMBRES E IDIOMAS.

– Cuando ellos venian caminando aprecie una ropa mas o menos enteriza. Eran similares entre ellos. Al menos parecidos. Vestian unos buzos u overoles como los de corredores de auto. No les vi las manos (Peccinetti tampoco). A mi me tomaron la mano izquierda. Eran calvos, de cabeza grande.

– A mi tambien – dice el mas alto de los dos.

De todas las sangres, la nuestra

¿Que sucedio entonces? Es facil deducir que les tomaron las manos – y ambos coinciden en ello – con algun proposito determinado. Hasta el momento, de los dos muchachos ninguno se habia movido. Pero las palabras, o mejor dicho, el pensamiento de cada uno de ellos, mas fuerte, formaba las siguientes frases: NO TEMER… LAS MATEMATICAS SON EL IDIOMA UNIVERSAL.

Asi prosiguio el «monologo»; la transmision de mente a mente que inducia alguno de los seres.

Aqui, Villegas aporta un dato fundamental.

– Uno de ellos – dice – repetia: DOMINIO DE LA GRAVEDAD.

Lo que sigue es el resultado de comparar las dos opiniones.

Se acerco uno de los dos que habia permanecido atras (el otro siguio en el mismo lugar) con una especie de rueda (por la forma) del tamaño de una de bicicleta (algo mas chica tal vez). Se detuvo ante la acequia que separa el baldio de la calle Neuquen. Esta acequia mide unos 45 centimetros de ancho, y la «pantalla» circular, iluminada, mostraba imagenes en colores.

– Primero vi una catarata con abundante agua. Estaba fija (Villegas).

– Si. Parecia una catarata comun. Habra durado unos tres segundos. Luego se apago (Peccinetti).

Villegas afirma. Lo hacen indistintamente. Habla uno de ellos o los dos a la vez. Lo cierto: no se contradicen ABSOLUTAMENTE.

– Luego – dice Villegas – vi como un hongo atomico.

Su amigo aclara: «Era como una nube grande, similar al hongo. Se veia contra el azul del cielo. Luego, vimos las cataratas otra vez. Es decir, me parecio el mismo paisaje anterior, pero sin agua. Las mismas rocas y los arboles, pero desnudo».

– Parecia invierno (al unisono).

Retomamos el relato en el punto en que les pincharon los dedos.

– Me tomo la mano izquierda (el que estaba a mi lado derecho) – afirma rotundamente Villegas – y senti un pinchazo en los dedos indice y mayor.

Peccinetti muestra las tres punciones. Es el dedo mayor de la mano izquierda. Aun las conserva. Nitidas. Aunque el parte medico dice que las de Villegas eran profundas, y las de Peccinetti superficiales. Este continua:

– Mientras tanto, adverti por el rabillo del ojo, un chisporroteo a mi izquierda, abajo. Cuando ese chisporroteo termino, los tres se fueron juntos.

Exodo

– Si. Partieron los tres y luego el otro – el de la pantalla (segun Villegas) – Insisto en que eran como personas normales. Cruzaron la acequia (no vimos como) y llegaron hasta la zona iluminada.

A partir de aqui el relato de los dos es el mismo: subieron por el haz de luz como si fuera una escalera mecanica, uno detras de otro. Esta se apago al subir el ultimo. Luego, una explosion que Villegas sintio como un «flameo» en los pantalones y Peccinetti como un golpe de aire en el cuerpo.

Al partir el objeto, o nave, recuperaron el sentido. Salieron corriendo.

– El iba delante de mi (no pude correr mucho por la lesion en el talon). Villegas se cayo. Lo levante y llegamos hasta el Liceo.

Notamos aqui que dice «lo lleve, lo cargue hasta el Liceo». El reloj de Peccinetti estaba parado a las tres y cuarenta y dos. La temperatura, segun Razquin, era bastante fria.

Se afirma que la guardia dormia. Por eso, por eso cuando los gritos de Peccinetti y Villegas alertaron a los soldados, se desato la tempestad.

