EL FUEGO DEL DRAGON

BOLETIN MENSUAL DE OVNILOGIA

Nº 49 – Septiembre de 2002

 

Editado por Carlos Alberto Iurchuk

La Plata – Argentina

iurchuk@netverk.com.ar

"El Dragón Invisible"

http://dragoninvisible.com.ar


Se permite la reproducción parcial o total, por cualquier medio, de los artículos presentados en este boletín. Si así se hiciere, se agradecerá la notificación al autor del artículo y al editor del boletín.


Los motivos del no-contacto extraterrestre

Consecuencias socioeconómicas y geopolíticas de un eventual contacto abierto

(Quinta parte)

 

Ignacio Darnaude Rojas-Marcos

Sevilla – España

ignaciodarnaude@galeon.com

 

Rebelión de los privilegiados

 

El impresionante listado que acabamos de examinar sobre los que temen perder bastante más que sus cadenas si se desata el contacto, pone de manifiesto que los derrotables son cientos de miles, ocupan la cima de las glorias de este mundo y controlan todos los recursos. La terrible oposición de los poderosos e invencibles no se hará esperar en cuanto barrunten el estruendoso galope de los jinetes del apocalipsis espacial, que saben muy bien los desalojarán de sus mal ganados tronos del prestigio, vida suntuaria, preeminencias sin límite y expolio de los de abajo.

De otra parte, si como ya hemos apuntado las circunstancias favorecieran el triunfo de la fase inicial del contacto antes del golpe de estado de los grupos de presión, la rápida obsolescencia de los sectores clave de la energía, defensa, automoción y artículos de consumo ocasionará la desocupación de millones de trabajadores, hambre, miseria física y moral por doquier y la crisis económica más brutal nunca contemplada por estos lares. En correspondencia con una situación fuera de control en las calles, la elite del poder tomará en prevención posiciones estratégicas en orden a planear, manu militari, un feroz contraataque contra los preocupantes avances del contacto. Estos "poseedores de todo" se aliarán si hace falta con la Mafia, capos de la droga, negociantes de armamento, oficiales ultras y otros beneficiarios de la corrupción a gran escala, con ánimo de impedir mediante procedimientos draconianos – sin descartar medidas bélicas – el fin de su influencia y un declive de sus vastas inversiones económicas.

Intereses creados inmovilistas conspiran a su vez contra los aires renovadores del contacto. Las corporativas burocracias de las administraciones públicas aunadas a las numerosas instituciones que perviven del lucro, así como los que ostentan ventajosas situaciones de hecho, influencia, autoridad y una existencia al abrigo del infortunio, torpedearán bajo común acuerdo cualquier vuelco del statu quo que tanto les beneficia, echando mano de todos los medios a su alcance, que son muchos y poderosos.

¿No es ingenuo pensar que acudirían sumisos al matadero económico la General Motors, las corporaciones transnacionales y los oligarcas que se apropian de las billonarias ganancias del oro negro, los estupefacientes, ametralladoras y medicamentos? ¿O más bien se curarían en salud erradicando por métodos violentos, incluidas las operaciones militares, todo intento subversivo de redistribución de la riqueza, igualitarismo social e implantación de energías ecológicas alternativas del crudo?

Es natural que quienes desde siempre han manipulado bajo cuerda los resortes esenciales de la economía no van a permitir como mansos corderos que de la noche a la mañana el desembarco extraterrestre les arrebate sus negocios y prebendas que les rinden – a costa de otros – oro, poder personal e incienso al ego. El club de la opulencia sabe muy bien que la conmoción E.T. derruirá lo que se opone a la igualdad, la justicia y el bienestar de la mayoría, y sus miembros están dispuestos a preservar sus colosales intereses, si hace falta a sangre y fuego.

El entramado estatal, imperfecto y harto injusto, sería de lo primero en tambalearse, hasta un inevitable derrocamiento de la clase política acompañado de la disolución de la partitocracia tradicional. Los nuevos dirigentes públicos se designarían provisionalmente entre los de máxima integridad y mejor dotados para las tareas de gobierno.

En la hipersensible casta militar (proclive a las asonadas, dueña de los arsenales y acostumbrada al ordeno y mando, abundante holganza y vida muelle), las repercusiones del contacto adquirirían tintes particularmente dramáticos. Al comprobar su indefensión ante la abrumadora ventaja de la logística sideral, el intocable estamento castrense se vería sacudido por sentimientos nada aconsejables de aprensión, nerviosismo e incertidumbre, reforzados por el debilitamiento de la autoridad civil y la creciente agitación popular en la calle. En este amenazador pandemonium y ruido de sables, el recurso a la fuerza para entronizar un régimen autoritario que restaure el orden y "los valores ancestrales", sería contemplado por la oficialidad como la única alternativa.

