EL FUEGO DEL DRAGON

BOLETIN MENSUAL DE OVNILOGIA

Nº 68 – Abril de 2004

 

Editado por Carlos Alberto Iurchuk

La Plata – Argentina

iurchuk@netverk.com.ar

"El Dragón Invisible"

http://dragoninvisible.com.ar


Se permite la reproducción parcial o total, por cualquier medio, de los artículos presentados en este boletín. Si así se hiciere, se agradecerá la notificación al autor del artículo y al editor del boletín.


¿Hay vida en Marte? ¿Podríamos ser nosotros los marcianos?

 

Eduardo Mendoza Palacios

Guatemala – Guatemala

empz1@canal3.com.gt

 

(Nota de Carlos Iurchuk: Material extraído de la serie "Archivo de lo increíble" Nº 62, publicada oportunamente en la web "El Dragón Invisible".

Material tomado del libro "OVNIS Preguntas y Respuestas" del mismo autor.)

 

Dos preguntas que tienen profunda relación, aún cuando parezca fantástico. La primera tiene una respuesta incierta. No podemos afirmar que en la actualidad exista vida en ese planeta, aún cuando algunos lo dan por hecho.

La sondas espaciales enviadas a orbitar y desplazarse sobre su superficie no han detectado (oficialmente), nada que pueda afirmar o negar la posibilidad de organismos vivos en el planeta rojo.

Aún cuando la NASA presentó fotos del meteorito marciano ALH84001 (proveniente de Marte), donde a través del microscopio electrónico mostró estructuras cilíndricas en estructuras de carbonato parecidas a microorganismos, la polémica continúa. Según muchos científicos pueden pertenecer a organismos vivos de hace unos 3.600 millones de años. Para otros son simples formaciones circunstanciales parecidas, pero nada definitivo.

Lo cierto es que el proyecto Marte de la NASA demostró que en su superficie existe agua, fuente básica para la formación de elementos biológicos, susceptibles a evolucionar. Por otro lado también han indicios de que existe una leve atmósfera, además de elementos químicos que son necesarios para la formación de organismos vivos. De la misma manera se tiene por seguro que Marte se enfrió antes que la Tierra, esto da la posibilidad de que este planeta de nuestro sistema solar haya presentado el mismo proceso que la Tierra, pero millones de años antes.

Si esto fuera así, la posibilidad de que el germen de la vida haya venido de el planeta rojo es alta y debido a la corta distancia que existe. Lo anterior no quiere decir que ellos hayan colonizado el planeta azul o que hubieran realizado un experimento genético, sino simplemente que microorganismos hubieran viajado (como lo hizo el meteorito de la Antártida), trayendo la vida a nuestro planeta.

Si en los próximos años se comprobara firmemente que hubo vida (no necesariamente inteligente), en Marte la posibilidad de que nosotros seamos una generación de ella se haría realidad.

Esto daría respuesta afirmativa a la segunda de las preguntas. Aún cuando para algunos sea imposible o quizá ridículo, bien podríamos decir que ¡Nosotros somos los Marcianos!


Las misteriosas explosiones atmosféricas

¿Son acaso OVNIs?

 

Virgilio Sánchez-Ocejo

Miami – Estados Unidos

ufomiami@bellsouth.net

 

El martes, noviembre 5, 1996, a las 6:45 P.M., una docena de casas en los Condados de Santa Rosa y Escambia, al noroeste del Estado de la Florida, fueron sacudidos por extrañas explosiones. Los residentes llamaron frenéticamente a la policía reportando "explosiones en la atmósfera". Las llamadas se extendieron desde el Condado de Santa Rosa hasta Mobile, Alabama y desde Pensacola Beach a Cantonment. Todas reportaban vibraciones y cristales rotos es sus hogares. Al día siguiente, miércoles, noviembre 6, los residentes de estas áreas continuaron reportando las misteriosas "explosiones atmosféricas".

El 11 de noviembre, el periódico Pensacola News Journal, publicó las noticias con el titulo: "Descartados los OVNIs, los terremotos y aviones supersónicos, como autores de las explosiones".

El Teniente David Speicher, portavoz de la Estación Naval Aérea de Pensacola, informó: "Por lo que sabemos, (las explosiones) no tienen nada que ver con la Estación Naval o con sus aviones". Otras bases militares del área, como la Hurlbort Field, la Base Aérea Eglin y la Estación Aérea de Guardacostas en Mississippi, "negaron haber volado aviones supersónicos" esos días.

Un jefe de la policía local dijo: "No he recibido ningún reporte de OVNI en el área de Gulf Breeze (al sureste de Pensacola), considerada un lugar favorito para esta actividad".

