EL FUEGO DEL DRAGON

BOLETIN MENSUAL DE OVNILOGIA

Nº 52 – Diciembre de 2002

 

Editado por Carlos Alberto Iurchuk

La Plata – Argentina

iurchuk@netverk.com.ar

"El Dragón Invisible"

http://dragoninvisible.com.ar


Se permite la reproducción parcial o total, por cualquier medio, de los artículos presentados en este boletín. Si así se hiciere, se agradecerá la notificación al autor del artículo y al editor del boletín.


Encuentros entre aviones y OVNIs

 

Eduardo Mendoza Palacios

Guatemala – Guatemala

empz1@canal3.com.gt

 

(Nota de Carlos Alberto Iurchuk: Material extraído de la serie "Archivo de lo increíble" Nº 15, publicada oportunamente en la web "El Dragón Invisible")

 

Es grato recibir comentarios y solicitudes acerca de los temas que se difunden en nuestro segmento "Archivo de lo Increíble". Específicamente me voy a referir a la solicitud sobre los datos publicados en mi obra: "Ovnis, Preguntas y Respuestas", donde planteo de encuentros cercanos entre naves aéreas y pilotos chapines (apelativo de guatemalteco), y OVNIS. Espero llene las inquietudes y sirva para alimentar algún banco de datos. Obviamente no puedo reproducir todo el capítulo, pero sí los casos más importantes.

El 14 de febrero de 1967 el coronel de aviación civil Alfredo Castañeda, llevando como copiloto al capitán Carlos Samayoa (fallecido), se enfrentaron a una experiencia inusual. Posiblemente es uno de los primeros casos en la historia OVNI, donde una tripulación y su aparato comercial se vieron enfrentados a una colisión en pleno vuelo.

La mañana de ese día todo fue normal en el despegue de un DC4 de la compañía nacional Aviateca. La ruta programada era del aeropuerto internacional La Aurora, en la capital guatemalteca, hacia el aeropuerto del D.F., México.

Como es normal para esa época, verano en el trópico, el tiempo era relativamente bueno. La nave impulsada por hélice estaba a la mitad de su itinerario, sobre Oaxaca. De improviso el Coronel Castañeda vio un objeto en forma de copa de color negro, justo frente al morro de su aparato. Su copiloto se puso nervioso e incluso se asustó. Como excelente profesional hizo un viraje brusco y según lo refirió realizo una gota de agua para cerciorarse de que era lo que estaba allí.

"Los pilotos estamos acostumbrados a ver cosas volando, incluso a veces hasta papeles a miles de pies de altura, pero eso no era nada conocido" – dijo en una entrevista a través de un canal de Tele Sistema Mexicano.

Inmediatamente después del avistamiento se comunicó con la torre de control del aeropuerto Benito Juárez, donde a su llegada estaban multitud de periodistas esperándolo. El coronel Castañeda ofreció dos únicas entrevistas acerca de su experiencia. Una a la televisión mexicana al Lic. Pedro Ferríz y otra a Canal 3 de Guatemala. Por cierto que la entrevista en México duró casi dos horas. Luego en charla privada, confesó al autor de esta página, que no habló más en público sobre este asunto, para evitarse problemas.

Los encuentro con lo desconocido involucraron a otros dos pilotos guatemaltecos, pero en una ruta distinta. Los pilotos aviadores Oscar Ruiz Mendoza y Julio Archíla Peña iban rumbo a Miami, Florida. Volaban sobre el Atlántico a 12 mil pies de altura. El tiempo despejado y poca nubosidad. De pronto sobre las 2 (lenguaje utilizado por los aviadores para ubicar una dirección según un reloj imaginario), observaron claramente una especie de dirigible plateado. "Era inmenso y reflejaba claramente la luz del sol" – dijo uno de ellos. "Nunca lo dejamos, siempre estuvo allí, aparentemente iba a la misma velocidad que nosotros".

En el informe que rindieron a la empresa de navegación a la que pertenecían refirieron: "Desapareció entre la nubes, debió tener un tamaño de unos tres o cuatro aviones comerciales juntos". "No era un dirigible convencional, parecía estar siendo piloteado".

El Coronel Antonio Batres director de aeronáutica civil varias veces me confesó haber recibido innumerables reportes de pilotos que se enfrentaron a lo extraño sobre el cielo de Guatemala. Incluso él pudo ver en ruta al departamento de El Petén (al norte de la república), una brillante luz anaranjada que se bifurcó en dos horizontalmente. "Fue como si dos aparatos tomaran rumbos diferentes en la clara noche donde navegaba".

Del mismo modo relató como en su periodo de instrucción en una base militar estadounidense, disparando en misión de entrenamiento a una determinada estrella, uno de estos puntos elegidos se movió en forma increíble.

