EL FUEGO DEL DRAGON

BOLETIN MENSUAL DE OVNILOGIA

Nº 64 – Diciembre de 2003

 

Editado por Carlos Alberto Iurchuk

La Plata – Argentina

iurchuk@netverk.com.ar

"El Dragón Invisible"

http://dragoninvisible.com.ar


Se permite la reproducción parcial o total, por cualquier medio, de los artículos presentados en este boletín. Si así se hiciere, se agradecerá la notificación al autor del artículo y al editor del boletín.


Bailando a oscuras: Apagones y ovnis

 

Scott Corrales

Bradford – Estados Unidos

lornis1@earthlink.net

 

El ordenador se apagó repentinamente, seguido por la interrupción de la estación de radio. En un abrir y cerrar de ojos se reestableció la normalidad, y el que esto escribe maldijo el no haber guardado oportunamente el material que segundos antes había ocupado la pantalla.

Eran justo las 4:11 p.m. del 14 de agosto del 2003.

En cuestión de minutos, la radio comunicaría que se había producido un apagón de dimensiones inusitadas en las ciudad de Nueva York, justo a la peor hora del día, cuando decenas de miles de personas se disponían a regresar a sus hogares; como si fuese poco, otras ciudades se veían privadas de sus acondicionadores de aire, sus televisores, radios y otros enseres de la vida moderna en uno de los días más calurosos del año: Toronto, Ann Arbor, Lansing, Detroit, Cleveland, Buffalo, Rochester... una letanía de urbes sorprendidas por la repentina desaparición del flujo eléctrico. Las estaciones de televisión presentaron escenas de multitudes medio muertas de calor abriéndose paso entre automóviles atrapados en embotellamientos causados por la inacción de las señales de tránsito. Los políticos no demoraron en aparecer y asegurar al público que no se trataba de un atentado terrorista y que la electricidad fluiría como el agua en cuestión de horas... bueno, no horas, pero para el día siguiente... o para la tarde del día siguiente...

Los servicios públicos intercambiaban acusaciones de culpabilidad: los neoyorquinos culparon a los canadienses, diciendo que "un relámpago" había fulminado unos conductores en la estación Sir Adam Beck de Niagara Falls, uno de los centros hidroeléctricos más importantes de la región; los canadienses no tardaron en rechazar la acusación, apuntando el dedo hacia una central nuclear en Pennsylvania donde supuestamente se había desatado "un incendio" que la comisión reguladora estatal jamás supo localizar; los cínicos no tardaron en invocar la existencia de un Homer Simpson de carne y hueso, devorando rosquillas y desatendiendo importantes señales de sus tableros de control que advertían de un desastre inminente...

El apagón de 2003 no tardaría en convertirse en una de las interrupciones energéticas más grandes del siglo, afectando a 50 millones de personas desde las orillas del río Misisipí hasta las costas del Atlántico, y desde las Apalaches hasta el norte de Ontario, Canadá. Tal vez nunca se sepa la causa real detrás de los hechos, y dentro de muchos meses, cuando ya nadie se acuerde, una subcomisión presente al gobierno un fajo de papeles que "explique" con ambages lo sucedido.

¿Resulta ingenuo invocar la presencia del fenómeno OVNI como la causal del gran apagón? Si consideramos que los no identificados se pasean por los cielos del estado de Nueva York y sus regiones limítrofes casi a diario (703 casos en lo que va de 2003), se trata de algo que no debemos descartar ligeramente, considerando el pesado trasfondo histórico de los ovnis y los apagones que examinaremos a continuación. Cuarenta y ocho horas después del apagón, las autoridades aún seguían buscando una causa satisfactoria, citando como posible explicación una rara "inversión de potencia" en el Lake Erie Loop (bucle del lago Erie, una serie de cables de alta tensión), pero sin poder dilucidar qué agencia externa pudo haber ocasionado el fenómeno. Según el comunicado emitido por el North America Electric Reliability Council (NERC) el mismo día del apagón, "no queda claro si estos eventos ocasionaron el apagón en su sentido más extenso o si fueron producto de otros eventos". Alan Schriber, director de la agencia de servicios públicos para el estado de Ohio, protestó la manera irresponsable en que el gobierno asignó la responsabilidad a ciertos estados o países. "Todo el mundo apunta el dedo hacia Ohio. Por Dios, tal vez no haya sido Ohio. No sé quién habrá sido [el responsable] y ellos [la NERC] tampoco lo saben".

Para fines del 16 de agosto, la Casa Blanca anunció que un equipo de trabajo canadiense y estadounidense investigaría a fondo las causas del apagón para identificar acciones correctivas que impedirían su repetición.

