EL FUEGO DEL DRAGON
BOLETIN MENSUAL DE OVNILOGIA
Nº 46 – Junio de 2002
Editado por Carlos Alberto Iurchuk
La Plata – Argentina
"El Dragón Invisible"
Se permite la reproducción parcial o total, por cualquier medio, de los artículos presentados en este boletín. Si así se hiciere, se agradecerá la notificación al autor del artículo y al editor del boletín.
Naves intermedias y Sondas
Oscar Raúl Mendoza
Santa Fe – Argentina
[Material extraído del libro "Ovnis: Huellas y Tripulantes". Reproducido aquí con autorización expresa del autor.]
Aeronaves "intermedias"
Son de tamaño mucho mayor que el de las pequeñas naves aunque, sin llegar a alcanzar el de las grandes naves.
No se las observa muy frecuentemente como a las anteriores. Sin embargo, de muchos casos denunciados, surge una variedad de formas tales como: esférica, doble plato, tipo "yo-yo" o "hamburguesa", acampanada, etc., cuyos diámetros varían entre los 10 y los 50 m.
Estos navíos, han sido responsable de la mayoría de las abducciones y del traslado o aerotransportación de automóviles. Entre la diversidad de casos denunciados, se ha registrado una distinta tipología de entidades tripulantes.
Algunas de estas naves, serían al parecer, portadoras de pequeños aparatos no tripulados, a los que denomino "Sondas". Resultan muy significativos los testimonios que dan cuenta de que de este tipo de aeronaves, vieron salir o entrar pequeñas luces extrañas.
Sondas
Numerosos son los testigos que han observado las incursiones de estos pequeños aparatos: "SONDAS", cuyo tamaño no superaría el metro de diámetro.
Generalmente se las ha visualizado en forma de luz, en color tanto rojizo, como amarillo, celeste, verde o blanco; algunas, del tamaño de un simple faro de linterna, otras, como el de las lámparas de mercurio del alumbrado público. También, se las ha visto destellar a intermitencia (similar al de los faros anticolisión de los aviones en vuelos nocturnos) lanzando esporádicos destellos rojos y verdes o rojos y blancos; a veces, bailoteando como saltando de un lado a otro.
Hasta ahora no se ha podido observar la verdadera forma estructural de estas "estrellas saltarinas"; sólo se ha logrado registrar fotográficamente con la cámara en "bulbo" los trazos de sus desplazamientos, el que aparece como una "firma" en el fotograma.
En algunos casos se han observado a estos tipos de luces surgir de otra más grande y en otros como "fundirse" con ella. Ello, podría resultar precisamente, los instantes en que salen o entran de las naves intermedias.
Dichas "sondas" consistirían en especies de "mininaves robots" teledirigidas desde la nave intermedia, destinadas al monitoreo, muestreo o vigilancia, de los sitios y/o situaciones de interés de los tripulantes.
Aunque se las ha visualizado en todo tipo de regiones, el mayor número de avistaje de estos aparatos, se ha registrado en lugares litoraleños, específicamente en zonas de lagunas o esteros. Al parecer, operan asiduamente sobre y bajo las superficies acuáticas (aún de escasa profundidad) como también, sobre islas y campos aledaños.
Por otro lado, existen numerosos testimonios que evidencian una actitud "vigilante" de dichas sondas hacia toda presencia humana, que pueda llegar a interferir sus "solapadas" tareas. Algunos testigos, fueron víctima de breves perturbaciones mentales y/o de lesiones oculares ocasionadas por su acción energética.
Cabe señalar, que algunos tipos de aeronaves extrañas, pueden llegar a ser confundidas con sondas, dado que, en algunos casos, se las observó como una masa oscura que llevaba encendidas dos pequeñas luces. Ello significa, que no toda pequeña luz o luces – de extraño comportamiento – sea precisamente una "sonda".
La serie de investigaciones, observaciones y monitoreos que desde 1991 he venido frecuentemente realizando en la localidad de Victoria (Entre Ríos) me permiten presumir que esta zona, es uno de los principales "teatro de operaciones" litoraleños de dichas Naves "Intermedias", portadoras de "Sondas".
Los Hombres de Negro en Argentina
Héctor Antonio Picco
Buenos Aires – Argentina
[Fragmento del libro editado en diciembre de 1997 por Skinwalker by J. M. Ediciones, edición bilingüe, Buenos Aires, Argentina.
Material enviado por Proyecto CATENT, Buenos Aires, Argentina, catent2002@arnet.com.ar]
Aquella vez en Capilla del Monte (Córdoba)
El 3 de marzo de 1990, concurrí con cuatro personas más a una presunta cita de los habitantes de la ¿mítica? Ciudad Metafísica de ERKS, cercana a los faldeos del maravilloso Cerro Uritorco.
