EL FUEGO DEL DRAGON
BOLETIN MENSUAL DE OVNILOGIA
Nº 60 – Agosto de 2003
Editado por Carlos Alberto Iurchuk
La Plata – Argentina
"El Dragón Invisible"
Se permite la reproducción parcial o total, por cualquier medio, de los artículos presentados en este boletín. Si así se hiciere, se agradecerá la notificación al autor del artículo y al editor del boletín.
Ovnilogía: La más cruel autoestafa
Héctor Antonio Picco
Capilla del Monte – Argentina
Quisimos ser Ovnílogos, es decir, estudiosos de OVNI (s), esas luces y/o aparatos extraños en toda la historia Universal y que (la secuencia de hechos lo indica así) está revelada en textos ¿sagrados o técnicos? Que nos llegaron generalmente muy maltratados, interpolados, o quizás tergiversados por sus subjetivos traductores; en ellos se hace constar que los OVNI (s) densificaron la periodicidad de sus apariciones cuando la pobrecita historia ("impúdica y disoluta, vendida a los poderosos, cortesana a sueldo de los reyes, enemiga de los pueblos, inicua y falsa" – como lo señalaría Anatole France) estaba a punto de dar un vuelco sensacional, cuya impronta luego signaría milenios futuros.
Resultaba evidente, entonces, que por lo menos una razón de ser de esa (al principio: fenomenología) había que buscarla allí, en las huellas de un pasado ni siquiera demasiado remoto, y a algunos neo-arqueólogos valerosos, o no bebedores de sobornos oficiales, les bastó abandonar la ridícula línea recta de la crónica legal (muy a-científica, pues ni siquiera las curvas exponenciales lo son indefinidamente, ni el progreso continuo) y así, en las espirales del Eterno Regreso se hallaron enseguida textos de civilizaciones y culturas (¿del todo muertas?) repletos de detalles de sus platos voladores y otros aparatos aéreos velocísimos. Y es la "voz" de la piedra, el elemento que las "comunidades" que se van eligen para dejar el testimonio de su Conocimiento y realizaciones tecnológicas, porque los CDs y video grabaciones no sobrevivieron nunca a cada Caída. Y así queda una simbología riquísima que interpretar (esto escribo mientras analizo el enorme candelabro cercano a la cumbre del Uritorco, que se aprecia en el frente que da a Capilla del Monte, en las mañanas bien temprano, cuando la luz no lo "borra" todavía); alguien lo dibujó alguna vez, para que quien extrema sus búsquedas pueda verlo... para "traducirlo" a su Albedrío (vocablo al que constituye un error anteponerle libre porque ya lo es por la propia semántica: potestad de obrar por reflexión o elección). Caminando en la zona misma no se puede advertir, y eso ya es de por sí una enseñanza eterna: si queremos saber de lo que tenemos cerca, debemos mirarlo desde lejos.
Pero... vuelve por enésima vez el extraordinario monográfico de "Más Allá de la Ciencia", ¿Quién mueve los hilos del mundo?, junio/1993, y su página 129 leo este párrafo suscripto por un inteligentísimo y joven investigador español, Manuel Figueroa:
"La Nación u organización que se apodere del mito de los OVNIs tendrá el dominio del planeta entre sus manos. ¿Qué Nación u organización jugará, pues, el papel de la Iglesia que hace dos mil años asumió para sí el mito surgido alrededor de la figura emblemática de Jesucristo? De eso es lo que se trata: y de nada menos..."
Y se juega otro notable especialista hispano, Manuel Carballal, que saltó el cerco de sus colegas nacionales empleados de las editoriales, y como "para el hombre libre existen todas las cimas" (Máximo Gorki, "La Madre"), nos espeta desde su página de Internet:
"Hace años que manifiesto mi pesar por la falta de "pensadores" de que adolece la ufología, tanto como de la saturación de "coleccionistas de casos". De poco sirve amontonar expedientes en los archivos ufológicos si no reflexionamos y emitimos conclusiones sobre dichos casos".
Pero uno de los poquísimos razonadores compatriotas, Gustavo Fernández, docencia desde su página:
"...Por otra parte, el descrédito entre ovnílogos serios (que tal vez no lo sean tanto, sino simplemente solemnes y acartonados) de lo esotérico y espiritual sólo puede responder a la virtual ignorancia sobre las verdaderas connotaciones de estas palabras y el alcance de estos campos".
