PAMPA DE AGNIA, CHUBUT: UN ACCIDENTADO VIAJE CON HUMANOIDES (13 OCT 1978)


Conduciendo dos camionetas pick-up F-100, Alfredo Gianonni y Jorge Castillo, debian realizar un trayecto de 634 kilometros por la ruta nacional 25, uniendo Trelew con Esquel, localidades situadas en la provincia de Chubut

Habian partido a las 19 horas del jueves 12 de octubre de 1978, desplazandose a una velocidad promedio de 80 Km/h, cuando al llegar al paraje Las Chapas, Castillo se adelanta a su compañero y se mantiene a cercana distancia. Alrededor de las 22 horas y unos 10 o 15 Km despues de Las Plumas, en el Valle Los Altares, a este le llama la atencion ver a traves del parabrisas una luz pequeña en el cielo que iba creciendo de magnitud, hacia la derecha y corriendose distante a la izquierda.

Como la fuente de luz plateada crecia en intensidad, del mismo modo en que aumentaba la intranquilidad de Castillo frente al fenomeno, decide detenerse para consultar a Gianonni acerca de lo observado, quien no duda en decirle que se trata de un “plato volador”.

De inmediato Gianonni se anticipa presuroso en su pick-up y llega a la Estacion de Servicio Los Altares, cerca de Paso de Indios, bastante antes que Castillo. Cuando este se encuentra alli con Gianonni, a las 0.15 horas (ya en la madrugada del viernes 13 de octubre), le reprocha haberlo dejado solo, a lo que su interlocutor sale al paso respondiendole que habia llegado hacia apenas 10 minutos. Castillo supone que no era verdad y decide consultarle a un empleado conocido de la estacion, quien le manifiesta que habia llegado en realidad hacia media hora.

La impactante presencia del ovni: Despues de cargar nafta, fueron al restaurante de la hosteleria del Automovil Club, donde dicen haber cenado algo de pescado y bebido unas gaseosas, refrigerantes. Ya mas calmados, comentan lo sucedido al encargado del lugar -como hemos podido confirmar- y reanudan el viaje aproximadamente a las 2:15 horas. Ahora en el camino iban parando, conversaban un rato para evitar dormirse e iban bastante proximos, a una distancia de 30 metros. Gianonni iba adelante hasta que en un momento se detiene y expresa que tiene un gran dolor en la cabeza y se va a quedar porque no daba mas, a lo que Castillo responde que iria a seguir pues estaban practicamente cerca. En esos momentos va a descender de la camioneta y juntos observan un objeto de unos 3 metros de diametro, de intensa luminosidad blanca, fosforescente, que parecia emitir un ligero sonido semejante al de un teletipo (“bip-bip-bip”), suspendido a un metro del suelo y a unos 10 m de los azorados testigos. Al ver el portento, Jorge Castillo se introduce en la camioneta, mientras que Alfredo Gianonni -aunque somnoliento y con el dolor de cabeza- logra alejarse primero y rapidamente del lugar. Fue entonces cuando el ovni se elevo hasta dejarse de ver en contados segundos, en tanto que Castillo, imprimiendole gran velocidad a su vehiculo llega a superar a su compañero de ruta.

Los extraños ocupantes: En estas circunstancias Jorge Castillo, vivamente impactado, mira por el espejo retrovisor y observa “una cosa con muchas luces y dos cosas cuadradas en la parte de atras de la camioneta”, donde transportaba cuatro tambores de tinta destinados al diario Esquel, de la ciudad homonima.

Tras recorrer unos 10 Km mas y a eso de las 3 de la madrugada, cerca de Rampa de Agnia -localidad que solo el mapa la revela-, Castillo vuelve a ver por el espejo y nota en el montacargas unas cuatro figuras “cuadradas” que estaban ‘como’ mirando los tambores. Mientras tanto, continuaba conduciendo muy alterado y atisbaba las figuras sin detenerse. Segun una version[2], al ser entregada la tinta a la imprenta, los operarios la encuentran mucho mas fluida que las remesas anteriores de la misma fabrica y partida.

Habian hecho otros 15 Km, antes de subir una cuesta muy larga, cuando insiste en quedarse Gianonni -que venia muy cerca, pero sin advertir nada extraño-, pues se hallaba muy fatigado. Curiosamente, Castillo dice que no obstante seguia viendo a las figuras humanoides por el espejo y tambien a una nube gris ovalada que parecia acompañar su marcha a un costado. Empero, el testigo da la impresion de contradecirse cuando señala la ubicacion de Gianonni respecto a el, y aqui conviene agregar que en ningun momento Gianonni ve o se da por enterado de la presencia de los presuntos ocupantes, pese a que en aquellos momentos hablaban a los gritos desde dentro de las camionetas, apareados en la ruta.