El sábado 11 de enero, 1997, Jim Bob Landry, dueño del barco Kendall Queen, partió de su embarcadero, cerca de la Carretera 27, en Comercial Boulevard, con un grupo de pescadores. Navegó hacia el oeste, por el canal Cypress Creek y se internó en los Everglades, en una parte conocida como Loxahatchee National Wildlife Refuge. Después de la pesca, cuando salían de regreso y cerca de 15 millas al este de Belle Glade, Landry y sus invitados escucharon "un fuerte estruendo".

Cuando llegaron a Lauderdele, fueron recibidos por un agente del Departamento de Fauna Silvestre y Pesca, "que nunca habíamos visto antes. No se parecía a ninguno que conocíamos. Lucía como del FBI. Nos dijo que estaba prohibido permanecer en Loxahatchee después de las 6 P.M.", dijo Landry.

Landry habló con otros capitanes de barcos que también oyeron las misteriosas explosiones atmosféricas en la región de Loxahatchee y le informaron que la primera fue reportada el 4 de enero, 1997.

Estas dos noticias no son nuevas, pues desde hace tiempo se han estado escuchando las misteriosas explosiones atmosféricas por toda la costa Este de los Estados unidos, en un área que comprende los estados de New York, Connecticut, New Jersey, Pennsylvania, Delaware, Maryland, Virginia, North Carolina y South Carolina.

La primera "explosión" se escuchó en noviembre 23 de 1977 y continuaron a intervalos hasta el día 21 de diciembre. Más tarde, el 29 de diciembre el entonces Presidente Jimmy Carter, a través de la Casa Blanca, ordenó a algunas agencias del gobierno a hacer una investigación sobre las misteriosas explosiones que conmovieron toda la costa Este de los Estados Unidos. Ninguna de esas agencias pudieron dar explicación a las extrañas explosiones.

El Departamento de Defensa – en el Pentágono – dijo no tener conocimiento o explicación en ninguna de las explosiones reportadas, añadiendo que lo militar no tenía nada que ver con las explosiones. Los Guardacostas dijeron no saber nada de ellas: "No tenemos ninguna explicación al respecto. No sabemos cómo explicar lo ocurrido". La N.A.S.A., por su parte, informó: "No tenemos ninguna idea". La National Oceanic and Atmospheric Administration concluyó: "No sabemos nada al respecto y no podemos dar explicación por el momento". El Departamento del Interior dijo: "Nosotros seguimos lo que dice el Departamento de Geología". A su vez el Departamento de Geología aseguró: "Las explosiones no pueden ser explicadas".

El Dr. William Donn, a cargo del programa de ciencias atmosféricas en el Observatorio de Columbia en el Estado de New York, expresó, refiriéndose a las explosiones, que éstas "no fueron producto de bombas nucleares o del avión supersónico Concorde. Son explosiones de alguna naturaleza". Rechazó, también, que fueran meteoritos entrando en nuestra atmósfera. "Todavía no se saben las causas", dijo.

Las explosiones fueron registradas con mucha intensidad por los súper sensitivos micrófonos y grabadoras en la Universidad de Colombia. Un hecho interesante es que estas misteriosas explosiones ocurrieron antes, durante o después de avistamiento de OVNIs en toda esta zona. Lo que nos hace pensar que las extrañas explosiones pudieran estar, hasta cierto punto, vinculadas a estos objetos.

En el pueblo de Plymouth, algunos residentes reportaron haber observado un OVNI en el momento en que se producía una de las explosiones. Tom Colledge, un campesino del lugar, dijo que alrededor de las 12:45 A.M., sintió una tremenda explosión. Acto seguido, corrió hacia la ventana y pudo observar un extraño objeto u OVNI que volaba a unos 50 metros de altura. "Nunca había visto nada semejante. Tenía la forma como la punta de una flecha. Parecía como si tuviera cuatro motores en la parte de atrás, ya que se podía observar llamaradas anaranjadas. Tenía luces que oscilaban como las de los carros patrulleros de la policía, cuatro o seis luces rojas dando vueltas y una tremenda luz blanca, muy brillante, que se proyectaba hacia abajo iluminándolo todo. La nave tenía unos 25 metros de ancho por 30 de largo".

Colledge y su esposa observaron el extraño OVNI volar a unos 200 metros de su casa. Más tarde, el objeto desapareció detrás de un cerro, poco antes de la 1 P.M.

En esa misma área, a tres millas de distancia, Bob Travers, su esposa Margaret y su hijo Tom de 16 años, oyeron la tremenda explosión. Travers corrió hacia la ventana y observó el mismo objeto, que se movía ahora a unos 200 metros de altura. "Puedo decir que era tan grande como una casa. Su forma era parecida a la punta de una flecha. Tenía dos o tres hileras de ventanillas cuadradas". La Sra. Travers salió por la puerta del patio y observó, también, el OVNI: "Tenía luces rojas y verdes, y una gran luz blanca que iluminaba el valle".

En la Base Aérea de Hancock, situada a 50 millas del lugar, se pudo comprobar que no había aviones militares o comerciales en el área en el momento de la explosión y del avistamiento.