Y... sí, es así. Pero el problema mayor es que quienes abrazamos, por pura inquietud intelectual y de conocimiento esta... ¿disciplina?, cierto día nos sentimos muy auto estafados; no nos dimos cuenta, al principio, que el tema acabaría siendo un formidable medio de manipulación político, para los implantaciones a sangre, hambre y muerte de los terribles planes económicos planetarios. Y allí está con su dialéctica bien hegeliana, tendiendo su nebulosa (para eso le pagan) el contactado público, que cuenta frescamente hasta cómo ha viajado con los hermanos cósmicos en monopatín – eso sí: E.T. – hasta Plutón, elevado en pleno día hasta desde el propio barrio financiero de Maniatan, por ejemplo... las corporaciones de multimedios periodísticos de masas lo juegan todo a él: es el que habla cuando quiere con extraterrestres más que humanos sobre cualquier tema "espiritual", pero ¡oh, sorpresa!: nunca toma partido sobre el genocidio de niños, ni del dolor de la desocupación... a lo sumo estos benditos lo adjudican todo al "karma".
Los diarios apoyan las actuaciones teatrales, mientras jamás le dan espacio a los investigadores serios y científicos, que en su candidez apostrofan de delirantes a los "contactados", y quizá es tanta la buena fe que parecieran ni siquiera sospechar que son simplemente operadores políticos de las multinacionales del dinero usurario y de la CIA... presentándose... ¡como perseguidos de la CIA!, que nunca persigue a nadie: simplemente, si alguien molesta, OPERA. Tiene para eso una ley emanada del Senado norteamericano que hasta ésta la exime de pedir permiso al país donde debe hacer su... trabajo. ¡Oh, beneméritos contactados! ¡Oh, héroes impolutos de la probidad espiritual, santos inmarcesibles del Bien absoluto, purísimos como las ninfas del agua donde nada Nereida!
Tengo en mis manos un libro extraordinario, "Proceso a la Historia", del español Manuel Barrios; lo que leo textualmente y reproduzco a continuación – de una de sus primeras páginas – me llega "al pelo" para justificar estas páginas que adjetivaría como desgreñadas, hasta muy poco higiénicas, como esas exposiciones pelíferas de algunos raros ejemplares de militantes que se sienten "contestatarios" a su sociedad que no los integra como ocurre con el colectivo ovnilógico a quien no es lo suficientemente cándido (o casi siempre, rufián) para asumirse contactado, no en el anonimato de una experiencia personal que será siempre respetable, sino en la exhibición publicitada "por el bien de los demás", que ya demasiado mal tienen – es decir, tenemos – con que nos falte trabajo, no funcione la justicia, y los malos políticos roben a mansalva, mientras los curas de alta jerarquía les hacen condenitas, amenazándoles con un flagelo infernal en el cual ninguno de ellos cree... bien; escribe Manuel Barrios:
"La esgrima del humor... ¿por qué el humor? Porque la experiencia demuestra que, para las lides críticas es más eficaz, en vez de sacar la espada, sacar la lengua".
Desde ya, jamás al lector de estas líneas si pudo llegar hasta aquí: porque es seguro que RAZONA.
El Caleuche
Fernando Matías Fluguerto Martí
Buenos Aires – Argentina
Fundación DELPHOS
El Caleuche es una leyenda patagónica que habla de un buque (o submarino) con múltiples ventanas a sus lados y que atraviesa por debajo la Patagonia desde el Atlántico al Pacífico y viceversa. Es curiosa la similitud entre esta leyenda con la del Buque Fantasma, que Richard Wagner inmortalizó en una de sus obras, pues también en ella se mencionan los tripulantes "muertos", etc., etc.
También es digno de mención el hecho de que este fenómeno ocurriría alrededor de los paralelos 41º ó 42º Sur, es decir con entrada atlántica por el Golfo San Matías o el Golfo Nuevo y otra entrada cerca del extremo Norte de la Isla de Chiloé en el Pacífico.
Recordemos también como extraña coincidencia que en la década de 1960, durante el gobierno de Arturo Frondizi, fueron detectados por parte de la Armada Argentina dos "submarinos" en el Golfo Nuevo y que uno de ellos, perseguido por un avión Neptune, desapareció en inmersión contra la costa continental como "tragado" por alguna "entrada".
También debemos mencionar que es vieja hipótesis del grupo Delphos la existencia de un "pasaje subterráneo" desde el Atlántico hasta el Pacífico en estas mismas latitudes y que el "Pozo que Respira" visto en la meseta de Somuncura (más datos en el sitio web www.delphos.com.ar) pudiera ser una "chimenea" de este pasaje y que a ello obedecería el extraño ritmo sinusoidal de 36 horas que manifiesta esta "respiración". Es decir una combinación de los ritmos mareológicos del Atlántico y el Pacífico en esa latitud.
Nuestra hipótesis fue elaborada bastante antes de conocer la leyenda del Caleuche y estuvo originada más bien por conversaciones mantenidas con el Dr. Guillermo Alfredo Terrera, quién nos señalaba la probable existencia de un "túnel" en esa posición geográfica.