Cuando veia a esas figuras, Castillo iba a unos 70 Km/h (recordemos que los vehiculos estaban en ablande) y al momento de encender la luz de la cabina para ver si aun continuaban los seres atras, ya que la vision no podia ser nitida, notaba con sobrada sorpresa que no habia nada, solo los cuatro tambores de tinta. En cambio, apagaba la luz, y volvia a verlos

Vision de las montañas: Alfredo Gianonni no podia seguir y decide detenerse a dormir un rato. Castillo, por su parte, opto por proseguir el viaje con gran temor. Al llegar a una subida muy empinada, advierte que “las montañas de los costados del camino se juntan como si fueran de goma -sostiene Castillo-; se unen, me cierran el camino; quiza yo estaba mal y tomandome de la cabeza me detengo y pienso: pasare, no pasare; me llevaran, no me llevaran…” Sin embargo, instantes despues apaga las luces y las montañas vuelven a su lugar, cuando -de pronto- ve fugazmente como dos humanoides van aproximandosele, caminando por la desolada ruta patagonica. Tenian un metro y medio de estatura y un aspecto de astronautas con uniformes blancos. Al verlos, enciende nuevamente la luz y se disipa la inquietante vision, que calcula haber durado apenas un segundo (ver imagen 3).

Ante tales imprevistos, intenta en vano ir a buscar a Gianonni, pues se encontraba extenuado y con fuertes dolores de cabeza y del brazo -seguramente por la fuerte tension nerviosa y muscular- quedando la pick-up atravesada en el camino, con todas las luces encendidas. Se arroja en el asiento cubriendose con unas alfombras que llevaba de muestra y deja transcurrir un tiempo inestimable, hasta que aparece Gianonni sorpresivamente y le insta a seguir juntos. Desplazandose a una velocidad de 80 Km/h, Castillo va a unos 10 o 20 m atras observando siempre por el espejo al misterioso objeto de aspecto nuboso

¿Un vuelco inusitado?: Faltaban menos de 60 Km para arribar a Esquel, cuando en las proximidades de Rio Tecka, la camioneta conducida por Gianonni “se deslizo en la banquina y levanto en el aire, cayendo en un zanjon muy profundo”, segun la descripcion de Castillo, quien no duda en atribuirlo al raro fenomeno que estaba observando, añadiendo que el vehiculo “se levanto de adelante, sin voltear ningun ‘guarda-raid’ de cemento, pasando por encima de ellos como levantada; ademas no tiene nada roto, nada -agrego-; solo el techo abollado, como si la hubieran levantado y dado vuelta”. Gianonni quedo contra el volante y, aunque algo golpeado y con una pierna aprisionada, exclamo que estaba bien. Bajo entonces Castillo para auxiliarlo y, dejando la luz interior encendida y el motor en marcha, lo introdujo en su camioneta y en ella arribaron, finalmente, pasadas las 6 de la mañana a Esquel (ver foto 7).

UN ANaLISIS DEL CASO

Al realizar nuestra investigacion, aproximadamente un año despues de ocurrido el episodio, debimos recorrer los 634 kilometros que Alfredo Gianonni y Jorge Castillo efectuaron aquellas jornadas del 12 y 13 de octubre de 1978, cubriendo en automovil las localidades de Trelew, Las Plumas, Paso de Indios, Pampa de Agnia, Rio Tecka y Esquel. A excepcion de las zonas aledañas a las poblaciones que fueron origen y destino del accidentado viaje, la vasta region patagonica transitada por los testigos tiene una caracteristica desertica y desolada, paso obligado entre aquellas dos localidades sureñas y nexo entre la costa atlantica y la cordillera andina.

Examinando someramente el informe, es facil notar que los presuntos hechos anomalos descriptos por los testigos son los siguientes:

a) Avistamiento de un fenomeno aereo inusual.

b) Observacion de humanoides que desaparecen fugazmente ante Castillo.

c) Vision de montañas que le cierran el camino.

d) Vuelco inusitado y sin daños de la pick-up de Gianonni.

e) Version sobre un cambio sugerente en la densidad de la tinta transportada.

Para intentar responder adecuadamente a los interrogantes suscitados, procedimos a reunir valiosos testimonios y antecedentes que permitieran hacer una reconstruccion fidedigna de lo acontecido durante esa madrugada y formular algunas reflexiones.