Antes de pasar por la vejación de deponer sus sacrosantos privilegios, el Establishment echará mano de la soberbia y de los enérgicos recursos a su alcance con tal de alargar su era de dominio. Si desembocamos en una situación insostenible, lo más probable es el levantamiento de los poderosos y la instauración de un férreo sistema totalitario, a instancias del Gobierno Invisible y secundado por el ejército, con el fin de normalizar la actividad económica y reimponer la estabilidad social. Y por supuesto dar un carpetazo al contacto abierto.

Para volver a empuñar las riendas los mandatarios depuestos orquestarán campañas de desinformación y lavado de cerebros enlodando la imagen de los ufonautas. Y recurrirán, cómo no, al boicot de las reformas al tiempo que dan pábulo a iracundas amenazas de cara a la galería contra los "malhechores galácticos" y sus aliados en tierra. Y finalmente pondrán en marcha el alzamiento en armas, cual Don Quijote contra los esplendorosos molinos de viento de la nueva era. Sólo que en lugar de herrumbrosas lanzas esta vez blandirán sus apocalípticas espoletas Hiroshima, mon amour. Si queda algo de los dinamiteros de Gaia, de los humillados y ofendidos convertidos en gas y de los huéspedes extraterrenos, serán nuestras cenizas hermanadas flotando en la atmósfera gélida del planeta inservible.

Y a estas alturas de "la novela del contacto" no debemos olvidar que siempre que se ciernen en el horizonte los nubarrones de hordas sin trabajo ni pan, turbulencia social y huracanes revolucionarios, los dueños del mundo se las arreglan para organizar una oportuna guerra curalotodo, en orden a acallar a la oposición, perpetuar su autoridad y salvar una vez más su poderío amenazado.

¿Qué han de temer por otro lado los periclitados nacionalismos de las relaciones con exoculturas ultraevolucionadas? Nada menos que su propio hara-kiri. La marea universalizadora de allende el Espacio impondrá el planeta, el sistema solar y la galaxia como nuevos superhábitats sociológicos y administrativos. Cruzado tal rubicón la única patria será el universo. En semejante contexto globalizador las anacrónicas tribus nacionales de mente estrecha y culturas cerradas habrán perdido su raison d´etre, y se verán abocadas a fusionarse en el gobierno unitario de una supernación planetarizada. Ni que decir tiene que antes de su inmolación las patrias chicas lucharán con uñas y dientes contra un contacto que acabaría borrándolas del mapa.

Pero, ¿y el desarme? Es de sentido común que los pacíficos expedicionarios de los años-luz preconicen nada más presentarse el desmantelamiento de los arsenales, en particular los ingenios nucleares acumulados desde 1945. ¿Accederían las potencias líderes y sus elites dirigentes a ser desposeídas de tan enorme poder disuasorio? Pensemos que más bien se resistirán a sangre y fuego, hasta el extremo de que algún jerarca obnubilado por la perspectiva de perder su capacidad coercitiva puede caer en la locura de usar las bombas antes de entregarlas, lanzándolas – en una demencial huída hacia delante – contra la nación que le haga más sombra. La cual obviamente no se cruzaría de brazos y le responderá con otra andanada atómica. He aquí una versión nada improbable de la tercera guerra mundial, vinculada en este caso a un contacto abierto.

Abundando en la pugna: Nacionalismos versus planetarización de la vida, ¿van a asumir sin estertores bélicos las grandes y medianas potencias el trauma de arriar sus sagradas banderas, sumado a la demolición de fronteras, aduanas, monedas, gobiernos y ejércitos? ¿Rendirán de buen grado su identidad estatal y temible aparato defensivo Europa, EE.UU., Rusia y China? O, exasperadas por ver naufragar su soberanía y preeminencia, ¿optarán por competir unas naciones contra otras en una espiral de suicidas contiendas tribales con armas de destrucción masiva, "solucionando" de paso la perturbación alienígena?