Los extraños simbolos aparecidos en el automovil

OPINIONES
El Jefe de Policia Roberto Hartkopf

Lo primero, el jefe de Policia. Esperamos. Finalmente, amable, sonriente, Roberto Hartkopf nos tendio la mano. Fuimos al grano:

2001 – Señor jefe, ¿cual es su opinion en el caso concreto de Peccinetti y Villegas?

Jefe – Ni descarto ni afirmo.

2001 – ¿Cree en los OVNIS?

Jefe – Siempre me interese por ellos. Sabemos que desde la antigüedad existen. Es mas, creo que el temperamento de tapar lo que sucede en ese sentido, es negativo.

2001 – ¿Por que entonces el decreto policial? ¿Se trata acaso de prohibir a los OVNIS por decreto?

Jefe – Absolutamente. Es un llamado a la reflexion. Es mas, no se hace alusion – ni remotamente – al caso especifico Villegas-Peccinetti.

2001 – ¿Ese caso cree usted que esta explicado cientificamente?

Jefe – Me atrevo a decir que si. Hubo ademas peritajes caligraficos. No puedo decir por que. La policia no parte de ninguna hipotesis, sino que trata de hallar una explicacion.

Seguimos el dialogo, que concluyo a los pocos minutos. La respuesta final fue clara y precisa. Este es el comunicado policial del 5 de septiembre:

«Con motivo de varias denuncias que ultimamente se han producido en esta provincia y que han tenido amplia resonancia en los organos de la prensa oral, escrita y televisada, relacionada con la supuesta aparicion de OVNIS y de seres de apariencia extraña, la Jefatura de Policia de la Provincia, por medio de sus organismos especializados, ha investigado minuciosamente las circunstancias y los hechos relacionados por todas las personas que dicen haber sido testigos o afectados de algun modo por estos fenomenos, llegando a la conclusion, en todos los casos, sin excepcion, de que no se ha comprobado absolutamente ninguna de las aseveraciones sobre supuestos acontecimientos extraordinarios, resultado de los informes producidos por los Tecnicos de Policia Cientifica, Sanidad Policial, Expertos en Mineralogia de la Direccion Provincial de Minas, Cientificos de la Delegacion Oeste de la Comision Nacional de Energia Atomica y los Profesionales Medicos y Quimicos del Instituto de Criminologia y Medicina Legal, que se trata solamente, en algunos casos, de fenomenos alucinatorios, y en otros, de individuos cuya personalidad presenta como rasgo caracteristicos tendencias a la mitomania, a veces en concurrencia con su nivel cultural, y en otros, a un deseo de publicidad con fines no confesables.

Se destaca que absolutamente todos los indicios materiales localizados y analizados responden a causas naturales y comunes, libres de interpretaciones extraordinarias, siendo perfectamente reproducibles.

La Policia de la Provincia previene a la poblacion sobre estos hechos, tendientes a alterar la tranquilidad publica, e invita a la serenidad, justeza y mesura en la apreciacion y divulgacion de al tipo de noticias.

Asimismo, recuerda que el Codigo Penal sanciona con pena de prision a quienes infundieren indebidamente un temor publico, por lo que se procedera a instaurar los correspondientes procesos a las personas cuya conducta encuadrase dentro de la citada disposicion legal».

El Juez Marzari Cespedes, juez, primer interviniente en el suceso

Son las 21 horas del sabado. Mendoza en silencio y vacia. En el Palacio de Justicia del Barrio Civico, el juez Marzari Cespedes acumula cientos de expedientes para hacernos lugar. Fuma nerviosamente. Se expresa con ademanes rapidos. Intercala frases, las rompe, las arma. A regañadientes, acepta hablar.

«Entre a la causa de curioso. Si. Es una broma de mal gusto. Con un movil detras. No es nada del otro mundo. Mendoza es asi. Siempre pasan cosas raras y me tocan a mi. Esta era una mas. Y fui. Es mas, siempre me hacian chistes que se referian a que lo ultimo que me faltaba era detener un plato volador. Y… No se.