De ahí el nombre "Caleuche" con que bautizamos a una de las unidades de nuestra Fundación y con la que visitamos en Junio de 2003 a D. Jorge Castañeda en Valcheta, Río Negro.
D. Jorge Castañeda nos ha honrado con el poema que transcribimos a continuación y que hace mención a todas las manifestaciones físicas y metafísicas que rodean a este otro cautivante misterio de la Patagonia.
CALEUCHE
Tu mar de obsidiana escala perdida. La armadía rupestre sin rumbo y sin ancla, viajeros del tiempo, bruma penetrante.
Ritos primordiales. Caleuche, la nave, primer bogavante. Aguas sin retorno la nao peregrina, agujero del tiempo, hilo de la vida.
Laberinto ciego, mito de la muerte, el Caleuche adentro, sueño persistente. |
Velámen al viento, panteón primordial, minotauro loco solo en alta mar.
Totem y linaje a su propio arbitrio Caleuche la nave errante su sino.
Umbral a la nada: ¿Qué otra dimensión teje tu misterio y urde tu razón ?
Caleuche, la nave sin tiempo ni adiós. |
Jorge Castañeda
Valcheta, Río Negro, Patagonia Argentina
Junio 2003
Treinta años atrás: La oleada OVNI de 1973
(Primera parte)
Scott Corrales
Bradford – Estados Unidos
Un vistazo al "Almanaque Mundial" o cualquier cronografía del siglo XX no hará mención alguna de ello: leeremos acerca de la guerra en el Medio Oriente, los enredos del presidente Nixon en Vietnam y con la Crisis de Watergate, la crisis de energéticos y la muerte de Pablo Neruda, pero no hallaremos ni el más mínimo detalle sobre el "año del humanoide" – el mote otorgado a dicho espacio de doce meses a comienzos de la década de los '70.
Antes de dicha fecha se habían producido oleadas ovni y casos espectaculares; posterior a ella sobrevinieron casos aún más alucinantes. Pero 1973 marca la fecha en que cientos – tal vez miles – de personas presenciaron no sólo los sempiternos "platillos voladores" sino las grotescas criaturas que parecían tripularlos. A raíz de estos encuentros con lo desconocido, quince millones de estadounidenses afirmarían su creencia en el fenómeno ovni en una encuesta de la agencia Roper.
"Daba miedo salir de noche"
Casi parecía que los problemas contra los que luchaba el mundo de día en los campos de la política, la economía y la religión tenían su segunda parte después de la puesta del sol. No sólo había que enfrentar largas filas para repostar carburante, sino que también había preocuparse por lo que pudiera estar al acecho en la oscuridad.
La investigadora Irena Scott, recordando al "año del humanoide", comenta que los avistamientos múltiples llegaron a tal grado que hasta la Fuerza Aérea (USAF) se vio obligada a calmar el pánico que experimentaba la población al decir que las luces y explosiones en el cielo habían sido producto de una prueba atmosférica realizada el 18 de octubre de 1973 desde la base Eglin. "De ser así", pregunta la investigadora, "¿cómo es posible que una prueba creara ovnis que perseguían taxis y los camiones de lo granjeros?"
Pocos días después, el general George S. Brown de la USAF hizo una declaración estremecedora: "No sé si se habrá contado esa historia antes, pero ellos [los OVNI] nos plagaron durante la guerra en Vietnam". Estas palabras, recogidas por los investigadores Stanton Friedman y B. Ann Slate, resultan en una franca admisión por la cúpula militar estadounidense en la existencia del fenómeno, aunque el general concluyó que los ovni que habían resultado en "una batalla en que un destructor australiano recibió un impacto directo" habían sido un fenómeno atmosférico.
Tales descripciones podrán sonarnos un poco melodramáticas, vistas desde nuestra perspectiva en los albores del siglo XXI, pero la preocupación entre el público en general alcanzaba niveles alarmantes. Irena Scott afirma que su madre, vecina de la ciudad de Columbus, en el estado de Ohio, declaró que muchas personas que no creían en el fenómeno habían comenzado a tener sus propias experiencias y avistamientos: "Dijo que la gente comenzaba a esconderse en sus casas y que daba miedo salir de noche". En otras partes del país, a la par que progresaba la oleada ovni, las madres se negaban a dejar que sus niños fuesen al colegio por temor a ser secuestrados.
El fallecido investigador Leonard Stringfield, cuyos informes especiales alimentarían las calderas de la creencia en el choque de Roswell durante los '90, describió la situación así: "Durante el asedio de 1973, Cincinnati (Indiana, EUA) al igual que muchas otras ciudades, mantenía una apariencia externa de sosiego durante el día, tramitando sus asuntos como siempre. Pero la ansiedad sobre el fenómeno OVNI aumentaba después del crepúsculo. La prensa, la radio y la televisión abanicaban las noticias ovni con tal intensidad que llegué a preguntarme si los vecinos de Cincinnati estaban siendo sometidos a pruebas de reacción psicológica. Se podía palpar el nerviosismo de la ciudad a la par que se recibían cientos de llamadas en cualquier organismo oficial interesadas en recibirlas. La centralita de la policía de Cincinnati estaba abarrotada. Sin embargo, la gente que vivía en granjas aisladas y otros lugares apartados a menudo sentían un terror crudo cuando sus rutinas cotidianas tocaban a su fin después del ocaso".