Existen otros relatos no menos interesantes y algunos más que nunca podrán ser publicados. Esto último en razón de lo que un piloto de la FAG (Fuerza Aérea Guatemalteca), me confesó al termino de una conferencia que dicté, hace algunos años, a pilotos militares de la base militar La Aurora. La revelación fue sorprendente por sus implicaciones: "No se moleste porque no hubo preguntas o aplausos, nos dijeron que sólo escucháramos". Para mí esto lo dijo todo, pese a la amplitud y atención de la que fui objeto por el coronel Rosales, para ese entonces director de la FAG.

El suceso más reciente de encuentros cercanos entre aviones y ovnis en Guatemala, es el caso que se tituló "El vuelo 510", donde existe la grabación magnetofónica entre el piloto de un 767 y la torre de control del aeropuerto internacional La Aurora. Cinta que refleja todo el dramatismo de una tripulación que por 110 millas, tuvo un objeto no identificado al frente de su nave. Este caso fue publicado en uno de los primeros boletines de El Dragón Invisible de Carlos Alberto. (*)

Cualquier colaboración para enriquecer este Archivo será bienvenida en la casilla de correo electrónico.

 

(*) Nota de Carlos Alberto Iurchuk: Véase "El increíble caso del vuelo 510" – Boletín "El Fuego del Dragón" Nº 2 – Octubre de 1998.


El fenómeno OVNI: ¿Amenaza militar?

 

Scott Corrales

Bradford – Estados Unidos

lornis@aol.com

 

La especulación siempre ha sido considerada como el vástago ilegítimo de la verdad y de la ficción, y la imaginación ha sido condenada muchas veces como el último refugio de los incompetentes (los que son capaces de hacer algo lo hacen, los demás sólo imaginan). La ufología, sin embargo, nos deja muy poco de que aferrarnos a la par que intentamos adquirir un conocimiento más profundo del reto que nos enfrenta. Por consiguiente, la especulación en este campo no deben percibirse como una deficiencia al buscar respuestas a la interrogante que nos ha desafiado desde la década de los '50: ¿Corre nuestro planeta el riesgo de una invasión inminente por fuerzas de una potencia enemiga desde el espacio exterior? Y de ser así: ¿Qué planes tienen las fuerzas aéreas del mundo para contrarrestar esta amenaza?

Ambos planteamientos han dado lugar a una jocosidad inmerecida tanto dentro como fuera de la ufología, lo que inmediatamente pone fin a cualquier discusión del asunto. No obstante, pocos parecen darse cuenta de que los ejércitos terrestres poseen dispositivos que son un tanto excesivos para confrontar las amenazas que existen en el mundo de la posguerra Fría.

La ciencia-ficción hábilmente expresó la paranoia y el miedo de los Estados Unidos hacia lo "alienígena" en una serie de largo metrajes en la década de los '50 y comienzos de los '60. Pero no fue hasta comienzos de los años '70 que una serie de ciencia-ficción, que apenas duró una temporada en el aire, reflejó la contienda entre una rama oculta de los ejércitos mundiales e invasores extraterrestres asolando nuestro planeta en busca de órganos y fluidos vitales extraídos a seres humanos – una perspectiva sorprendentemente profética a la luz de las teorías que se barajan en la actualidad.

 

Un programa televisivo revolucionario

 

El programa, llamado UFO y dirigido por el cineasta británico Gerry Anderson, nos muestra las operaciones del grupo SHADO (Supreme Headquarters – Alien Defense Organization – el Cuartel General de la Organización de Defensa Alienígena) y su devastador armamento de corte futurista en la tierra, los mares y el espacio. Si bien no se trataba de una serie con la mejor actuación o buenos guiones, el concepto general resultaba altamente profético: una raza de extraterrestres humanoides se dedicaba al secuestro de seres humanos durante décadas en calidad de fuente de órganos internos para los elementos menos afortunados de su sociedad. Este descubrimiento por parte de los gobiernos mundiales resulta en la creación de las sorprendentes defensas de SHADO así como la iniciativa de enviar una sonda no-tripulada al mundo de los alienígenas, que resulta sorprendentemente parecido al nuestro. Los humanos capturados por el enemigo adquieren sorprendentes fuerzas físicas y mentales; los pilotos capturados se ven obligados a respirar el oxígeno líquido de los alienígenas; platillos voladores en forma de trompo chocan en los recónditos bosques de nuestro mundo y son buscados por equipos de "recolección" con el propósito de apoderarse de los restos de las naves y sus ocupantes; satélites artificiales denominados SID (Space Intruder Detector) informan a los de SHADO sobre la irrupción de OVNIS en la atmósfera terrestre.