Aquélla búsqueda de la entrada a una de las posibles metrópolis subterráneas de los Inmortales, fracasó. Ibamos munidos de un elemental planito provisto por una persona que decía haber ingresado a la misma. Guías especializados del lugar nos hicieron dos interpretaciones de las posibles sendas señaladas; nos encaminamos en un principio por la ruta que nos pareció más viable. Al extraviarnos totalmente en el sector de Las Gemelas, intentamos entonces el otro camino.
Junto a Carlos Pérez, uno de mis acompañantes, buscamos el sendero que nos señaló como "el del río". Los restantes compañeros quedaron junto a la única mujer de la expedición, que presentaba síntomas de descompostura física que le impedían continuar. Y allí nos ocurrió lo que C. P. relata así:
...Nos encontrábamos en aquél momento exacto, bastante confundidos y desorientados. A decir verdad, desconocíamos el verdadero camino a seguir y sólo la intuición nos guiaba. Pero queríamos tentar una vez más a la suerte y decidimos continuar aún a pesar de las escasas fuerzas que nos alentaban. Recuerdo que Héctor y yo – no sé bien si por tener más energías o la inquebrantable tozudez en no abandonar la pista – nos adelantamos al resto, internándonos en un sendero que prácticamente no existe, pues consiste en una escarpada orilla de la pobre corriente de agua que caprichosamente se interna y rodea las elevaciones, salpicada de incontables piedras amontonadas que dificultaban nuestro andar.
Al concluir la senda junto al propio río, cruzando la corriente, nos hallamos de repente enfrentados a un hombre en perfectas condiciones físicas – enseguida se verá por qué menciono esta circunstancia – de unos dos metros de altura, anchas espaldas, tez y cabellos oscuros, cuya edad era difícil de determinar: Tal vez de unos 40/45 años.
Su vestimenta consistía básicamente en una especie de capa de lluvia, pantalones (ambos de una especie de cuerina color NEGRO), borceguíes del mismo tono, no pudiendo, al menos yo, distinguir qué otra prenda tenía debajo de esa suerte de impermeable suelto. Además, recuerdo portaba algo en su mano. Como venía del lugar al que creíamos debíamos ir, le solicitamos alguna orientación. Pero ya antes de nuestro saludo había empezado a hablar:
- Formo parte de un grupo de cinco personas que viene detrás, pero yo me adelanté porque me torcí un tobillo...
Otra vez – lo analizamos después – el factor incoherencia de esta fenomenología: Si hubiese tenido ese problema, no podría haberse adelantado. Además, apenas si cojeaba un poquito. Y (también lo supimos después, por lógica) al cruzarse con el segundo grupo nuestro, no mostraba anomalía alguna en su caminar...
Más o menos, su exaltado relato fue éste, al señalarnos el sitio anhelado:
- Sí: Más adelante se toparán con una pared de piedra rojiza, una cascada muy linda... Cruzan el río hacia la izquierda, caminan unos cincuenta metros, y hallarán la cueva que buscan... Están a una hora y media de viaje todavía...
Continuamos, fatigados, durante más de una hora. Jamás nos encontramos con sus cinco acompañantes, no había tal cascada, ni ningún muro como el que nos describió. Decidimos entonces emprender el regreso. Entonces nos encontramos con nuestros tres compañeros, superado el problema de la dolencia de M., nos reprocharon haber abandonado la empresa tan pronto, y ellos decidieron seguir... Unas tres horas después volvieron al punto de partida desde donde emprenderíamos el regreso a nuestras casas, tan cansados y defraudados por la mala fortuna como nosotros dos.
La demás gente (Horacio, Dante, Mónica y Héctor) dedujeron enseguida que el sujeto era uno de los famosos HDN que quiso despistarnos. Yo no podía verlo tan claramente: Más bien me había parecido un gracioso que se había divertido a sus anchas, engañándonos como a tontos alucinados por querer entrar a la fabulosa ERKS.
Mi opinión perduró con pocos cambios hasta el 27 de julio de 1991, en ocasión en que viajé a la localidad de Llavallol a entrevistar a una dama que manifestaba algunos problemas relacionados precisamente con los HDN. Cuando le solicité me describiera un sueño (o visión) referido por ella el día que la conocí (unos dos meses antes), donde decía "ver" un lugar muy similar a aquellos aledaños serranos de Capilla del Monte (¡de dónde veía salir luces de una cueva!) cerró repentinamente sus ojos y comenzó a hablar con pausas como si estuviera en una especie de trance (debo manifestar que esta mujer es una gran psíquica):
"Estuviste muy cerca de la entrada (se dirigía a mí, obviamente) pero no pudiste llegar porque no te dejaron... Fue un hombre..."