En lo que se refiere a las indirectas aplicaciones bélicas de la tecnología civil allegada del espacio, hay que considerar que una vez instaurado el trueque de cesiones mutuas con otros astros habitados, tendría lugar la recepción de patentes sobre dispositivos ideados en principio para resolver los múltiples problemas materiales que agobian a la sociedad terrestre. Es ingenuo pensar que estos providenciales inventos serán aprovechados con fines exclusivamente pacíficos de progreso técnico y económico. La minoría que detenta el poder va a intentar con descarado cinismo monopolizar los secretos cedidos por la inteligencia exterior, y los acapararía con ilegítimos fines egoístas, en particular militares, para satisfacer sus oscuros intereses de grupo, relegando a segundo término las necesidades sociales y el bien común.

Tengamos por seguro que las superpotencias competirían entre sí buscando adelantarse en la apropiación exclusiva de los nuevos descubrimientos, con ánimo de poner a punto en un tiempo record armas más mortíferas, eficaces y económicas. La nación que desarrolle con antelación el arsenal más destructivo podría sucumbir a la tentación de aprovechar la momentánea ventaja y preservar su hegemonía atacando por sorpresa a sus competidores y enemigos potenciales. La postrera guerra universal habría estallado. Y ya conocemos el altísimo coste de las otras dos que la precedieron, kilotones de sufrimiento y más de 30 millones de muertos. Una nada comparada con el invierno nuclear que seguiría a la tercera contienda en el siglo XXI.

 

Conflicto interplanetario

 

Hasta ahora hemos venido examinando mecanismos de causa y efecto, consecuencias inmediatas o indirectas de un contacto sin restricciones: Toda una cadena lógica de repercusiones que, como acabamos de ver, culminaría con razonable probabilidad en un demencial paroxismo de ciega violencia, cuyo último eslabón sería un conflicto global autodestructivo para la civilización que surgió con Adán y Eva.

Por uno u otro motivo, lo que por todos los síntomas se avecina cuando la humanidad acceda al abismo del contacto es una conflagración terminal, que aniquilará a una gran parte de la biosfera. ¿Cabe imaginar alguna razón más decisiva que aconseje cercenar sin paliativos cualquier amago de contacto en directo? Entre contacto y supervivencia está claro que sólo resta una elección: Congelar el primero hasta que las variables sociales del ecosistema local adquieran la madurez apropiada para adaptarse al Espacio.

No se agotan aquí, empero, los males del contacto. Puede que nos aguarde además otra variante de experiencia bélica: La lid contra el cosmos. ¿Tolerarían las fuerzas vivas transnacionales que la capacidad decisoria del planeta pase a manos exógenas? "La colonia espacial habría de enfrentarse al poderío atómico de ciertas naciones, que antes de renunciar a su liderazgo reducirían a cenizas nucleares nuestro hermoso geoide". Teniendo en cuenta la arraigada belicosidad del homo-nada-sapiens, no sería raro que como ya hemos comentado asimiláramos a toda prisa los datos científicos aportados por la horda celeste con fines civiles y altruistas, con el maquiavélico plan de aprovechar esta información para construir armas de multiplicada eficacia mortífera. Y a continuación devolverles el favor a nuestros mentores del espacio / tiempo en forma de andanadas de misiles con cabezas atómicas, rematadas por una segunda ofensiva complementaria a base de los flamantes ingenios archidestructivos de patente E.T. Habríamos alcanzado por este camino la máxima brutalidad imaginable en la zoología terrenal: El climax de la primera contienda interplanetaria, con todas sus muchas e imprevisibles consecuencias.

Dicho en otras palabras, cabría dentro de lo posible que ante la fantasiosa emergencia de un seudo-ataque exterior se aglutine una potente alianza de naciones, con la intervención incluso de la O.N.U., continuada por una xenofóbica declaración de guerra a los ultraterrestres bajo el lema propagandístico "necesitamos defendernos del universo y preservar los sagrados principios del cristianismo". Si la raza "invasora" reaccionase al mismo tenor violento, y no nos resta importancia como a criaturas inmaduras entreteniéndose con juguetes letales, es probable que estalle una confrontación intersideral, Ellos en todo caso meramente a la defensiva. Absurdo conflicto donde tendríamos las de perder, y en el que tal vez acabemos sembrando este tranquilo sistema solar con su segundo cinturón de asteroides.


Introducción al estudio del Fenómeno OVNI

 

Silvio Carlos José Cigliutti

Santo Tomé – Argentina

silviocjc@hotmail.com

 

Introducción

 

Comparando los inicios de diferentes disciplinas del saber científico, los fenómenos en cuestión, lejos de estructurarse linealmente, sufrieron sucesivas etapas en que estuvo presente el principio de contradicción.