Palabras impresionantes que podemos leer desde la comodidad que nos ofrecen la distancia y el tiempo.
Preludio a los eventos
El "año del humanoide" no comenzaría en 1973, sino unos días antes. En diciembre de 1972, mientras que la última misión del proyecto Apolo abandonaba la superficie lunar, el celador argentino Ventura Maceiras tendría su encuentro nocturno – histórico en los anales de la ufología – con una enorme luz suspendida sobre un cultivo de árboles de eucalipto. El objeto fuente de la luz cambiaría de colores varias veces, pasando de anaranjado a violeta, y Maceiras llegaría a ver dos figuras con escafandras y vestidos en lo que tomó por "trajes de buceo". Los tripulantes del extraño aparato le miraban fijamente con sus ojos rasgados a la par que su nave se inclinaba hacia el extrañado terrícola. Súbitamente, un rayo de luz salió disparado del fondo del vehículo, cegando a Maceiras por unos instantes. La nave se movió lentamente hacia el noreste hasta desaparecer detrás de unas colinas.
La "iluminación" de Ventura Maceiras y sus estremecedoras secuelas físicas (el desarrollo de una nueva dentadura a los pocos meses del incidente, así como un aumento en sus facultades mentales) se convertirían en un hito de la ufología.
El 2 de enero de 1973, una docena de testigos miraban absortos hacia el firmamento mientras que un ovni, descrito por una mujer como "lo más extraño que he visto en mi vida", se cernía sobre la ciudad de Santa Ana, California. La policía recibió informes provenientes de distintas partes de la ciudad sobre el "extraño objeto luminoso" de dimensiones colosales, midiendo más de 50 pies en diámetro con una cúpula redonda en su parte superior. El platívolo tenía un anillo de luces multicolores a su alrededor.
Otro testigo informó que el objeto producía un sonido "parecido al de un generador eléctrico" a la par que el no identificado desaparecía.
Los avistamientos por testigos múltiples irían en aumento en aquel año de misterios: el pueblo de Dighton (Kansas, EUA) cada uno de sus 1.000 habitantes serían testigos del fenómeno. "Seremos un pueblo chico", afirmó en el momento el jefe de policía M. R. Shelton, "pero somos lo suficientemente grandes como para ser de interés a quienquiera esté dentro de esas naves". Desde comienzos del año, afirmó el policía, todos los habitantes del pueblo habían tenido experiencias ovni en grupo o individuales. "Si hasta yo mismo he perseguido uno a velocidades de hasta 100 millas por hora", agregó Shelton.
En el este de los Estados Unidos, la vanguardia ovni comenzaba a hacer un impacto físico sobre las comunidades. El 25 de enero de 1973, un no identificado produciría averías en los radares del aeropuerto de Pittsburgh (Pennsylvania, EUA) resultando en demoras en el aterrizaje de más de veinte aviones comerciales. Aunque los funcionarios del Greater Pittsburgh Aiport achacarían sus males a la ineptitud de un operario, el investigador Stan Gordon recibió llamadas noche y día de alarmados residentes de la zona, dando parte sobre la presencia de ovnis sobre el aeropuerto, especialmente una "formación de cinco o seis objetos brillantes y redondos" que permanecieron suspendidos sobre las casas cercanas al aeropuerto por más de diez minutos antes de dividirse en dos formaciones distintas. La policía de North Huntingdon Township corroboró la información recibida por Gordon.
Ese mismo mes, el transportista Gerald Sumney confesó que "tenía miedo a ser secuestrado por un platillo volador", y quién podría culparlo después de su experiencia. A principios de enero, Sumney conducía su camión en las heladas carreteras del estado cuando percibió que una luz le venía siguiendo a baja altura en el camino. En las siguientes semanas, la luz parecía acercarse a su vehículo y apartarse cuando Sumney detenía la marcha para poder observar el fenómeno. Otros transportistas – hombres curtidos por las exigencias de su trabajo – no tardaron en mofarse de su camarada, pero sus burlas se extinguieron cuando el fotógrafo Tommy Franklin y la reportera Edith Low siguieron el camión de Sumney en su propio coche, observando el extraño objeto con prismáticos y tomando algunas fotos del mismo. "El avistamiento nos impresionó", confesaron los periodistas. "En definitiva no se trataba de un avión, globo sonda, ni planeta o estrella. De eso estamos seguros".
