EL FUEGO DEL DRAGON
BOLETIN MENSUAL DE OVNILOGIA
Nº 33 – Mayo de 2001
Editado por Carlos Alberto Iurchuk
La Plata – Argentina
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Test de credibilidad de la presencia alienígena
Robert C. Girard
Port St. Lucie – Estados Unidos
[Artículo publicado bajo el título "This is a Test..." en la revista "The MUFON UFO Journal", Mutual UFO Network, número 251, Marzo 1989. Traducción libre de Ignacio Darnaude Rojas-Marcos.]
Una ley vigente en los Estados Unidos obliga a la radio y televisión a interrumpir los programas en caso de desastre o calamidad pública, a fin de que la defensa civil imparta a los ciudadanos en peligro las instrucciones de rigor. Con objeto de entrenar a los radioyentes y telespectadores en cuanto a una situación de crisis, de vez en cuando las cadenas cortan por sorpresa sus transmisiones y emiten un típico zumbido de aviso durante diez segundos, seguido del parte habitual: "Atención, señoras y señores: acabamos de ofrecerles un simulacro del "Sistema Nacional de Emergencias" ("Emergency Broadcast System" o E.B.S.).
Un test de otro orden, aunque también de alcance nacional, se orquestó en la tarde del 14 de Octubre de 1988. De forma indirecta fue asimismo una constatación de previsibles actuaciones de emergencia, en la que se auscultaron las actitudes del hombre de la calle con respecto al sensible problema del contacto extraterrestre. Quién sabe si en el porvenir la información recogida mediante este experimento de ingeniería psicológica no será utilizada en las telecomunicaciones a través del mismo "Emergency Broadcast System".
A diferencia de las rutinarias comprobaciones del "E.B.S.", que reiteran cada vez idéntica fórmula verbal buscando condicionar la memoria del gran público, en una suerte de monótono lavado de cerebros en relación con una hipotética catástrofe, en la ocasión de marras no se aportó a las cobayas televisivas el menor indicio sobre el propósito subyacente en la evaluación popular organizada el 14-10-88.
Muy pocos de entre los millones de norteamericanos que tomaron parte sin advertirlo en este ensayo masivo, se dieron cuenta -entonces o más adelante- de que habían participado como sujetos inermes en una sofisticada operación psicosocial, que en un próximo futuro pudiera causar un extraordinario impacto en sus vidas.
El presente artículo se ofrece a modo de advertencia, y pretende aportar una interpretación personal, desde luego no sancionada por el establishment, de lo que en verdad se tramó en aquel inolvidable atardecer otoñal.
Pese a la desafiante política reaccionaria de la administración Reagan, la guerra fría dio paso al irreversible deshielo entre las superpotencias, y una epidemia de distendidas relaciones internacionales ha trastocado la vieja entente de la amenaza y la disuasión. Los americanos comienzan a vislumbrar que en un par de años -o tal vez antes- la Unión Soviética puede convertirse en una nueva tierra de promisión, donde la libertad y la igualdad de oportunidades florezcan con más pujanza aún que en la patria de Abraham Lincoln. Una imprevista revolución de paz y armonía flota en la atmósfera, y el peligro de una hecatombe nuclear parece haber remitido. Y todo ello de la mano de la URSS, implacable antaño con sus jactancias antiimperialistas.
Para contrarrestar -entre otras cosas- el inopinado descenso de la tensión internacional, fue escenificada la provocación televisiva del 14 de octubre. Un show de costa a costa con un par de horas de duración, emitido también en Canadá, Australia y Nueva Zelanda, que bajo el título: "El encubrimiento oficial sobre OVNIs, en directo" ("The UFO Cover-up: Live!"), fue promocionado en Washington D.C. por Michael B. Seligman Productions. Dicho programa, repetido dos días después en horas tardías, ha sido distribuido por "Lexington Broadcast Service" (LBS), y lo transmitieron 42 de las 200 emisoras afiliadas a la cadena NBC.
En los últimos tiempos venía dando la impresión de que los geopolíticos rusos se propusieron tomar la delantera, y confiar al mundo antes que nadie trascendentales revelaciones en torno a una supuesta colonización del orbe por comandos del espacio exterior. Altos secretos que el gobierno americano resguarda bajo siete llaves desde el fin de la segunda guerra mundial.
El espacio T.V. del 14-O, diseñado en parte con miras de quitarle hierro a un posible "catecismo cosmosférico" a divulgar en el porvenir por la Unión de Repúblicas Socialistas, fue uno de los espectáculos en directo más carente de espontaneidad en la historia de la televisión.