En la actual etapa de investigación del fenómeno OVNI, al igual que lo acontecido con otras disciplinas, debemos posicionarnos en nuestros diferentes puntos de vistas para que juegue libremente el principio de contradicción, que permitirá desarrollar o estructurar el andamiaje de esta incipiente disciplina.

 

Desarrollo

 

Mi perspectiva me requirió determinar la naturaleza del Objeto de investigación, siendo el primer tópico a dilucidar el siguiente:

OVNIS: Objeto de estudio de las Ciencias Naturales o de las Ciencias del Espíritu o Culturales.

Al efecto, me posesionaré con un trabajo elaborado en oportunidad de finalizar el Segundo (y último) Ciclo de instrucción en el INSTITUTO SUPERIOR DE OVNILOGIA de la ciudad de Santa Fe, República Argentina, hace ya 9 años.

Decía en tal oportunidad que especial interés primaba en mí, el analizar aspectos que consideraba PREVIOS a la especulación intelectual de la temática OVNI, cual resultan los que involucran al CONOCIMIENTO como atributo del ser humano; y es sabido que una rama del saber filosófico, conocido como TEORIA DEL CONOCIMIENTO, se ocupa de ello.

Partiendo de una concepción teórica acerca del Conocimiento Humano, consideré adecuado aceptar la idea de que el fenómeno del Conocimiento abarca dos aspectos: El SUJETO conocedor y el OBJETO de tal; y se dice que entre ambos existe una correlación en la que uno de dichos elementos permanece inalterable y el otro es modificado permanentemente. El primer atributo le corresponde evidentemente al Objeto, siendo que el Sujeto se modifica en la medida que invade el terreno de lo que pretende conocer.

Prosiguiendo, es también sabido que a los Objetos se los ha diferenciado en IDEALES y REALES.

A los primeros les cabe el saber matemático y es también aceptado que éste ha sido el pilar del conocimiento científico. No obstante ello, justo es advertir que la justificación de sus presupuestos – de orden filosófico – quedan fuera de la ciencia. Es así que al enfoque matemático le corresponde una justificación filosófica. No obstante, en relación a los "Problemas de la Matemática" (F. Romero – Lógica – Pág. 149) se expresa que: "La matemática se muestra como un orbe de objetos de índole muy peculiar. Los entes matemáticos no son materiales, no son cosas; pero tienen una rigidez, una contextura igual o superior en fijeza que las cosas... Los entes matemáticos no son reales, sino ideales; poseen plena objetividad, una estructura permanente e indeformable ajena al arbitrio del sujeto que lo piensa".

Los Objetos Reales pertenecen a las ciencias naturales o de la naturaleza y a las ciencias del espíritu o de la cultura; les corresponde el estudio de la realidad propiamente humana, el ser específico del hombre y del mundo especial que crea y dentro del cual vive: la cultura. Tanto las ciencias naturales como las del espíritu son ciencias empíricas, ciencias de hechos: ciencias reales, en suma.

Sin entrar en consideraciones propias del problema de la distribución sistemática de las ciencias y aceptando que las ciencias Ideales pertenecen a la órbita de los objetos ideales, cabría aceptar un cuadro (ejemplificativo) donde pertenezcan a la ciencias naturales la física, química, fisiología, cosmología, geología, mineralogía, botánica, zoología, etc., y a las ciencias del espíritu o culturales la sicología, historia, derecho, economía, arte, sociología, política, etc.

Veamos las características propias que denotan las ciencias naturales y del espíritu o culturales.

El saber de lo espiritual (o cultural) carece de la precisión externa que advertimos en el de lo natural. Se diferencian notoriamente entre ellas en su comportamiento práctico. Un saber natural, cuando se utiliza técnicamente, triunfa si es adecuado y fracasa sino lo es. Construyendo una máquina, mis conocimientos aplicados serán correctos si funciona de acuerdo a lo previsto. En cambio, en el saber de lo cultural o espiritual las cosa se comportan de otra manera. Cualquier elaboración en tal sentido, aunque sea equivocada, podrá tener una dimensión y dirección histórica que dependerá del grado de convicción común; mientras que en el conocimiento natural, éste no pasará de reproducir más o menos fielmente su objeto. Mientras tanto, el saber de lo humano, posee fuerza evocadora, creadora. Apréciese, en este orden, la importancia que ofrece una teoría, una concepción ideológica, etc., en un momento histórico y su comparación en otro momento histórico. Qué está en juego, entonces, sino el VALOR que lleva implícito lo cultural o en su defecto, el INTERES que lo anima.