 

La ficción se hace realidad

 

En 1952, el ya fallecido Isaac Asimov deleitó a los entusiastas de la ciencia ficción en todas partes del mundo con el libro Foundation and Empire, la segunda parte de su genial trilogía Foundation. En dicho libro, los defensores del planeta Terminus son asediados por el enemigo incógnito conocido sólo como "The Mule" (la Mula), cuyo poderío reside en una elegante súper-arma: el depresor de campos atómicos, capaz de dejar a mundos enteros sin energía, derrotando así a sus adversarios sin disparar ni un tiro. Las posibilidades de tal ingenio ficticio se hicieron realidad cuando los investigadores de la disciplina conocida como ufología – aún en pañales – enfrentaron casos en que los OVNI eran capaces de interferir con la energía de carros, motocicletas y enseres domésticos. Jacques Vallée hace referencia a un incidente ficticio anterior a Asimov: una obra teatral escrita en 1933 por Arthur Koestler, titulada The Twilight Bar (El Bar del Ocaso), en la cual el paso de un meteorito sobre una pequeña isla/nación causa un apagón general que sirve de preludio a la llegada de seres extramundanos, portadores de un mensaje apocalíptico.

Uno de los primeros casos verídicos de interferencia con el flujo eléctrico a zonas residenciales sucedió en el mes de noviembre de 1953, cuando un OVNI del tamaño de una pelota de fútbol americano descendió de los cielos sobre New Haven, Connecticut, procediendo a estrellarse a través de una cartelera cercana a una comunidad de viviendas, remontando después el vuelo y desapareciendo. Las luces en todo el vecindario se atenuaron mientras que se desarrollaba el insólito evento. El paso de un OVNI gigantesco sobre la aldea de Tamaroa, Illinois, en 1957 también tuvo como consecuencia un apagón.

¿Resultaba inconcebible, acaso, que estos aparatos desconocidos, propensos a sobrevolar los cables de alta tensión, fuesen capaces de afectar objetos de mayor tamaño? Estas preguntas, que entonces eran sólo meros ejercicios de especulación, adquirieron una nada agradable solidez durante lo que se conoce como el Gran Apagón del Noreste – un incidente que se nos aseguró "jamás se volvería a repetir".

En fechas recientes, Brasil se ha visto afectado por apagones relacionados con el fenómeno: El 3 de febrero del año en curso dos OVNI de conformación esférica y color plateado se pasearon por los cielos de Atibaia, en el estado brasilero de Bahía, a las 2:30 AM mientras que se producía un apagón. En 1999, cuando un apagón dejó sin luz a los estados de Río Grande do Sul, Santa Catarina, Paraná y tres más en la oscuridad el 11 de marzo a las 11:00 p.m., le gobierno insistió que la central eléctrica de Bauru había sido impactada – qué curioso – por "un relámpago", a pesar de que varios testigos afirmaron haber visto tres objetos resplandecientes, plateados y de dimensiones mayores que las de un avión, sobrevolando la región, cerniéndose sobre los cables de potencia que transmiten electricidad desde la hidroeléctrica en Itaipú hasta Sao Paulo.

Un objeto circular que despedía luces anaranjadas fue visto sobre Mar del Plata, Argentina, a fines de abril de 1996. La empresa eléctrica en dicha ciudad admitió que se produjeron averías parciales en el tendido eléctrico mientras que el objeto sobrevolaba la zona.

 

Hace casi cuarenta años en Nueva York...

 

El 9 de noviembre de 1965, 29 millones de almas en el noreste de los Estados Unidos y millones más en el Canadá quedaron hundidas en las tinieblas al ser afectada la electricidad por un fenómeno desconocido. A las 5:30 PM ese fatídico día, miles de aterrorizados neoyorquinos quedaron atrapados en los túneles de los trenes subterráneos y dentro de los ascensores en el corazón de los rascacielos. Veinticinco millones de personas pasaron aquella insólita noche en los recibidores de los hoteles de la ciudad, en bares, coches y museos. Ninguna instalación quedó ilesa, ni siquiera las bases militares.

El apagón se expandió como una mancha de tinta, en cuestión de minutos, desde la región de Niagara Falls a las ciudades de Buffalo, Rochester, Utica y las comunidades más pequeñas a lo largo de los Grandes Lagos. Acto seguido, abarcó los estados de Pennsylvania, Massachusetts, Connecticut, Nueva Hampshire y Vermont. En una nación hundida en el temor de la Guerra Fría, en donde el recuerdo de la Crisis de los Misiles en Cuba aún estaba fresco, se temió en un principio que el apagón presagiaba la hecatombe nuclear. Un piloto comercial exclamó que el acto de ver la oscuridad que reinaba en la tierra que sobrevolaba su avión le hizo pensar que "había llegado el fin del mundo".

