EL INCIDENTE DEL RALLY ¿UNA TELEPORTACION?

Autor: Guillermo Roncoroni
Fuente: Ufo Press, N° 9, octubre de 1978


Los meses de agosto, septiembre y octubre de 1978, se han caracterizado por un inusitado recrudecimiento de la actividad OVNI en todo el territorio argentino. Durante el mes de agosto, la actividad No Identificada se desarrollo preferentemente en la zona occidental (precordillera), en las provincias de San Juan, Mendoza y Neuquen, con manifestaciones aisladas en Chile, en la misma latitud geografica.

Posteriormente, en la ultima semana de agosto y primera quincena de septiembre, el epicentro de las manifestaciones de OVNI se traslado al sur de la provincia de Buenos Aires (zona de Pedro Luro, Medanos, Bahia Blanca, Coronel Dorrego y Necochea), produciendose los primeros casos del Tipo 1 de este nuevo periodo (La Dulce, Bs.As.).

Finalmente, a partir del 20 de septiembre, se produce una importante serie de avistajes en la provincia de Tucuman y en la zona de Rosario, Melincue y Casilda, en la provincia de Santa Fe.

El periodo agosto/octubre de 1978 ha registrado mas de un centenar de denuncias de OVNI, muchas de las cuales, luego de su analisis, podran ser asimiladas a fenomenos naturales o errores de identificacion. Sin embargo existe, a priori, un relevante nucleo de observaciones de elevado indice de extrañeza y que, por lo tanto, merecen un tratamiento especial.

De todos las observaciones de OVNI del periodo agosto/ octubre, el incidente de Acevedo-Moya es, sin duda, el de mayor importancia, no solo por la difusion periodistica de que fue objeto sino, y fundamentalmente, por sus poco comunes caracteristicas.

– RELATO DEL INCIDENTE.

El 17 de agosto de 1978, Carlos Acevedo y Hugo Prambs, partieron de la ciudad de Buenos Aires a bordo de un Citroen GS 1220, en cumplimiento de la primera etapa del Rally de America del Sur, organizado por el Automovil Club Argentino y el Banco de Intercambio Regional.

La competencia de la que participarian era en verdad extenuante para hombres y maquinas: una verdadera maraton de poco mas de un mes de duracion en el transcurso de la cual deberian unir Buenos Aires con Caracas (Venezuela) para regresar por la costa sudamericana del Pacifico.

La tripulacion del Citroen numero 102 debio enfrentar innumerables problemas, en especial en los ultimos tramos del Rally, los que determinaron que debieran renunciar a continuar participando de la competencia. Sin embargo, fruto de la determinacion de Acevedo y la ayuda de otros competidores, pudieron «reengancharse», luego de haber efectivizado su abandono, con el objeto de completar el recorrido.

El 16 de septiembre, en la ciudad de Bariloche, se produjo la desercion de Hugo Prambs por problemas personales, siendo reemplazado por Miguel Angel Moya.

En la madrugada del 23 de septiembre, Acevedo y Moya recorrian los ultimos 1000 kilometros del Rally. Aproximadamente a las 02:00 hs., se detuvieron en la estacion ACA de Viedma (provincia de Rio Negro) donde repostaron combustible (llenaron el tanque standard de 50 litros y un deposito suplementario de 40 litros), tomaron cafe y conversaron algunos minutos con otros competidores. A las 02:30 hs. el Citroen numero 102 estaba nuevamente en lo ruta con rumbo a Bahia Blanca, luego de cruzar el Rio Negro y atravesar la ciudad de Carmen de Patagones.

Aproximadamente a las 03:00 hs. habian dejado atras el cruce de la Ruta 3 con el camino vecinal que conduce al pueblo de Cardenal Cagliero y se encontraban a la altura del Salitral del Algarrobo y la Salina de Pedro, a unos 30 kilometros al norte de la ciudad de Carmen de Patagones (coordenadas aproximadas de la localizacion de los testigos: 40* 29′ Latitud Sur, 62* 49′ Longitud Oeste).