El primer encuentro con humanoides del que se tiene constancia para 1973 fue el ocurrido el 26 de enero en las afueras del poblado de Gaffney, Carolina del Sur. Un joven de 24 años de edad, cuyo nombre quedó en reserva "para evitar que fuese blanco de la burla", conducía su coche al sur de Gaffney cuando se fijó en un cúmulo de luces rojas parpadeantes en la carretera. Pensando que podían tratarse de las luces de vehículos de la policía en un accidente de tránsito, el hombre redujo la marcha de su vehículo. Lo que vería a continuación le impactaría por el resto de sus días.
Los faros de su coche iluminaron un objeto de configuración discoidal que descansaba sobre tres patas en medio de las carretera. Frente al vehículo había una docena de figuras humanoides que parecían dedicarse a la tarea de reparar "algo" en el fondo de su vehículo.
Según los directores del periódico Gaffney Ledger, a quienes el testigo relató su experiencia, los supuestos ovninautas llevaban puestos monos blancos con correas y hebillas. Su estatura era promedio, tenían facciones caucásicas y pelo negro recortado de la misma manera. Sus manos parecían estar cubiertas por guantes blancos. Los ovninautas no prestaron el menor caso al automóvil y su atónito chofer.
La actividad ovni se mantendría esporádica por los siguientes meses, sobre todo durante el verano, con informes sobre luces brillantes que volaban sobre casas, granjas, depósitos de agua o camiones remolque que transitaban caminos solitarios en horas de la madrugada.
El 10 de septiembre, la agencia de prensa United Press circularía la noticia de que la población de Griffin, estado de Georgia, estaba siendo asediada por objetos multicolores por espacio de dos semanas. Un alguacil en el condado de Spalding había visto luces rojas descender a la tierra antes de desaparecer, mientras que dos policías militares de la base aérea Hunter cerca de la ciudad portuaria de Savannah informaron que "algo" había perseguido su vehículo mientras que efectuaban una patrulla rutinaria.
Comienza el espectáculo
Los avistamientos y encuentros con los extraños tripulantes de los objetos voladores no identificados alcanzarían su punto álgido en el mes de octubre de 1973, cuando los medios noticiosos de todas partes de los Estados Unidos informarían sobre alienígenas, monstruos y manifestaciones extrañas. Remitiéndonos de nuevo a los escritos de Irena Scott, parece ser posible precisar el momento justo en que los avistamientos y encuentros dejaron de ser algo casual y se convirtieron en una verdadera invasión: el 11 de octubre a las 21:00 horas, cuando una enorme detonación cuyo origen jamás pudo ser precisado, se hizo sentir en más de 10 estados de la unión americana, desde Indiana hasta Maryland e incluyendo sus estados circundantes. El periódico Columbus Dispatch, un rotativo de gran circulación informó que los informes OVNI habían precedido la extraña explosión. Se vieron ovnis en Ohio justo antes de una ensordecedora detonación que pudo escucharse en por lo menos diez estados, incluyendo Ohio, Pennsylvania, Virginia, Maryland y Virginia Occidental.
Casi resulta posible imaginar un gran mapa de los Estados Unidos cuyas luces se encienden según se recibe información sobre los casos: el 17 de octubre, una docena de condados en el estado de Alabama darían parte sobre objetos extraños con resplandores verdosos, así como un "robot espacial" fotografiado por el comisario Jeff Greenhaw a 17 millas del Arsenal Redstone en Huntsville. Cuando los faros de la patrulla de Greenhaw bañaron una figura plateada, el comisario pudo ver que se trataba de una figura que caminaba hacia él.
"¡Hola, forastero!", le saludó Greenhaw, pero el extraño seguía con su caminar mecánico y no le contestó. Con su cámara reglamentaria Polaroid, el comisario tomo cuatro fotos: una del ser a 50 pies de distancia, otra a 25 pies, y dos más cuando el extraño "robot" se encontraba a 10 pies. Las instantáneas – ya legendarias – le costarían a Greenhaw su matrimonio, su carrera y posiblemente resultaron en la destrucción de casa-remolque.
Un día antes, en la ciudad universitaria de Athens, Georgia, una nave desconocida supuestamente aterrizó en medio de un camino para permitir el desembarque de dos figuras diminutas en trajes plateados que fueron bienvenidos a nuestro mundo a tiro de bala, cortesía del azorado granjero Paul Brown. El 19 de octubre, en Tifton, Georgia, se verían más humanoides salir de una nave espacial.
En el estado de Kentucky, el alcalde del pueblo de Mundfordville vería "naves aterrizando" en la noche del 15 al 16 de octubre, mientras que en Huntingdon, Indiana, el granjero Richard Pape informaría a Prensa Asociada que un OVNI le había seguido a lo largo de la carretera de regreso a casa; el 21 de octubre, los vecinos de Hartford City, Indiana, presenciarían el desembarco de dos humanoides.
