CRESPO, ENTRE RIOS: EL TESTIMONIO DE UN MEDICO (03 JUN 1962)


La voz altisonante del locutor Ariel Delgado, de Radio Colonia (Uruguay), permitio que la espectacular noticia cobrara estado publico. Rapidamente, la prensa local se hizo eco de ese informativo, aunque con el infortunio de la escueta y contradicto­ria comunicacion inicial. Asi pues, el vespertino porteño La Razon (1) describe la impresion causada por las declaraciones de “un caracterizado medico” de Parana, el doctor Gazcue, quien habria afirmado que viajando en automovil junto a su esposa desde la localidad entre­rriana de Crespo hacia Parana, observo un “plato volador” y, mas adelante, a la vera del camino, dos personas, de unos dos metros de altura, con largas cabelleras rubias y ojos enormes, los cuales le habrian hecho señas para que se detuviere. En la misma fecha, el diario Cordoba (2), señala que se trata del Dr. Gazua y su espo­sa, quienes alcanzaron a ver “un enorme plato volador que descendia lentamente hasta posarse” a un lado de la ruta, para avistar en ese momento la salida de “tres seres fantasticos…”. Y amplia que viajando por la misma ruta, un camionero a quien tambien le habrian hecho señas, “confirmo” lo dicho por el medico. Otras fuentes añadiran que se trataba del medico Hector Gazua (3), aunque del camionero jamas volvio a formu­larse comentario alguno.

UN POCO DE CALMA

Tras estas noticias, surgidas del apremio por la primicia, los medios periodisti­cos intervinieron con mayor mesura, pese a que tambien en esta instancia, no se hallaron desprovistas de contradicciones, sin lograr establecer hasta donde llega la responsabilidad de los medios de prensa.

Veamos entonces lo publicado por El Diario (4), de Parana. Advirtiendo que algunos comentarios “agigantaron las proporciones del hecho, agregando detalles inexistentes”, pasa a señalar que el profesional -al que llama “Dr. N. N.”- pidio reserva en cuanto a su identidad, al momento de narrar su presunta experiencia. A ese respecto, manifes­to que viajaba en compañia de su esposa, procedente de Crespo y con destino a Parana cuando, alrededor de la 1,15 horas, a la altura de la denominada curva de la muerte -entre las estaciones Las Delicias y Racedo, del F.C. Urquiza[1]-, aparecio al frente una fuerte luminosidad que procedia de unos 100 metros adentro del campo de propiedad del Dr. Raul Aranguren, despertando su interes y estupor al comprobar la presencia de un objeto conico, con amplios ventanales. “Algo asi -dijo- como la cabina de un original helicoptero”.

Sin detener la marcha del automovil, que por la sinuosidad que el camino presenta en ese lugar no puede tampoco ser elevada, el ocasional espectador del suceso pudo apreciar enseguida que de aquella cabina se abria una puerta de considerable espesor y que descendia a tierra un hombre de gran estatura, vestido con grueso ropaje de to­no gris metalico -similar al color del aparato- y que llevaba cubierta la cabeza con una especie de escafandra. “Algo similar -intenta ilustrar- a la careta que usan los operarios al realizar soldaduras electricas”. En el interior del objeto habia otro hombre al parecer sentado, que permanecia en esa posicion, en tanto el primero aparentaba revisar la parte exterior del artefacto. Sus trajes eran similares y brillantes.

La observacion se desarrollaba en absoluto silencio. El automovil continuo su marcha sin detenerse, mientras atras quedaba el extraño aparato. El hombre que de el ha­bia descendido continuaba moviendose lenta y pesadamente.

Segun El Diario, al dia siguiente del episodio llovio. No obstante, el Dr. N.N. regreso al lugar dos dias despues, hallando un “extraño aplastamiento”.