Carlos Acevedo se encontraba al volante del Citroen. De pronto observo una potentisima luminosidad que se reflejaba en el espejo retrovisor de su automovil. Era una luz densa, de una coloracion amarillenta. Al principio se distinguia solo como un punto en el espejo, sin embargo su tamaño aumentaba a ojos vista.
Acevedo y Moya viajaban en aquellos momentos a casi 100 kilometros por hora. Pese a ello la luz parecia acercarse rapidamen te, por lo que Acevedo supuso que se trataba de las luces frontales de alguno de los automoviles de la clase de mayor cilindrada ( Citroen 2400 o alguno de los Mercedes Benz ), por lo que decidio disminuir sensiblemente la velocidad de su automovil y pegarse al borde derecho de la cinta asfaltica a fin de facilitar el paso de lo que suponia era otro competidor del Rally.

La luz ya llenaba el espejo retrovisor y continuaba acercandose a gran velocidad. De pronto el habitaculo del Citroen de Acevedo y Moya se »lleno» de luz.

«La luz inundo todo el habitaculo y no podia ver mas alla del capot del auto. Era una luz densa, muy brillante, de color amarillo con algunos tintes violaceos. En ese momento el auto me parecio fuera de control . Mire por la ventanilla y vi que estabamos a casi dos metros del asfalto. De inmediato pense que habiamos saltado un ‘lomo de burro’ y comence a volantear, preparandome para el momento en que tomaramos nuevamente contacto con el asfalto», relato Acevedo.

Sin embargo, el automovil lejos de descender, parecia continuar elevandose incontroladamente.

«Tras algunos segundos, no se, quiza 5 o10. Reaccione, me di cuenta que aquello era algo completamente anormal. Quise mirar nuevamente por la ventanilla pero lo unico que se veia era esa luz densa. Recuerdo que comence a gritar ¿Que pasa?, pero Moya no me contestaba. Cuando mire hacia mi derecha mi compañero no estaba alli, o al menos yo no lo podia ver. En realidad ni siquiera podia ver el tablero de instrumentos. Solo veia esa luz, densa, que parecia como un liquido, no se, algo asi como pegajosa», recordo Acevedo.

Por su parte, Miguel Angel Moya permanecia como paralizado por el temor, y nos explico :

«En un primer momento yo tambien pense un ‘lomo de burro’ y me asusto algo la posibilidad de un vuelco, pero cuando note que el auto parecia flotar en el aire y no descendia me atemorice aun mas. Realmente era una situacion que no podia comprender. Lo mire a Carlos y lo vi’ rigido, con los brazos extendidos aferrando el volante y la vista clavada frente. Parecia que estaba gritando pero yo no oia nada. Lo veia todo como a traves de una niebla amarilla, como si yo estuviera distante, en otro lado. Creo que mi primer reaccion fue escapar de alli, y quise abrir la puerta pero no pude, parecia como soldada. Note que la temperatura se elevaba aunque a lo mejor era producto de mi estado de temor. De pronto la luz lo envolvio todo y yo ya no veia nada, creo que ni siquiera veia mis manos, ni nada».

los testigos perdieron entonces la nocion del tiempo. De pronto sintieron una sacudida y notaron que el automovil estaba nuevamente en tierra.

«Creo que habia pasado un minuto, o dos, no se realmente, cuando senti una sacudida leve, pero de inmediato tuve la impresion de que el auto estaba otra vez sobre la ruta. En ese mismo momento la luz amarilla perecio que se hacia menos intensa y de a poco pude ver a mi alrededor, vi el tablero, el capot del auto. Mire por la ventanilla y vi la tierra, estabamos en la banquina de la contramano, sobre la izquierda de la ruta, totalmente detenidos. De pronto la luz dejo el habitaculo y observe que hacia el oeste se alejaba. algo asi como un cono de luz amarilla, pero que no terminaba en punta sino que estaba como truncado. No se, seria como de cuatro o cinco metros en la base y dos o tres en la cuspide, y de unos seis metros, quiza siete, de altura. La base iluminaba el terreno, aunque en realidad no se veia que era lo que iluminaba, o sea no se veia a traves de la luz. Unos segundos despues la luz se, ¿como podria decirlo?, se retrajo …o se levanto como una cortina, de abajo hacia arriba, y lo unico que quedo a la vista fue una luz blanco-amarillenta, ovalada, que siguio rumbo al oeste hasta desaparecer en la distancia», relato Acevedo.

Por su parte, Moya tardo algunos segundos en recuperarse de la impresion producida por la anormal situacion vivida:

«De pronto todo paso, y estabamos solos en la ruta, nos miramos con Carlos pero no podiamos decirnos nada. Yo estaba como entumecido, me temblaban las manos y sentia una opresion en el pecho, me costaba respirar «.