Consistió en un torpe aunque bien ensayado ejercicio de amateurismo audiovisual. Mostraba unos personajes actuando con evidente falta de naturalidad, como si el director de escena presintiera aterrorizado que los actores -en los que a todas luces no confiaba- iban a desertar en cualquier momento de su papel en el guión, como en el drama de Pirandello "Seis personajes en busca de autor", para encararse acto seguido con un público estupefacto endilgándole una lunática diatriba acerca de la "auténtica verdad tras el misterio de los OVNIs". Lo que a su vez daría pie a que los censores suspendieran de inmediato tan herética retransmisión.
El programa mostraba no obstante algo tan extraordinario que ni siquiera los cargos públicos más encumbrados habían visto hasta entonces: una grabación en vídeo cedida por William L. Moore (especialista en materias de ufología y colaborador de los servicios de inteligencia americanos), versión elaborada exprofeso para la puesta en onda de Octubre. Se trataba de una cinta inédita para el gran público, aunque era ya conocida -al menos de oídas- por los profesionales mejor informados de la ovnilogía.
La película exhibe a una pareja de miembros de la inteligencia estadounidense, con nombres supuestos tomados de la ornitología. Aparecían de espaldas a la cámara y con el rostro y la voz camuflados. Durante 120 minutos y a intervalos estratégicos, dichas aves del corral ufológico expusieron sobrecogedores descubrimientos en torno a una pretendida interacción de los ocupantes de los objetos no identificados con la elite del poder de la sociedad terrestre. Confidencias que, de ser ciertas, resultarían sin duda altamente explosivas.
Aves de presa
"Falcon" y "Condor" son presentados en el largometraje como dos de los nueve agentes secretos adscritos a una trama de ocultación pública de la entente que habría mantenido el gobierno U.S.A. con una determinada facción (o con varios grupúsculos E.T.) de la "fuerza de ocupación extraterrestre", nada menos que desde la década de los sesenta.
Tras pasar un tiempo empleados como "topos" del camuflaje institucional de los ovnis, llegó un momento en el que a estos "pájaros de cuenta" se les abrieron los ojos -dicen ellos- respecto a la abrumadora trascendencia de esa trama alienígena que se preserva del conocimiento ciudadano. Actuando en conciencia y en pro del bien común, según la versión oficial, la pareja habría decidido denunciar la actitud paranoide de las autoridades en cuanto a un ya desfasado secretismo a ultranza sobre los UFOs, a sabiendas de que arriesgan en el intento sus puestos de trabajo e incluso la propia vida, al filtrar "la verdad" por la T.V. y a través de prestigiosos ufólogos como William L. Moore, Linda H. Howe y Robert Emenegger.
"Falcon" y "Condor" divulgan en el audiovisual eventos tan pasmosos como incomprobados:
Recuperación por la U.S. Air Force de varios vehículos interplanetarios estrellados.
Cadáveres de sus tripulantes, sometidos a autopsias por reputados biólogos, se resguardan en instalaciones oficiales de alta seguridad.
Descripción detallada de al menos un humanoide vivo bajo la custodia de Washington.
Plena vigencia de un tratado formal en toda regla, con intercambio de mutuas concesiones, suscrito desde hace algunos lustros entre EE.UU. y los expedicionarios siderales.
Como mínimo un ser humano está siendo estudiado en otro planeta. Platillos volantes ensamblados con patente cedida por entidades del cosmos, son actualmente ensayados con el mayor sigilo en Nuevo Méjico y en zonas del desierto de Nevada conocidas como "Area 51" y "Dreamland".
Indicios sobre el contenido de tan alarmistas declaraciones han venido circulando bajo cuerda durante años entre discretos personajes de la comunidad ufológica. Lo que era de prever es que entre los millones de espectadores legos en la materia, tan sensacionales noticias deberían haber producido una conmoción difícil de olvidar. Sin embargo he tenido ocasión de conversar recientemente con numerosos investigadores de todo el país, y la impresión generalizada es que el programa resultó decepcionante, al no satisfacer las expectativas despertadas, tal vez excesivas.
Las primicias aireadas en el vídeo, si contuvieren algo de verdad, representan el acontecimiento más trascendental en los últimos 2.000 años de la historia humana: el que se admita que los poderes fácticos han instituido desde hace décadas un intercambio clandestino, regular y sistemático con seres inteligentes de otras regiones de la Vía Láctea, contacto que se mantiene en el día de hoy.