Está claro que ninguno de estos encuentros cercanos tendría el impacto popular que ejercería el secuestro de dos pescadores en el pueblo de Pascagoula, estado de Mississippi – Charles Hickson y Calvin Parker – el mismísimo 11 de octubre y a la misma hora en que el noreste de EUA escuchaba la ensordecedora explosión. Hickson y Parker se dieron cuenta que una luz azul les acechaba; aterrizó y de ella salieron tres seres humanoides con manos como pinzas (descritos en algunas crónicas como robots) que los escoltaron a bordo de la nave espacial y los sometieron a pruebas. Este caso sería uno de los más sensacionales de la ufología y se sigue debatiendo treinta años después.
Pennsylvania se llevaría la palma en octubre de 1973, con 103 informes de criaturas extrañas en todas partes del estado. Uno de estos casos sería presenciado por trece personas, incluyendo policías y los integrantes de una organización de estudio ovni.
La sensación de pánico que se experimentaba en todas partes del país a raíz de la "invasión extraterrestre" tuvo su expresión más visible en la ciudad de Wheeling, Virginia Occidental, la noche del 17 de octubre: entre veinte y veinticinco objetos fueron vistos sobrevolando la ciudad, creando revuelo.
Según las estimaciones hechas por el Dr. J. Allen Hynek, una tercera parte de todos los avistamientos y encuentros producidos durante el "año del humanoide" tuvieron su origen en informes de los distintos departamentos de policía del país, aumentando la fiabilidad de los casos, dado que los comisarios y jefes de policía recelan incluir eventos OVNI o de alta extrañeza en sus bitácoras.
La policía de la ciudad de Chattanooga, Tennessee, tuvo su momento de gloria el 17 de octubre de 1973, cuando a las 19:00 horas el expedidor recibió una llamada de una mujer que había atestiguado el aterrizaje de un enorme ovni fusiforme en un paraje cercano a una escuela primaria. El sargento Lester Shell y el patrullero Harry Jarrett fueron enviados al lugar de los hechos con ordenes estrictas de evitar que el caso transcendiese a los medios. Los uniformados se encontraron con una luz potente que brillaba entre los árboles de la zona pantanosa; la configuración era efectivamente parecida a la de un cigarro puro y las luz tenía matices azulados. El objeto desconocido parecía estar suspendido a unos quince pies sobre el pantano. Cuando el sargento Shell decidió acercarse para investigar, el aparato ascendió verticalmente "como si me estuviese mirando" a una altura de noventa pies antes de salir disparado hacia el este con rumbo al aeropuerto de Chattanooga. El comisionado de la policía, Gene Roberts, acudió al pantano para buscar cualquier evidencia del intruso, pero sus técnicos sólo hallaron restos de papel y basura en lo alto de los árboles, sin explicarse cómo pudieron haber llegado hasta allí. Cabe agregar que el día 17 sería uno de los más intensos de la oleada del '73, puesto que más de cincuenta ciudades en Estados Unidos dieron parte sobre avistamientos de objetos extraños a baja altura o encuentros con seres no humanos.
El 19 de octubre, el investigador Charles Wilhelm acudió a Goshen, Ohio, para visitar la granja de un individuo que deseaba identificarse exclusivamente como "Sam" para evitar ser juguete de los medios noticiosos que explotaban inmisericordemente la actividad OVNI sobre el estado de Ohio. A las 20:30 horas, una vecina de "Sam" le llamó por teléfono para informarle que una luz de gran brillantez había descendido en su granja. "Sam" salió de la casa, acompañado por sus dos perros cazamapaches ("coon dogs", en inglés) para investigar el suceso, pero descubrió que era necesario arrastrar a los canes hasta el lugar de marras, como si presintiesen la presencia de lo extraño y desearan evitarlo a toda costa. A trescientos pies de distancia, el granjero quedó sorprendido al ver que la luz era una nave extraña de 50 pies de diámetro y con una cubierta superior acampanada. Dos luces azules y blancas marcaban el exterior del aparato, que descansaba sobre lo que parecían ser zancos. Debajo del objeto, "Sam" llegó a ver tres figuras que parecían seres humanos en la penumbra. Una figura ascendió las escaleras para desaparecer en el interior de la nave mientras que los dos restantes permanecían en tierra.
Los perros cazamapaches ladraban descontroladamente, atrayendo la atención de los extraños. En cuestión de minutos, las dos figuras restantes habían subido la escalerilla y el objeto ascendió con lentitud, haciendo un ruido que "Sam" describiría como "el silbato de un tren" antes de realizar un repentino ascenso vertiginoso y desaparecer de vista completamente.
