JUNG Y LA UFOLOGIA

(El Extraño Prefacio de un Libro de Fines de los Cincuenta)
Autor: Sergio Sanchez
El psiquiatra suizo Carl Gustav Jung ha traspasado con su obra el ambito meramente academico de “su” version heterodoxa –para algunos “traidoramente” revisionista– del psicoanalisis freudiano, esto es, de su propia “psicologia analitica”. Jung se sintio fascinado desde muy joven con el mundo de los mitos y simbolos universales, con la espiritualidad, los sueños y la alquimia.

Aunque nunca dejo de considerarse a si mismo como un cientifico, un medico en sentido estricto, lo cierto es que su quehacer clinico fue adquiriendo con el tiempo connotaciones extrañas y, en un sentido mas o menos exacto, esotericas. En algun momento, quien fuera uno de los discipulos dilectos de Freud, comenzo a considerar mas importantes los textos de Paracelso, Meister Eckhardt o de anonimos autores medievales sobre alquimia, que los del fisiologo austriaco; mas importante el “Rosarium Philosophorum” que “La interpretacion de los sueños”.

Jung es un personaje desconcertante. Hoy tiene una legion de discipulos, no pocos biografos, criticos y comentaristas y, ademas, algunas escuelas psicoterapeuticas mas o menos ortodoxas se reclaman continuadoras legitimas de su legado; incluso en circulos vinculados a la New Age goza Jung de una popularidad inusual. Acusado de pro-nazi, reaccionario e irracionalista, tales juicios –exactos o no– estan lejos de opacar un prestigio universalmente consolidado. Es frecuente que libros sobre misticismo, el encuentro de Occidente y Oriente y espiritualidad en general, se permitan citas rituales de sus opiniones.

Lo que es comprensible en un hombre que escribio no solo respecto de las neurosis, la energetica del sueño y los tipos de personalidad, sino tambien sobre el I-Ching, la sincronicidad, el tarot y el significado psicologico de las profecias del Anticristo. Una de sus “aprendices” mas prestigiosas, la psiquiatra Marie-Louise von Franz llego a sostener nada menos que “Jung representa el fin del racionalismo del siglo XIX». Dejemos que los junguianos hagan acopio de tan audaz afirmacion.

Sin embargo, y a pesar de estas prevenciones, muchos ignoran que Jung escribio un libro sobre el fenomeno OVNI, en 1958. Traducido al castellano con el titulo de “Sobre cosas que ven en el cielo” (1), los editores se cuidaron bien de quitarle la primera frase que titulaba la edicion original alemana y la posterior inglesa: “Un mito moderno”.

Este curioso libro ha seguido la suerte de otra obra junguiana, “Respuesta a Job” (2), una lugubre interpretacion del cristianismo y del imaginario religioso semitico, lo que le valio la subita enemistad del filosofo Martin Buber. Ambos libros son mirados de soslayo por los epigonos mas academicistas de Jung, ya que se permiten demasiadas libertades en la especulacion simbolica, lo que, en sede junguiana, es decir bastante. Por lo mismo, cuando lei “Sobre cosas que se ven el cielo” pensaba encontrarme con una obra mas oscura y extremista.

Empero, el maestro de Bölingen solo intenta comprender un naciente rumor que habla de visiones de extraños artefactos y luces y prodigios en los cielos del mundo de post-guerra. Y da una explicacion psicologica a un fenomeno principal –aunque no exclusivamente– psicologico.

El texto es menos abracadabrante de lo que usualmente se afirma, claro que sin liberarse de la especiosa ambigüedad tipica de su autor. Es, por tanto, una de las primeras elucubraciones expresamente no literales y no fisicalistas que ofrece la historia de la ufologia. Con razon se ha dicho que la llamada “hipotesis psico-social” (HPS) sobre la naturaleza de los OVNIS, tiene en la especulacion junguiana un antecedente remoto. Lo que es solo una verdad a medias, como intentare mostrar a continuacion.

No pretendo abordar en este breve articulo la totalidad de las reflexiones que a Jung le sugieren los OVNIS. Pasare por alto su llamativo analisis de sueños en relacion con el naciente mito de los seres foraneos; su acertada seleccion de visiones celestes medievales, en las que cabe un lugar destacado a la mistica catolica Hildegard von Bingen, que ve –igual a Ezequiel– innumerables ojos; me saltare hasta el enjundioso analisis del contenido psiquico de las “experiencias” de uno de los primeros “contactados”, Orfeo Angelucci, una de las mejores partes del libro y la mas prodiga en interesantes sugestiones.