En diciembre 2, en la ciudad de Charleston, Carolina del Sur, el mecánico William James Herrmann, de 25 años de edad, escuchó una tremenda explosión a eso de las 9:30 A.M. Al mismo tiempo pudo observar: "Un objeto metálico, redondo y muy brillante, volando sobre las torres eléctricas de alta tensión a una distancia de 200 metros. Era muy brillante y se encontraba inmóvil, como flotando sobre las torres eléctricas", afirmó.

Ocho horas después del avistamiento de Herrmann y solamente 90 minutos después de otra misteriosa explosión, la Sra. Phyllis Crowl y su hija, en New Jersey, tuvieron un encuentro con otro extraño objeto que volaba lentamente a una altura de 70 metros, atravesando la carretera por donde las dos mujeres viajaban. "Tenía luces blancas muy brillantes en la parte delantera y una azul en la trasera. De pronto, ¡se separaron! La luz azul desapareció velozmente en una dirección y la blanca en otra".

El día 4 de diciembre, solamente dos noches después del avistamiento del Sr. Tom Colledge, George W. Richard, de 59 años de edad, observó: "Una luz muy brillante a la altura de la copa de los árboles. Parecía tener una cabina con tres ventanillas separadas entre sí. Las ventanas eran cuadradas y estaban situadas una arriba de la otra. Tenía dos luces rojas oscilando al frente. Después, desapareció detrás de un cerro".

El 13 de diciembre, el sargento de la policía Robert Snyder, de Long Beach, New Jersey, observó tres luces muy extrañas en el cielo por la noche: "Las estuve observando por espacio de 45 minutos, mientras hacía mi patrulla. Yo tengo una licencia de piloto y puedo asegurar que no se trataba de aviones". Snyder dijo que las luces eran de color amarillo brillante y que aparecían y desaparecían a intervalos de segundos.

William Hayes, director de la Defensa Civil del Condado Ocean de New Jersey, dijo que sintió un total de 9 explosiones en las costas de New Jersey entre el 2 y el 21 de diciembre y que, en ese intervalo de tiempo, muchas personas lo llamaron a la oficina reportándole avistamientos de OVNIs. "Las personas reportaban esas cosas (los OVNIs) al mismo tiempo que las explosiones".

El 10 de enero, el Canal 9 de la televisión de Ohio, recibió 13 llamadas de residentes alarmados con extrañas explosiones. La señora Jenny Morgan de Fairfield, reportó que había escuchado algo similar al disparo de una escopeta. La policía confirmó haber recibido quejas sobre las misteriosas explosiones. La explosiones continuaron hasta el sábado por la noche. Se recibieron quejas también en las localidades de Columbus, Alexandria y Dayton.

Haciendo un análisis general, podríamos llegar a la conclusión de que se abre, ante nosotros, una nueva intriga en el estudio de los OVNIs. Aunque la conexión entre estas misteriosas explosiones y los OVNIs no son un nuevo concepto para nosotros. Hace tiempo que venimos acumulando informaciones sobre estos fenómenos y, como ven, no es la primera vez que ocurren.

Aquí en Miami, Florida, por ese tiempo, el arquitecto Raúl Piñón junto con su esposa y el ingeniero Renier Jurado, observaron, un miércoles a las seis de la tarde un objeto volador de color amarillo brillante. Dicho objeto, después de un vuelo veloz de occidente a oriente, tuvo una "explosión" y se transformó en un disco color plata y luego en varias "estrellas" que siguieron volando en la misma dirección, pero en forma ascendente. Otras personas informaron, también, del extraño suceso. Las autoridades no registraron ningún vuelo espacial o ningún fenómeno astronómico. Más tarde, esa misma noche del miércoles, el hijo del arquitecto Piñón, oyó una explosión similar a la anterior y después de ésta, la aparición de un disco color plateado.

En el año 1948, y encontrándome pasando una vacaciones de verano con mis tíos en el pueblo de Gibara, provincia de Oriente en Cuba, fui testigo de un hecho insólito. Andaba caminando, con mi prima y otros amigos, por las lomas que rodean el pueblo, conocidas por el nombre de "El Cuartelón". Era mi primera visita a Gibara y me estaban enseñando desde estas lomas la vista general del pueblo, el mar, la desembocadura del Río Gibara y al otro lado una loma de forma singular que fue bautizada con el nombre de "La silla de Gibara". De pronto, una gran explosión se escuchó. Nos quedamos paralizados. Parecía venir desde lo alto del cielo y pudimos sentir la tremenda expansión. Después de los primeros minutos de sorpresa, corrimos hacia el centro del pueblo. Allí todo el mundo había salido al medio de la calle y se encontraban mirando hacia arriba, asustados y perplejos ante lo insólito. No hubo explicación oficial y nadie pudo dar respuesta al origen de la misma.