Estaciones radiales operando con fuerza de respaldo consiguieron tranquilizar a la población, aunque algunas noticias hacían referencias a "problemas sucedidos en el Norte" sin ofrecer nada concreto. Un instructor de aviación al norte de Syracuse, NY, dijo haber visto una colosal bola de fuego cerniéndose sobre las líneas de alta tensión de cuarto de millón de voltios pertenecientes a la estación de la empresa Niagara Mohawk en Clay, NY. Precisamente en ese momento, los operarios en la zona de Nueva York registraron una masiva arremetida de potencia hacia el norte, tal vez atraída por la "bola de fuego". Miles de testigos en las oscurecidas ciudades y comunidades rurales presenciaron esa tarde extrañas luces que surcaron el cielo impunemente.

Otros dijeron haber visto "bólidos" balanceándose sobre las líneas de transmisión mientras que mudaban colores desde el azul al verde y al anaranjado. Una hora antes de la interrupción del flujo eléctrico, dos pilotos de aviación civil – Jerry Whittaker y George Croniger – afirmaron haber visto dos interceptores de la fuerza aérea persiguiendo dos objetos desconocidos.

La explicación oficial producida en aquel momento fue que la disyunción de un relé en la enorme central Sir Adam Beck No.2, ubicada unas cuantas millas al norte de Niagara Falls, había producido el apagón. Según los expertos, la disyunción alegadamente sobrecargó las líneas en EE.UU. y los detectores de carga no fueron capaces de funcionar según su diseño – otro hecho que tampoco fue explicado satisfactoriamente.

El noreste de los EE.UU., presa de la oscuridad, fue un tema que despertó el interés mundial. No puede decirse lo mismo de los apagones que sucedieron después: semanas más tarde, Nuevo México, Texas y la república mexicana quedarían a oscuras. El 3 de diciembre de 1965, Ciudad Juárez en México y las principales urbes del suroeste estadounidense fueron víctimas de apagones inesperados, mientas que Socorro, NM, la base aérea Holloman, y el campo de misiles White Sands y otras instalaciones de interés estratégico quedaban inservibles. La culpa recayó sobre un par de unidades defectuosas en algún rincón de Nuevo México; sin embargo, testigos locales afirmaron haber visto un objeto resplandeciente sobre la central eléctrica.

Discusiones en torno a las medidas que podrían tomarse contra los apagones causados por los OVNI se hicieron sentir justo después de los eventos. Milton L. Scott, un investigador de Filadelfia, hizo la siguiente recomendación: "Podemos empezar por avisar a las empresas de servicio público del país sobre el peligro inminente de los apagones repentinos, y advertir a las centrales eléctricas que deben cerrar todos los interruptores dentro de su alcance si llegan a detectar un enorme sobretensión de procedencia desconocida desplazándose a lo largo de las líneas". El físico James McDonald, apasionado apologista de la existencia de los ovni hasta su trágica muerte, no dudó en afirmar que la fuente del apagón eran los no identificados.

Sudamérica también experimentaría apagones en masa, así como la gran oscuridad que arropó a Buenos Aires el 26 de diciembre de 1965. La mayor parte de la ciudad quedo a oscuras por espacio de siete horas sin que hubiesen plantas de emergencia disponibles a los círculos oficiales. Como resultado, la falta de comunicación con las autoridades causó un pánico tremendo entre la población. Sin embargo, platívolos capaces de "chupar" energía ya se habían dado a conocer en América del Sur años antes: un resplandeciente ovni en forma de platillo voló pausadamente sobre la comunidad brasileña de Mogi Mirim en 1957, extinguiendo las luces a sus paso. Los espectadores pudieron observar zonas completamente negras directamente debajo del trayecto del OVNI y otras zonas adyacentes en dónde la luz sólo se había atenuado. La situación se normalizó justo después de que el platívolo había abandonado la zona.