Entonces me quedé boquiabierto, porque estaba describiendo con lujo de detalles al hombre que nos desvió en Las Gemelas, incluyendo lo que portaba en la mano (he olvidado qué era). ¡Yo no podía dar crédito a lo que estaba oyendo! Ella, como "remate", concluyó:
"Ese hombre pertenece a lo que llamamos HOMBRES DE NEGRO..."
Sólo me resta asegurar que esta señora no sabía nada de nuestro viaje a aquélla zona cordobesa y el motivo por el cual fuimos...
Los motivos del no-contacto extraterrestre
Consecuencias socioeconómicas y geopolíticas de un eventual contacto abierto
(Segunda parte)
Ignacio Darnaude Rojas-Marcos
Sevilla – España
Normas del contacto sideral
En cuanto a la metodología y cauces procedimentales del trato institucional entre remotas esferas de vida, partimos por desgracia de cero. Sólo poseemos referencias de una de ellas – que por cierto no es ningún ejemplo – el insignificante planetoide de sangre, sudor y lágrimas, huero de sobresalientes paradigmas, en el que hemos nacido. Desconocemos las leyes cosmosféricas de la exosociología, en qué mutua fase evolutiva se aconseja entablar el contacto, con qué categorías de humanidades, mediante qué técnicas de simbiosis social y en virtud de qué justificadas razones. Las generaciones venideras quizás encuentren explicaciones a tantos desalentadores interrogantes sobre la normativa del canje de embajadores entre estirpes planetarias y transdimensionales. Por nuestra parte, y a falta de antecedentes y de un derecho comparado de relaciones interplanetarias, hemos de contentarnos con ejercitar la imaginación controlada, y recomponer como Dios nos dé a entender y en base a imprecisos datos aislados el imposible rompecabezas de un contacto racional.
Quizás constituya precepto general la ausencia de vínculos entre especies en un primitivo estadio de desarrollo. Más adelante, conforme alcancen un cierto grado de madurez, se estrenarían clandestinas comunicaciones unilaterales al estilo de las que sufrimos en la Tierra, y finalmente un trato normalizado en ambos sentidos. Es de suponer también que una eventual confederación intragaláctica haya diseñado por experimentación fáctica la ingeniería social pertinente capaz de inculcar paulatinamente en las razas jóvenes las sofisticadas metas de vida y pensamiento corrientes en culturas millones de años más avanzadas, sin hacerlas sufrir innecesariamente el trauma del contacto abierto ni ocasionarles perniciosos efectos colaterales.
Pudiera ser que un acercamiento mutuo se conceda en exclusiva a las especies evolucionadas, y que el aislamiento temporal (al menos parcial y de la raza inferior con respecto a la más desarrollada) sea la tónica con respecto a asentamientos en su primer estadio de despegue cultural.
¿Vivimos en un planeta joven y por ello la transferencia de información en dos direcciones no está aún formalizada? ¿Somos una excepción, resultan atípicas y claramente anormales la agresividad, opresión e historia bélica que imposibilitan la convivencia civilizada en este salvaje rincón de la nebulosa? ¿O estamos experimentando la secuencia rutinaria de freno / aceleración del contacto que ha tenido lugar anteriormente en billones de orbes habitados?
Nos iluminaría saber en base a qué razonados criterios se ha planeado la amplísima separación de los cuerpos celestes en los abismos del espacio, por qué se sitúan tan remotos entre sí las galaxias, soles, planetas y satélites.
¿Se trata de una sensata cautela en previsión de indeseables invasiones por parte de colectivos inmaduros pero dominadores de cierta tecnología? ¿Una prudente y transitoria reclusión con el fin de postergar prematuras relaciones entre culturas de escaso crecimiento, carentes aún del imprescindible civismo cósmico? Tal vez las vastas extensiones interplanetarias constituyan un hinterland protector de seguridad, el destierro obligado con objeto de que humanidades irresponsables no logren perturbar a sus vecinos siderales. La tecnología de los viajes espaciales sólo se otorgaría en tal caso cuando se constate un desarrollo moral paralelo. El no-contacto sería de este modo provisional, una aconsejable cuarentena precautoria. Por ahora se encontrarían interrumpidas las normales comunicaciones interespaciales debido a incorregibles violaciones históricas, por parte del sistema terrestre, del ordenamiento ético-jurídico vigente en la cosmocracia. Expresado en léxico teológico, el citado bloqueo ocasional de relaciones abiertas bilaterales sería producto del pecado original del hombre, de la caída de Adán y Eva o de la rebelión de Lucifer; un aislamiento causado por disfunciones iniciales en la ética universalista autóctona. De igual modo la teoría del confinamiento punitivo de este planeta es vigorosamente defendida por los autores anónimos del tratado cosmogónico The Urantia Book (Chicago, 1955, 2.097 páginas).