Paradójicamente, y en contra de lo que cabría esperar, esta nueva "Revolución de Octubre" no ha despertado la menor reacción detectable en su vasta audiencia. Ninguna reseña crítica ha aparecido que sepamos en la prensa ni en los populares magazines de programación TV que devoran los teleadictos. Tampoco se ha dado a conocer el menor comentario al respecto de portavoces autorizados de la Administración, ni se facilitó desmentido oficial alguno.
¿Se debió tan inexplicable ausencia de respuesta popular al hecho de que el impresionante espacio televisivo coincidió con las elecciones presidenciales de 1988? Ya se sabe que las estrepitosas campañas por la Casa Blanca acaparan a tope la atención de los americanos y se "comen" cualquier otra noticia. ¿Fue más bien la causa una sobreabundancia de comunicados acerca de los graves problemas de la actualidad mundial, que copan los medios de información y desplazaron a los "pintorescos" eventos ufológicos?
¿U ocurrió simplemente que a la gente le trae sin cuidado la extravagante minucia de los platos voladores? Se trata de un hecho constatado pero que no entra en la dura mollera de los maquiavelistas del contraespionaje, obcecados por su creencia obsesiva en un mundo-ficción con ovnis hasta en la sopa. ¿Una mera fantasía prefabricada por su deformación profesional?
La respuesta a tales interrogantes es sin embargo algo que pocos sospechan. Cuando nos referimos a personas reales aunque sin nombres y apellidos concretos, quienes por la autoridad que ostentan afectan a nuestras vidas, solemos identificarlas con el vocablo "Ellos", pronombre tan ambiguo como harto expresivo con segundas.
Pues bien, en nuestro caso tras el aparatoso escenario del acontecer ufológico se esconden también Ellos, los coreógrafos sin rostro que dosifican al pueblo el extraño baile de máscaras del síndrome extraterrestre. Desde el estío de 1947 los tales Ellos han venido amañando un vasto plan de adoctrinamiento de la mentalidad popular, y bastantes cosas más que Juan Español tomaría por delirios psiquiátricos.
El 14 de Octubre mandatarios del cónclave del poder teatralizaron una prueba multitudinaria con ánimo de evaluar los resultados de su campaña de cuadriculación cerebral de las masas. Este magno esfuerzo de aleccionamiento colectivo, aunque complejo y multifacético, es tan solo uno de los variados aspectos de un ambicioso programa de mucho mayor alcance, delineado en orden a controlar todas las áreas de manifestación de la cultura humana. He aquí sus etapas y objetivos esenciales:
- Toma de conciencia por el "gobierno invisible" de la súbita presencia en nuestra biosfera de flotillas de ignotos artefactos aéreos, comandados por alguna inteligencia exterior. Tan inquietante rareza sobrevino justamente tras la explosión de las pioneras bombas atómicas, armas terminales capaces de llevarnos a la autodestrucción del orbe.
- Ante la sorpresiva invasión transplutoniana, el Establishment reaccionó con inmediatas correcciones estratégicas en su aparato de condicionamiento psicoemocional de los ciudadanos, una narcosis social desplegada ya en la "prehistoria" de los cuarenta.
- Asumir, con fina inteligencia y un pragmatismo muy americano, que las repentinas oleadas de aeroformas desconocidas representaban una inesperada ventaja, literalmente caída del cielo. He aquí un novedoso instrumento gratis y servido en bandeja, el cual, aprovechado con sabiduría, bien pudiera ser utilizado como un atajo capaz de acortar, quizás en varios decenios, el complot del grupo dominante en pro de infiltrar un manso conformismo en la civilización de la postguerra. Por aquello de que pueblo domesticado, pueblo conquistado para los fines egoístas de los opresores.
- Establecimiento a tales efectos de un proyecto multidisciplinar a largo plazo, orientado a inducir en la mayoría de la población un radical desinterés por los hipotéticos habitantes de otras esferas de vida y sus incursiones en el hábitat terrestre. La erradicación de los objetos no identificados y sus ocupantes del alma colectiva, se pondría en marcha mediante una constelación de tácticas simultáneas y a veces contradictorias entre sí:
1º) Drástica censura de las pruebas resguardadas en los archivos ultraconfidenciales del estado (evidencias sobre aterrizajes, encuentros con humanoides, contactados, astronaves accidentadas, cuerpos de tripulantes, ovnis agresivos, etcétera), con el socorrido pretexto de la tan manida "seguridad nacional", en la certeza de que una grey desinformada preferirá ser engañada a la trabajera y riesgos vitales de pensar por sí misma.