En junio 30 de 1908, una formidable explosión sacudió todo el mundo. Distintos observatorios registraron el paso de dos ondas diferentes, que dieron varias vueltas al planeta. Su centro fue ubicado en una desértica región de la alta Siberia. Más tarde, el 15 de octubre de 1976, muchos años después y habiéndose realizado varias expediciones al lugar, los científicos soviéticos llegaron, entre otras conclusiones, de que la gigantesca explosión se debió al estrellarse y explotar, en la atmósfera, una nave extraterrestre propulsada por energía nuclear. Alexie Zolotov, un científico prominente, que con su equipo de asistentes realizaron investigaciones en el área del impacto, declaró a la agencia noticiosa rusa TASS: "Presumo que el objeto penetró en la atmósfera terrestre; quizás fuese un navío construido por seres dotados de una inteligencia procedente de otros mundos del Universo".

Indagando aún más en el pasado, nos encontramos anécdotas sobre explosiones, rayos, truenos, etc., en diferentes libros sagrados como en el Ramayana, el Mahabharata y en el Drona Purva. Consideramos de enorme importancia la explosión y la descripción del "hongo atómico" que nos narra el Mausola Purva. Todos éstos son libros sagrados de la

India. Por otro lado la Biblia nos cuenta... "Entonces el señor hizo llover del cielo sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego por virtud del señor" (Génesis, 19, 24). Analizando este pasaje desde el punto de vista científico, observamos que: El azufre es uno de los principales componentes de la pólvora, utilizado desde oscuros tiempos por los chinos.

En la región del Mar Muerto – lugar donde se supone estuvieron las ciudades de Sodoma y Gomorra – se encontraron en las rocas petrificadas señales de isótopos radioactivos, característicos de las explosiones termonucleares.

El Departamento de Investigaciones Nucleares de la República Arabe Unida halló cantidades anormales de radiactividad en las regiones de Rachi, de Dariat y en la península de Sinaí. Esta radiactividad podía ser debida a explosiones atómicas. En varios puntos de la Tierra se han descubierto extraños fragmentos de compuestos petrificados teniendo isótopos radiactivos, característicos de explosiones nucleares. Estos lugares que hoy en día desconcierta a los científicos son: Irak, Líbano, Mar Muerto, Libia, Bohemia, Texas, México, Perú, Australia Central y otras zonas del globo.

A veces pensamos que estos hechos pertenecen a un pasado lejano y mitológico. Cuentos e historias de ficción ya pasadas. Rechazamos y no queremos admitir que continúan sucediendo en la actualidad. Que forman parte de nuestra vida cotidiana, de nuestro mundo real. Quizás porque nuestra manera de pensar ha cambiado y hoy enfocamos los problemas desde un punto de vista "científico". Pero debemos recordar que en el pasado "ciencia y religión" no eran más que una sola cosa.

De una cosa sí todos estamos seguros: Que estos alienígenas se nos presentan también con ¡bombos y platillos!


Reencuesta de los misterios lunares

 

Scott Corrales

Bradford – Estados Unidos

lornis1@earthlink.net

 

[Nota de Carlos Alberto Iurchuk: Artículo publicado en la edición especial del boletín "Inter Alia" – Diciembre de 2002.]

 

Entre las noticias más importantes del año 1994 – las masacres en Bosnia y Ruanda, el juicio del ex-futbolista O. J. Simpson en los EUA, y otras – hubo una que pasó mayormente desapercibida por el público no especializado: se trataba del regreso a la Luna del programa espacial de los Estados Unidos a través de una pequeña sonda "desechable" denominada Clementine, cuya tecnología supuestamente era fruto de la entonces inactiva Incitativa de Defensa Espacial impulsada en la década de los '80 por el régimen de Reagan.

La falta de publicidad en torno a este lanzamiento espacial hizo que el controvertido investigador ovni George Andrews hiciese el siguiente comentario: "Resulta curioso que la primera misión espacial estadounidense a la Luna en más de 21 años no haya recibido más de dos pulgadas de espacio en los principales periódicos de la nación". Andrews agregó que el monto total de la misión Clementine – $75 millones de dólares – debió haber llamado la atención de por lo menos algún interesado en el presupuesto gubernamental. Según un cable de prensa de la AP, la misión de Clementine 1 consistía en fotografiar nuestro satélite natural así como otro "asteroide inespecífico" (Geographos, nombrado en honor de la revista National Geographic) para probar un nuevo herramental defensivo, cuyas características exactas jamás se dieron a conocer.

Las largas vacaciones que se tomó la NASA de la exploración lunar han sido racionalizadas por los investigadores como la consecuencia de la indiferencia pública ante la exploración espacial, o la hostilidad abierta de dicho público ante el costo elevado de las sondas espaciales. También se ha dicho que en la Luna no se hicieron descubrimientos excitantes, y que lo verdaderamente emocionante de la investigación espacial reside en las arenas rojas del planeta Marte o en las riquezas minerales del cinturón de asteroides. Luego de haber transportado ochocientas libras de roca lunar a una distancia en exceso de doscientas mil millas, la ciencia actual parecía saber todo lo había que saber sobre nuestro único satélite natural.