 

El policía y el platillo

 

El oficial de patrulla Herbert Schirmer, el malhadado protagonista del secuestro ovni de Ashland, Nebraska, en 1967, alegadamente fue conminado por uno de sus anfitriones alienígenas a asomarse por una ventanilla: el policía pudo ver que la "nave espacial" en la cual se encontraba había extendido una sonda sobre un cable de alta tensión. Se produjo un fogonazo breve y la sonda empezó a alimentarse de electricidad a partir del cable. Los ovninautas supuestamente le dijeron a Schirmer que tenían "dificultades en almacenar electricidad" y que el sobrante sería devuelto al cable de alta tensión. ¿Podría haber sido esta clase de operación la causal del Gran Apagón del Noreste, así como de otras averías de origen desconocido?

 

¿Del cine a la realidad?

 

Al hablar del fenómeno OVNI y su supuesto impacto sobre el tendido eléctrico de nuestro mundo, la primera imagen que entra en nuestra mente es la del confuso electricista Roy Neary (encarnado por Richard Dreyfuss) respondiendo a un apagón masivo en la ruralía estadounidense durante una de las mejores secuencias de Encuentros en tercera fase. Su misión – averiguar las causas del apagón de parte de su empresa de servicio público – se convierte en una experiencia de contacto que cambia su vida por completo.

Pero la extraña relación que existe entre el cine y los apagones producidos por la presencia de aparatos desconocidos en nuestros cielos no acaba ahí: Mientras que miles de estadounidenses visitaban cines en todo el país para presenciar el espectáculo cinematográfico llamado Independence Day (un rodaje parecido a La Guerra Entre Mundos en el cual una civilización extraterrestre intenta apoderarse de la Tierra, antes de ser derrotada por heroicos pilotos terrícolas), se estaba produciendo un incidente que resucitaba el incómodo espectro de los "apagones ovni".

El 2 de julio de 1996, algo desconocido consiguió incapacitar los sistemas de comunicación y de potencia a lo largo de una región de once estados de la unión americana, desde Montana hasta Nuevo México. La reacción en cadena tuvo como consecuencia alucinantes problemas de tránsito, obligó a los centros médicos y a los aeropuertos a activar sus plantas de emergencia, y dejó consternadas a millones de personas en un caluroso día de verano.

Al día siguiente, los informes de prensa indicaron que el problema residió en tres líneas de transmisión de 500 kilovoltios cada una que iban desde las centrales hidroeléctricas en la zona del noroeste hasta los estados del suroeste. Las autoridades manifestaron que las tres líneas cayeron simultáneamente, pero no eran capaces de explicar lo sucedido. El resultado fue que mas de una docena de centrales eléctricas quedaron fuera de línea, junto con siete bombas en el acueducto del Río Colorado. Un portavoz para Bonneville Power, empresa que administra el tendido eléctrico en el noroeste de los EE.UU., señaló que el problema estaba en Rock Springs, Wyoming, donde cuatro centrales de quinientos megavatios repentinamente quedaron fuera de línea.

1.2 millones de personas en Nevada, el oeste de Oregon, el sur de Idaho y el estado de California quedaron sin suministro eléctrico. Joe Marshall de la Idaho Power Co. dijo en un cable de la Associated Press: "Probablemente fue una sobrecarga, o hubo alguna falla, pero nadie sabe a ciencia cierta lo que ocurrió".

La revista Newsweek citó a un funcionario anónimo quien dijo: "Podemos decir que no fueron los OVNI, y creo que tampoco fue obra de los hackers". Pero la sospecha de que el fenómeno ovni pudo haber guardado alguna relación con el apagón no pudo eliminarse de la mente del público. Aunque no existen pruebas fehacientes que indiquen que el fenómeno haya sido la causa de los eventos, abundaron rumores en la Internet en cuanto a actividad ovni en Coeur D'Alene, Idaho (lugar conocido por sus avistamientos) y en otros puntos del tendido eléctrico nacional. Tal vez aún haya algo de cierto en el viejo dicho de que aquellos que olvidan el pasado están condenados a repetirlo.


Alguien nos vigila

Los misteriosos Hombres de Negro

(Tercera parte)

 

Guillermo Daniel Giménez

Necochea – Argentina

gdgneco@yahoo.com

 

A continuación se detallan dos nuevos episodios vinculados a la presencia de los HDN.

El 1ro. de ellos acontecido en la provincia de Buenos Aires y en Capital Federal, República Argentina, teniendo como protagonista principal a un investigador conocido del mundo ufológico, que es perseguido por estos HDN. Y en el 2do episodio, dos jóvenes, desconocidos entre sí, observan la presencia de un OVNI, pero no todo terminaba ahí. Extraños episodios con presencias de Hombres de Negro no sólo a los testigos, sino también "molestaron" a quien los investigó, aconteció en la región más occidental del Canadá.