2º) Otorgar libertad de expresión a los estudiosos de la ufología. Con semejante concesión se soslaya de entrada la fascinación y el morbo instigados por todo lo prohibido. Habida cuenta de que tan sólo una ínfima minoría de los especialistas en exobiología ha logrado averiguar la auténtica realidad agazapada tras las pantomímicas apariencias del fenómeno metaterrestre (quiénes son, de dónde vienen, qué pretenden), así como las turbias intrigas que se cuecen allende las bambalinas CIAticas -que no reumatoides- de la hiperclase política, los contados expertos civiles al cabo de la calle sobre la verdad-verdad E.T. bien mirado no constituyen una seria amenaza para el férreo corsé impuesto a la temática exosférica.
Sus descubrimientos ETéticos, a primera vista tan estrambóticos y fuera de contexto, son incapaces de despertar a una opinión cloroformizada por la camarilla dominante. Entonces, ¿para qué perseguirlos y convertirles en mártires? Mejor extraerles el jugo a conveniencia de los que mandan a hurtadillas.
3º) Financiar, mediante el confortable dinero del contribuyente, un cuerpo bien pagado de detractores profesionales y fabricantes de desinformación relativa a los ovnis y a sus ocultas cajas de Pandora. Una indigna cofradía de falsos escépticos, camuflados en las alcantarillas de esta gran ceremonia de la confusión impulsada por el baluarte del poder, cuyos roles-estrella serían:
- Enfriar extemporáneos recalentamientos del sentir popular a favor de nuestros homólogos interespaciales.
- Contaminar con cizaña el trigo de los genuinos datos ufológicos. Para llevarlo a cabo basta entreverar junto a los hechos fehacientes reportajes espurios, tontadas para subnormales, flagrantes exageraciones, burdas trolas e inverosímiles "bombas" sensacionalistas.
- Desacreditar de rechazo a los servidores honrados de la ufología, contratando a una nómina de platillistas excéntricos encargados de exhibiciones a cual más pueriles, ridículas y disparatadas.
- Desactivar a tiempo, mediante la oportuna diseminación de amañadas noticias-antídoto, las fugas no previstas de verdadera información sensible acerca del misterio alienígena, filtrada a los media accidentalmente, por una metedura de pata o debido a la traición de algún connoisseur miembro del santuario institucional de la contra-ufología.
- Al mismo tiempo, y con fines harto tortuosos que nada tienen que ver con la fraternidad, patrocinar en la sombra una secuencia de superproducciones cinematográficas, culebrones televisivos y letra impresa, urdida con miras de:
A) Blanquear la maltrecha imagen de los marcianos. Hay que reconvertirlos, de monstruos malévolos antihéroes en tantos filmes, comics y sexmagazines, en inofensivos personajes rebosantes de bondad, "humanos" y normales (dentro de lo que cabe), criaturas entrañables que lampan por establecer lazos de amistad y cooperación con sus primastros terrícolas.
B) Amortiguar el trauma colectivo que provocaría una ostensible inmigración por sorpresa de ufonautas irresponsables. Se pretende educar a las muchedumbres con sutiles cautelas y a paso de tortuga, con idea de que vayan asumiendo sin sobresaltos que antes o después tendremos que relacionarnos pacíficamente con visitantes del espacio exterior.
Más vale curarse en salud y amaestrar de antemano a "la clientela" local en lo que atañe a los hombrecillos verdes, antes de que se desate el pánico y el mundo se derrumbe en una crisis de las instituciones, la anarquía económica y una anomia social. Mejor administrar con cuentagotas y exquisito tacto la información inocua, que el estallido de una incontrolable histeria colectiva que trastoque los sagrados fundamentos del statu quo.
C) Con este bombardeo de ufo-ficción hasta la saciedad, mezclada con andanadas paralelas de hechos contrastados relativamente inofensivos (ofrecidos por los ufólogos responsables, quienes gozan todavía de una paradójica libertad para airear sus opiniones), se consigue de paso anestesiar aún más a la granja humana mediante la saturación informativa y el hastío psíquico, por la vía de una sobrealimentación de comunicados discrepantes en torno al paradigma extraplanetario.