Al menos, así lo parecía.

La realidad del asunto que la NASA jamás se olvidó de la Luna, ni siquiera durante los momentos más oscuros de los recortes presupuestarios realizados por el senador Bill Proxmire a fines de los '70 (Proxmire ordenó la destrucción de las instalaciones y herramientas utilizadas para construir los enormes lanzadores Saturno V que llevaron el hombre a la Luna). Se ha observado que durante el Programa Vikingo para la exploración de Marte, la NASA había propuesto el uso de un módulo de descenso parecido al Vikingo I para colocar más de 1.000 libras de equipo científico en cualquier parte de la Luna, aún en la cara oscura, mientras que un aparato orbital proporcionaba comunicaciones con la Tierra. Durante la década de los '80, la ex-astronauta Sally Ride presidió el comité encargado de explorar la mejor manera de regresar a nuestro satélite como trampolín para tareas de exploración más arduas, como la de Marte.

Sin embargo, existían otras líneas de pensamiento que proponían hechos sumamente intrigantes, tales como el hecho de que el proyecto Apolo no había sido más que un disfraz elaborado y de baja tecnología para ocultar el altamente sofisticado programa de exploración militar que efectuaba la exploración verdadera. Muchos llegaron al grado de sugerir la posibilidad de que ya se habían establecido bases debajo de la superficie lunar, excavadas por maquinaria sacada de una pesadilla. Y hubo otros – habitantes en la tierra fronteriza entre la cordura y la locura – que contaron historias sobre bases extraterrestres, lides entre humanos y extrahumanos, y el hecho de que la Luna era una esfera perfectamente hueca.

Colocando la paranoia a un lado, muchos creen aún que este reavivamiento de interés en la Luna resulta altamente sospechoso. Uno de los principales argumentos esgrimidos es la extraña circunstancia de que ambas superpotencias perdieron interés en la Luna casi al mismo tiempo: el altamente exitoso programa Lunakhod de la Unión Soviética tocó a su fin siete meses después de que se produjera el despegue de la misión Apolo 17 de la superficie lunar el 7 de diciembre de 1972. El centro de mando espacial soviético en Baikonur perdió contacto con el Lunakhod 2 misteriosamente en las inmediaciones del cráter Le Monnier, a tan solo 110 millas del punto de aterrizaje del Apolo 17. ¿Habrá sido cierto, entonces, aquel rumor de que los humanos habían sido echados de la Luna por intrusos, y que nuestras sondas lunares habían sido plagadas por intensa actividad OVNI?

La agencia noticiosa UPI hizo eco de una noticia circulada por TASS, el servicio noticioso de la Unión Soviética sobre un hecho ocurrido el 14 de febrero de 1973: el Lunakhod 2 había descubierto una losa de piedra inusualmente lisa, casi parecida al tabique de una estructura humana, en las cercanías de las montañas Tauro. La losa guardaba un parecido extraordinario al célebre monolito descrito en la novela 2001: La odisea del espacio por Arthur C. Clarke.

 

Preguntas sin respuesta

 

En la década de los '70, una serie de artículos de prensa sugirieron la posibilidad de que los primeros astronautas habían encontrado naves e instalaciones extraterrestres tanto en el Mar de la Tranquilidad y como en otros puntos de la geografía lunar. Las transcripciones de las conversaciones entre Houston y los distintas expediciones lunares apuntaban la posibilidad de que los intrépidos astronautas estaban en una situación muy fuera de su alcance. El día de navidad de 1968, se produjo un evento extraordinario: mientras que la cápsula Apolo 8 circunvalaba la esfera lunar, las comunicaciones quedaron interrumpidas por un espacio de seis minutos que parecían interminables. Después de este lapso, los controladores en Houston pudieron escuchar que el astronauta James Lovell decía: "Acaban de decirnos que existe Papá Noel". Los aparatos de monitoreo clínico en tierra comprobaron que el pulso de astronauta había saltado repentinamente a 120 pulsaciones por minuto, habiendo permanecido en la gama normal antes del evento.

El aterrizaje de la misión Apolo 11 en el Mar de la Tranquilidad fue caracterizado por la singular "serenata" de sonidos – que asemejaban los silbidos de un tren y ruidos de maquinaria – que interrumpieron el canal de comunicación segura entre el Módulo de Excursión Lunar y CAPCOM en Houston, haciendo que este último preguntara a los astronautas "si tenían compañía allá arriba".