Intentando corregir las informaciones originales, tambien Cordoba (5) publica un extenso articulo de su enviado especial Alberto Ramallo Ratti, señalando que ahora ha llegado hasta sus protagonistas y ofrece “sus declaraciones ajustadas en cuanto a re­daccion lo mas posible a sus propias palabras”. Mas adelante dira: “logicos errores, en cuanto a tiempo y nombres, derivados de la deficiencia en la grabacion de nuestra cronica de la vispera transmitida telefonicamente desde Parana, nos imponen la aclara­cion de que, los de hoy, son los detalles exactos sobre este raro hecho.. .”.

Pasemos entonces al testimonio publicado por el dia­rio Cordoba, sobre el curioso episodio ocurrido el domingo 3 de junio:

“Fue una escena silenciosa. El hecho concreto se limita a esto: un objeto lumino­so, sumamente luminoso y una escena contemplada en el mayor silencio. La distancia mas cercana a que estuvimos del objeto, fue de unos 80 a 100 metros. Durante todo el tiempo estuvimos mi esposa y yo dentro del automovil en que veniamos hacia Parana.

“El vehiculo no se detuvo en ningun momento; la marcha, eso si, fue lenta y lo que vimos, lo pudimos observar bien. Pudimos apreciar un objeto luminoso; la luz parecia i­rradiar de su interior. Tenia forma circular y una altura de unos 3 o 4 metros. Esta­ba posado sobre el suelo, entre los pastos (dias mas tarde visite el lugar aproximado: es una melga -o surco- de alfalfa, no muy crecida por la sequia que hubo en la zona, y las plantas parecian haber sido aplastadas, pero no quemadas)…”, apunta el medico.

“El objeto presentaba forma cilindrica, algo alargada, casi como un cono truncado. Tenia aberturas o ventanas alargadas, con angulos curvos, pudiendo apreciarse por la luminosidad que salia de ellas que el objeto tenia paredes gruesas. La luz de su interior tenia un brillo metalico. Por una puerta de forma similar a la de los a­viones, tambien de grueso espesor, que en determinado momento observamos abierta, mientras ibamos casi girando en torno al objeto, debido a la propia curva del camino, descendio un individuo con la estatura de un hombre normal, ni bajo, ni desmesurada­mente alto. Este personaje vestia indumentaria comparable a la de un buzo, con una especie de gorro o casco, parecido a un pasamontañas. Este gorro o cubierta tenia una ventana o mirilla delante, alargada, como las mascaras que utilizan los obreros para soldar. Sus movimientos eran lentos, y daba la impresion de que esta­ba preocupado por algo del aparato, a cuyo lado caminaba, sin apartarse mucho de el. Pudimos apreciar que, dentro de la cabina habia otro individuo que movia la cabeza -que era la unica parte del cuerpo que se le veia- y que debia estar sentado; esa era la impresion que daba, por lo menos. Reitero que solamente le vimos la cabeza, cubierta con identica indumentaria que el otro. Nosotros seguimos nuestro camino y el objeto quedo en tierra. Eso es todo.

“En ningun momento crei, ni creo -afirmo el medico paranaense- haber visto algo ajeno a todas las inquietudes que pueden tener los seres humanos en esta tierra… Ahora, despues de mucho reflexionar, pensando en lo que puede y no puede ser, creo que pude haber visto algun vehiculo espacial que todavia se ensaya en silencio”.

La lectura de ambos relatos permite advertir aun la subsistencia de algunos deta­lles discordantes: Para el diario de Parana, el matrimonio observo que del aparato “se abria una puerta (…) y que descendia a tierra un hombre de gran estatura”, mien­tras que para el de Cordoba, el medico declaro que “por una puerta (…) que en determinado momento observamos abierta (…) descendio un individuo con la estatura de un hombre normal, ni bajo, ni desmesuradamente alto”.

Asimismo, podra notarse en las respectivas versiones datos que se complementan. Sin embargo, su importancia sera relativizada por la investigacion.