Los imaginarios satélites SID encontraron sus contrafiguras en el actual sistema de satélites DSP (Defense Support Program), un ingenio orbital de alta tecnología. De acuerdo con algunos investigadores, el sistema DSP ha sido utilizado en un esfuerzo por detectar ovnis en la orbita terrestre desde mediados de 1970. En este caso, la ficción se mantuvo al corriente de la realidad.

 

Una fuente de preocupación

 

A pesar de que el panel científico de la CIA había determinado en 1953 que los ovnis no representaban un riesgo inminente para los Estados Unidos, la USAF descubrió que la verdad era otra. En ese mismo año, la detección de un ovni por una instalación de radar en la base aérea Truax resultó en el "scramble" de un caza F-89 desde la base Kinross. El piloto persiguió al intruso sobre el Lago Superior por espacio de casi diez minutos, acercándose a su objetivo mientras que los radaristas seguían su progreso. Los "blips" en las pantallas de radar en Truax se combinaron repentinamente, lo que no causó preocupación hasta que las señales de los dos artefactos aéreos no se separaron. Los alucinados radaristas vieron como la solitaria señal desaparecía del radar. Los intentos de rescate por fuerzas canadienses y estadounidenses fueron infructuosos, y jamás se supo el paradero del piloto. El conocido investigador Kevin Randle, cuyo libro The UFO Casebook incluye el caso de Kinross, apunta que la mayoría de los pilotos en la base aérea tenía la certeza de que el ovni había capturado al F-89 y su piloto. El informe preparado por la Fuerza Aérea indicó que el incidente sólo había sido un "accidente de aviación".

A fines de los '50, el subjefe del estado mayor del servicio de inteligencia del ejército de los EE.UU. había formado una "Unidad de Fenómenos Interplanetarios", ilustrando la preocupación sobre estos asuntos imprevistos entre la jerarquía militar. El Jefe del Estado Mayor de la USAF, el general George Brown, describió en una ocasión la sarracina ocasionada por avistamientos de ovnis en la costa de Vietnam en 1968, resultando en daños importantes a un destructor de la armada australiana. A fines de los '60, un caza F-106 se lanzó a interceptar a un ovni a 15.000 pies de altura. En una escena digna de las persecuciones espaciales de La Guerra de las Galaxias, el piloto de la USAF persiguió al desconocido a baja altura sobre los valles y montañas de la remota región del oeste americano. La persecución culminó con el estrellamiento del piloto contra un risco mientras que el ovni se alejaba verticalmente hacia el firmamento (Saga UFO Report, invierno 1974).

La fuerza aérea de la antigua Unión Soviética también tuvo sus infortunios durante los encuentros con aparatos de procedencia desconocida, como pudo verse en un informe que salió a luz pública en años recientes. En 1981, la superficie inferior de un caza MIG fue desgarrada por una enorme bola de fuego cuya descripción se asemeja a la de los "foo fighters" de la Segunda Guerra Mundial. El teniente Boris Korotkov apenas consiguió regresar a su base después de que el intruso causó que los motores del avión se apagaran. Dos años más tarde, cinco MIG soviéticos fueron destruidos por otro "foo fighter" parecido.

Otro documento fascinante – un supuesto informe de la National Security Agency con fecha de 1968 – incluyó la severa admonición de que el fenómeno ovni representaba una amenaza grave para la Tierra. Dicho informe reza: "El mero hecho de que el fenómeno OVNI ha sido atestiguado en todas partes del mundo desde la antigüedad, y por nutridos grupos de científicos de buena reputación en fechas recientes, nos señala enérgicamente que no todos los OVNIS son trucajes". El informe añade ominosamente: "Si "ellos" te descubren, la vieja regla del juego es que "ellos" son más avanzados tecnológicamente. La historia de la humanidad nos muestra una y otra vez el trágico resultado de la confrontación entre una civilización técnicamente avanzada y otra más primitiva". A manera de conclusión, el supuesto informe de la NSA dice: "La investigación representa una acción intensiva de emergencia con miras a aislar la amenaza y determinar su naturaleza exacta. Estaría orientada hacia el desarrollo de medidas defensivas adecuadas en un espacio mínimo de tiempo".