Dos incidentes ocurridos en los dos extremos de un mismo continente, América, vinculado a la presencia misteriosa de los Hombres de Negro.

Veamos estos hechos:

 

Los hombres de negro en la Argentina

El incidente de P. A. H.

 

Era septiembre de 1983, cuando una carta, de la habitual y numerosa correspondencia recibida, acaparó mi atención, firmada por un conocido investigador, autor de importantes trabajos sobre nuestro quehacer investigativo.

La misma hacia referencia sobre el tema de mi especialidad: el accionar de los misteriosos Hombres de Negro, el área de mi ardua tarea de investigación hacia esta Conspiración del Silencio.

Comencé mi investigación, mi interrogatorio hacia el protagonista principal, conociendo así, a este excelente testigo calificado, quien ha prestado servicios a una importante entidad de la República Argentina, que para su incorporación requirió el correspondiente informe a Inteligencia, apareciendo su ficha totalmente limpia, de buena reputación.

Aquí he omitido su nombre y otros datos, junto al de otros protagonistas involucrados en estos extraños hechos, a pedido expreso del mismo, no obstante esto, todos los informes obran en mi poder.

Escuchemos al protagonista de este misterioso incidente.

 

G.D.G.: ¿Cómo te llamas?

T.: P.A.H.

G.D.G.: ¿Qué edad tienes?

T.: Cuarenta y dos años.

G.D.G.: ¿Dónde naciste?

T.: En un campo a 10 km. de Rancul, Provincia de La Pampa, pero en jurisdicción de Córdoba.

G.D.G.: ¿Qué día?

T.: El 14 de septiembre de 1941, a las 10:15 hrs.

G.D.G.: ¿Cuál es tu profesión?

T.: Por vocación: Escritor. Por sobrevivencia: Tareas de Contaduría.

G.D.G.: ¿Casado?

T.: Sí.

G.D.G.: ¿Tienes hijos?

T.: No.

G.D.G.: ¿Cuándo fue tu primera experiencia OVNI?

T.: Cuando tenía cuatro o cinco años.

G.D.G.: A partir de allí, ¿nace tu interés por el fenómeno?

T.: No. Ni siquiera cuando mi segunda experiencia, el 13 de octubre de 1965, sino un par de años después.

G.D.G.: En 1975 escribís tu primer novela, ¿sobre el Fenómeno OVNI?

T.: Sí, pero no como investigador, sino más bien como recurso literario, hasta un poco burlescamente hacia la tendencia "redentorista" de algunos ovnílogos, que me fastidia por lo cómica.

G.D.G.: ¿Qué hiciste antes del primer hecho extraño?

T.: Nada. Levantarme antes de tiempo (en ese tiempo yo sólo trabajaba por la tarde). Bueno, no tanto eso: Yo siempre me levanté muy temprano. Pero eso sí NUNCA bajaba a la calle a esa hora.

G.D.G.: ¿Qué fecha sería?

T.: Era el mes de octubre de 1976. No recuerdo el día. Sí la hora, más o menos: Alrededor de las 08:30.

G.D.G.: ¿Qué te sucedió en ese encuentro?

T.: Una mujer que venía en sentido contrario al mío, al cruzarnos en la vereda, me saludó por mi apellido, con extraña expresión, agresiva y burlescamente.

G.D.G.: ¿Cómo iba vestida esa mujer?

T.: De pollera y chaqueta negra. Zapatos y cartera del mismo color en su mano derecha.

G.D.G.: ¿Y su lenguaje era extranjero?

T.: No. Era el habitual de la gente de aquí.

G.D.G.: ¿Su rostro tenía pintura?

T.: No. Como casi todas las mujeres de edad madura.

G.D.G.: ¿Qué estatura aproximada?

T.: 1,60 m. Quizá algo menos. La deducción la hago comparándola con mi propia estatura.

G.D.G.: ¿Y cuál es tu estatura?

T.: 1,84 mts. Más o menos.

G.D.G.: ¿En qué calle de Buenos Aires aconteció esto?

T.: Billinghurts al 220/30. Entre Cangallo y Díaz Vélez.

G.D.G.: ¿Había gente en su alrededor?

T.: En esos momentos no.

G.D.G.: Al día siguiente volviste a encontrarte con esta mujer, ¿qué fue lo que sucedió?

T.: Me preparé para inquirir sobre su extraña actitud del día anterior. Ella me miró desafiante, y en el mismo tono me preguntó: ¿Qué pasa?

G.D.G.: ¿Y ella qué contestación te dio?

T.: Ninguna, pues yo no alcancé a preguntarle nada.