Existe también la creencia muy arraigada, aunque totalmente carente de mérito, de que la misión Apolo 13 (inmortalizada por la película del mismo nombre protagonizada por Tom Hanks) casi fue destruida por un haz de energía disparado por un OVNI contra el módulo de servicio. No obstante, "algo" ha disparado contra nuestros astronautas: un objeto parecido a un proyectil, con una rapidez inverosímil para las condiciones lunares, surcó el espacio justo sobre las cabezas de David Scott y James Irwin de la misión Apolo 15, mientras que los tripulantes de la Apolo 16 fueron sorprendidos por el destello de un haz de luz en el cielo negro de nuestro satélite. Más alarmante aún fue el encuentro cercano con lo desconocido que tuvieron los astronautas Gene Cernan y Harrison Schmitt: una fuerza invisible hizo explotar la antena de alta ganancia en su vehículo lunar. La transcripción de las comunicaciones entre los exploradores lunares y el módulo de mando, que permanecía en órbita, sigue siendo un misterio hasta la actualidad. Los astronautas en el coche lunar dicen: "Sí, explotó. Algo voló sobre nosotros justo antes... todavía..." mientras que el otro responde: "¡Dios! Pensé que nos había impactado un... un... ¡miren aquello!" El intercambio entre los astronautas queda interrumpido por la voz lacónica del control en Houston, asegurándoles que otras misiones han experimentado el mismo fenómeno. Según declaraciones hechas por el doctor Farouk El-Baz, el prestigioso geólogo de la NASA, los extraños objetos debían ser catalogados como OVNIS, puesto que no existían naves soviéticas ni estadounidenses capaces de alcanzar velocidades tan vertiginosas.

En diciembre de 1969, el físico nuclear Glenn Seaborg, quien ejercía el cargo de presidente de la Comisión de Energía Atómica de los EE.UU. (AEC), manifestó durante una visita a Moscú que la misión Apolo 11 había descubierto "huellas sospechosas" en la cara oculta de la Luna... huellas que parecían haber sido hechas por alguna clase de vehículo. Esta declaración no sorprendió en lo más mínimo a mucha gente, especialmente los astrónomos encargados de catalogar los "fenómenos lunares transitorios" y la aparición y desaparición de distintivos extraños en la superficie de nuestro satélite. Desde el siglo XVIII, la comunidad astronómica venía interesándose por las luces que podían ser vistas en ciertos cráteres y en los "mares" lunares. A lo largo del siglo XIX, el cráter Aristarco hizo gala de luces blancas de gran brillantez que fueron descartadas como ilusiones ópticas hasta que un grupo de observadores las vio despegar de la superficie del cráter. Este cráter, altamente visible desde la Tierra, siguió siendo una fuente de actividad extraña hasta bien entrada la década de los '60.

Pero los eventos de alta extrañeza no estaban circunscritos al cráter Aristarco: el cráter Platón – uno de los más visibles a simple vista de la Tierra – reveló luces parecidas a la de una procesión de vehículos, y los tripulantes del Apolo 8 habían hecho la observación de que el Monte Pickering, situado entre los cráteres Messier y Pickering, parece emitir haces de luz. Todo esto parecía indicar que lo escrito sobre este cuerpo celeste supuestamente muerto estaba equivocado, o que sus "inquilinos" estaban sumamente atareados.

A mediados de los '70, con el programa espacial tripulado de los EE.UU. en situación de inactividad, aguardando la llegada del transbordador espacial, y con el recuerdo de las misiones lunares desapareciendo paulatinamente de la memoria del público, varios antiguos empleados y asesores de la NASA comenzaron a formular sus propias opiniones sobre lo que habías sucedido a un cuarto de millón de millas de la Tierra durante los lanzamientos del proyecto Apolo. La prensa ovnilógica de aquellos días inevitablemente publicó notas extensas sobre las conversaciones sostenidas entre los astronautas y el control de tierra, haciendo hincapié en los incidentes anómalos y fenómenos extraños e inesperados.

El doctor Maurice Chatelain, antiguo jefe de comunicaciones de la NASA, expresó la creencia controvertida de que tanto las misiones lunares soviéticas como estadounidenses habían sido "vigiladas" por ovnis. Los autores civiles también manifestaron su parecer al respecto con sugerencias atrevidas, pero ninguna tan sorprendentes como las vertidas por George Leonard, autor profesional que había trabajado para varias dependencias del gobierno, en su libro Somebody Else is On the Moon (Hay alguien más en la Luna), el resultado de un análisis minucioso de las miles de fotografías de la superficie lunar tomadas por la NASA. La teoría de Leonard era que la Luna estaba habitada por una raza inteligente de origen extrasolar cuyas actividades eran claramente visibles a los instrumentos de nuestros astrónomos... actividades que fueron la razón verdadera de la "carrera por alcanzar la Luna" en los años '60.