El fenómeno ovni también ha demostrado tener un interés poco saludable en nuestros arsenales atómicos. Los escritores Lawrence Fawcett y Barry Greenwood, cuyo libro Clear Intent: The Government Cover-Up of the UFO Experience constituyó un hito de la investigación ovni, incluyeron un caso ocurrido en octubre de 1975 durante el cual un extraño aparato se cernió sobre la base aérea Loring mientras que los efectivos de la USAF podían hacer poco más que mirar. Pero el caso más asombroso de este tipo lo es sin duda el que aparece en las páginas del clásico UFO Dynamics del psicólogo Dr. Berthold E. Schwarz y que fue protagonizado por un oficial jubilado de la USAF, se vio envuelto en las operaciones de salvaguardar un bombardero B-52 cargado de bombas de hidrógeno tras un aterrizaje de emergencia en Vietnam. Según el oficial, los guardias destacados en torno al enorme bombardero dijeron haber escuchado sonidos de "clics" provenientes del interior de avión como consecuencia de la aparición repentina de un ovni sobre el aparato. Posteriormente, el oficial descubrió que el armamento nuclear había sido neutralizado inexplicablemente tras la presencia del objeto desconocido. El Dr. Schwarz señala que el mismo militar le dio a entender que la explosión de una ojiva nuclear en la antigua URSS a fines de los años '60 había sido causada por un ovni.

En 1980, la base aérea Kirtland en el estado de Nuevo México (famosa por el papel que ocupa dentro de la mitología ovni) experimentó la falla total de sus radares primario y secundario como consecuencia de una interferencia deliberada. Aunque fue posible precisar la fuente de la interferencia, los sistemas no fueron reactivados sino hasta cuatro más tarde. El sibilino informe de la USAF manifiesta que "no puede descartarse la presencia de interferencia hostil... dicho método ha sido utilizado en el pasado... los monitores de frecuencia informaron que el haz de interferencia fue extenso y de un tipo desconocido a su equipo electrónico". ¿Sería razonable especular sobre la formación de un "Mando de Defensa Terrestre" (a falta de otro nombre) como consecuencia de estos incidentes?

La creación de cazas y bombarderos de tecnología avanzada puede percibirse como un intento de lograr paridad – si no superioridad – con los aparatos supuestamente sólidos que denominamos ovnis. La ufología ha estudiado cientos de casos en los que interceptores convencionales han sido derribados del aire por objetos desconocidos. En un caso particular, un ovni roció una sustancia que hizo que las alas de los interceptores se súper calentasen, obligando a los pilotos a regresar a sus bases. El bombardero B-2, el caza F-117A y otros aviones "futuristas" bien podrían corresponder a esta iniciativa de defensa terrestre.

 

Las declaraciones de un presidente

 

A mediados de 1980, el presidente Ronald Reagan, a cuya instancia se comenzó la "Iniciativa de Defensa Estratégica" (SDI, por sus siglas en inglés), hizo una serie de declaraciones misteriosas (o tal vez mal entendidas) al respecto de la posibilidad de una invasión alienígena. En diciembre de 1985, en un discurso a los estudiantes y personal docente de la escuela superior Fallston, justo después de haber hablado sobre la reunión cumbre de Ginebra y sus conversaciones con Mikhail Gorbachev, el presidente musitó sobre la posibilidad de una amenaza repentina de otro mundo sirviendo como el agente catalítico para fomentar la unidad entre los países del mundo. Su discurso concluyó de manera abrupta luego de esa última aseveración.

Dos años más tarde, durante la 42º Asamblea General de la ONU, el presidente hizo hincapié en el tema nuevamente, diciendo: "A veces pienso lo rápido que se desvanecerían nuestras diferencias si nos enfrentásemos a una amenaza alienígena... y sin embargo, les pregunto: ¿acaso no existe una fuerza alienígena entre nosotros ahora?..."

Se alega que el presidente Reagan reiteró su punto por tercera vez en mayo de 1988 durante una cena política en Chicago. Como respuesta a una pregunta que no guardaba relación alguna con el tema, Reagan contestó que estaba seguro que los humanos se unirían para luchar como hermanos contra las fuerzas de otro planeta. Ningún periodista cuestionó las declaraciones del presidente, y permanecemos tan perplejos hoy por sus comentarios como lo estuvimos en aquel entonces.

 

La respuesta armada

 

A pesar del sinnúmero de tratados que han proscrito la militarización del espacio, la detonación de armas nucleares en la orbita terrestre y otras aplicaciones bélicas, las naciones con acceso al espacio exterior han sometido a prueba un número de artefactos bélicos en los últimos 20 años. A mediados de la década de los '70, la Unión Soviética comenzó la experimentación con satélites "cazadores / destructores", rayos láser y el FOBS (Sistema de Bombardeo Orbital Fraccional). La década de los '80 presenció la introducción del sistema SDI, conocido también como "Peace Shield" o "Escudo de la Paz", en el cual figuraban conceptos avanzados como cañones electromagnéticos y otras armas alucinantes como métodos para proteger a los Estados Unidos contra la agresión soviética o ataques nucleares sorpresivos de pequeños países (Libia, Irak, etc.). Otras fuentes han indicado que el grado de sofisticación y las capacidades de este sistema iban mucho más allá del objetivo declarado, llevando muchos a pensar que el programa "Star Wars" tenía un enfoque mucho más interplanetario.