Derivaciones de un extemporáneo contacto abierto
Analizaremos en la presente adivinanza un campo casi inexplorado de la prospectiva geopolítica: lo que se precipitaría sobre la ciudad planetaria alegre y confiada si los hombres del espacio se enzarzaran de repente, y sin un previo lavado de cerebros de la población, en un despliegue de aparatosas demostraciones de su presencia (lo que por todos los indicios nunca va a ocurrir). O su versión doméstica más tranqulizadora: cuando el inquilino de la Casa Blanca se asome a la pequeña pantalla con una sonrisa optimista y ofrezca a los 6.000 millones de coetáneos el discurso más famoso de su mandato:
"Como Presidente de los Estados Unidos de América y mandatario de la primera potencia del siglo XX, asumo la responsabilidad de revelar finalmente al mundo la verdad sobre los objetos volantes no identificados, tras una larga etapa de necesarias investigaciones y obligada prudencia ante lo desconocido. Ciudadanos: Hemos comprobado que hay vida inteligente en otros planetas y dimensiones. Los extraterrestres nos visitan desde hace milenios, en calladas y benefactoras misiones de asistencia, exploración y estudio. No debemos temer nada de nuestros vecinos del espacio sino todo lo contrario, congratularnos de su inestimable presencia, ya que tenemos mucho que aprender de su comportamiento ejemplar y fraternales actitudes. Los expertos han verificado con la máxima seguridad que se acercan en son de paz, y de ninguna manera se proponen invadir ni dominar la Tierra". "Los hombres y mujeres del espacio que nos tienden la mano son seres humanos con virtudes y defectos como nosotros, sólo que más avanzados en ciencia, tecnología y convivencia social. Y una buena noticia: Sin dejarse ver a las claras ni interferir directamente en los asuntos domésticos, nos siguen prestando una gran ayuda para resolver los graves problemas que aquejan a la humanidad: Superpoblación, agotamiento de los recursos energéticos, deterioro ecológico, clima bélico a todos los niveles, amenaza de invierno nuclear, déficit ético generalizado, pobreza, injusticia... Hemos de felicitarnos por tanto de contar con amigos del cosmos tan altruistas y civilizados, con los que las grandes potencias han acordado al fin establecer relaciones diplomáticas, visitas mutuas e intercambios culturales, tecnológicos, económicos y comerciales. Inauguraremos así una nueva era interplanetaria de progreso, paz y hermandad, el más afortunado acontecimiento de la historia humana".
Si anuncio tan inocuo respecto a trabar amistad con entidades benignas de elevado status espiritual se hiciera público en el porvenir, este orbe fascinante y maldito elegido por Jesús de Nazaret nunca volvería a ser el mismo.
¿Cómo nos comportaríamos al toparnos cara a cara con seres evangélicos oriundos de planos en la estratosfera del cosmos? ¿Qué sacudidas estremecerían al cuerpo social? Y sobre todo ¿cuál sería la reacción de las masas?
Turbadoras cuestiones que constituyen un ingente problema de trascendencia planetaria, y que nunca han sido debidamente aclaradas y ni siquiera presentadas ante la opinión (Es significativo que los estudios conocidos en los medios ufológicos sobre los efectos del Gran Contacto son casi inexistentes). Mucha gente cree vagamente que estamos acompañados en el enorme universo, e incluso que vehículos foráneos surcan ocasionalmente la atmósfera. Pero ni siquiera los investigadores profesionales de la exobiología se han atrevido a tomar conciencia, al menos públicamente, de los desenlaces previsibles tras la interacción manifiesta con alguna raza externa, no atacante ni enemiga sino amistosa y de intenciones positivas.
Veamos el punto de vista del doctor Bruce S. Maccabee: "¿Qué puede suceder si los humanoides pasan del mito a la realidad? ¿Estremecerá al mundo tan tremenda revelación? ¿Se derrumbará la Bolsa, los fieles atiborrarán las iglesias, se desmoronarán los sistemas políticos? ¿Degenerarán los regímenes democráticos en totalitarios? ¿Unirá esta singular emergencia a la población del globo? ¿Se desencadenará la anarquía? ¿O no ocurrirá nada de esto, y el cuerpo social continuará como siempre salvo con un cambio drástico en la concepción de nuestro lugar en el cosmos? ¿Es demasiado dramático este conocimiento secreto como para que pueda ser absorbido por la humanidad? ¿Nos está protegiendo el Gobierno – el Gran Hermano orwelliano – de los "invasores", o más bien de nosotros mismos?" "Las respuestas a estos enigmas son de inmensa importancia, y de ellas depende el destino del género humano, ya que afectan a los fundamentos esenciales de la civilización. Deben ser pues administradas con la máxima cautela y delicadeza. Por otra parte nadie debería caer víctima del pánico, porque todavía no sabemos si nos enfrentamos a una amenaza, a algún plan de ayuda desinteresada o incluso a un hermoso proyecto de amor evangélico".