El 29 de octubre se produciría un caso recogido en los cuadernos de trabajo del fallecido Leonard Stringfield pero poco divulgado por los medios noticiosos. En el estado de Georgia, uno de los más afectados por la oleada del '73, un chico identificado sólo como "S. R." regresaba a su hogar después de haber vendido dulces para auspiciar una actividad escolar. Repentinamente, un OVNI "configurado como una lata de cerveza" apareció a 25 pies sobre la cabeza del sobresaltado estudiante sin hacer ruido alguno, manteniéndose suspendido en el aire por unos 20 segundos. Al llegar a la seguridad de su casa, "S. R." hizo lo posible por contar lo sucedido a sus padres, quienes le prestaron poca atención. Al día siguiente, escribió una nota para sus padres, diciendo que le era necesario huir de la zona, ya que el OVNI le había infundido un temor pavoroso. Los guardias de seguridad del aeropuerto de Atlanta, Georgia, arrestaron al joven y lo llevaron a su casa, aún titiritando de miedo por el OVNI. Casi un año después, el investigador Stringfield descubrió que "S. R." había visto un rostro humanoide, arrugado, sin nariz y con una ranura por boca a través de una claraboya en el OVNI. La criatura le había dicho por vía telepática que no tuviese miedo y que se lo llevaría con él.
Humanoides en California
El 4 de octubre de 1973, el agente de seguros de vida Gary Chase irrumpió en el cuartel de policía de Anderson, California, y se dirigió directamente al sargento de guardia. "Mire, no estoy borracho, no fumo marihuana y tengo algo increíble que contarle". Durante los siguientes veinte minutos, Gary Chase describió lo acaecido a las 6:40 p.m. ese mismo día mientras que dirigía su automóvil hacia Simi Valley, 40 millas al norte de Los Angeles. Al llegar a su salida de la autopista, Chase se fijó en un objeto alargado con forma de cigarro puro que tomó por un dirigible, pero que desapareció con una rapidez inusual. El agente de seguros siguió su camino, mirando por la ventanilla de vez en cuando para ver si el objeto reaparecía, pero sólo alcanzó a ver una pequeña tolvanera saliendo del lado de la carretera, proveniente de un desfiladero. Movido por la curiosidad, Chase decidió dar la vuelta y regresar al lugar para echar un vistazo.
En el fondo del desfiladero, a 100 pies de dónde se encontraba el agente de seguros, un aparato de forma elíptica se cernía y basculaba a uno diez pies sobre el terreno. El objeto parecía tener unos treinta pies de largo y más de setenta de largo, con un color difícil de describir, pero que Chase asemejó "al imprimante de la pintura automotriz". Un aparato con forma de tubo colgaba del fondo del objeto y conducía a un riachuelo.
Atónito, el agente de seguros vio como un "ser" salía del enorme aparato para cotejar el funcionamiento del tubo, o al menos eso parecía. El ovninauta parecía un hombre de dimensiones normales que llevaba un uniforme ceñido "parecido al traje de un buzo" y cuyas facciones no podían verse por el escudo facial de su uniforme.
El humanoide se percató de la presencia de Chase, mirando directamente hacia la orilla del desfiladero. Acto seguido, el ser volvió a internarse en la extraña nave, esta vez gateando hacia la parte posterior del aparato.
Chase afirma haber escuchado un zumbido bajo semejante a una vibración. Una sustancia nubosa comenzó a cubrir el objeto; aunque la neblina artificial no llegaba hasta dónde el agente de seguros, el olor dulzón y desagradable sí lo hizo. La extraña nube tomó 60 segundos en formarse y para cuando se disipó, la enorme nave había desaparecido por completo. Otro factor de alta extrañeza lo es el hecho de que en ningún momento se acercó otro automóvil por la carretera – nadie que sintiese curiosidad por lo que veía Chase.
Dos días después de que Chase contara su experiencia a la policía, una maestra jubilada y su hija (cuyos nombres jamás fueron dados a conocer) salían de la comunidad de El Centro en la tarde del 5 de octubre de 1973 en dirección a San Diego cuando vieron un autobús de pasajeros de la compañía Greyhound en la orilla del camino. Otros automóviles y furgonetas se hallaban detenidos por delante y detrás del autobús. Pensando que se trataba de un accidente de tránsito, la maestra detuvo la marcha antes de llegar a la altura de los demás vehículos.
Pero al acercarse, descubrió que no se trataba de ningún accidente: todos los pasajeros del autobús, el chofer, y los ocupantes de los demás coches, se habían detenido para presenciar las maniobras de un objeto discoidal rodeado de un vapor resplandeciente y delicado.