4º) Seguimiento de los resultados de la "Operación Triple M" (Moldear la Mentalidad de las Masas) por medio de auscultaciones periódicas de la temperatura social. El kilotón informativo del otoño del 88, con efectos -asombrémonos- de simple pólvora de fogueo, fue uno de estos termómetros sociológicos.
5º) En el oportuno momento estratégico, activar la penúltima fase de la "Operación MMM", que consistirá en anunciar de improviso, por boca de los presidentes de las grandes potencias, que la Tierra está siendo invadida por criaturas hostiles de otros astros y dimensiones. Los noticiarios deberán dramatizarse con documentales "en directo" que exhiban ovnis capturados, humanoides prisioneros y confrontaciones entre la aviación y supuestos discos interestelares.
En esta útil situación de crisis, los líderes políticos gozarán de una oportunidad sin igual para manipular a favor de sus malignos intereses el atribulado estado de ánimo de los ciudadanos. Para ello han de prodigar inflamadas arengas en pro de la solidaridad incondicional de todos los pueblos, hermandad que se haría realidad en una confederación mundial regida por un fuerte gobierno unitario, con olvido "por el momento" de las diferencias ideológicas y sentimientos nacionalistas, como única opción defensiva ante "la amenaza cósmica".
El moderno trucaje de los "efectos especiales" (láseres tridimensionales, hologramas plasmados en la atmósfera, simulacros de "batallas espaciales" filmadas con ingenios volantes ensamblados en el desierto de Nevada), coadyuvará a "demostrar" un inminente desembarco alienígena. Sin tan espectaculares maniobras histriónicas en los cielos, no sería factible convencer a las más recalcitrantes naciones para que prescindan "de forma provisional" de sus fronteras, ejércitos y señas de identidad, y se aglutinen sin resistencia en una patria de dimensión planetaria, única alternativa capaz de "salvar a la especie humana de su inevitable destrucción a manos de los desalmados de Venus".
6º) Una vez lograda la voluntaria capitulación de las banderas vernáculas, la cúpula de la "mano invisible" adoptaría draconianas medidas tendentes a monopolizar el poder. En esta "coyuntura transitoria" procederá formular solemnes promesas tranquilizadoras, garantizando una próxima restauración de las soberanías territoriales y libertades democráticas, "en cuanto haya remitido el acoso espacial".
Mas por de pronto, como una "decisión temporal" y bajo el imperio de cierta "Ley de medidas excepcionales y poderes extraordinarios en tiempos de guerra", en semejante tesitura de hechos consumados los países independientes dejarían de existir. En virtud de la presunta ofensiva galáctica, y "para evitar el colapso de la civilización", se decretaría seguidamente la expropiación inmediata de las soberanías nacionales y libertades ciudadanas, de consuno con el secuestro sine die de los derechos humanos. Todo ello complementado con la neutralización tanto de los colaboracionistas con "el atacante exterior" como los disidentes que con su contestación física o intelectual ayuden "a la extinción del homo sapiens".
7º) Una vez consolidado el flamante poder absoluto en el globo terráqueo, la dinámica imparable de una situación sin retorno exigirá la erradicación permanente del mapamundi y sistemas políticos del antiguo régimen. En tal emergencia, y por una lógica de irreversible dominio mundial, se organizaría con asépticos métodos científicos una repetida "solución final": la despiadada y sistemática eliminación de los "saboteadores de nuestra legítima defensa contra el universo hostil": radicales, inconformistas, librepensadores, inadaptados, revolucionarios y otros perturbadores del orden establecido, cuya discreta desaparición se disfrazaría como "bajas de guerra".
En un cierto período de "acomodación eugenésica", de la población del globo se esfumarían los heterodoxos, rebeldes, subversivos, sindicalistas, tarados genéticos, alérgicos al trabajo industrial, enfermos mentales y otros elementos "improductivos" y dinamitadores del nuevo orden mundial vigente. Segmentos enteros del "ganado erecto" renuentes al sí bwana, tales como los criminales, alcohólicos, drogadictos, homosexuales, "etnias irrecuperables" y menesterosos del tercer mundo, acabarían en trabajos forzados, condenados a mazmorras perpetuas o incluso borrados de la faz de la tierra.