Si alguna vez tiene lugar una solemne declaración pública acerca de la realidad de la vida consciente en otros reductos del espacio, es de prever una secuencia imparable de acontecimientos, que nos proponemos esquematizar en este trabajo prospectivo sobre las consecuencias económicas, geopolíticas y psicosociales de una prematura ocupación, pacífica y cooperadora, por las huestes marcianas (Reiteramos una vez más que el presente análisis no considera la llegada de hordas alienígenas destructivas, sino inmigrantes que se aproximan en son de paz y ayuda).
Las repercusiones del contacto que exponemos a continuación no son resultado de una imaginación desbocada, sino frías predicciones de disciplinas académicas como el conductismo de masas, la psicosis colectiva o la sicología del rumor. Todo ello asociado a la consiguiente moraleja sobre los fundados motivos por los cuales el contacto oficial debe ser evitado en la presente coyuntura histórica, a pesar de la bondad de nuestros visitantes.
Efectos biológicos: Riesgos sanitarios y genéticos
La arribada de exóticas especies filogenéticas, con dotaciones biológicas muy diferenciadas, probablemente en gran número y aclimatadas a astros con diversos parámetros bioquímicos, vendrá escoltada por su propia cohorte de microorganismos autóctonos. Virus y microbios aquí desconocidos que tal vez no generen en tierra los oportunos anticuerpos inmunológicos a corto plazo. Epidemias incontrolables podrían desatar una mortandad de extremo a extremo del orbe comparable a la Peste Negra de mediados del siglo XIV, calamidad que dejó Europa reducida a un erial.
Por otro lado cuando los hijos del cielo vislumbren cuerpo a cuerpo a las evas terrenales, y habida cuenta de que el pistón, el émbolo y la explosión tampoco tendrán enmienda en otras latitudes del espacio, vaticinamos un inevitable mestizaje celeste entre los huéspedes enfebrecidos y horrendos monstruos como Bo Derek. Apostamos a que los encuentros muy cercanos en la fase erótica han de producir apasionados romances entre sexonautas y los sexángeles de la especie doméstica. Si el cruce Espacio / Tierra no deviene estéril, surgirá una inédita raza de androides cuya configuración genética es un misterio, y que pudiera ocasionar un deterioro eugenésico. Ignoramos todavía si los híbridos alieno / terrestres van a ser mutantes mozartianos o más bien personajes afectados de graves anomalías teratológicas: Yetis, hombres-lobo, engendros con rasgos zoológicos, subnormales, criminales natos, etcétera.
Imperialismo cultural del contacto
La historia ha demostrado una y otra vez que siempre que una cultura superior coloniza a otra subordinada, ésta pierde sus señas de identidad y acaba como una pésima imitación degenerada de la raza dominante, por incapacidad de adaptarse a los parámetros culturales y régimen de vida importados. Como notorios ejemplos, los casos de indios precolombinos / colonizadores españoles, pieles rojas / inmigrantes del Myflower, y pueblos primitivos / hombre blanco.
Si los "bárbaros del espacio" cayeran en la tentación de desembarcar a la vista de todos, tarde o temprano impondrían sus benditas pautas civilizadoras aun por medios no coercitivos, y así dejaríamos de ser fieramente humanos hasta terminar domesticados a su estilo y semejanza. Muchos no seremos felices desde luego en el flamante y ordenado paraíso, y añoraríamos sin remedio las ventajas animalísticas del viejo orbe caótico, atrasado y conflictivo, zarandeado gracias a Dios por pasiones y concupiscencias de toda laya, donde uno es libre de pecar sensualmente en el ahora y pagar las consecuencias en incomodísimos plazos del mañana.
Contacto = Contagio. El roce con maestros ultraevolucionados forzará también un crecimiento humanístico artificial y demasiado rápido, causando desequilibrios, disfunciones y anomalías de asimilación en el metabolismo anímico de la estirpe colonizada. Excesivo conocimiento en poco tiempo predispone a la dispepsia intelectual y emocional, propia de un empacho de cultura.
La inapreciable ventaja del no-contacto es que nadie viene a hacernos las propias tareas, y semejante estado de necesidad espolea la creatividad del hombre, imprescindible para construir un futuro mejor. El cartel de planetas parece haber logrado hasta ahora un ingenioso equilibrio entre la masiva exhibición de sus ingenios aéreos o fugaces apariciones ocasionales. Si las aeroformas se convirtieran en efemérides habituales su presencia resultaría incuestionable, y ya no plantearían fructíferos interrogantes a los absortos espectadores del orbe azul, lo que embotaría nuestro interés en perseguir la verdad, que como se sabe es el motor de la ciencia y el progreso. Llegaríamos por este mal camino a la pereza pura y dura de desentendernos de los problemas inmediatos que afectan al mundo moderno, con la ilegítima pretensión de que nos los resuelvan las inteligentes zoologías estelares.