Me detendre en el prefacio mas que en las conclusiones y el desarrollo, porque es en aquel donde se encuentran la mayor parte de las claves del ensayo que nos ocupa. Jung se muestra hermetico pero no reservado en tal prefacio. Lo que dice ha impresionado vivamente a los lectores mas timidos, asi que me permito una larga cita:

“Tratase de esas noticias que nos llegan desde todos los rincones de la tierra, de esos rumores sobre cuerpos redondos que recorren tanto nuestra atmosfera como nuestra estratosfera (…) El caso es que estos rumores y la existencia fisica de tales cuerpos me parecen tan significativos que me siento obligado –lo mismo que ya otra vez, cuando se preparaban los hechos que habrian de dejar su marca en Europa– a lanzar una voz de advertencia” (3).

El propio Jung se ve estremecido por la extension de un rumor, al que denomina “visionario”, generador de testimonios y visiones, por cierto. Es que el rumor se vuelve autonomo, auto-suficiente: su fuerza ya es imparable. El lugar de la nueva epifania es el cielo, la morada de los dioses. Por las señales en el cielo se anuncian los cataclismos y catastrofes cosmicas. ¿Esta ocurriendo algo parecido a los prodigios atestiguados por Moctezuma antes de la llegada de los españoles?

Ahora bien, la “advertencia” que Jung ya hizo anteriormente, surgio de su experiencia clinica; antes de la Segunda Gran Guerra, muchos pacientes soñaban con el dios germano Wotan o con elementos arquetipicos derivados del wotanismo. La Alemania nazi, con su fermento ocultista de visos neopaganos, era una confirmacion de la ensoñacion wotanica previa. Para Jung, los arquetipos eran fuerzas psicologicas autonomas que los seres humanos reproducian inconscientemente en sus vidas. No es el hombre quien posee al mito: es el mito quien lo posee a el. No solo un individuo sino una colectividad entera puede estar reproduciendo el drama de un dios olvidado.

Entonces Jung, el psiquiatra, tiene algo de mistagogo y de astrologo, sobre todo cuando el cielo enlaza con los contenidos del Inconsciente Colectivo, ese fantastico deposito de experiencias milenarias, ancestrales y supra-individuales: “Verdad es que se, como en aquella ocasion, que mi voz es demasiado debil para que llegue a oidos de los mas. No es ni presuncion ni arrogancia lo que me mueve; es mi conciencia de medico la que me aconseja advertir a los menos a quienes puedo hacerme oir, que a la humanidad le esperan hechos tales que corresponden al fin de una era” (4).

¿No nos parece familiarmente contemporanea esa laya de discurso? Los hechos, desprovistos de su caracter puramente natural, pasan a ser expresiones, significados de grandes sucesos psicologicos que subyacen a lo visible. No en vano Jung fue llamado por uno de sus ocasionales biografos, Colin Wilson en este caso, como “Señor del mundo subterraneo”.

“Como ya sabemos por la historia del antiguo Egipto existen fenomenos de transformacion psiquica que siempre se manifiestan al termino de un mes platonico y al comienzo del mes siguiente. Segun parece, tratase de cambios producidos en la constelacion de los elementos dominantes psiquicos, de los arquetipos, de los ‘dioses’, que provocan o acompañan transformaciones seculares de la psique colectiva.

Esta transformacion comenzo a darse dentro de la tradicion historica y dejo sus huellas, primero en el paso de la edad de Tauro a la edad de Piscis, cuyo comienzo coincide con el nacimiento del cristianismo. Ahora nos aproximamos al gran cambio que es licito esperar se produzca con la aparicion del punto equinoccial de primavera en el Acuario” (5).

Despues Jung intenta desdecirse, justificarse, morigerar las aprensiones del lector y las suyas propias. ¿Lo consigue en realidad? Para Jung, los OVNIS son fundamentalmente “proyecciones psiquicas”, compensaciones que fragua de manera inconsciente el ser humano a su angustiosa condicion moderna, a su desesperante deprivacion existencial (en la cosmovision junguiana; sin embargo, no tengo claro que “el ser humano” –concepto abstracto porque no toma en cuenta la pluralidad de posiciones socio-economicas posibles, desde la pobreza marginal a la menos numerosa opulencia ociosa y despreocupada– sea mas infeliz hoy que en la China de los manchues o en la Europa de Carlomagno). Se buscan las “señales”, y se las obtiene en forma de misteriosos aparatos aereos, redondos y luminosos; plateados, al menos.