G.D.G.: ¿Siguió caminando normalmente?

T.: Sí. Hasta que llegó a Cangallo, donde giró sobre sus pasos y me miró desde unos 60 metros, como sabiendo que el encargado del edificio y yo, estábamos conversando sobre ella, sobre si sería del barrio o no.

G.D.G.: ¿Qué fue lo que sentiste al acercarte a ella?

T.: La primera vez nada en especial, pues no presentía nada. Ya la segunda vez, una sensación de frío y pánico, la seguridad de hallarme frente a algo desconocido para mi comprensión.

G.D.G.: ¿Cómo eran los ojos de esa mujer?

T.: Muy brillantes, poseídos, yo digo a veces "brillo dorado" aunque no sea exactamente así, porque no sé que otra definición darle a la mirada tan extraña, cargada de amenaza, maldad, odio.

G.D.G.: ¿Qué hiciste luego de verla?

T.: La primera vez, nada. Caminé hacia Rivadavia y regresé enseguida. La segunda vez, continué unos diez o quince pasos más tratando de hallarle una explicación al asunto y luego, recordando que al salir estaba el encargado haciendo limpieza en la entrada y que era un hombre que hacía 10 años que estaba en el puesto y conocía a casi todo el mundo de la zona, volví para preguntarle si la conocía a ella. El me respondió, luego de estudiarla ocularmente, que no. Mi pregunta a él obedecía además a otro motivo: En un momento creí que era una visión sólo para mí, que yo sólo la veía. Esto obedece a un hecho... que quizá sea vinculado al problema: unos tres meses antes, en una madrugada que yo venía casi por el mismo lugar – a lo sumo diez metros más hacia Díaz Vélez – de repente una mujer, vestida de colores oscuros, pero no negros, se arroja, protegiéndose con ambas manos (como un arquero de fútbol cuando intenta atajar a una pelota que viene a ras del suelo) sobre la vidriera de una mueblería que existía en ese tiempo ahí. Cuando yo paso junto a ella me pide a gritos: ¡Ayúdame! ¡Ayúdame! Yo lo voy a hacer, pero finalmente desisto por dos motivos, cuando recapacito:

  1. Su extraña forma de caer, protegiéndose con ambas manos, para no golpearse. Es decir: me doy cuenta que la caída es fingida.

  2. Un matrimonio, con un hijo de la mano que va a cruzar Billinghurst y espera el paso de algunos vehículos para hacerlo evidentemente no advierte el hecho, no lo ve, pues la mujer ha caído a un par de metros de ellos y no hacen ningún movimiento. Me doy cuenta entonces que si voy a ayudarla algo me va a ocurrir, pues esa actitud sólo es visible para mí, los demás no la ven, ¿comprendes?

G.D.G.: ¿Y qué sucedió luego?

T.: Nada. Seguí caminando sin atenderla, cuando me percaté que las personas cercanas no veían lo que yo.

G.D.G.: ¿La has vuelto a ver?

T.: No.

G.D.G.: ¿En qué año enviás tu libro para que concurse en Europa?

T.: En 1976, para que concurse en el Planeta 1977, que se cierra el 30 de junio.

G.D.G.: ¿A partir de allí decidís pasar las Fiestas con tu familia e irte a tu pueblo?

T.: No, mi decisión de ir a mi pueblo es anterior, siempre que la situación económica personal me lo permitiera. Es decir: Anterior a los sucesos con la mujer de negro; no como una situación específica de ese año en especial, sino como una posibilidad siempre latente, de ser posible llevarla a cabo.

G.D.G.: ¿En qué lugar de la Argentina?

T.: Mi pueblo es Huinca Renancó.

G.D.G.: ¿Allí acontecen nuevos hechos extraños?

T.: Sí. Es un lugar de gran casuística OVNI. ¡Ah! Pero quizá quieres saber con respecto a mí. Hay un extraño "complejo de culpa". El año pasado (1983) me hicieron un homenaje en la Radio, leyendo cosas mías, pasando un par de temas folklóricos que me grabaron por ahí. Además se me buscó para escribir el Himno del Colegio Nacional, que ha resultado un gran éxito. Lo ejecutan en cada aniversario y hacen bises.

G.D.G.: ¿Qué es lo que ocurre en el Banco Popular Financiero?