El darwinismo impuesto por los "salvadores de la humanidad" dejaría la demografía del orbe "estabilizada" en un ínfimo estamento dirigente, acaparador de privilegios sin cuento y con autoridad omnímoda sobre una saludable casta productiva. Y por otro lado millones de proletarios en aceptable estado somático, encargados de los trabajos manuales y de las más degradantes tareas. Este residuo de "tracción sangre", imprescindible a efectos económicos y laborales, sería mantenido de ahí en adelante como un factor de producción esclavizado y de crecimiento cero. A estas alturas se habría instaurado, por fin, la orwelliana utopía del "Mundo Unido".
A partir de la última contienda mundial, el cenáculo de la "milla de oro" del poder inauguró la primera fase de un proceso gradual de domesticación de la cabaña humana. Medio siglo de premeditada descerebración del homo in-sapiens ha puesto de relieve la enorme escala geopolítica y cronológica de este ancestral proyecto de sojuzgamiento intelectual y dominio del mundo.
La maquinación hegemónica se inició en realidad siglos atrás, durante la Baja Edad Media y el Renacimiento, con el enriquecimiento de poderosas familias de mercaderes y banqueros europeos. Poco a poco, a lo largo de sucesivas generaciones de deliberada manipulación de la psiquis colectiva y el entorno social, avanzando tres pasos en pro de sus objetivos y retrocediendo a la fuerza o cuando les convenía otros dos, Ellos han sitiado a los cinco continentes y aguardan con paciencia la postrera rendición de su factor humano.
Unos pocos lustros más y la estirpe adámica acabará aherrojada por los grilletes del nuevo milenio, un atajo de vasallos atrapados en una desesperación cuya única salida es la muerte. De ahí en adelante, si todavía respiramos, viviremos y pensaremos sólo para beneficio de nuestros amos. Otra vez los tales Ellos nos habrán arrebatado hasta el libre pensamiento, los derechos inalienables como centros de conciencia inteligentes, y cualquier medio de expresión disconforme con el neocódigo imperante.
No será ya posible leer, aprender ni enseñar al libre aire de cada cual. Y a la naciente hornada de analfabetos funcionales y débiles mentales sólo se le ofrecerá la dádiva y escape del santo grial del trabajo, en beneficio exclusivo de los dueños de todo. Cumplir órdenes a rajatabla serán los únicos actos lúdicos permitidos a la neófita casta de siervos intocables. Toda resistencia física, ideológica o corporativa será contestada a sangre y fuego mediante severas condenas, confinamiento perpetuo en dantescas islas-destierro o pena capital.
He aquí el exorbitante precio que la abúlica cultura del segundo milenio habrá de pagar por abdicar del esfuerzo y de un compromiso de "ser yo mismo". Preferir dar de lado al difícil ejercicio del poder de la voluntad, y desertar por la maldita indolencia de la propia autonomía mental, así como dejarse seducir por lo fácil, el "que decidan otros" y la adicción a las hipnóticas sensualidades de lo mundanal, han sido el peaje de ingreso en el aprisco de la zoología humana, redil sujeto al arbitrio totalitario de los porqueros, los nuevos ángeles exterminadores en la nómina de la dictadura de lo mediático.
Este arsenal de acomodaticios anzuelos estimuladores del dulce "dejarse llevar", no pertenece claro está al orden natural de las cosas. Los no amodorrados por la propaganda saben que tan persuasor aleccionamiento en pro de lobotomizar a las masas, ha sido inducido mediante tácticas de guerra psicológica por intangibles opresores de faz anónima, con la artera intención de dopar al rebaño antropomórfico y evitar de este modo cualesquier rebelión y el que descubra por sí mismo las tortuosas intrigas adormecedoras de la plebe que se fraguan más allá del telón de las apariencias.
Por otro lado, el opio religioso, la droga del fútbol y la televisión, una historia nacionalista y sesgada, noticias de actualidad pasteurizadas y debidamente expurgadas de lo políticamente incorrecto, y otras interpretaciones amañadas de la realidad cotidiana, son ofrecidos a la desvalida atención pública por los medios de difusión, no sin antes arrebatarnos la capacidad de discernimiento.
La desinformación se tasa, criba y raciona en forma de un hábil gazpacho ideológico nada imparcial, light y desnaturalizado, como pieza clave de un lavado de cerebros partidista y sectario. El sistema produce así niágaras al por mayor de cuasi oligofrénicos entontecidos, a la par que un censo de ciudadanos domeñados sin la menor capacidad crítica, pobres diablos habituados a obedecer e imitar sin hacerse preguntas. Una mansa carne de cañón apta para rendirse sin rechistar ante sus domadores anónimos.