La maestra jubilada y su hija declararon a R. Michael Rasmussen, director adjunto de la desaparecida organización APRO, que el objeto se elevó a una altura de 1.200 pies, dando una vuelta y volviendo a bajar, antes de desaparecer en cuestión de un instante. Lo único que quedó fue el vapor brilloso – ¿la misma sustancia que produjo la desaparición del enorme aparato visto por Gary Chase? Tal vez nunca se sepa.
Asediados por los OVNI
Timothy Green Beckley, futuro director de numerosas revistas sobre el fenómeno ovni, firmó un artículo para la revista SAGA UFO Report (invierno 1974) sobre un poblado en el estado de Texas que se había convertido en un punto de cita para el fenómeno OVNI en todas sus manifestaciones: desde comienzos del 1973, y llegando a su punto máximo en noviembre y diciembre de dicho año, los dos mil habitantes del poblado de Calvert, en el condado Robertson del centro de Texas, padecieron interferencia con sus radiorreceptores, misteriosas muertes de ganado vacuno y encuentros con seres desconocidos. Según Gracia Unger, directora del periódico Calvert Tribune, se habían registrado doscientos avistamientos fidedignos en un espacio de dieciocho meses aunque los vecinos de Calvert se mostraban reacios a abundar detalles. "Los que han visto ovnis creen en ellos", dijo Unger, "y los que no han sido expuestos al fenómeno de manera directa se burlan de los que lo han visto".
El 15 de noviembre de 1973, los vecinos del pequeño pueblo ganadero miraron al cielo para verlo lleno de esferas brillantes y parpadeantes de color violeta, rojo, amarillo y azul. El teléfono del periódico del pueblo no dejó de sonar al día siguiente mientras cientos de personas intentaban dar parte sobre lo sucedido. El 19 de noviembre, dos mujeres alegaron que su vehículo había sido perseguido por un "OVNI flamígero" (una década antes del célebre caso Cash / Landrum) al acercarse a Calvert. "No era más que un punto al principio, como una estrella, [visible desde] el lado izquierdo del coche, y luego cambió de lados. Descendió a 30 pies del terreno", explicó la testigo Faye Seely, "como desafiándonos a que nos acercáramos más..."
Mientras que el temor por lo desconocido alcanzaba niveles de crisis en Calvert, una mujer que se negó rotundamente a dar su nombre informó que a las 6 a.m. un día en el mes de noviembre había tenido un encuentro aterrador con un enorme monstruo de siete pies de estatura, que se movía tiesamente entre una neblina sumamente densa. El extraño ser bloqueaba el tránsito sobre el puente sobre el río Brazos, que divide a Calvert en dos secciones.
Treinta años después resulta muy posible que ni siquiera los mismos habitantes de Calvert se acuerden de los eventos que hicieron de su comunidad un "punto caliente" del fenómeno OVNI. Sin embargo, el asedio OVNI de 1973 marca el comienzo extraoficial de las mutilaciones de ganado que devastarían a Norteamérica dos años después.
Tommy Blann tuvo la distinción de figurar entre los primeros investigadores del fenómeno de las mutilaciones a raíz de sus actividades ufológicas durante el asedio de Calvert. El investigador hizo la observación que los animales silvestres de la zona – perros asilvestrados, coyotes y lobos – representaban la primera línea de detección del fenómeno OVNI, ya que comenzaban a aullar, ladrar y correr por los bosques y parajes, a veces corriendo enloquecidamente hacia las autopistas. Poco después de esto descubriría que el ganado vacuno tenía su propia reacción, que consistía en aparecer muerto al día siguiente con heridas sumamente extrañas. En el Kings Ranch al sur de la megaurbe tejana de Houston se informaba que muchos animales habían desaparecido, incluyendo caballos purasangre y ganado de primera calidad. En la noche los ovnis se paseaban a sus anchas sobre el rancho, sembrando temor y confusión entre los peones.
Las mutilaciones también afectarían otras partes del país. El estado de Ohio, agobiado por semanas de intensa actividad, se vería obligado a enfrentar este nuevo fenómeno: el 14 de octubre la policía de la población de Greenfield recibiría una llamada de una mujer – casi histérica – que decía que un OVNI había aterrizado en su granja y que su única vaca se había esfumado.
El 22 de diciembre, los titulares del periódico Kansas City Times anunciarían la muerte inexplicada de más de cuarenta vacas en un pastizal que lindaba con la interestatal 81. Las vacas habían padecido la extracción de sus ojos, lenguas y órganos sexuales.
Minnesota, estado limítrofe con Canadá, había sido fuente de casos de mutilaciones desde la primavera de 1973, cuando comenzaron a aparecer bovinos mutilados en los condados de Lyon y de Lincoln. Según el comisario A. Thompson, los afectados no habían visto ovnis sobre sus haciendas, sino los helicópteros negros que pasarían a formar otro factor en el alucinante fenómeno de las mutilaciones.