 

Opciones

 

Entrando en la cuestión central de nuestro estudio, debemos optar, sin dudas, acerca de la cualificación del objeto en la temática OVNI.

Si consideramos que todas las manifestaciones vinculadas al fenómeno OVNI son producto de nuestro imaginario, la alternativa que se nos ofrecen es la siguiente: Objetos Reales, en su subcategoria de Culturales, como estricta creación del espíritu humano, siendo las ciencias culturales las encargadas de la investigación; por ejemplo: la Sicología, Religión, etc.

En cambio, si consideramos al fenómeno OVNI como parte de la realidad, los Objetos serán Reales Naturales, involucrando a las ciencias naturales en sus investigaciones: por ejemplo Biología, Fisiología, Física, Química, Tecnología, Astronomía, etc.

 

Propuesta I

 

Considerando la casuística OVNI, las múltiples manifestaciones y en particular los "efectos" verificados ante su presencia, me inclinan hoy a considerar el Fenómeno OVNI como Objeto Real Natural, investigables a la luz de las denominadas ciencias naturales que citáramos a modo de ejemplo.

 

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Paralelamente a la consideración precedente, veamos el segundo tópico: El Saber Vulgar y el Saber Científico.

F. Romero (Ob. cit., Pág. 116), expresa: "Una separación rigurosa entre los contenidos del saber vulgar y del científico no es posible. En el saber vulgar hay muchos escalones, y los superiores confinan con el saber científico, por lo menos con sus formas más humildes. Por otra parte, lo que ahora denominamos saber vulgar, por lo menos para el hombre de ciudad, está impregnado de nociones científicas y seudocientíficas que han ido pasando insensiblemente al uso de todos, organizándose espontáneamente en lo que suele llamarse verdades de sentido común".

Más adelante, agrega: "Para comprender ajustadamente la índole del saber vulgar, téngase en cuenta que el conocimiento actual, de cualquier orden que sea, es mínimo en comparación con el conocimiento archivado en nosotros, guardado en la memoria, entremezclado con elementos afectivos y volitivos, porque el hombre no es sino un ser histórico y complejo que ama y odia, que está sujeto a necesidades vitales imperiosas, que continuamente prefiere unas cosas a otras según sus gustos e intereses, que por necesidad primaria está obligado a orientarse prácticamente en el mundo".

Prosigue: "En la adquisición de este saber opera una actividad selectiva guiada por intereses. Vemos bien, y retenemos bien, por lo tanto, lo que de alguna manera nos interesa o conviene; lo demás lo advertimos apenas y lo retenemos difícilmente... A todas estas intervenciones de factores no intelectuales se suman las fallas de la inteligencia misma cuando trabaja sin vigilancia crítica".

En cambio, en el saber científico se posee un sentido marcadamente arquitectural; se distribuyen en planos jerárquicos. No es una "masa confusa", como el saber ingenuo, sino una "estructura de líneas bien definidas". "Tiene cimientos, cuya fortaleza y firme arraigo en la roca se inspecciona periódicamente. Lo que sobre estos cimientos se sostiene está repartido de acuerdo a un plan. Se puede sintetizar la diferencia entre ambos géneros de conocimiento diciendo que el saber científico es saber metódico. El que sea metódico supone que es un saber buscado de intento, con clara conciencia de los fines y de los medios adecuados para llegar a ellos. Y el método en el saber comprende operaciones de indagación, de prueba, de sistematización, de manera que no solo el saber metódico se nos presenta con garantía de seguridad, sino en una distribución que responde a las exigencias de nuestra razón teórica y a la topografía de los objetos mismos".

Por todo ello se define a la Ciencia como "saber crítico y teórico, organizado sistemáticamente según pautas objetivas, en partes cierto y en parte muy probable, en el cual, por la índole objetiva de la experiencia y la posibilidad de acceso (directo o indirecto) a los objetos, son factibles de indagación y de comprobación plurales".

"Los supuestos o soportes últimos de este saber quedan fuera de la ciencia misma, por no cumplir alguno de los requisitos citados".