Los furtivos marionetistas buscan que asimilemos alegres y confiados la versión predigerida de los hechos que a los monitores paternalistas del pueblo nada soberano les conviene desplegar ante nuestro entendimiento y sentido común. Esta liturgia de la distorsión de la verdad, que viene funcionando tal como Maquiavelo predijo, no ha sido más que una treta pensada con miras de embaucar a millones de desprevenidos ignorantes, adiestrados para tragarse lo que les echen, al mejor estilo bovino.
En tal contexto de subrepticia manipulación de la voluntad de la parroquia que curra, consume, paga impuestos, se deja hipnotizar y vota, fue catapultada a las ondas la tan mentada encuesta del 14 de octubre. Y la llamativa ausencia de respuesta entre los particulares y media demuestra que una importante etapa del macroexperimento psicosociológico ha culminado en victoria.
Como decíamos, la notoria comparecencia del fenómeno OVNI a dos años del término de la II Guerra Mundial, fue aprovechada por los que manejan el guiñol social con el propósito de incorporar tan influyente parámetro a sus tenebrosos designios. La decisión histórica de ufologizar su plan de dominación, fue adoptada tras advertir con justificada preocupación que la sorpresiva exhibición aérea a finales de los cuarenta podría obstaculizar sus planes en pos de suprimir la autonomía mental de la manada erecta.
Los responsables de cloroformizar a la ciudadanía contraatacaron sin pérdida de tiempo tras el bombazo del 24 de junio de 1947 (el memorable avistamiento por Kenneth Arnold de una escuadrilla de rarezas volantes cerca del monte Rainier, en el estado de Washington), reestructurando sus previsiones a fin de convertir los objetos no identificados en una novedosa arma psicológica. Les costó más de cuarenta años de sofisticada ingeniería social, pero en la raya del siglo XXI han alcanzado sin duda alguna un brillante éxito.
En esas cuatro décadas los conspiradores han presentado ante los boquiabiertos espectadores perspicaces dosis de "Era del Espacio", tecnología punta y malinformación exobiológica, entremezclándolas tan sutilmente con los estímulos aportados a su vez por los peregrinos intergalácticos, que llegado el 14 de Octubre hemos sido incapaces de distinguir entre lo real y el montaje simulado.
De algo han servido las 50.000 horas (420 minutos diarios) que el americano medio ha invertido en dejarse sofronizar por la "caja tonta" durante los últimos cuatro lustros.
A la vista está el tributo que los incontables John Smith han devengado por trasegar pasivamente los palos y zanahorias que les ofrecen los magos de las tinieblas desde la pequeña pantalla, sin molestarse en discriminar entre lo genuino y lo desvirtuado. Una vez lobotomizada como Dios manda, tras el happy end de la fábula del 14-O, la vasta audiencia con piel humana y magín de cordero resultó inconmovible frente al televisor, sin inquietudes superfluas ni plantearse fastidiosos interrogantes, a la espera del próximo entretenimiento.
Por lo requetebién que hemos procesado sin inmutarnos dos horas de adoctrinamiento en un ya célebre catorce de Octubre, podemos deducir que estamos maduros para digerir con mansedumbre el siguiente acto del drama representado por los controladores de la cabaña terrenal: la trepidante "Invasión del Enemigo Alienígena", y la subsiguiente arriada de las banderas nacionales en pro de una coordinación política global y centralizada "para defenderse del Espacio", antesala de la unificación totalitaria.
Así pues el telón de la parodia "¡Que vienen los marcianos!" puede alzarse en cualquier momento. Aunque según parece los vuelos de prueba de los superavanzados prototipos desarrollados con técnica foránea en el "Area 51" no han dado hasta el presente resultados satisfactorios, tras años de pretendida puesta a punto (¿Les están tomando el pelo los tecnócratas ultraterrestres a nuestros sesudos generales, directores de la CIA e ingenieros aeronáuticos?).
Esta lentísima asimilación de las pseudopatentes exógenas podría retrasar la escenificación en el firmamento de la "guerra de las galaxias". Algo más de tiempo y ruinosos programas de investigación van a ser necesarios hasta el estreno de los platillos volantes del Pentágono. No sabemos tampoco si están ya perfeccionados los dispositivos de proyección holográfica, imprescindibles para siluetear en los cielos los rutilantes trucos de luz y color de esta repetida simulación de "La Guerra de los Mundos" escrita por H.G. Wells, farsa del siglo XXI que ni el mismo Orson Welles nunca hubiera soñado.