Supongamos que los argonautas llueven del plano etérico y nos regalan toda una biblioteca de memorandums sobre las panaceas de nuestros dolorosos apuros. Sin duda nos acostumbraríamos ipso facto a cualesquier ayuda gratuita del exterior, hasta considerarla rápidamente como merecida y normal. Desaparecería entonces el esfuerzo investigador, sustituido por la molicie hermanada con atrofia mental, y tanto la ciencia como el espíritu emprendedor quedarían estancados. Esta adinamia y fobia a los desafíos supondrá una peligrosa degeneración racial. Si no resolvemos las dificultades por nosotros mismos, nunca aprenderemos de primera mano las insustituibles lecciones de la experiencia, y terminaremos involucionados por la entropía cultural, promocionada indirectamente por el contacto abierto.
Por otra parte el trasvase de tecnología avanzada desde otros ámbitos vibratorios es una operación cuajada de dificultades. Aplicar los royalties de importación exigiría aprender antes la ciencia alienígena y readaptar de arriba abajo la infraestructura industrial y los procedimientos de ingeniería. "¿De dónde obtendríamos las ingentes aportaciones de capital necesarias para esta gran reconversión?"
La polución extraterrestre se manifestaría asimismo en una admiración incondicional de los aborígenes hacia esos trotamundos de la exosfera. De ahí a una ciega adoración y al fanatismo sólo hay un paso. Una suerte de oligofrenia snob nos impulsaría a imitarlos sin discriminación, en boba renuncia a nuestras genuinas constantes históricas y ambientales. Y la tendencia a idealizarlos se convertiría en adicción, hasta el punto de rendir culto a "nuestros dioses salvadores del olimpo espacial". Habríamos fundado la subhumana religión del tercer milenio.
Felicitémonos de que un principio universal de no-intervención en otras comunidades autosuficientes vedaría un contacto tan pernicioso para la parte más débil, en este caso los que para Rousseau éramos adorables salvajes terrícolas.
Shock traumático y explicaciones inaplazables
Imaginemos la tremenda sorpresa del ciudadano medio, al que la fauna política ha venido inculcando la halagadora falacia de que somos los reyes solitarios y la guinda en una insondable Creación huera de energía vital. Y que de repente le hurtan esta consoladora memez demagógica y se entera de que le han nacido otros hermanos de padres desconocidos, con estrambótica figura antropomórfica e intenciones por ver. Tras quedarse estupefactos con la (¿Buena?) nueva, los lugareños que pagan dócilmente sus impuestos, presa de la inquietud y de una morbosa curiosidad, acosarán a los medios oficiales con una frenética e incontenible andanada de interrogantes de sentido común, a los que habrá que contestar a marchas forzadas, sin mentir ni echar balones fuera:
¿Cuáles son las características fisiológicas, mentales y emocionales de los nuevos huéspedes?; condiciones de vida somática en sus hábitat de origen; lenguajes; existencia cotidiana; trabajo (¿Cómo se remunera el sudor de esas frentes?); organización económica (¿Circula el dinero?) y justicia social (Igualdad / desigualdad, opresión y libertad, ¿hay clases?); familia; emparejamiento, cómo practican el sexo y hábitos amatorios; pautas culturales; técnica política y modos de gobierno (Democracia versus dictadura); postulados éticos, moral colectiva e índice de egoísmo / altruismo; concepciones cosmogónicas y cosmológicas; teorías científicas y principios filosóficos; teología, idea de Dios, tratos con la divinidad y religiones formales; adelanto tecnológico; poderío militar y arsenales de destrucción; cuántas especies planetarias nos observan y en qué se distinguen de nosotros y entre sí; liderazgos, cooperación / competitividad y coordinación o caos entre las diversas culturas visitantes; plan de conjunto respecto a sus actuaciones en la Tierra; control colonizador ejercido; de qué planetas físicos, niveles dimensionales y planos vibratorios proceden; cuáles son sus propósitos (¿Pedazos de pan o vienen en son egoísta o a hacer daño?); Por qué demonios acude tan nutrida marabunta E.T. a este geoide conflictivo y del montón; qué maravilloso paño se despacha aquí para atraer a tanto pez gordo del cosmos; desde cuándo pululan en la atmósfera y qué tiempo se van a quedar; qué operaciones (de cualquier tipo) ejecutan en la biosfera; actitudes e intenciones concernientes a la población terrestre; planes para el futuro; por qué no se posan – como todo el mundo espera – en el césped de la Casa Blanca; ¿los ha redimido Jesucristo?; ¿van a erradicar el cáncer?; ¿piensan explotarnos?; ¿respetarán a nuestras mujeres?... Y un largo etcétera de ansiosas preguntas que pondrán de manifiesto la insaciable avidez de información respecto a un candente problema que afecta de lleno a los colonizados, asunto tan proclive además al sensacionalismo. Una expectación al rojo vivo y harto justificada que habrá que satisfacer a toda costa y lo que es peor, en detalles concretos. El público sobreexcitado, ahíto de medio siglo de engaños, ya no se conformará con la antigua profesión de ignorancia ni las candorosas explicaciones de las autoridades para calmar los ánimos. Y coaccionará de forma incontenible mediante una apasionada exigencia de datos reales.