El Dr. Richard Boylan, un psiquiatra e investigador ovni que se asignó la tarea de visitar todas las instalaciones militares importantes del suroeste americano, informó al escritor C. D. B. Bryan que su visita a Tonopah, Nevada (cuartel general del Air Force Defense Command) le ayudó a confirmar que se había realizado mayor progreso sobre el proyecto SDI que lo públicamente admitido por el gobierno. Boylan apuntó que las armas de pulsación electromagnética desarrolladas por la AT&T y Sandia National Laboratory bien podrían estar diseñadas para repeler aeronaves o astronaves no-terrestres, puesto que sus capacidades son excesivas para la vaporización de proyectiles balísticos. La posibilidad de que los sistemas bélicos de la SDI pudieron haber entrado en funcionamiento a sabiendas del público es corroborada por la existencia del "Proyecto Timberwind", la denominación codificada de los colosales cohetes lanzadores ensamblados para colocar los componentes de SDI en órbita. Se alega que estos monumentales lanzadores han sido vistos en la base aérea Nellis.

Durante su recorrido, el psiquiatra visitó un museo administrado por el Departamento de Energía, donde aprendió que los EE.UU. habían logrado la capacidad de acelerar partículas capaces de rendir una explosión de energía de trillones de voltios por medio de un diodo de una pulgada de grueso. Mientras que dichas capacidades se ajustan perfectamente con las armas de rayos siendo probadas (y posiblemente ya desplegadas) como parte de SDI, nuevamente resultan excesivas para derribar un proyectil balístico, cuando experimentos con menor consumo energético como el Homing Overlay Experiment (HOE) han comprobado que los proyectiles balísticos pueden ser destruidos al sencillamente chocar contra ellos a alta velocidad.

Con el paso de los años, también se ha documentado la existencia de otros sistemas defensivos desde tierra al espacio. Entre ellos figura MIRACL (Mid-Infrared Advanced Chemical Laser), que fue probado en la base de proyectiles White Sands en Nuevo México en septiembre de 1985. Este "experimento de energía dirigida", como lo describe la información del departamento de defensa, destruyó exitosamente un lanzador de proyectiles balísticos, comprobando que las armas de rayos habían dejado de pertenecer al mundo de la ciencia-ficción. Un año después del debut de MIRACL se produjo la implementación del primer haz de partículas: dicho experimento involucro el irradiación de una ojiva nuclear simulada con un haz de protones de alta intensidad, resultando en la detonación del explosivo dentro de la ojiva. En la primavera de 1989, el Láser Químico Alfa resultó exitoso durante sus pruebas iniciales como candidato para un posible arma de rayos de uso espacial. Se preparó una demostración exclusiva del sistema para Yuri Nazarkin embajador de la ex-URSS en aquel momento, y una comitiva de especialistas soviéticos – los "adversarios" contra los cuales se había desarrollado el rayo mortífero. No cabe duda que la investigación y el desarrollo de los sistemas defensivos es de carácter mundial. Desde 1985, cuando el secretario de defensa Caspar Weinberger invitó a los aliados de la EE.UU. a participar en el esfuerzo, el Reino Unido, Francia, Alemania, Israel y presuntamente la Federación Rusa se han adherido al proyecto.

Pero la investigación no se ha circunscrito a los mortales rayos de energía dirigida: el Lanzador Electromagnético Thunderbolt, uno de los conceptos para un "cañón electromagnético" producidos bajo SDI, tiene el potencial para disparar proyectiles a una velocidad en exceso de 8.6 millas por segundo. Estos pequeños pasos hacia un mundo hasta ahora desconocido de armamentos ofensivos comprueban que estamos desarrollando la capacidad de defendernos contra una amenaza mucho mayor que las armas nucleares de países enemigos.

 

Espionaje y OVNIS

 

Según la revista militar Air Defense Weekly, el secreto y controvertido proyecto "Aurora" está relacionado con un avión hipersónico potenciado por metano y capaz de alcanzar velocidades tan elevadas como Mach 7 (5.000 millas por hora). Este superavión supuestamente tiene una tripulación de tres pilotos y ha estado en servicio desde 1985, salvando la distancia desde su base principal en Nellis AFB y la base aérea de Kadena en poco menos de 2.5 horas, repostando combustible en el aire con aviones cisterna KC-135Q modificados.