LAS ENCUESTAS REALIZADAS

Las mismas se iniciaron en el Circulo Medico de Parana, consultando al doctor Raspini sobre la presunta existencia de (Hector) Gazua, o Gazcue, segun pudiere obrar en los registros de esa institucion. Fue asi que se nos indico que por aquella epoca, se hallaba la Federacion Medica de Entre Rios. No obstan­te, practicada la verificacion, no hubo hasta la fecha -junio de 1987­- medico alguno inscripto bajo esos nombres


Vivienda del matrimonio, adonde se dirigian antes del espectacular encuentro.

A pesar de ello, y en la presuncion que se trataba de un apellido irreal, sugeri­do originalmente quiza por algun medio periodistico, acudimos a los diarios locales, donde se nos proporciono informacion de interes.

Despues de otras varias tentativas, los indicios reunidos hasta ese momento nos llevaron a hablar con los que aparecian como supuestos testigos: el medico ginecologo Luis Tabuenca, y su esposa, la obstetra Margarita Webster, profesionales residentes en Parana. En dialogo con el primero, de inmediato reconocio haber sido el protagonista de esta historia, pero nos manifesto no querer saber nada del asunto. “Para mi eso murio hace 25 años”, arriesga a decimos, negandose a proporcionar detalles. Y como justificando su desatencion, agrega: “Hubo quien ha venido con la recomendacion de un medico amigo, pero no lo he querido atender. Ha venido mu­cha gente, se han dicho muchas cosas, se han deformado…”.

Con posterioridad, visitamos el lugar donde se habria producido la observacion y el asentamiento del extraño portento. Se trata de un campo de la estancia del Dr. Ra­ul Aranguren, ubicada junto al paso a nivel llamado vulgarmente “Curva de la Muerte”, por sus caracteristicas de doble “s” con una elevacion en el centro, que se encuentra a media distancia entre las estaciones ferroviarias Racedo y Las Delicias.

Esta circunstancia nos llevo a entrevistar al propietario del campo, el citado Dr. Aranguren, un hombre de abolengo en la zona. Para nuestra sorpresa, apenas le preguntamos sobre el episodio, nos responde que “fue un bolazo”. (Arg. disparate; Fig. y fam. mentira), remarcandolo una y otra vez. Y anticipandose a cualquier comentario que pudieremos hacer, nos revela el nombre verdadero del protagonista de esta historia. “Primero el hizo la declaracion al diario, pero despues se rectifico y, como yo era su amigo, al tiempo me dijo que todo era un bolazo”.

Ahora adquirio un sentido la poca afabilidad puesta de manifiesto por el medico, supuesto testigo, renuente a comentar lo ocurrido veinticuatro años antes. Tiempos en que hiciera el siguiente comentario: “Todavia sigue siendo para mi una incognita la forma en que esto se propalo. Entre las muy pocas personas con la que hable del hecho, figura un colega, hijo del propietario del campo donde vi el extraño objeto, a quien le pregunte si para esa fecha habian comprado alguna maquinaria o algun grupo elec­trogeno capaz de producir el efecto que vimos con mi esposa” (6) .

De lo que no quedaron dudas, es del efecto periodistico que el ginecologo produjo con su audaz testimonio, una fabula originada -quizas- en una broma que por alguna causa debio continuar sosteniendo, o tal vez, por la presencia o versiones de algo que despertaron su curiosidad. Motivo o inspiracion, el episodio ocurrido en Crespo se inscribe hoy entre los mas conocidos de la decada.

Referencias:

(1) La Razon, Buenos Aires, 18 julio 1962.

(2) Cordoba, Cordoba, 18 julio 1962.

(3) Anganuzzi, Hector P., Historia de los platos voladores en la Argentina, Plus Ultra, Buenos Aires, 1976, p. 175.

(4) El Diario, Parana, 19 julio 1962.

(5) Cordoba, Cordoba, 20 julio 1962.

(6) ibid.
[1] Las Delicias de encuentra en el Km. 33,260, mientras que Racedo se halla en el km. 39,504 y Crespo en el km. 44,804 del Ferrocarril Gral. Urquiza