"No es lícito adjudicar a la ciencia certeza indiscutible de todo el saber que la compone. Al lado de los conocimientos ciertos, la masa de los problemas es enorme. Ante todo, toda ley inductiva es meramente probable, por muy elevada que sea su probabilidad. En ciencias como la geología y la biología, no sólo se admiten conocimientos de cuya verdad no se está absolutamente seguro, sino que conviven hipótesis o teorías distintas para dar cuenta de los mismos hechos".

El citado autor prosigue: "Rasgo principal de la ciencia es la FUNDAMENTACION del conocimiento. No se limita a recoger el saber que buenamente llega al científico sino que lo somete a prueba, le exige sus comprobantes. Indagación y Prueba suelen ir juntas en la metodología científica, y los métodos de la inducción, por ejemplo, contienen todas las precauciones imaginables para el rigor y seguridad de los resultados. El hombre de ciencia no expone dogmáticamente sus resultados; los somete a la consideración de los colegas con sus justificativos, muestra el camino recorrido y los procedimientos empleados para que pueda apreciarse la justeza de uno y otro".

 

Propuesta II

 

En consecuencia, urge determinar que para la investigación del "fenómeno OVNI" no existen alternativas que nos aparten del saber científico para la dilucidación de su realidad; aún para el caso de imposibilidad actual de cumplir, en la mayoría de los casos, con uno de sus postulados, como es el de la "comprobación plural". En modo alguno debemos renunciar a los demás postulados que estamos en condiciones de cumplir: fundamentación, rigor, método, consideración de colegas, explicación de procedimientos empleados, etc. nos permitirán conocer mayor cantidad de elementos de juicio y en consecuencia, profundizar su estudio.

Es conveniente considerar que la investigación inicial comprende el análisis "cualitativo" de cada caso, correspondiendo, luego, ingresar en el análisis "cuantitativo" (estadístico) que permitirá arribar a conclusiones más seguras y aceptables.

 

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Conocimiento racional-discursivo e intuitivo

 

Ampliando, con simple intención de transmitir conceptos vinculados a la Teoría del Conocimiento, que considero importantes como referente para el investigador de esta disciplina, transcribiré sintéticamente algunos aspectos de la obra de J. Hessen.

El autor plantea que la descripción del fenómeno del conocimiento abarca cinco problemas: 1) Posibilidad del Conocimiento humano; 2) Origen del Conocimiento; 3) Esencia del Conocimiento humano; 4) Formas del Conocimiento humano y 5) Criterio de la Verdad.

En el Capítulo IV Especies o Formas del Conocimiento nos plantea el problema de la existencia de otro tipo de conocimiento, además del discursivo. Si existe un modo de conocer más inmediato, además del mediato o como se dijo , discursivo.

De este modo, canaliza la perspectiva de análisis del conocimiento INTUITIVO al lado del conocimiento racional, haciendo una reseña histórica de su desarrollo; aceptación y rechazo a través de los tiempos.

El autor elabora una distinción que parte de la caracterización de una INTUICION SENSIBLE (captación mediante la visión de la diferencia entre el color verde y rojo; dolor y alegría que experimentamos), de otra que no lo es, a la que llama INTUICION NO SENSIBLE, a la que tampoco podemos negar (leyes lógicas del pensamiento; por ejemplo: principio de contradicción, cuando afirmamos que entre el ser y no ser existe una relación de mutua exclusión).

Prosigue: "En el punto inicial y en el punto final de nuestro conocimiento se halla, pues, una aprehensión intuitiva, tanto lo inmediatamente dado, de que parte nuestro conocimiento, como los últimos principios que constituyen la base del mismo".

El autor marca una segunda diferencia; en este caso: la INTUICION FORMAL (como la aprehensión inmediata que surge de la relación de dos contenidos sensibles o intelectuales, ya expuestos) de la INTUICION MATERIAL a la que llama Intuición en sentido propio y riguroso.

Expresa el autor: "Esta intuición material puede ser de diversa índole. Su diversidad será fundada en lo más hondo de la estructura psíquica del hombre. El ser espiritual del hombre presenta tres fuerzas fundamentales: el pensamiento, el sentimiento y la voluntad. Advirtamos que con esto no se significa en modo alguno tres facultades del alma independiente, sino sólo tres diversas tendencias o direcciones de la vida psíquica humana".

"Conforme a esto debemos distinguir una intuición racional, otra emocional y otra volitiva. El órgano cognoscente es, en la primera la razón, en la segunda el sentimiento y en la tercera la voluntad".

"En los tres casos hay una aprehensión inmediata de un objeto, y esto es justamente lo que pretende expresarse con la palabra Intuición".