Acevedo y Moya permanecieron en silencio por algunos segundos, sin atinar a realizar ninguna accion o actividad. Por fin, Acevedo descendio del vehiculo para, segun nos expreso, «ver si todo estaba en su lugar». Apenas un minuto despues ascendio nuevamente al Citroen y, a toda marcha, continuaron por la Ruta 3 rumbo al norte.

Tras 15 minutos de marcha, poco mas o menos la tripulacion chilena del Citroen numero 102 arribo a Pedro Luro, localidad situada en la provincia de Buenos Aires a 123 kilometros al norte de Carmen de Patagones. Se detuvieron en una gasolinera, a fin de averiguar la ubicacion de un destacamento de policia, y al decidir controlar el instrumental del automovil, constataron dos hechos anomalos: el odometro atestiguaba que, desde la ciudad de Viedma a Pedro Luro, habian recorrido 52 kilometros, cuando la distancia real entre las dos localidades es de 127 kilometros; por otra parte, habian arribado a Pedro Luro a las 05:10 horas, habiendo salido de la zona urbanizada de Carmen de Patagones a las 02:50 horas, aproximadamente. Habiendo realizado el trayecto a una velocidad media de 100 kilometros por hora no deberian haber insumido mas de 75 minutos para cubrir la distancia existente entre ambos puntos, pero en realidad habian insumido 2 horas 20 minutos.

Los testigos constatarian un tercer hecho inexplicable: al decidir llenar el tanque principal de gasolina observaron que el deposito secundario estaba absolutamente vacio, pese a que habia sido llenado con 40 litros en la ciudad de Viedma.

Los hechos explicitados confundieron aun mas a los testigos, quienes, presa de un creciente temor, decidieron dar cuenta de los hechos a la policia de Pedro Luro, para lo cual se dirigieron al destacamento respectivo.

Alli fueron solicitamente atendidos por el oficial inspector Daniel Osimi, a quien relataron los pormenores del incidente protagonizado y solicitaron se les facilitara custodia hasta la ciudad de Bahia Blanca.

El oficial Osimi, al constatar la desesperacion que trasuntaba el relato de Acevedo y Moya, comisiono al cabo Jesus Garcia para que acompañara a los testigos hasta la ciudad de Bahia Blanca, rumbo hacia la cual partieron minutos despues, arribando sin novedad a las 08:30 horas, aproximadamente

-LOS TESTIGOS.

Carlos Acevedo tiene 38 crios. Es hijo de padres chilenos pero nacio en la Argentina. Esta radicado en Chile desde 1960. En la ciudad capital, Santiago, posee dos elegantes zapaterias en uno de los barrios mas sofisticados. Tiene dos hijos de su anterior matrimonio y un pequeño de 5 años con su actual mujer, Cecilia Santelices. Acevedo detenta una holgada posicion economica (claramente evidenciada por su participacion en el Rally, para lo cual debio desembolsar mas de 20 mil dolares). Es de personalidad extrovertida y muy accesible.

Miguel Angel Moya tiene 20 años. Es chileno, nacido en la ciudad de Santiago. De profesion mecanico (Uno de los mejores, segun Acevedo). Impresiona por su caracter timido, apocado. Evidencia hallarse muy afectado por el incidente que lo tuvo por protagonista.

Ambos testigos me impresionaron muy favorablemente. Sus respectivos relatos son sumamente coherentes. No incurrieron en contradicciones y respondieron a todas mis preguntas sin vacilaciones. No existen, a priori, razones para dudar de su testimonio.

OTROS TESTIMONIOS

Oficial inspector Jorge Osimi: Declaro que los testigos, al prestar declaracion en la comisaria de Pedro Luro, estaban en pleno uso de sus facultades mentales, aunque evidenciaban estar muy nerviosos a resultas de los hechos protagonizados. Osimi constato la ausencia de roturas o
filtraciones en el deposito auxiliar de gasolina, por lo que la desaparicion de los 40 litros de combustible no tiene explicacion.
Cabo de policia Jesus Garcia: Declaro que noto a los testigos muy nerviosos. Practicamente no intercambiaron palabras en el trayecto Pedro Luro – Bahia Blanca. En una oportunidad Acevedo se sobresalto visiblemente cuando un automovil que marchaba tras el Citroen hizo señas con sus luces altas.
Hector Forchesatto: (sereno de la gasolinera) Fue quien primero tomo contacto con los testigos con posterioridad al incidente. Los noto muy nerviosos, en especial a Moya. Recuerda haberlos oido discutir acerca del problema del kilometraje recorrido y del faltante de nafta.
En opinion de Forchesatto los testigos eran sinceros y el estado de intranquilidad y desconcierto que evidenciaban era imposible de fingir.