Y desde luego mucho ojo con entreabrir los arcanos del contacto ante la opinión mundial. Esta declaración única en la historia de que los marcianos han aparecido, si llegara a proclamarse, será una medida irreversible y maximalista sin posible marcha atrás, la clásica opción del tipo o todo o nada. Llegado el momento de reconocer lo más mínimo sobre la presencia de extraños en la noche espacial, ya no cabrá frenar el proceso y habría que confesarlo todo, con los resultados fácilmente imaginables.
Racionar la verdad goza por fortuna de límites. Por mucha terapia del cuentagotas y la cal y arena que apliquen los servicios de inteligencia para dosificar las confidencias sobre la quinta columna de Venus, la presión social del "¡¡Queremos saberlo todo!!" se volverá irresistible. Al principio se intentaría amansar a las fieras arrojándoles noticias amañadas hueras de contenidos alarmistas.
Aparente perversidad alienoide
Empero, ante la ebullición popular en aumento, es inevitable que por una u otra vía se vayan filtrando retazos de los informes gubernamentales ultra secretos, basados en hechos constatados referentes a la colonización espacial.
Dichos memorandums queman por sí mismos y constituyen un arma de doble filo. Por un lado exponen los aspectos tranquilizadores del contacto, que son mayoría abrumadora y se pueden divulgar sin problemas. Pero dan cuenta al mismo tiempo del surrealista e incluso repugnante aspecto físico de algunos homúnculos platillescos, capaces de provocar el susto en la turbamulta. Y de algo mucho peor: de presuntas actuaciones minoritarias, puntuales y esporádicas (que no hacen ley pero que incuestionablemente están ahí), harto llamativas y, a primera vista, de naturaleza cuasi-delictiva. Se trata de una extraña y variada serie de misteriosos "eventos negros", mal conocidos y de los que no poseemos todavía una explicación convincente. Las citadas anomalías tal vez sean producto del funcionamiento normal de las leyes naturales, incluido el principio equilibrador del karma, denominado proceso de causa y efecto. Las regularidades de la naturaleza, aunque a veces cueste creerlo debido a nuestra ignorancia actual de ciertos mecanismos universales que a primera vista nos parecen negativos, según referencias gestionan siempre el bien común en conjunto, en profundidad y a largo plazo. También podríamos responsabilizar de estas acciones prima facie hostiles a las racionales y justificadas decisiones del equipo de altos regidores invisibles del planeta, como un subproducto – que algún día resultará aclarado – de sus legítimos actos gerenciales para el mejor fin de la raza humana. Cabría asimismo atribuir estas aparentes atrocidades aisladas, que por fortuna no son la tónica general, a algún grupúsculo marginal y no representativo de ufonautas malintencionados, quienes por enigmáticas razones actuarían fuera del control de una hipotética "policía interdimensional". Se trataría en último extremo de entidades cuyo poder real para ejercer la negatividad pudiera estar muy restringido. Y es más, estaría dentro de lo posible el funcionamiento de un pacto previo libremente acordado entre las aparentes "víctimas" y sus intangibles "agresores", en orden a vivenciar por ambas partes determinadas experiencias educativas, planeadas con el propósito de impulsar el mutuo aprendizaje evolutivo.
Sean cuales fueren las causas de la amplia constelación de hechos condenados, el caso es que si llegasen a trascender a la ciudadanía en los prolegómenos de un contacto masivo, van a agravar aún más la alarma social, y son capaces de poner al rojo los miedos ancestrales de la humanidad. Seguidamente exponemos un muestrario de lo que algunos hipocondríacos cósmicos interpretarían como hostilidad alienígena o maldades gratuitas de los dioses tutelares de la humanidad.
Catálogo del bestiario alienígena y presuntas agresiones al ganado humano
Traumáticas abducciones paranormales de millones de sujetos víctimas de sórdidas manipulaciones clínicas y ginecológicas, hibridación genital e implantes corporales como dispositivos de control remoto.