La forma circular le sugiere a Jung la idea de “mandala”, el simbolo arquetipico tibetano de la totalidad. Pero, ¿que pasa con la supuesta realidad fisica de tales objetos si se admite que son proyecciones de la psique colectiva? ¿Es que acaso tales proyecciones pueden, en opinion de Jung, producir efectos fisicos? ¿Son los arquetipos junguianos susceptibles de ser captados por los radares?

Estas preguntas, que para los oidos prudentes pueden sonar algo estrafalarias, se justifican en la actitud confusa y ambigua de Jung sobre la naturaleza fisica –real o ilusoria– de los OVNIS. En algun instante parece inclinarse por una solucion puramente psicologica del enigma, para luego sostener que hay un correlato material registrable de tales apariciones. ¿Tan autonomos son los arquetipos que pueden pasar de la alucinacion a una materialidad mas o menos precaria? ¿De la inexistencia a la semi-existencia?

Creo que el ufologo critico estadounidense Dennis Stillings ha logrado –con elocuencia y brillo– desfacer este entuerto, en una investigacion publicada hace una decada (6). En efecto, Stillings demuestra que gran parte de la correspondencia en que Jung se manifiesta contrario al “gran secreto de la Fuerza Aerea de Estados Unidos” ha sido publicitada por la literatura ufologica… fuera de contexto, de manera tendenciosa, en medio de pronunciamientos que obedecian en no despreciable medida a la presion de los propios ufologos.

La ya citada doctora Von Franz, ante una consulta directa del acucioso Stillings, respondio lo que sigue: “Jung no creyo en la realidad de los OVNIS ni al comienzo ni al ocaso de su carrera. Considero que se trataba de algo ‘fuera de la materia’, algo desconocido detras de la realidad. Pero se intereso en ellos porque existian fantasias muy poderosas a su alrededor. Son psicologicamente reales. En su trabajo analizo el sentido de dichas realidades. Eso es todo” (7).

¿Es todo realmente? Admito que la cuestion es polemica, pero los resultados de Stillings son indicativos de que Jung era bastante mas hostil a la explicacion “parapsicologica” de los OVNIS de lo que comunmente se cree. Eso, claro, con las vacilaciones y contradicciones que salpican determinados tramos de su libro. Pero aun asi, podemos sostener que Jung es un precursor remoto de la HPS, pues ve en el psiquismo colectivo el origen de las enigmaticas visiones luminosas. Un sueño proyectado de la post-guerra, del tiempo de la bomba atomica y los viajes espaciales. Un mito moderno, que duda cabe.

La “ufologia” de Jung anuncia la HPS, pero no la realiza. Ese prefacio de 1958 nos demuestra hasta que punto el Pleroma junguiano parece desvincularse de las ciencias sociales. Al proponer la hipostasis del Inconsciente Colectivo nos deja en las movedizas arenas del psicologismo. El “fenomeno” adquiere asi una consistencia inmaterial pero efectiva, en los bordes de la realidad, mas alla de cualquier refutacion. Es una alucinacion colectiva, mas no se trata de una alucinacion cualquiera.

El enfoque historico-cultural, tan caracteristico de la HPS, no puede manifestarse si se le cierran las puertas a la continua interaccion entre la cultura popular y la ciencia ficcion, por ejemplo. El gran merito de los trabajos de Meheust, Lagrange, Mauge, Pindivic y hasta del Vallee de “Pasaporte a Magonia”, es que viviseccionan la inmensa deuda del fenomeno OVNI con avatares concretos de la historia reciente, aunque vinculados a contenidos ancestrales. El psicologismo junguiano es esteticamente inmejorable pero racionalmente destinado al reduccionismo. Lo que me lleva a suscribir –y con esto termino– la critica del antropologo español Ignacio Cabria:

“Se despuebla el universo de dioses extraterrestres, pero se crea con esta hipotesis organicista un nuevo ente: inconsciente colectivo, que resulta en una nueva reificacion, es decir, en la conversion de una idea en un ente con su propia naturaleza” (8).

REFERENCIAS

(1) Ecologic Editora. Buenos Aires. 1987.
(2) Fondo de Cultura Economica. Mexico. 1985.
(3) “Sobre cosas que se ven en el cielo”. Cit. Pag. 11.
(4) Idem.
(5) Op. cit., p. 12.
(6) Ver a Dennis Stillings (comp.): “Lo imaginario en el contacto ovni”. Heptada. Madrid. 1990. Pps. 52 a 69.
(7) Op. cit. Pag. 69.
(8) “Entre, ufologos, creyentes y contactados”. Cuadernos de Ufologia. Santander. 1993. Pag. 110.

Publicado originalmente en La Nave de los Locos Nº 6. Santiago de Chile. Enero de 2001