Por otra porte, Forchesatto aseguro que, entre las 04:30 y las 04:45 horas, vecinos de la localidad de Ascasubi observaron el rapido desplazamiento de una extraña y potente luz amarillenta en direccion al oeste (no ha podido confirmarse esta afirmacion).

– COMENTARIOS

En este, como en tantos otros casos de avistajes de OVNI, debemos basar todo nuestro accionar en el relato de los testigos. No existen elementos fisicos u otras evidencias que apoyen nuestras conclusiones por lo que la confiabilidad general del incidente dependera, pura y exclusivamente, de la confianza que nos merezcan los testigos.

En opinion de todos los que han entrevistado a Moya y Acevedo, (periodistas, personal policiaco y en el mio propio) los testigos merecen absoluta confianza. Se han prestado al dialogo franco sin objeciones e incondicionalmente. Sus declaraciones han sido coherentes, ordenadas y no han incurrido en contradicciones, por lo que considero que el elemento confiabilidad detenta un elevado nivel.

En lo que hace a las caracteristicas del incidente en si, su
extrañeza es notoria y merece un analisis pormenorizado.

– El problema de la reduccion temporal:

Quienes hasta ahora habian tomado cartas en la investigacion del incidente Acevedo-Moya, extrañamente han pasado por alto un elemento que, a mi juicio, detenta el mayor nivel de extrañeza:el problema temporal, que se resume en lo siguiente :

Acevedo y Moya dejan atras la zona urbanizada de Carmen de Patagones aproximadamente a las 02:50 horas. Un cuarto de hora despues, y cuando ya habian recorrido entre 25 y 30 kilometros, visualizan la luz amarillenta por primera vez. Asi`, entre las 03:00 y las 03.95 horas, se desarrollan los hechos ya relatados. Posteriormente quedan detenidos en la banquina, junto a la Ruta 3 para, luego de uno o dos minutos, proseguir su marcha hacia Bahia Blanca.

A las 05:10 horas arriban a Pedro Luro (corroborado por el sereno de la estacion de servicio, Sr. Forchesatto), por lo que cubrieron el trayecto Carmen de Patagones-Pedro Luro en aproximadamente 2 horas 20 minutos. En el supuesto caso de haber realizado el trayecto sin que hubieran surgido inconvenientes, y a una velocidad promedio de 100 km/h, deberian haber insumido, a lo maximo 75 a 80 minutos por lo que existirian aproximadamente unos 60 minutos en blanco.

Pero repasemos nuevamente el relato de los testigos. Desde Carmen de Patagones hasta, el momento en que se manifiesta el fenomeno luminoso transcurren unos 15 minutos. Desde el momento que quedan detenidos en la banquina y retoman la ruta, hasta el arribo a Pedro Luro los testigos insumen otros 15 minutos, En total media hora aproximadamente, por lo que el lapso de tiempo en blanco seria de 110 minutos, o sea poco menos de dos horas.

En opinion de los testigos, la manifestacion del fenomeno se habria extendido por uno o dos minutos, sin embargo tambien declararon que al quedar envueltos en el haz de luz amarillento perdieron toda nocion de tiempo y de lugar, ni siquiera estan en condiciones de afirmar categoricamente que se encontraban en el habitaculo del Citroen. La luz amarilla-violacea era lo unico visible para los testigos, que ni siquiera podian observarse uno a otro.

Cabe destacar que ninguno de los restantes competidores del Rally observo al Citroen numero 102 detenido en la ruta, (hecho que muy dificilmente habria pasado desapercibido por el natural espiritu de colaboracion que existe entre los participantes de esta clase de competencias) y que ningun automovil sobrepaso la linea de marcha del vehiculo de los testigos entre las localidades de Carmen de Patagones y Pedro Luro, por lo que deberia descartarse que esos 110 minutos en blanco pudieran deberse a un problema normal o al menos identificable.