Las fotos, según Leonard, presentaban evidencia borrosa de enormes dispositivos de excavación extraterrestre de hasta cinco millas en diámetro, así como otros aparatos que supuestamente circulaban en la superficie lunar. Las más impresionantes de estas estructuras eran las enormes "torres" que parecían proyectar sombras cuya extensión se medía en millas. Las torres parecían estar compuestas de un material completamente ajeno a la roca lunar que les rodeaba. "La Luna está firmemente bajo el control de quienes la ocupan", escribió Leonard en su obra. "Su presencia es visible por doquier: en la superficie, en la cara visible y en la cara oculta, en los cráteres, en los mares y en los altiplanos. Están cambiando la faz de la Luna. La sospecha o el reconocimiento de ello fue lo que disparó los programas de exploración rusos y estadounidenses, que más que competencia, parecen una cooperación desesperada".

Otras notas periodísticas se concentraron en aspectos igualmente controvertidos e igual de difíciles de verificar, como la enorme discrepancia entre las edades de las distintas rocas lunares recolectadas en distintas partes del satélite – aspectos tratados exhaustivamente por el astrónomo Don Wilson en sus libros Our Mysterious Spaceship Moon (NY: Dell, 1975) y Secrets of Our Spaceship Moon (NY: Dell, 1979). La tesis de Wilson se relacionaba con la posibilidad, señalada por el astrónomo Gordon McDonald en 1962, de que nuestro satélite fuese un cuerpo completamente hueco, dada la densidad reducida de su interior. Dada la imposibilidad de tener cuerpos celestes huecos, los rusos Vasin y Scherbakov lanzaron la intrépida hipótesis sobre el origen artificial de la Luna.

Para finales de la década de los '70, la fiebre producida por las anomalías lunares había menguado considerablemente y no volvió a comentarse nada sobre ellos hasta 1996, cuando el investigador Robert Hoagland presentó una serie de fotografías altamente curiosas en una conferencia celebrada en el National Press Club de la ciudad de Washington, D.C.

Agrupados bajo el nombre Enterprise Mission, el ex-piloto de pruebas Ken Johnson de la NASA, los geólogos Ron Nicks y Brian Moore y el mismo Hoagland indicaron que muchas de la fotos lunares tomadas por la misión Apolo 12 indicaban peculiaridades que jamás habían sido tomadas en cuenta: estructuras casi sacadas de la fantasía con nombres como "el palacio de cristal" (fotografiado a una altura de 15 millas sobre la Luna cerca del cráter Hyginus) y "el Castillo" – una enorme estructura vítrea flotando sobre la superficie lunar a más de nueve millas de altura. Los comunicados de prensa emitidos por la Enterprise Mission por Internet y otros medios apuntaban: "Estas películas oficiales de la NASA, analizadas por un espacio de cuatro años con tecnología que no existía hace 30 años, cuando se tomaron las originales, representan prueba innegable de la existencia de estructuras artificiales de gran antigüedad en la Luna".

 

¿Llegaron primero los rusos?

 

Aunque la historia siempre dirá que Armstrong, Aldrin y Collins fueron los primeros humanos en llegar a la Luna, este hecho siempre estará matizado por la incómoda realidad de que la antigua U.R.S.S. había lanzado, en enero de 1959, lo que se piensa era un vehículo de tres etapas diseñados para llegar hasta la Luna: la sonda Luna 1 pasó a tres mil millas de nuestro satélite, y las demás sondas pertenecientes a dicha serie de lanzamientos progresivamente lograron orbitar y hacer aterrizajes suaves en la Luna mientras que los primeros intentos de EE.UU. por llegar al espacio seguían atascados en la plataforma de lanzamiento. No se puede negar, entonces, la posibilidad de que una misión tripulada secreta perteneciente a la U.R.S.S. haya alcanzado la Luna.

Existe un incidente que puede servir como inquietante corroboración a estas misiones rusas: mientras que el módulo de mando de la misión Apolo 17 sobrevolaba el cráter Orientalis, el piloto Al Worden afirmó haber visto un objeto de manufactura humana, de luces pulsantes, en el fondo del cráter. El control en Houston formuló la interrogante: "¿Acaso creen que se podrá tratar de Vostok?" Durante su siguiente órbita lunar, Worden pudo observar el aparato nuevamente.

El programa Vostok correspondía a los primeros lanzamientos tripulados de la Unión Soviética, y algunos de ellos siguen ocultos en el secreto más absoluto. En 1969, un sistema de clasificación de la NASA acerca de los supuestos vehículos de lanzamiento utilizados por la URSS identificaba seis categorías distintas desde la "A" a la "G" – esta última letra designaba al "gigante de Webb", un lanzador de dimensiones colosales identificado por el administrador de la NASA, James Webb, como el vehículo ruso utilizado para llevar tripulación e instrumentos hasta la Luna.