Nombres parecidos a los de películas de espionaje – "Snowbird", "Aquarius", "Redlight" – manejados por los ufólogos a fines de los '80 y comienzos de los '90, pueden haberse referido a proyectos reales de la USAF en vez de naves extraterrestres recobradas. El ocultamiento de esta sorprendente tecnología bajo el cínico disfraz de tecnología alienígena resultaría natural, ya que distraería a los curiosos de cualquier interés en el "desacreditado" fenómeno ovni.

El espionaje y la ufología han mantenido incómodas relaciones en los últimos treinta años. El fallecido científico y escritor Jacques Bergier, quien nunca disimuló su incredulidad ante los ovnis, señaló que los informes sobre platillos voladores representaban una buena manera de informar a una potencia enemiga acerca de la frecuencia y cantidad de oscilaciones de los radares que abarcan una zona específica, la ubicación de la base aérea más cercana, y la naturaleza de la reacción militar durante una crisis. Según Bergier, la antigua URSS era sumamente estricta en este sentido: "todos los grupos de estudio sobre ovnis fueron desbandados y sus miembros enviados al Gulag. Los pilotos de interceptores recibieron instrucciones estrictas de derribar cualquier cosa que no tuviese el permiso necesario para entrar en su espacio aéreo. Esta política llevó a que la fuerza aérea soviética derribase una sorprendente gama de objetos, incluyendo un globo espía estadounidense que imitaba el batir de las alas de un águila".

 

Conclusión

 

Con base en situaciones pasadas, cabe suponer que los altos mandos militares cuentan con planes de contingencia para todas las situaciones que se puedan imaginar, desde el derrocamiento de algún gobierno en el tercer mundo hasta una posible invasión espacial. La declaración hecha por el general Douglas MacArthur acerca de la naturaleza interplanetaria del próximo gran conflicto mundial ha aparecido en todas las revistas especializadas en el tema ovni desde la década de los '50. Los ufólogos nos recuerdan constantemente que el estrellamiento de Roswell en 1947 constituye una prueba fehaciente del conocimiento por parte del gobierno de los EE.UU. de la existencia de los ovnis y sus tripulantes. ¿Acaso no sería igualmente razonable suponer que dicho "conocimiento gubernamental" se convertiría en acción con el paso de los años?

El precursor a nuestro ficticio "Mando de Defensa Terrestre" puede ser claramente visto en el United States Space Command (Mando Espacial de los Estados Unidos), establecido en 1985 con la misión de ofrecer "apoyo espacial, realce de fuerzas, control espacial y aplicación de fuerzas". Aunque sus labores consisten mayormente en suministrar información a NORAD y sus respectivos mandos, al igual que la programación y el control de satélites, también "permite que los EE.UU. invaliden fuerzas hostiles provenientes del espacio". Esta declaración es lo suficientemente ancha como para incluir fuerzas no terrestres así como los sistemas bélicos orbitantes desplegados por las potencias terrestres.

La última palabra acerca de este asunto especulativo puede resumirse en la leyenda latina: "Si deseas la paz, debes prepararte para la guerra". Sólo que en este caso, la escala es planetaria, y los contrincantes no son exclusivamente humanos.


Los motivos del no-contacto extraterrestre

Consecuencias socioeconómicas y geopolíticas de un eventual contacto abierto

(Octava parte)

 

Ignacio Darnaude Rojas-Marcos

Sevilla – España

ignaciodarnaude@galeon.com

 

Prebendas del contacto abierto

 

Aparquemos ahora los insondables problemas aparejados a una fraternal aunque imprevista ocupación foránea del planeta, examinados en las páginas precedentes, para enfocar el punto de mira en la otra cara del contacto: Sus ventajas potenciales en los más diversos campos de la existencia.

Vamos a suponer por un momento que, como los alienígenas revelan a los contactados, fuéramos moradores de un ensamblaje cosmológico no aleatorio, que obedece a un propósito inteligente, un Todo administrado por leyes naturales lógicas y justas establecidas en aras de un óptimo funcionamiento del conjunto universal.

En tal contexto bien podría haberse instituido una comunicación sistemática entre los infinitos niveles de realidad polidimensionales, habitados e independientes, con el fin de que el desigual avance evolutivo de los distintos receptáculos de vida se redistribuya por vasos comunicantes, y las culturas adelantadas compartan el progreso auxiliando oportunamente a las más primitivas, entre las que se encontraría la Tierra. De aquí la avalancha de merodeadores del espacio exterior detectados en el siglo más conflictivo de la historia humana: dos guerras mundiales, amenaza de una tercera y última que aniquilará la biosfera, suicidio ecológico, drogas, degeneración social, violencia y caos por doquier...