Eso fue un sabado, segun recuerdo. Pero yo apareci el domingo. Me levante ese dia muy curioso. Seguro que todos iban alli a buscar radiactividad. Al ver los garbatos (me acompañaba un oficial) en la puerta, me causaron mala impresion. Me dirigi hasta el lugar del supuesto descenso. Iba a ver, en realidad, si encontraba algo humano o no humano (ya les digo – repite – por pura curiosidad). Hice desviar el transito. Necesitamos encontrar al doctor Estrella (el otro juez no estaba) y habia que ordenar una pericia sico-mental. Tal vez una hipnosis de Villegas y Peccinetti, y eso debe ordenarlo el juez.

En el lugar, como les digo, habia una pared al costado, una palmera, dos postes de luz, dos sauces y, al frente, hacia el Norte, dos baldios mas. ¿Por que aterrizaron – si asi lo hicieron – en ese lugar? ¿Por que no eligieron una mas grande? No juzguen mal. Me hago preguntas humanas para encontrar una respuesta no humana. Si. Se hablo de mi interrogatorio. Lo hice solo para poder saber sobre que elementos iba a ordenar una pericia.

El lunes converse con ellos, por primera vez. Calculamos que fue despues de 48 horas de acontecido el suceso. Lo hice para saber exactamente sobre que versaria la pericia sico-mental. ¡Ah! Vuelvo al domingo. Camine hasta el lugar – entre la gente – donde se supone que estaba el haz de luz. Busque clavos, ataduras, tirantes. Y algo donde colgar, por ejemplo, un telon: tenia solamente la palmera, los sauces y el cañaveral.

Llegue, como les digo, al lugar del supuesto «patito» (asi llama el juez al supuesto OVNI). Y vi en el centro, donde debio aparecer el objeto, dos huellas frescas, de rodado 15 o 16. Lamentablemente, cuando llame al oficial que me acompañaba, este las piso, borrandolas. Segui buscando. No hable nada.

Al dia siguiente, los cite a declarar. Ordene una pericia que debia abarcar reacciones ante estimulos luminicos, auditivos, visuales y sensoriales. Designe dos sicologos y dos siquiatras. Si. Al interrogarles encontre muchisimas contradicciones. Y al reconstruir el hecho tambien. Ahora, el sumario es secreto.

¿Conclusion? En la reconstruccion no hubo un relato fiel. Villegas, segun aprecie, no se acordaba practicamente de nada. Es mas, creo que pudo ver, como no ver nada. Estaba asustado de un susto. Esa fue la impresion que tuve. Nunca asevere que Peccinetti fuera el autor de la broma».

El Fiscal Juan Santos Curri, Fiscal que interviene actualmente en la causa

«No puedo declarar nada. El sumario es secreto. En cuanto a los señores Peccinetti y Villegas – nos aclara – ellos temieron que fuera una causa contra ellos. No es cierto. Su situacion es de testigos. Fuera de las lesiones, hay otro delito: daños en el automovil. La justicia, en este caso, investiga lo que presuntamente se trata de un hecho delictivo. En ningun momento un magistrado debe partir de hechos preconcebidos.

Personalmente, no abro juicio sobre la veracidad del hecho. En caso de no encontrar culpables, la causa se reserva en secreto hasta que el autor se individualice o se ordene la prescripcion (En otras palabras: pasa a ser archivada).

La fiscalia a mi cargo – sigue Curri – no ha hecho ningun cargo contra estos señores».

¿Cual es la sustancia de ese sumario secreto? Tuvimos que ahondar, buscar contactos, tratar e llegar una solucion. Y 2001, en Mendoza, sufrio todo: silencio, temor de los entrevistados, retraimiento de las autoridades, imposibilidad de obtener una respuesta clara. Pero pudimos averiguar, atar cabos.

Pruebas posibles a presentar por la justicia para demostrar que fue una broma

Marcas de huella de automovil, vistas por Mazarri Cespedes, que demostrarian que un coche modelo nuevo estuvo en el lugar del hecho (donde se supone que estaba el haz de luz).