Asi, aparentemente, el problema temporal, se habria originado a resultas del incidente ocasionado por el fenomeno luminoso. Restaria intentar explicar el porque de ese lapso de tiempo perdido y que ocurrio con los testigos y el automovil en el transcurso del mismo, pero ello nos obligaria a recorrer un camino de supuestos e hipotesis propias, en cierto modo, de la literatura de ciencia-ficcion, lo cual no es nuestro objeto.

Vale la pena destacar la similitud del incidente aqui reservado con el que, el 16 de julio de 1972, tuvo por protagonistas a los Sres. Brunelli y Prochietto cuando se dirigian en un automovil hacia la ciudad de Cordoba procedentes de Arroyito. Segun los testigos en cierto momento del viaje el vehiculo que los conducia perecio flotar en el aire. Asombrosamente no pudieron recordar haber atravesado un tramo de mas de 80 kilometros y el viaje se redujo en casi 40 minutos. Los testigos tambien observaron un extraño fenomeno luminoso a unos 50 metros de la ruta. (Ver «OVNIS – Un Desafio a la Ciencia «, numero 8)

– Setenta kilometros faltantes :

Paralelamente con la reduccion temporal el incidente Acevedo-Moya registra otro hecho singular: el acumulador de kilometraje del automovil de los testigos registro un faltante de 71 kilometros para el trayecto Carmen de Patagones-Pedro Luro. Los testigos descubrieron este hecho al testear el odometro parcial a su arribo a Pedro Luro (corroborado por el Sr. Forchesatto.

Cabe descartar la posibilidad de que este faltante se haya originado en el mal funcionamiento de los intrumentos del vehiculo, ya que el mismo se registro no solo en el odometro standard del automovil sino tambien en el instrumental adicional de precision utilizado por las tripulaciones participantes de una competencia de rally.

Cabria entonces entender que Acevedo y Moya no recorrieron esa distancia por los medios normales. Al igual que la reduccion temporal, el faltante de 71 kilometros es un hecho por demas inquietante y, por supuesto-, inexplicable.

Efectos en el vehiculo y en los testigos.

En apariencia, el vehiculo de los testigos no sufrio ninguna clase de efectos a consecuencias del incidente. La pintura se presento intacta, la carroceria no parece haber sido sometida a un campo magnetico (desviacion de brujula muy poco significativa y no se detecto radiactividad), instalacion electrica intacta.

Los testigos no pueden asegurar si el motor se detuvo al momento del incidente aunque Acevedo cree que, luego de quedar detenido el vehiculo en la banquina, debio poner en marcha nuevamente el motor de la unidad.

Por su porte, los testigos experimentaron temor y desorientacion en el momento del avistaje. Moya recuerda haber sentido un calor sofocante cuando la luz invadio el habitaculo, una fuerte opresion en el torax (le costaba respirar) y un temblor Incontrolable en las manos. La opresion en el torax y el temblor en las manos se extendieron por espacio de mas de 24 horas.

Acevedo, declaro que, luego del incidente, sentia las piernas adormecidas y un cosquilleo en la region dorsal.

Ambos testigos aseguraron que, en las noches sucesivas, los costo conciliar el sueño y que en varias oportunidades se despertaron sobresaltados. No recuerdan haber experimentado manifestaciones oniricas desusadas.

– CONCLUSIONES

Tal como ya fue manifestado a lo largo de la presente nota, las conclusiones de la investigacion y analisis del incidente protagonizado por Carlos Acevedo y Miguel Angel Moya deben basarse, imprescindiblemente, en la confianza que merecen los testigos, ante la inexistencia de toda evidencia material.

Como fue anticipado, los testigos son merecedores, a priori, de nuestra confianza y, paralelamente, existen otros testimonios que corroboran (y apuntalan) las declaraciones de Moya y Acevedo.

Por lo tanto, en ese sentido, considero que el caso analizado detenta un elevado indice de confiabilidad. Sin embargo es mi parecer que la investigacion del caso no esta cerrada, ni mucho menos.

Estimo que seria en extremo importante interrogar a los testigos bajo trance hipnotico. Los resultados de la utilizacion de esa tecnica en otros casos que presentan un problema de reduccion temporal o perdida de la conciencia han sido francamente sorprendentes y considero que, en este caso en particular, quien intentara la aplicacion de la hipnosis en un interrogatorio a Moya y Acevedo no se veria defraudado