Una relación constructiva con vecinos ultrahominizados acarrearía a los toscos especimenes terráqueos un acervo de ganancias en verdad insospechadas. Su "conquista" pacífica del geoide acabaría perfeccionando, en bendita dirección anti-entrópica, la trayectoria y sentido de nuestra historia, desde siempre ensangrentada por el odio, luchas fraticidas, opresión y muerte. Los visitantes interdimensionales recalcan una y otra vez que las actitudes heterocéntricas (anteponer el bien general al propio) constituyen el principalísimo elemento sustentador de la naturaleza.

El postulado rector de la empatía generalizada, absolutamente prioritario, implicaría que las comunidades avanzadas deben ser más desinteresadas y altruistas, y que la ayuda masiva a los que en otros reinos se afanan todavía en los tramos inferiores de la escala evolutiva, ha de ser la actividad central y paradigmática en todos los confines del pluricosmos.

El omniverso nos estaría ofertando así, a través de los pintorescos usuarios de los platos voladores, un revolucionario Plan Marshall diseñado para restañar de una vez por todas las heridas de este bello esferoide azul. ¿Por qué no nos abrimos a la oportunidad de aceptar un reto tan preñado de ventajas? Pensemos que tras un desembarco amistoso de los compañeros de Arriba – colegas muy avisados en el difícil arte de vivir – resultaría más llevadero superar entre otras cosas el actual recrudecimiento del trasnochado nacionalismo, y los tribales conflictos interétnicos que asolan el globo.

Y tal vez cristalizaría algo ahora impensable: La unión comunitaria entre países antaño rivales, hasta culminar en la alianza de alguna confederación de buena voluntad, regida por un supergobierno mundial encargado de unificar en la paz a los cinco continentes. Un triunfo de la cooperación sinérgica que borraría para siempre de la conciencia colectiva la pesadilla de diez milenios de agresividad imperialista.

Del mismo modo, y por un proceso natural de ósmosis del saber, adquirirían un desarrollo impar la ciencia, la sociología y la filosofía comparadas, en base a sus homólogas implantadas en mundos más acordes con la ética y la razón. Y en principio podría ser trasvasado a la Tierra un tesoro ilimitado de conocimientos, acumulados en otras esferas tras milenios de estudio, investigación y auge evolutivo. La carrera espacial se multiplicaría para dar abasto a los ampliados horizontes de la exploración y viajes siderales. Y si antes no triunfa una catártica revolución económica, tal vez florezcan imaginativas industrias pensadas para satisfacer las necesidades menos materialistas de la sociedad, hoy abandonadas de la mano de Dios. Podríamos, incluso, avituallar al Mercado Común del Sistema Solar, con un feliz retorno a la prosperidad y al pleno empleo.

En suma, nos va a ser de gran utilidad desfogar energías en concebir los inimaginables beneficios que comportaría una benigna irrupción de los pobladores del firmamento. Siempre que, por descontado, paguemos el tributo de esforzarnos en adquirir previamente el savoir faire exigido para engancharnos con responsabilidad y ánimo pacifista en el tren civilizador del universo. Y que aprendamos también a salvaguardarnos de una autoinmolación atómica; así como del cataclismo cultural que provocaría un insalvable desfase psicoemocional con respecto a los colonizadores externos. Tenemos que solventar asimismo nuestra malhadada inadaptación al cambio permanente que nos aguarda si algún día aceptamos la oferta extraterrestre, consistente en arrumbar el furgón de cola en el museo de la chatarrería y reciclarnos de una vez en ciudadanos de primera clase en el multicosmos.

 

Plan de acción hasta el advenimiento del contacto abierto

 

¿Debemos tomar la iniciativa de aperturar conversaciones con los trotamundos galácticos, o nos arrastramos perpetuamente a remolque, como hemos hecho hasta ahora? ¿Qué tipo de conexiones con la alianza de orbes pensamos establecer? ¿Cuáles son las pautas de conducta recomendables para el trato cortés con alienígenas? ¿Qué nos corresponde hacer ahora, sin más dilaciones?

Sobran incertidumbres y echamos en falta normas orientativas sobre un dilema vital: enfrentar cara a cara a los E.T. Enigma del protocolo exosférico que concierne no sólo a los sabios, a la junta de jefes del Estado Mayor y a los expertos de la inteligencia, sino a toda la humanidad. Eso suponiendo que el cuerpo social aspire a un destino superior, lo que está por ver, y que al mismo tiempo convengamos en trascender los nacionalismos e iniciar los trámites del pasaporte único como súbditos planetarios. Además, no hay ni que decirlo, de sacudirnos multitud de hábitos y talantes egoicos que ya han periclitado en la cosmosfera.