Reloj de Peccinetti parado a las 3:42. La hora de llegada al Liceo se anoto una hora despues.

Mercurio hallado (se dice en el sumario que corresponde exactamente al que contiene un termometro comun).

Restos de vidrio junto al mercurio.

Posible rayas hechas por la policia, similares a las encontradas, para demostrar que «humanamente» se puede hacer.

Se supone que la explosion fue hecha por un disparo de escopeta.

Se trataria de una broma, con «fines inconfesables».

Contradicciones de los testigos al dia siguiente y en el lugar del hecho.

Analizando objetivamente se pueden acotar las siguientes reflexiones a cada «prueba».

La huella actualmente no existe. ¿Como comprobar fisicamente que existio si no hay fotografias ni la vio nadie mas que el juez?

El juez acepta que el reloj se detuvo a las 3:42 del sabado 31 de agosto. Por otra parte, se afirma que llegaron al Liceo una hora despues. Si se trato de una farsa y lo detuvo Peccinetti, ¿que razon tuvo el probable inculpado para esperar una hora y correr hasta alli? Es mas, se supone que lo ocurrido fue a partir de las 3:42. ¿Como puede asegurarse y determinar el tiempo que puede llevar una operacion de esas caracteristicas, si es que existio, efectuadas por seres extraterrestres? ¿O bien, terrestres? ¿Hay un limite de tiempo para ello? ¿Quien lo puede determinar? Finalmente, a manera de informacion, es prudente destacar que en casos de supuestos aterrizajes de OVNIS y en su posterior contacto con seres humanos, el tiempo para los testigos deja de fluir normalmente. Lo que parece una hora pudo ser un minuto, o viceversa. ¿Quien lo puede decir?

2001 comprobo que varios testigos habian recogido mercurio. ¿Que analizo la policia? ¿Lo encontro cuando se llevo el auto? ¿Como puede afirmarse que corresponde a lo que contiene un termometro comun?

La supuesta aparicion de restos de vidrio junto al mercurio, que no vieron los primeros testigos que llegaron al lugar, es sin duda una «prueba» discutible.

Esto solo demostraria por parte d la policia una habilidad semejante a quienes trazaron el original. No por eso se puede descartar que fueron seres extraterrestres.

Explicacion dada por el señor juez Mazari Cespedes para tratar de demostrar que se trataba de un disparo de escopeta: «La experiencia que hemos realizado señala que dos disparos de escopeta, efectuados desde un cerro y desde un angulo determinado, a singular altura y en especiales condiciones de ubicacion, pueden producir un eco similar a una explosion. Se busca la escopeta».

Se trata de vincular este hecho a ciertos movimientos extremistas. Hasta el momento, y de acuerdo con las averiguaciones realizadas por 2001, la relacion OVNIS – fines inconfesables solo encontraria asidero en la supuesta afiliacion extremista de quienes habrian preparado esa «broma de mal gusto». Con lo cual el fenomeno OVNI pasaria a ser un factor de agitacion politica a nivel internacional.

Se supone que toda persona bajo los efectos de un estado de alteracion o excitacion, motivado por la percepcion de un fenomeno de caracteristicas insolitas, no esta exenta de cometer errores o contradicciones que no modificarian el hecho central.

Estas supuestas pruebas revelan hasta que punto una mentalidad condicionada por prejuicios que la inhiben para aceptar fenomenos insolitos o de indole desconocida, acude a toda clase de explicaciones o excusas – en muchos caso pueriles – para desvalorizar la posibilidad de un hecho dificil de armonizar con los esquemas tradicionales que normalmente acepta el pensamiento ordinario.

Primer Testigo Arnoldo Ferrari: Medico forense de guardia en el Hospital Lagomaggiori

«Me encontraba en el Hospital Lagomaggiori haciendo mi guardia semanal en la madrugada del 31 de agosto. Eran las 4,45 horas y estaba leyendo el diario. Me llamaron. Fui y encontre a Peccinetti y Villegas. Uno de ellos (Peccinetti) se encontraba boca abajo en un banco. El otro (Villegas) sentado en un extremo, agarrandose la cabeza con las manos.