De cualquier manera, la ingeniería básica capaz de coreografiar el paranoide ejercicio de persuasión colectiva, consistente en un fingido asalto de los E.T., existe con bastante probabilidad desde hace años. Sospecho que el verdadero papel de la llamada "Alien Technology División" de las fuerzas armadas de Washington no reside como se ha insinuado en analizar "ferries" interplanetarios siniestrados, sino más bien en optimizar la eficacia de vuelo de sus facsímiles terrestres en perenne fase de experimentación. Cuando los ovnigringos salgan de la línea de montaje del ejército americano, seis o siete centurias de paciente confabulación contra los desposeídos habrán dado a la postre sus esperados frutos.
Por otra parte el ominoso silencio de los gobiernos acerca de esa maquinación en marcha de decepción colectiva, lo interpretamos como el desvergonzado desdén que alimentan los arquitectos de la opinión pública hacia sus víctimas, las hordas gregarias que trotan ingenuas y cándidas camino del matadero.
Hasta hace bien poco, cuando una persistente oleada de aeronaves desconocidas atraía la mirada pública en demasía, un portavoz de las altas esferas se encargaba de desdramatizar urbi et orbi el acoso platillista alegando que todo eran globos sonda o el lucero vespertino. En los últimos tiempos, empero, se han invertido las tornas. Jerarquías en el vértice del ranking del poder, a hurtadillas, están propagando adrede, a través de hombres de paja (casi todos ex agentes de la CIA), la más tremendista información –o más bien desinformación– en torno a una supuesta relación bilateral gobierno / alienígenas.
Estas escandalosas revelaciones de Jhon Lear y sus adláteres (que por cierto tienen mucho de verdad aunque hábilmente mezclada con bulos y embustes), han sido complementadas por la aparición de una hornada de libros y filmes sensacionalistas sobre le impacto extraterrestre en la sociedad. Torpedos informativos que antaño habrían sido secuestrados sin contemplaciones "en interés de la seguridad nacional", amén de la adopción de enérgicas medidas de represión contra los antipatriotas diseminadores de infundios subversivos y arcanos del Estado. Y sin embargo ahora.... ¡ni un solo desmentido oficial! Tampoco acción alguna intimidatoria contra los propagadores de rumores tan descabellados.
La pasividad de la oligarquía decisoria pone de manifiesto su profundo menosprecio por los corderos con figura antropomórfica que no protestan y liquidan sus tributos, confiada hasta la insensatez en haber anulado toda disidencia pensante. Sus todopoderosos jerarcas sabían de antemano el "buen fin" del sondeo de Octubre, en base a la inercia anímica inculcada con mucha antelación en el pueblo mal llamado soberano.
Cual ladinos prospectores de la condición humana, los guiñolistas de la novela "1984" a los que tantas veces nos hemos referido, han extraído el más despiadado provecho de las flaquezas del prójimo. Los corruptores psíquicos estaban en lo cierto. El "Gran Hermano" ya no tendrá que contender con el sensible problema de los Nunca Identificados. Su significativo hermetismo tras el 14-O da a entender que el siguiente ciclo del colosal experimento de control mental está próximo a inaugurarse.
Por todo lo anterior, a los trabajadores avisados de la ufología que se hayan propuesto además indagar como pensadores independientes y emancipados, les conviene permanecer alerta y vigilar las próximas maniobras de la elite que se enseñorea del mundo en silencio y desde la oscuridad, en cuanto a su esperado montaje de una fantasmal "ofensiva alienoide" de descarado estilo ciencia-ficción. Instamos a los lectores de estas prevenciones a que detecten y analicen los primeros síntomas del golpe de estado planetario, que so pretexto de una imaginaria "conjura extraterrestre" está siendo organizado por la crème de los conspiradores en la sombra.
Ellos inventaron el tan aludido tanteo del 14 de Octubre. Y ahora se aprestan a rematar el adueñarse de la conciencia y la voluntad de 5.000 millones de hombres y mujeres desprevenidos, con el auxilio, como ya se ha explicado, de una inexistente "amenaza del Espacio".
Pronto resultará peligroso ser tachado de ufólogo, o simplemente comportarse como reses ajenas al rebaño domesticado y políticamente correcto.
Preparémonos en consecuencia para defendernos del apocalipsis de esta nueva Inquisición que se nos echa encima en el entresiglo, el galope de cuyos cuatro jinetes se barrunta ya por los que gozan de oídos para escuchar.