T.: En el Banco Popular Financiero, no estaba V.H. Sino solamente A.S. (el amigo que voy a saludar) y C.N., que viene expresamente a preguntarme "¿dónde están los originales?". A V.H. lo encuentro en la confitería Oriente y está asustado y preocupado a la vez. También pregunta por los originales y dónde vivo. Me sugiere que los pida a Planeta para que me los devuelvan. Me pregunta si vivo en casa o qué. Desliza la oportunidad de invitarme a cenar (nunca lo hacía con anterioridad). Cuando lo encuentro antes de venirme, luego de su extraña desaparición por 3 ó 4 días, me da la mano sin apretar y huye de mí.

G.D.G.: En la estación de ferrocarril sos protagonista nuevamente del recuerdo de esos "ojos extraños" de la mujer vestida de negro, cuando observas al Agente G. ¿Es realmente así?

T.: Sí.

G.D.G.: ¿Podés decir que eran casi los mismos ojos?

T.: Quizá no "los mismos ojos". Es el brillo extraño. La actitud poseída y "en blanco".

G.D.G.: ¿En qué momento aparecen los Hombres de Negro?

T.: Al sobrepasar el tren la Estación de Junín (Provincia de Buenos Aires).

G.D.G.: ¿Qué hora serían?

T.: Alrededor de las 12 horas.

G.D.G.: ¿Cuántos eran?

T.: Dos.

G.D.G.: Describilos.

T.: Dos individuos, uno más alto y totalmente afeitado, otro más bajito y con bigote recortado. Vestidos como gerentes de banco, con gafas para sol, ambos sin maletines "atachés" o cosa parecida, que todo el mundo los lleva cuando debe hacer un viaje más o menos largo y prolongado – ese detalle me llamó sobremanera la atención – tez morena, movimientos serenos y pausados, impecables en su presentación, que viajan juntos pero no se dirigen la palabra jamás.

G.D.G.: ¿Qué estatura tenían?

T.: El de bigotes, 1,70 m. El rasurado, 1,85 m.

G.D.G.: ¿Sus rostros te hacen recordar de qué raza?

T.: Mongólica, esquimal (Soy consciente de que esto constituye un lugar común en esta casuística, pero era así es).

G.D.G.: ¿Se comunicaban entre "ellos"?

T.: No. Solamente se miraban a la cara, como para sobreentenderse de algo ya conversado con anterioridad.

G.D.G.: ¿Su caminar era normal?

T.: Sí.

G.D.G.: ¿Cómo se acercan a vos?

T.: Se ubican en el asiento izquierdo – teniendo en cuenta el sentido hacia Buenos Aires del tren y mi propia ubicación – Luego uno avanza solo tres o cuatro asientos, por la derecha; luego avanzan tres o cuatro más – nuevamente los dos se sientan juntos – por la izquierda. Finalmente vuelven a separarse, y el de bigotes se sienta sobre la derecha, a unos tres metros de distancia de donde yo estoy. El otro sigue en la fila de la izquierda, un par de asientos más atrás.

G.D.G.: ¿Había más gente en el mismo vagón?

T.: Sí.

G.D.G.: ¿Qué reacción tenían éstos?

T.: Ninguna. Parecía que no advertían la anormalidad.

G.D.G.: ¿Por qué pensás que "ellos" iban a sacrificarte?

T.: Porque yo tuve una fugaz actuación política... Entonces lo atribuí a gente de algún servicio policial y para-policial que quería asesinarme. Sólo con el tiempo, cuando supe que no estaba "fichado", cuando até cabos, me di cuenta que se trataba de los H.D.N.

G.D.G.: ¿Cómo es eso que "ellos" se quedan dormidos?

T.: Se les "cayó" la cabeza hacia el costado, como hacemos todos cuando queremos dormitar.

G.D.G.: ¿Y vos qué hiciste luego?

T.: Me bajé en Saénz Peña y tomé el 105 hacia Billinghurst y Bartolomé Mitre.

G.D.G.: Al bajarte, ¿los H.D.N. continuaban en el tren?

T.: Sí.

G.D.G.: ¿Vos crees que al bajarte antes de llegar a destino, "rompiste" con la programación de "ellos"?

T.: Pienso que sí.

G.D.G.: ¿Quizá esa fue la causa de que se quedasen dormidos?

T.: No. Pienso que se quedaron dormidos por una fuerza superior que intervino.

G.D.G.: ¿Toda la experiencia cuánto duró?

T.: Unas cuatro horas.

G.D.G.: ¿Cuándo y por qué decidís enviar tu libro a una editorial inglesa?

T.: En 1977, cuando pienso que la mayor libertad intelectual que allí existe permitirían la publicación del libro.

G.D.G.: ¿Qué es lo que le sucede a la traductora?

T.: Se le desprende el cristal de uno de sus anteojos, y al otro par le aparece un cristal prolijamente seccionado de forma de triángulo.