"...a la misma división llegamos si partimos de la estructura del Objeto. Todo objeto presenta tres aspectos o elementos: Esencia, Existencia, Valor".

"Por lo tanto, podemos hablar de una intuición de la esencia, una intuición de la existencia y una intuición del valor. La primera coincide con la racional, la segunda con la volitiva y la tercera con la emocional".

Hessen detalla en apretada síntesis la historia del problema de la Intuición, remontándose a Platón como el más antiguo exponente, refiriéndose en los siguientes términos:

"Platón es el primero que habla de una Intuición espiritual, de una Intuición en sentido estricto. Según él las Ideas son percibidas inmediatamente, intuidas espiritualmente por la razón. Se trata de una intuición material, pues lo que vemos son determinados contenidos espirituales, realidades "materiales". Esta Intuición debe caracterizarse, además, como una Intuición estrictamente Racional, pues es una función del intelecto, representa una actividad rigurosamente teórica, intelectual".

Prosigue con Plotino, el renovador del platonismo, quien reemplaza el concepto de Ideas de Platón por el de Nus, reconociendo a la Intuición como modo de conocimiento, por medio de una operación puramente intelectual. Pero además Plotino, reconoce otra Intuición que le permite conocer el principio supremo de la realidad de lo Uno. Plotino, en sus "Enéadas" pinta la sublime contemplación de lo Divino, entendiendo que la operación de contemplación no es una operación puramente racional, sino empapada de elementos emocionales. Es una contemplación mística "en que no solo tiene parte el intelecto, sino también las fuerzas activas del hombre".

En la Teoría del Conocimiento de "San Agustín", el Nus de Plotino coincide con el Dios personal del cristianismo. Para éste, la Intuición es puramente racional, pero como Plotino, también él conoce "un grado superior de visión divina: en la experiencia religiosa", "en la vivencia religiosa se entra en contacto inmediato con Dios, lo ve de un modo inmediato, místico". Esta visión mística, para San Agustín, trasciende lo que entiende como intuición intelectual a la que según dijimos, la reconoce; le advierte un fondo emocional.

En la Edad Media, la Escuela filosófica Escolástica Intelectualista admite solamente un conocimiento discursivo racional, mientras que la mística defiende el derecho de la intuición, en especial la religiosa. "El método frío, abstracto e impersonal de la silogística, con sus formas rígidas, reglas y argumentos, no es para la mística el ideal o el medio único y exclusivo de alcanzar la verdad. La mística ve una fuente de verdad tan segura, sino superior, en la intuición subjetiva, en el "videre, sentire y expirere" espiritual, y en los sentimientos y deseos – en ocasiones extraordinariamente intensos – que acompañan a las vivencias e intuiciones íntimas" (Uberws-Baumgartner, Tratado de historia de la filosofía, 10a. ed. 1915, Pág. 328).

En el correr de los siglos el debate no bajó de decibeles. Aún en el seno de los pensadores cristianos se mantuvo con posturas inconciliables. Entre los detractores de la intuición se encuentra Santo Tomás de Aquino, quien solo admite un conocimiento discursivo, racional.

Para Spinosa y Leibniz, la intuición no representa ningún papel notable en la teoría del conocimiento. Lo mismo ocurre con Kant. En cuanto a David Hume, quien piensa que el centro de gravedad del ser humano no reside en el lado teórico, sino en el práctico, pone al lado del órgano de conocimiento teórico y racional otro órgano práctico e irracional, al que denomina "fe" (belief), y entiende por tal una aprehensión y asentimiento intuitivos y emotivos. "La fe – advierte – es mucho más propiamente un acto de la parte afectiva de nuestra naturaleza que de su parte pensante". "Gracias a esa fe, que radica en una intuición psíquica, alcanzamos la certeza de la realidad del mundo exterior, que resulta un problema insoluble para la razón teórica".

En la filosofía contemporánea tenemos a detractores de la intuición, entre los neokanteanos La Escuela de Marburgo a través de su fundador Herman Cohen; entienden que la intuición "es una ilusión, y por ende la viva contradicción del pensamiento científico. Por eso no puede tomarse nunca en consideración como método de conocimiento. Hay que mantener, por el contrario, la exigencia de un método para el conocimiento".

August Messer reconoce la intuición principalmente en el terreno de los valores. Según él, se aprende de modo inmediato los valores estéticos y los éticos. Asegura que en el terreno metafísico hay un conocimiento intuitivo.