 

La odisea del sargento Wolfe

 

Una de las presentaciones de mayor impacto en el "Disclosure Project" auspiciado por el Dr. Steven Greer lo fue el testimonio grabado del sargento Karl Wolfe de la Fuerza Aérea de los EE.UU. (USAF). A mediados de la década de los '60, el sargento se desempeñaba como técnico fotográfico militar, y un buen día recibió órdenes de sus superiores para personarse en la base aérea Langley, donde se había recibido la información visual obtenida por la sonda Lunar Orbiter. Recogiendo sus instrumentos, Wolfe se desplazó hasta la base Langley, donde unos oficiales le llevaron a un hangar que contenía el laboratorio fotográfico de la base. El local estaba vacío salvo por otro militar de bajo rango encargado de procesar el material fotográfico – negativos de 35 milímetros que eran convertidos a su vez en mosaicos de dieciocho pulgadas. Cada tira de negativos correspondía a una pasada de la sonda sobre la superficie lunar.

Dio la casualidad que el aparato empleado para el procesamiento de imágenes no funcionaba, y ambos hombres se sentaron a esperar a que les trajesen otro. Repentinamente, el otro militar le dijo a Wolfe: "Por cierto, hemos descubierto una base en la cara oculta de la Luna".

Wolfe no ocultó su sorpresa, preguntando enseguida a quien le pertenecía, ya que faltarían varios años para el programa Apolo iniciase sus exploraciones. Seguro que los rusos – o hasta tal vez los misteriosos chinos – se habían adelantado a Estados Unidos. Pero el otro hombre repitió que efectivamente, había una base en la Luna.

"En ese momento", confiesa Wolfe en la grabación hecha para el Disclosure Project, "sentí miedo. Si alguien hubiese llegado a entrar en el laboratorio, sabía que estaríamos en peligro por haber hablado sobre esta información".

Pero no apareció nadie, y para su mayor sorpresa, el técnico fotográfico de la base Langley le mostró uno de los fotomosaicos que presentaba una base artificial en nuestro satélite, con figuras geométricas, torres, construcciones esféricas de gran altura y estructuras parecidas a platos de radar, pero de proporciones colosales. "Algunas de ellas", apunta Wolfe, "tenían un dimensiones que superaban la media milla".

Las misteriosas estructuras lunares parecían tener un revestimiento reflectivo, mientras que otras guardaban cierto parecido con las torres de refrigeración de las centrales nucleares. Tan reveladora era la información visual que Wolfe llegó al punto de no querer ver nada más, sabiendo bien que peligraba su vida. "Me hubiera encantado seguir mirando, y haber hecho copias", admite el sargento, "pero sabía que era un riesgo enorme, y que el joven que me había enseñado los fotomosaicos estaba excediendo su autoridad al mostrármelos".

La singular experiencia del sargento Wolfe recibió cierta corroboración por parte de Larry Warren, el controvertido testigo principal del célebre incidente ovni en la base angloestadounidense de Bentwaters en el Reino Unido. Después de su experiencia, la cúpula militar llevó a Warren y otros soldados a un cuarto de proyección donde se les enseñó un rodaje extraordinario: tomas de la superficie lunar que permitían ver estructuras cuadradas de color arenoso, y en primer plano, el coche lunar Rover utilizado por los astronautas, que podían ser vistos apuntando hacia las estructuras.

 

¿De vuelta a la Luna?

 

Resulta curioso que la desapercibida sonda Clementine haya sido fruto de la tecnología bélica del escudo antimísiles conocido como "Star Wars" y no de los altamente exitosos programas de exploración planetaria de la NASA. ¿Significa esto que algunos de los sistemas ofensivos desarrollados bajo este programa del régimen de Reagan sean capaces de garantizar la defensa de nuestras propias sondas contra las "fuerzas hostiles" que ocupan la Luna? La ciencia ficción a menudo se adelanta a la realidad científica: la misión de Clementine incluía una visita a la Luna seguida por un vuelo en pasada a un asteroide para probar sus equipos. El borrador de la novela 2001: La odisea del espacio nos presentaba a la tripulación de la nave Discovery desplegando un espectroscopio láser como arma contra un pequeño asteroide. ¿Perseguirían un fin semejante las maniobras de la sonda Clementine?

El regreso de la NASA a la Luna en 1994 fue un evento razonablemente exitoso, ya que Clementine transmitió más de dos millones de fotografías sobre las regiones polares de la Luna, posiblemente descubriendo la existencia de hielo en uno de los cráteres del polo sur lunar, incluyendo fotografías de excelente calidad de algunos de los cráteres y relieves misteriosos. Sin embargo, el ambicioso plan de probar sus instrumentos contra el asteroide Geographos no llegó a realizarse: se perdió contacto con la sonda antes de que finalizar su misión, cayendo en una órbita solar inservible debido al fallo de uno de los generadores de empuje.

Al igual que en el caso de otras pérdidas sufridas por el programa espacial, como la del Mars Observer, hay quienes creen que el silencio prematuro de Clementine representa otro acto de interferencia por fuerzas desconocidas opuestas a nuestra exploración del espacio.