Ambos denotaban una gran excitacion psico-motriz. Me manifestaron que en el Liceo los habian tratado mal. Me extraño que una institucion militar tan seria los tratase asi, y mas que no les sacasen el polvo y la suciedad con que estaban cubiertos. Peccinetti demostraba espanto y miedo. Por momentos, se ocultaba el rostro con las manos. Presentaba alguna incoherencia en el relato. Repetia: . Su vestimenta evidenciaba revolcones recientes. El aparato cardiovascular de ambos daba 150 pulsaciones por minuto. Es facil de explicar, habian corrido del Liceo hasta aqui. La temperatura axilar era unas decimas mayor que lo normal. Tenian dos micropunciones en la pulpa de los dedos indice y mayor de la mano izquierda, de donde manaba sangre.

Cuando llego el personal policial, los invitaron a ir al lugar del hecho. Peccinetti no quiso. Me dijo: Luego, se quedo hablando conmigo, y NO SE REFIRIO MAS AL PROBLEMA».

Un Testimonio Bernardo Razquin: Meteorologo

«Ese sabado – nos dice – serian las 8,45 de la mañana cuando Radio Nihuil dio la noticia del aterrizaje del plato volador en la ciudad. Fui inmediatamente al Liceo Militar. Lleve una gotera y recogi mercurio que habia en el guardabarros del auto. Las presente en el Canal 7 a las 13 horas del sabado. A la noche, esas particulas se fueron separando. Las coloque, al principio en una tapita de material plastico, pues las habian traido en un sobre. Al dia siguiente, las subdivisiones del «aparente» mercurio, se iban desgranando por unidades. Si, habia como un fogonazo por dentro».

Esta es otra de las tantas personas que aseguran haber recogido mercurio. Es decir, ¿como es posible que la policia diga que lo recogido correspondia a un termometro comun, cuando varios testigos se habian llevado cierta cantidad?

El Defensor Ignacio Correa Llano: Abogado

Ignacio Correa Llano, presidente del Centro de Investigaciones Espaciales, llega al bar del hotel. «Asumi espontaneamente la defensa de Peccinetti y Villegas – nos dice – ante la posibilidad de que fueran objeto de arbitrariedades cuando estaban siendo interrogados. Una vez finalizado, cuando los volvieron a llamar, fui con un escribano publico. Se cito a ellos y a la señora de Peccinetti. En ese momento, Marzari Cespedes intervenia en la causa. Luego, fue marginado de la misma, haciendose cargo el fiscal Juan Santos Curri. Este me aseguro que no estaban sometidos a proceso ni sumariados, sino que se los citaba como testigos. No obstante el tiempo transcurrido hasta la fecha (5 de octubre), no aparece elevado el sumario de la policia a la fiscalia, si bien es cierto que en nuestro codigo penal (el mendocino) el fiscal puede interesarse en la instruccion sumarial sin que se le haya elevado el mismo. Marzari se desvincula y no hay ninguna acusacion concreta por delito de intimidacion publica.

Insisto que hubo presion psicologica por la forma del interrogatorio y absoluta falta de objetividad de Marzari Cespedes. El prejuzgo. Evidentemente, el hecho «ocurrio». Es mas, no se trata de Policia Cientifica en el sentido total de la palabra. Si. Son hombre muy meritorios, laboriosos. Peritos en dactiloscopia, balistica y escopometria, sin los elementos indispensables para llevar a cabo una investigacion de este caso. El error es de caracter procesal, a un asunto que necesitaba un tratamiento a otro nivel».