Volkelt entiende por intuición "la vivencia inmediata de algo inexperimentado, la certidumbre inmediata de algo transubjetivo o trascendente a la conciencia". Hay, para este autor, intuición estética, ética y religiosa.

Para Dilthey y Bergson la intuición se presenta como algo absolutamente irracional, como un modo de entrar en contacto con la realidad de un modo emotivo y volitivo.

Veamos, como reflexión final, lo que piensa Hessen, sobre la Razón y Sin Razón del Intuicionismo. "El admitir o rechazar un conocimiento intuitivo junto al discursivo-racional, depende ante todo de cómo se piense sobre la esencia del hombre. Quien vea en el hombre exclusiva o predonderantemente un ser teórico, cuya principal función es el pensamiento, sólo admitirá un conocimiento racional. Quien, por el contrario, ponga el centro de gravedad del ser humano en el lado emocional y volitivo, propenderá de antemano a reconocer en el hombre, junto a la forma discursiva-racional del conocimiento, otras clases de aprehensión de objetos".

Más adelante se hace esta crucial pregunta: "Pero el reconocimiento de la intuición, ¿no significa abandonar la validez universal y la demostrabilidad, que constituye el alma de todo conocimiento científico?... ¿No significa el fin de todo conocimiento científico?"

Como respuesta, hace una distinción entre actividad teórica y actividad práctica.

"En la esfera teórica la intuición no puede ser un medio de conocimiento autónomo, con los mismos derechos que el conocimiento racional-discursivo. La razón tiene en este terreno la última palabra. Toda intuición ha de legitimarse ante el tribunal de la razón". Y prosigue: "Pero la cosa es distinta en la esfera práctica. La intuición tiene en ésta una significación autónoma. Como seres que sentimos y queremos, la intuición es para nosotros el verdadero órgano de conocimiento. En tanto el intuicionismo no enseñe otra cosa que ésta, la razón está de su parte".

Su idea se complementa con el reconocimiento del HECHO PSICOLOGICO que da lugar a una intuición metafísica, pero la RESTA VALOR LOGICO a ésta, de modo que no puede constituirse en la base última de la validez de ningún juicio en la esfera teórica, ni por ente en la metafísica.

"La última instancia en esta esfera es la RAZON y toda intuición a de someterse a su examen".

 

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A modo de conclusión

 

Partiendo de los elementos de juicios precedentemente expuestos, considero procedente concluir el presente trabajo, fijando una posición final que los contenga como presupuestos, instando su aceptación o rechazo a través de nuevas propuestas que agilicen el desarrollo de la estructura o andamiaje teórico que el tema del fenómeno OVNI hoy requiere.

Para ello, mi propuesta consiste en DESCRIBIR (como sujeto de conocimiento) LA FENOMENOLOGIA OVNI (como objeto de conocimiento).

Señalando que:

Tienen un ORIGEN desconocido; que manifiestan ESTRUCTURAS o MODELOS diversos; que se DESPLAZAN en la atmósfera y en el agua; que se los OBSERVA generalmente durante la noche y, con menos frecuencia durante el día; que realizan MANIOBRAS guiadas inteligentemente; que son TRIPULADAS en su mayoría, con la salvedad de algunos modelos que – aparentemente – son guiados a distancia y en presencia de otra estructura mayor; que los tripulantes obedecen a MORFOLOGIAS variadas, con rasgos parecidos a los humanos (cabeza, tronco, extremidades superiores e inferiores); que dejan HUELLAS en el suelo en sus asentamientos o vuelos a baja altura; que las CONDUCTAS de sus tripulantes obedecen a diversos patrones, desde ocultamiento como pauta general hasta, excepcionalmente, diálogos con personas, comprendiendo, aún, abducciones para fines aparentes de estudio sin consentimiento de la persona; que sus INTENCIONES son desconocidas; que su presencia provoca EFECTOS y PERTURBACIONES por proximidad, en personas, animales, suelo, vegetación, instrumentos, etc., provocando – incluso – daños materiales.

Señalo que la descripción de la fenomenología en el modo expuesto, constituye un verdadero plan de trabajo a desarrollar mediante una metodología científica apropiada, si tomamos los tópicos señalados (origen, estructuras, morfología, huellas, conductas, intenciones, etc.), como aspectos parciales de su estudio.

 

Silvio Carlos José Cigliutti

Necochea 2135 (CP 3016)

Santo Tomé – Provincia de Santa Fe

República Argentina