Los fenomenos aereos: Aparentemente, el ovni presenta tres fases discernibles que corresponden a distintas situaciones del trayecto: comienza como un elemento puntual de creciente magnitud luminosa; le sigue una aeroforma de arco de circunferencia; y concluye como una pequeña nube ovalada que da la impresion de seguirlos. En rigor, no se ha establecido si se trato de un mismo fenomeno, siendo especialmente muy dudosa la identificacion de la ultima fase como fenomeno inusual, por su notoria semejanza con una formacion nubosa de origen natural y por las circunstancias emocionales en que fue observado dicho elemento aereo. En cambio, la segunda imagen del objeto, mas cercana y definida, sugiere otro intento de explicacion. Al respecto, la Luna se hallaba en su 11ª fase creciente, con el 89.32% de la fraccion iluminada a las 3 horas, al sur (hacia donde presumimos fue avistado el supuesto ovni), en azimut 190° 86’, y con una declinacion de -5° 1 min 4 seg, esto es, elevandose apenas sobre el horizonte (fuente: C. Demaria); lo cual coincidiria con la ubicacion del “objeto de intensa luminosidad blanca” (demas no esta decir que la Luna, cercana al horizonte, aparece de gran tamaño debido a que la atmosfera actua como una gigantesca lente).

La distante fuente luminosa inicial no permite, por el momento, una interpretacion adecuada. Con todo, esta fase es la que produce una real motivacion en los testigos, que surge como duda acerca de la naturaleza de lo que estaban viendo (“Gianonni, ¿que es lo que ves ahi arriba?, ‘Es un plato volador’, me dice” –J. Castillo). La segunda y elocuente fase provoca en ellos un fuerte impacto (shock) que se manifiesta como sensacion de terror, en forma inhibitoria en uno, y de pronta huida en el otro (“Le pregunto a Gianonni ¿que hacemos?; el -sin mediar palabra alguna- salio primero a gran velocidad” –J. Castillo). La tercera imagen vista, solo por Castillo, resulta muy ambigua (“Mirando a un costado, siempre me acompañaba una forma ovaladita, una nube…” –J. Castillo). Es fundamental señalar que esta fase de la observacion -y otras referidas mas adelante- ocurren luego de una situacion realmente traumatica y como subproducto del avistamiento de un fenomeno para ellos perturbador.

Seres en la oscuridad: Es posible convenir que lo indicado habria inducido una fantasmagoria, es decir, la representacion de figuras por medio de una ilusion optica, o deformacion de la realidad, creyendo percibir en la oscuridad y siempre a traves del espejo retrovisor, a cuatro humanoides en el montacargas de su camioneta, donde hay -precisamente- cuatro tambores de tinta, denotando una ambigüedad semejante.

Cuando el joven testigo de 31 años encendia la luz “para ver si estaban estas cosas atras, no veia nada”. Es indudable que ‘el temor a la oscuridad’ desempeña tambien un papel preponderante, dejando irrumpir sus fantasias inconscientes. No es casual que, pese a la falta de luz ambiental, una constante sensacion persecutoria u espiatoria lo que mas veia eran los ojos de los supuestos seres, “como si me estuvieran mirando”. Castillo parece sincero en sus declaraciones, pero incurre inclusive en contradicciones cuando recuerda la ubicacion de su compañero, quien no llega jamas a observar a los presuntos humanoides, ni siquiera cuando supuestamente seguian en el montacargas y Gianonni se detiene a un costado del vehiculo conducido por Castillo. Reforzando aun mas nuestra tesis, cabe agregar que tampoco alcanza a presenciar ninguno de los fenomenos extraordinarios que Castillo afirma haberse producido despues de la abrupta e impactante aproximacion del ovni. Significativo, pues. Igualmente sospechosa resulta la vision de las figuras “caminando por la ruta”, teniendo en cuenta lo expuesto y la breve duracion de la misma, de apenas un segundo.