Se tejieron, finalmente, mil versiones. Fue una tarea ardua y complicada. Extrajimos de ella todo el material realmente aprovechable. Desde supuestas vinculaciones con los aparentemente grupos esotericos como Kronos (nada se pudo averiguar) hasta una premonicion que aparecio en el diario La Tarde de que algo iba a suceder. Vimos a los testigos, los interrogamos y sobre todo Peccinetti y Villegas fueron dos seres normales, «empleados correctos, a los que se les dio permiso para ir a Buenos Aires – segun Arturo Solari, sub-gerente a cargo de la Gerencia del Casino en los dias que estuvimos alli – y a pedido de ellos se les dio permiso para estar, en los dias posteriores al suceso, en la cabina de turno para evitar comentarios de sus compañeros, es mas, a su regreso de Buenos Aires no se les dio mesa el primer dia para evitar escenas desagradables. No. En absoluto, no se los suspendio por nada. Y menos por haber visto un plato volador. ¡Es absurdo! – acto seguido llama a un funcionario de personal y el mismo declara delante de nosotros que no existia suspension alguna contra Peccinetti y Villegas. Ellos – prosiguio – cumplen con su deber. Esta es una casa de disciplina ferrea».

Si, lector. El señor Solari corroboro la salida posterior de Peccinetti esa noche. Y fueron muchos los interrogantes que nos hicimos. Sin embargo, amigos de Peccinetti afirman que este fue suspendido. Pudimos rastrear y averiguar el supuesto numero de la suspension: Resolucion 267 del 21-9-68. Si esto se prueba, alguien miente. Mientras tanto, la duda sigue en pie. ¿Como demostrar que el plato estuvo alli fehacientemente, o como negarlo? Esa es la pauta a la que se enfrentan los investigadores. En Mendoza se vivia un estado de expectacion en el momento en que aparecio el supuesto OVNI. Todo el mundo hablaba de «platillos voladores». Ahora, nadie habla. Existe temor. Pero un temor real. El comunicado causo el efecto deseado. Pareciera ser que existe «temor al contagio de OVNIs», al decir de un mozo del restaurante «Don Angelo».

Pudimos apreciar que Peccinetti no ha cambiado su forma de ser. Sigue la vida de siempre. Villegas, no. Se interesa por lecturas serias, trata de profundizar en temas que antes del suceso le eran ajenos. Diriamos que es «otro». Y si a esto sumamos los testimonios de vecinos, como Micaela y Juana, que escucharon la explosion, o de la señora Maria de Spinelli, de Luzuriaga 60, que aseguro haber visto un OVNI a esa hora, las pruebas a favor y en contra se desequilibran. Hay muchas a favor. Legalmente, humanamente, se trata de no aceptar este hecho insolito. Nos parece justo. La policia, la justicia, tratan de explicarlo y justificarlo. Pero si no fue asi, si realmente hubo un contacto con extraterrestres, ¿a quien beneficia esta actitud?

Regresamos. EL jet sobrevolo Mendoza y dejamos a los 500.000 habitantes del nucleo urbano. Habiamos llegado a escuchar y ver. Alla, a siete mil metros debajo, estaban los protagonistas de un hecho – tal vez – fantasticamente real.

MENSAJE

«El mensaje es tan claro y congruente que podemos considerarlo uno de los hechos mas notables y valederos de los casos presentados a la investigacion». Esto expreso a 2001 uno de los cientificos pertenecientes al equipo al que encomendamos el estudio de los signos impresos en las «puertas de Mendoza».

Cuando el sabado 31 de agosto a las 3.42 de la madrugada, en la ciudad de Mendoza, una mano anonima empuño un instrumento para dejar grabado un mensaje en la puerta y el estribo del viejo automovil de Villegas, concretamente quiso decir: «COMIENZA EL FINAL». Y lo dijo en ARAMEO, el antiguo alfabeto de la ciudad de BIBLOS. Sin embargo, eso no es todo. Para entenderlo completamente es necesario disponerse a una gran apertura mental. Dejar de lado el criterio univalente que utilizamos actualmente para la comunicacion – semantica o lingüistica; de simbologia cientifica o artistica, etc. – y sumergirnos en un nuevo idioma – aunque muy antiguo tambien – donde todas las formas de comunicacion se unen para transmitir un mensaje maravillosamente armonico.

¿De donde son?