G.D.G.: ¿Qué dimensión tenía ese triángulo?

T.: 0,5 cm X 1,5 cm.

G.D.G.: ¿Cuál es el nombre de ella?

T.: N.T.

G.D.G.: Y a Mary, tu común amiga, ¿también fue envuelta en las redes de estos extraños hechos?

T.: Sí.

G.D.G.: ¿Qué es lo que le ocurre?

T.: Ella abandona su habitación para ir al toilette. Ni bien se aleja unos pasos en tal dirección oye un extraño ruido – crujido, al que no le da importancia. Su cama está tendida. La destiende para acostarse, al regresar, y halla un extraño trozo de madera terciada entre la sábana. Ningún mueble, puerta o ventana de la pensión tienen ese tipo de madera.

G.D.G.: ¿Qué piensan ellas de estos acontecimientos?

T.: Que estaba todo relacionado con el libro.

G.D.G.: ¿Y vos?

T.: Lo mismo.

G.D.G.: ¿Y qué es lo que relatás en el libro?

T.: La reseña de la caída espiritual total del hombre, el fracaso de los Redentores, la existencia de El Consejo de los Nueve, que planea todas las malignidades, con sus delegados que fingen trabajar para el Bien. El 1 de julio de 1984, yo me encontré con Cacho Barrios, el último cantor de Buenos Aires, a quien persiguen para asesinar, pues los Nueve no quieren más que quede un vestigio de espiritualidad con vida. Los OVNI también juegan un papel en la Revelación, pero no redimen a nadie. Eustaquio Zagorski, el fallecido polaco que tenía gran amistad con el Padre Reyna también figura. En fin, es demasiado extenso para contarlo todo.

G.D.G.: ¿Cómo se llama?

T.: "El Ocaso de los Redentores" (Tango is dead!).

G.D.G.: ¿Por qué ocultaste todo esto?

T.: Porque tenía miedo.

G.D.G.: ¿Y ahora no lo tienes?

T.: ¿Si tengo miedo? Todos los seres sensatos lo tenemos. Lo que ocurre es que no puedo dejar de indagar simplemente por eso. Porque me creo miedoso, pero no cobarde absoluto.

G.D.G.: ¿Qué pensás del comportamiento de las personas involucradas en estos extraños hechos?

T.: En algunos casos había envidias lugareñas tontas, en otros, ni siquiera eso. Actuaron envueltos en una urdimbre telepática increíble.

G.D.G.: ¿Influenciados por los Hombres de Negro?

T.: Por la Central que los programa y dirige.

G.D.G.: ¿Has vuelto a encontrarte con todos ellos?

T.: Sí, con casi todos ellos.

G.D.G.: ¿Ahora sus comportamientos son normales?

T.: No, los atenaza un raro "complejo de culpa". Tratan de "quedar bien" conmigo.

G.D.G.: ¿Has cambiado de alguna forma tu manera de actuar?

T.: Sí. Me he vuelto muy cauteloso. Comprendí que el Mal se produce conscientemente, que quienes estamos del lado del Bien – con todo nuestro caudal de debilidad y vacilaciones – estamos muy protegidos, pero también muy atacados.

G.D.G.: Ya para finalizar, ¿por qué recurriste a mí para contarme todo esto?

T.: Porque te considero un sensato especialista del tema. Yo siempre recurro a los que creo conocen algo más de un asunto para "desasnarme". QUIERO SABER. Pensé que con muchos casos "en carpeta" podrías ayudarme a echar más luz sobre este asunto en que me vi envuelto. A su vez, creí también que era "una ayuda" más para vos, para que sigas investigando, en algo en que será la Humanidad – y yo también – beneficiados.

 

Y así dejé a mi testigo, le había hecho recordar nuevamente todo lo vivido.

Aún hoy nos seguimos viendo, hablando sobre estos extraños y nuevos acontecimientos que han tenido lugar (6 hasta el día de hoy) ya que hay mucho más por investigar e indagar, aunque mi interrogatorio haya sido mucho más profundo de lo que aquí se habla.

Pero me detengo aquí, pensando sobre la razón de ser en nuestro planeta, de la presencia de estos misteriosos seres a quienes hemos dado en llamar: HOMBRES DE NEGRO.

 

"El misterio de los Hombres de Negro sigue en pie. Ellos están aquí – entre nosotros – cumpliendo una tarea amenazadora... Esta organización que alberga en su seno a seres humanoides, poseedores de facultades "asombrosas", siguen impunes".

Guillermo D. Giménez