Rapto de terrícolas, tal vez reacondicionados en remotos centros de vida.
Posesiones anímicas y obsesiones psíquicas (¿La esquizofrenia es quizás una de ellas?), causadas – se dice – por mortales de inmadura evolución que tras su fallecimiento infectan por decenas de miles de millones (a juicio de Ramatis) la atmósfera astral que circunda e interpenetra dimensionalmente la Tierra. Criaturas desencarnadas que según múltiples referencias se dedicarían a instilar en la mente y emociones de personas con inclinaciones antiéticas el odio y el resentimiento, impulsos de actos criminales, adicción al alcohol, el sexo y las drogas, e incitación a una amplia gama de delitos y conductas inciviles (Léase a este respecto el sobrecogedor estudio de Kyle Griffith titulado War in Heaven, 1988, 192 páginas, editorial S/R Press, P.O. Box 60327, Palo Alto, California 94306-0327, U.S.A., teléfono (943)-06-03-27).
Mutilaciones de ganado (según Don Worley sólo en los EE.UU. se han causado más de 50.000 muertes de animales en los últimos cuarenta años), asociadas en bastantes ocasiones con ovnis y oscuros helicópteros fantasmas que no pertenecen a la Fuerza Aérea.
Reiterada presencia de aeroformas en instalaciones militares de elevado carácter estratégico, arsenales y polvorines, factorías atómicas, silos de misiles balísticos y demás áreas de alto secreto logístico.
Misteriosa desactivación – diríamos que intencional – de explosivos nucleares, destrucción de cohetes ofensivos en pleno vuelo y sabotaje de pruebas astronáuticas.
Apagones eléctricos inexplicables, raros incendios provocados y accidentes repetitivos con visos de ser deliberados (Sospechosos siniestros que han sido analizados por el cónsul italiano Alberto Perego).
Combustiones humanas espontáneas – Fuegos tal vez no aleatorios que una y otra vez fulminan a niños cuando se encuentran solos en el hogar, a inquilinos de asilos para ancianos y a pacientes de hospitales psiquiátricos.
Numerosos vehículos atestados de peregrinos que sufren percances cuando acuden a o regresan de conmemoraciones religiosas.
Frecuente exhibición de humanoides deformes y yetis malolientes.
Monstruos de horrible aspecto y hedor sulfuroso asociados a casos OVNI y a episodios diabólicos.
Animales fantasmas con características paranormales (Se vuelven invisibles cuando les conviene, eluden cualquier acoso o cacería y son inmunes a los disparos a bocajarro), que se materializan sin venir a cuento en zonas urbanas (pumas, panteras, canguros, aves gigantes cuasi-humanas, etcétera).
Descomunales serpientes oceánicas y monstruos lacustres.
Entidades que según variadas referencias habitarían en el interior del cuerpo rocoso planetario aunque en otra dimensión vibratoria (Bajo la Antártida, el desierto de Gobi o el Mount Shasta de California, etc.) (Los intraterrestres).
Presuntas civilizaciones suboceánicas de seres anfibios, humanos e inteligentes, que comparten el globo terráqueo con los habitantes de la superficie.
Los diminutos elementales que viven entre nosotros pero en otra frecuencia vibratoria: hadas, ninfas, gnomos, elfos, sílfides, duendes, salamandras...
Inteligencias no antropomórficas y seres de cuerpo energético, oriundos de niveles dimensionales alternativos, que suelen interaccionar con los humanos.
Los curiosos Hombres Vestidos de Negro (Men In Black o MIB). Sujetos a todas luces interdimensionales que se complacen en amenazar cortésmente a los testigos visuales de aeronaves desconocidas (Absurdos apercibimientos que por suerte nunca se cumplen).
Daños corporales, enfermedades e incluso homicidios ocasionados por supuestos OVNIs "hostiles" (Pudiera tratarse de meros efectos colaterales de la radiación emanada por sus sistemas de propulsión).
Consistentes rumores acerca de UFOs accidentados (a propio intento), cadáveres de pasajeros y hasta argonautas vivientes, resguardados en instalaciones paramilitares de máxima seguridad.
Hipotético pacto bilateral de mutuas concesiones, suscrito décadas atrás entre la elite del poder U.S.A. y ciertas facciones de alienígenas que no son trigo limpio. E.T. negativos que le estarían tomando el pelo al gobierno norteamericano, al cederle (sabe Dios a cambio de qué) la patente de armamento futurista y "revolucionarios" ingenios aéreos; chismes que cuestan una fortuna y que lustro tras lustro nunca llegan a funcionar.
Como acabamos de ver, un panorama de entidades y fenómenos de lo más extraño y amenazador a primera vista, que si saltara a los media es de temer que recaliente a la impresionable opinión pública hasta límites inmanejables.