El primer obstáculo para convertirnos en patriotas del universo no son los actores interplanetarios, sino nuestro ancestral complejo de aldea, que nos impide asumir con realismo la existencia de otras civilizaciones y acoger a sus heraldos, los objetos nunca identificados. Muchos indicios auguran que somos el pelotón de los torpes en la taxonomía universal, pero aún nos cabe rectificar. En el esquema general de las cosas nunca es demasiado tarde, pues el tiempo multidimensional es por fortuna elástico, maleable y versátil. Así es que todavía estamos a tiempo de dar la bienvenida a la influencia civilizadora de la cosmocracia, esa atractiva matrona que nos hace guiños platilloides con la malicia de llevarnos a su huerto. La primera tarea pendiente consiste en investigar las técnicas de optimización de relaciones interculturales a escala universal, que imaginaremos como una entente cordial entre seres volitivos en múltiples estadios de desarrollo individual, dedicados a acumular experiencia en mundos muy diferenciados. Para rastrear la calaña de los visitantes nos interesa discriminar los coeficientes de socialización de nuestros primastros del cielo, es decir, averiguar en qué modalidad de organismo colectivo se integran allá en su lugar de origen: Individuos, familias, tribus, clanes, feudos, naciones, bloques, parlamento mundial, coalición de planetas, confederaciones de orbes en la Vía Láctea, liga de galaxias, poder rector en nuestro particular universo espacio / temporal, y otras posibilidades que ni podemos imaginar.

Si organizamos un imaginativo programa de investigación seríamos capaces de desvelar las leyes que regulan el crecimiento de civilizaciones en otros sistemas estelares y ámbitos vibratorios, y los deseables intercambios multilaterales entre ellas. Hoy por hoy nuestra única herramienta en orden a prevenir las convulsiones del contacto es la santa ignorancia, tan perversa como su homónima también beatificada, la Santa Inquisición. Y con el analfabetismo cósmico en la mano como panacea corremos el riesgo de precipitarnos en una aventura erizada de incógnitas.

No hay tradiciones sobre cómo encauzar las negociaciones con el Espacio, ni experiencias pasadas esclarecedoras, y la única opción es hacer camino al andar dando los menos palos de ciego posibles. Por otra parte el contacto es inviable sin una educación preventiva de la población, a la que en su ignorancia actual hay que traspasar la verdad exosférica en dosis homeopáticas y a paso de tortuga, no sea que sobrevenga una horrorosa estampida social.

Necesitamos asimismo un lenguaje ecuménico, ya que comunicarse con una Babel de miles de dialectos es una empresa de dementes incluso para los milagreros extraplutonianos. También habrá que promover alguna institución central que represente al mosaico mundial de nacionalidades y elabore un programa global de preparación del contacto.

Este cuerpo representativo podría ser la Organización de Naciones Unidas, entidad que ya en 1979 se ocupó en estudiar el problema exobiológico. A esta suerte de O.N.U. le correspondería financiar una gigantesca campaña mundial de relaciones públicas, creadora de una imagen extraterrestre atrayente y positiva, en orden a persuadir a la gente de que los hombres del espacio son más o menos como nosotros y aguardan con cósmica paciencia a que les otorguemos la venia con miras a paliar, trabajando al unísono con el homo sapiens, nuestros arduos problemas domésticos.

Al mismo tiempo conviene propagar las atractivas ventajas de un tratado de cooperación con nuestros vecinos astronómicos. Con todo, el reto más complejo será rehabilitar el interior del hombre para hacerlo acreedor del contacto, por medio de una profunda mutación heterocentrista (arrinconar el Yo y enaltecer al Otro). Una reeducación de arriba abajo de la mente, las creencias y los sentimientos que extirpe la egolatría del individualismo y la sustituya por compulsiones dirigidas a la ayuda mutua y al bien común, mejor adaptadas a la naturaleza lóvica del infiniverso. Si el futuro llegara a contemplar esta gloriosa metamorfosis, los amos del cortijo planetario se verían obligados a rendir sus armas para dar paso a la Contactocracia que nos ha ocupado en tantas páginas.

El lector habrá caído en la cuenta de que en el presente estudio nos hemos basado del principio al fin en el presupuesto de que la fuerza espacial que deambula por la atmósfera y nos hace señas es positiva, bien intencionada y ha decidido interaccionar con la cultura local en base a actitudes pacíficas, sin ánimo alguno de invadir la Tierra ni ocuparla por la fuerza. No hemos considerado aquí la posible alternativa de un casus belli, de resultar conquistados por los ejércitos de otro planeta, porque creemos sumamente improbable una ofensiva militar desde el espacio. Ofrecemos a otros estudiosos el análisis de las consecuencias para la raza humana de una hipotética colonización violenta por las huestes alienígenas.

(Texto inscrito en el Registro de la Propiedad Intelectual)