El grabado que, tanto en la puerta como en el estribo, aparece a la derecha del mensaje lingüistico, determina un SISTEMA BINARIO (dos Soles, uno girando en torno del otro, y cada uno con su sistema planetario). En este caso se han inscripto tres orbitas alrededor de cada Sol y se ha determinado – mediante los signos de correlacion o igualdad – una identica entre los dos cuerpos celestes de las terceras orbitas.

¿Que significa? En un principio se penso en el sistema binario mas cercano a la Tierra: Alfa Centauri – 4,2 años luz – sin embargo preferimos inclinarnos por la siguiente hipotesis:

TIERRA, TERCER PLANETA DEL SOL – GANIMEDES, TERCER SATELITE DE JUPITER.

Para los seres de Ganimedes el Sol y su «astro» central: Jupiter, determinan un sistema binario.

[Nota de Carlos Iurchuk: Gracias las naves «Voyager» I y II, quienes visitaron el planeta en 1979, se descubrieron 12 nuevos satelites en Jupiter, cuatro de ellos con orbitas mas cercanas al planeta que las lunas que se conocian hasta entonces (Io, Europa, Ganimedes y Calixto). Por lo tanto, el tercer satelite de Jupiter paso a ser Amaltea, quedando Ganimedes en el septimo lugar (si bien es cierto que sigue siendo el tercero entre los cuatros satelites principales de Jupiter).]

La oferta que nos hacen

Los signos que correlacionan a los dos cuerpos celestes marcan una identidad geopolitica entre las dos republicas interplanetarias: Tierra y Ganimedes, determinando un status de igualdad entre ambas. Esta es su oferta. Ahora bien, ¿cual es entonces el mensaje completo? Para comprenderlo hay que recordar, tambien, las imagenes mostradas: una catarata (naturaleza), luego una nube en forma de hongo (explosion atomica), y por ultimo, el mismo paisaje del principio, pero ahora seco y desnudo (destruccion de la Tierra).

Todo se aclara

El manejo irresponsable de la energia atomica se torna peligroso – «comienza el final» – ya no solo para la Tierra sino para el Sistema Solar completo, y alli, no muy lejos, girando en la tercera orbita de Jupiter, viven, sienten y piensan tal vez otros seres muy similares a nosotros (recordar las palabras dichas al obrero Nuñez, de YPF – 2001 Nº 3). Llegan y nos advierten del peligro. Dejan sus mensaje, mediante todos los sistemas de comunicacion posibles. Se expresan en el idioma de Dios, la lengua Biblica y en el unico idioma ahora universal, el Matematico. Hablan y muestran imagenes. Y si todo, aparentemente, aparece como un poco confuso, es necesario recordar que tambien, de la misma manera, pudo serlo Jesus cuando hablaba con el maravilloso y armonicos sentidos de sus parabolas. Por eso, a traves de este posible mensaje de amor y hermandad interplanetaria, volveria hoy a tener vigencia el «EN VERDAD OS DIGO…» para el que «TENGA OIDOS Y DESEE OIR…»

MENSAJE LINGÜISTICO: Los simbolos grabados pertenecen, como dijimos, al alfabeto de Biblos, y son: Sh (a ) y Kof (j ), que, juntamente con la primera letra de dicho alfabeto inscripta en la parte superior, se interpretan como «Comienzo del final».

MENSAJE SEMANTICO: Las palabras dichas por los presuntos seres extraterrestres a Peccinetti y Villegas: «Las Matematicas son el lenguaje Universal», tienen una perfecta coherencia con otros simbolos grabados en el.

MENSAJE MATEMATICO: (Algebraico – Geometrico del tipo de la Geometria analitica de Descartes) Donde se han utilizado, repetidamente, ademas de los signos de correlacion o igualdad (Û ), los simbolos de los elementos de la Geometria y la Topologia. El hecho de que esten dados los fundamentos basicos de estas dos disciplinas, se interpreta como la intencion de una comunicacion entre matematicos.

MENSAJE VISUAL: Proyeccion de imagenes mostrando el cataclismo atomico.


El automovil abandonado en un taller. ¿Cual habra sido su destino final…?