Los grandes obstaculos: Otro de los hechos que pueden causar asombro ocurre luego de transitar Castillo por una parte tortuosa del camino (recta, zig-zag y pendiente pronunciada), cuando nota aterrorizado como “las dos partes de la montaña de los costados se juntan como si fueran de goma; se unen; me cierran el camino…” La sensacion de las montañas que le cierran el paso, nos remite invariablemente al temor hacia los grandes obstaculos, que le impiden seguir e impulsan a reencontrarse con su compañero. Esta experiencia visionaria es interesante, pues, parece obvio agregar que -seguramente- las montañas no se movieron de alli. No obstante, se puede pensar con cierta dote imaginativa que esta ilusion visual pudo haber sido inducida a Castillo por los ocupantes. En cuyo caso cabria suponerse tambien que las mismas cuatro figuras son ilusiones suscitadas por… cuatro tambores de tinta

“Un vuelco comun”: Brindandonos una amplia colaboracion, dialogamos con Salim Bestene, gerente de la concesionaria de automotores Ford en Esquel, quien nos informo que ambas camionetas eran traidas a su agencia desde Buenos Aires, siendo Gianonni y Castillo los responsables de conducirlas desde Trelew hasta su destino. Estos datos surgidos de la indagatoria resultan de singular importancia, pues aun quedaban por develar algunos aspectos aparentemente extraños del episodio, como ser el vuelco inusitado narrado por Castillo y la presunta inmunidad de la camioneta tras el accidente. Disipando cualquier duda al respecto, contradice lo manifestado por Castillo indicando que la misma presentaba numerosos daños: el techo de la cabina, en todo el lateral izquierdo y en la parte delantera del rodado. Como la pick-up fue prontamente reparada y para confirmar su declaracion, nos entrego las unicas copias fotograficas que disponia de las consecuencias del accidente, las cuales muestran al vehiculo desde varios angulos con fuertes abolladuras en los lugares indicados (ver fotos 4, 5 y 6). Acotemos que las pericias efectuadas por la compañia de seguros señalan que se trato de un “vuelco comun”. Aunque Bestene afirma creer en la existencia de los ovnis y en la probabilidad de que Gianonni y Castillo hayan sido realmente testigos de uno de estos fenomenos, opina que se trato de “un accidente ordinario debido a un desplazamiento lateral de la camioneta por la banquina, al quedarse su conductor dormido al volante”. A la clarisima explicacion, cabe recordar la continua fatiga y somnolencia que tenia durante el largo trayecto.

Asimismo, Bestene confirma los rumores de que Gianonni no conducia desde bastante tiempo atras y de que esto pudo haber contribuido para que se produjera el accidente. Sin embargo, en una de las entrevistas que mantuvimos con Gianonni, afirma -por el contrario- haber estado conduciendo durante los tres años en que estuvo residiendo en Esquel, habiendose mudado poco tiempo despues a Buenos Aires para desempeñarse como encargado de aprovisionamiento para el personal de una compañia aerea. Alfredo Gianonni intento posponer en varias ocasiones una entrevista, pero algo renuente a hablar en profundidad del asunto, reconocio que la camioneta habia sido seriamente dañada, remarcando la vivida impresion causada por el tumbo y remitiendose permanentemente a la descripcion de Castillo para explicar las caracteristicas del vuelco (“Segun Castillo, mi vehiculo volo literalmente en el aire a 2 m del pavimento”). No obstante, para el lo mas inexplicable del suceso es como resulto ileso del accidente, el cual se produjo de improviso y sin darse cuenta como ocurrio.

Finalmente, sobre la version que la tinta transportada en tanques de veinte litros se hallo en dias posteriores mas fluida que la habitual -lo que añadiria un nuevo ingrediente extraño al episodio-, consultamos a Oreste Massacese, secretario de redaccion del diario Esquel, y a varios operarios, asegurando que “no se advirtio ningun cambio” en la tinta respecto a otras partidas recibidas.

CONSIDERACIONES FINALES

En suma, la fatiga propia del viaje, la acentuada somnolencia y cefalalgia, la fuerte y constante tension nerviosa a la que se sometieron -en particular, Castillo-, y la percepcion de variados estimulos externos, ha dado lugar en una personalidad aparentemente vulnerable a esta clase de sucesos, un conjunto de visiones extraordinarias, que no han sido esta vez la manifestacion directa de un fenomeno anomalo, y si –quiza- de lo que alguien llamo ese “gran temor por lo desconocido”. Y Jorge Castillo lo sabe. Al menos, con la serenidad del tiempo ha dejado entrever una duda y reflexionando: “Tal vez lo mio fueron solo visiones…”

REFERENCIAS

Zerpa Fabio, Los hombres de negro y los ovnis, Plaza & Janes, E. de Llobregat, Barcelona, España, 1979, paginas 113/123.

[1] Este articulo fue publicado originalmente en Los Identificados. Casuistica ovni con ocupantes en Argentina, N° III, Buenos Aires, julio de 1993, paginas 17-22. Agradecemos al doctor Banchs su autorizacion para publicarlo en Marcianitos verdes.

[2] Cuarta Dimension, Buenos Aires, No. 66 (agosto 1979), Pags. 36/42.